«La mitad de los buenos propósitos hechos en el Día de Año Nuevo en esta tierra semipagana son pecaminosos. Todo el que conoce a Dios (el Dios Verdadero, no una caricatura de Él) sabe que no podemos hacer la menor buena obra sin Su divino auxilio. Rechazar Su auxilio y apoyarnos en nuestra propia voluntad débil es un acto de idolatría; es rendir el honor que es debido a Dios al ídolo de nuestro propio orgullo. ¡Cuántas veces un hombre actúa así el Día de Año Nuevo: “Yo dejaré este mal hábito. Yo adquiriré esta virtud. Yo he arreglado mi mente. Yo dije ‘nunca más’, y esto es así”! Ni una palabra para pedirle ayuda a Dios; el ídolo del ego es supremo. ¡Qué sorpresa entonces que un pequeño guijarro de tentación derribe los pies de barro de su ídolo y lo destroce antes que la tinta se seque donde escribieron su buen propósíto! ¡Y aun así no aprenden! (Revista “The Liguorian”, vol. III, n.º 1, Enero de 1915).
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)