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martes, 11 de enero de 2022

MES DE ENERO DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS (DÍA UNDÉCIMO)

Ejercicio dispuesto a partir de los Pensamientos o Reflexiones Cristianas para todos los días del año, por el Padre Francisco Nepveu SJ, tomo I, Barcelona, imprenta de doña Teresa Pou vda. de Piferrer, año 1755. Las oraciones provienen del Manual Dominico publicado en Dublín por Browne & Nolan Publishers en 1913.
   
MES DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
«Dios le ensalzó sobre todas las cosas, y le dio nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno». (Filipenses II, 10-11).
   
¡Oh Dulce Jesús!, concededme una viva devoción a vuestro Sagrado Nombre; enseñadme Vos a entender su significado y a realizar su eficacia; a gustar de su dulzura y a confiar en su poder; enseñadme a invocarlo dignamente en todas mis dificultades y aflicciones. Que este sea el último sonido de mis labios moribundos mientras voy a encontrarme con Vos en el Juicio. ¡Oh amadísimo Señor, sed para mí entonces un misericordioso Salvador y no un Juez furioso!
   
DÍA UNDÉCIMO
MEDITACIÓN: DE DILATAR LA PENITENCIA.
PRIMER PUNTO.
 No hay razón para tardar en convertirse. ¿Es acaso alguna desgracia volverse a Dios, romper las cadenas del demonio y recobrar su libertad? ¿Es por ventura malo reconciliarse con un enemigo todopoderoso e irritado, y librarse de las penas a que está destinado? O por mejor decir, ¿hay una infelicidad igual a la de estar privado de todos los bienes, y expuesto a todos los males? Y no obstante, ¿hay quien dilate su conversión? Los años parecen instantes, por lo que se teme que llegue el momento fatal que ha de ser término del vicio, principio de tu arrepentimiento, y fin de tu vida desreglada. Cuando debían parecer al revés los instantes siglos, para que llegase aquel primero instante de tu enmienda. ¡Ah!, que para castigo de esta irresolución tan culpable, mereceríamos que Dios nos dejase en la fatal corriente de nuestros vicios.
   
SEGUNDO PUNTO. Pues es tan necesario al pecador convertirse o condenarse, ¿por qué dilatas tu conversión? Débese hacer cuanto antes lo que se debe hacer necesariamente. Si no quieres condenarte, ¿por qué te pones en riesgo de no poder hacer lo que es necesario para tu salvación? De aquí a un año, de aquí a un mes me convertiré: ¿y por qué no hoy? No puedes estar seguro de vivir mañana, ¿y haces tu cuenta para después de años? ¿Es acaso tuyo el tiempo venidero, si apenas posees el presente? Si no te sirves del instante que tienes ahora para arrepentirte, puede ser no tengas el que se sigue. Mañana me convertiré, dices, dilatando tu conversión a un mañana que nunca llega, aunque todos los dias lo digas. Mañana, ¿y de dónde sabes que le tendrás? Aquel (dice San Agustín) que ha prometido el perdón al pecador penitente, no ha prometido el mañana al que dilata su conversion.
   
TERCER PUNTO. Pero veamos la causa que te obliga a dilatar tu conversión. Sin dificultad, me dirás, se hace muy cuesta arriba mudar de vida y entrar en el buen camino. No se cansan los hombres en el camino del vicio y de la maldad. ¿Qué penas no cuesta el satisfacer las pasiones desregladas, dar gusto a nuestras concupiscencias? El yugo del mundo y del demonio, ambos enfadosos y crueles, ¿no es pesado? ¿Quién puede sufrir el continuo dolor del remordimiento de la propia conciencia? ¿Puede haber cosa más desgraciada y sensible que oponerse a Dios, resistir a su voluntad y a su gracia, irritar su enojo, ganarse un enemigo tan poderoso que puede condenarte cada instante, si quiere, que ciertamente lo querrá, si dilatas la penitencia? Compara las dificultades del otro camino con las de este, y aunque en ambas haya dificultades, las del camino de servir a Dios son ligeras, breves, y útiles; y las del camino de los vicios grandes, largas y dañosas, hasta llevar al Infierno. No difieras, pues tu conversión un instante.
  
FRUTO. Toma la resolución de convertirte a Dios luego, luego: en este mismo instante en que Dios te llama, y dile con el Profeta: «Ahora empiezo».
 
«Non tardes convérti ad Dóminum, et ne dífferas de die in diem» [No tardes en convertirte a Dios, y no lo dilates de un día a otro] (Eclesiástico V, 8).
  
«Christiáno non est crastínum» [No debe haber mañana para el Cristiano] (Tertuliano).
  
ORACIÓN A JESÚS PARA TODOS LOS DÍAS
Oh compasivísimo Jesús, lleno de piedad y misericordia, que no despreciáis los suspiros del malvado; ¡ay!, toda mi vida ha perecido y pasado sin fruto, ni he hecho nada bueno ante vuestra presencia. A Vos, pues, me dirijo, implorando vuestra clemencia. Hablad por mí, satifaced por mí. Lavad toda la inmundicia de mis pecaminosos ojos con las puras lágrimas de vuestros gloriosísimos ojos. Por la dulce compasión de vuestros benditos ojos, removed la iniquidad de mis pecaminosos oídos. Por la pura intención de vuestros santísimos pensamientos, y por el ferviente amor de vuestro traspasado Corazón, lavad toda la culpa de mis malos pensamientos y de mi malvado corazón. Por el conmovedor poder de las palabras de vuestra benditísima boca, borrad todas las ofensas de mi boca corrompida. Por la perfección de vuestras acciones y la crucifixión de vuestras manos, lavad todas las ofensas de mis manos impías. Por el doloroso cansancio de vuestros benditos pies, y por la cruel perforación con los clavos, lavad todas las inmundicias de mis pies pecaminosos. Por la majestuosa inocencia de vuestra vida, y por vuestra incontaminada santidad, lavad todas la asquerosidad de mi vida corrupta. Finalmente, lavad, borrad y extinguid todos los pecados de mi corazón y de mi alma en las abundantes corrientes de vuestra preciosísima Sangre, para que así, por vuestros santísimos méritos, pueda ser debidamente limpio, y en adelante guarde sin mancha todos vuestros mandamientos. Amén.
  
Di en reparación por las blasfemias proferidas contra los Santos Nombres de JESÚS y MARÍA:
¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su Santísimo Nombre!
¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
¡Bendito sea su sacratísimo Corazón!
¡Bendita sea su preciosísima Sangre!
¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito!
¡Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima!
¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción!
¡Bendita sea su gloriosa Asunción!
¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre!
¡Bendito sea su Inmaculado Corazón!
¡Bendito sea San José, su castísimo Esposo!
¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y Santos! Amén.
   
JACULATORIAS:
  • ¡JESÚS mío, misericordia! (100 días de Indulgencia cada vez).
  • JESÚS, DIOS mío, Te amo sobre todas las cosas (50 días de Indulgencia).
  • JESÚS, Hijo de David, ten misericordia de mí (100 días de Indulgencia, una vez al día).
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)