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miércoles, 5 de enero de 2022

SAN TELÉSFORO, PAPA Y MÁRTIR CARMELITA

«Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que os está preparado desde el principio del mundo» (San Mateo XXV, 34).
     
    
San Telésforo, griego nacido en Terranova de Sibaris (Calabria) y ermitaño en la orden del Monte Carmelo, sucedió al Papa Sixto I, y fue el octavo obispo de Roma. Tuvo el dolor de ver los estragos causados en la Iglesia por la persecución del emperador Adriano. 
   
Su valentía era tan grande que no temía predicar la Palabra de Dios ante cualquiera, so pena de caer en sus garras mortíferas. No cabe duda de que le hubiera sido muy fácil renegar de sus principios y así quedar bien con el emperador y, de este modo, salvar la vida de muchos cristianos.
   
Siempre hizo honor a su nombre (Τελεσφόρος: el que lleva las cosas a la perfección). Cuando tuvo que suceder al Papa anterior, Sixto I, no se lo pensó dos veces. Lo guiaba su amor a Dios y su afán de extender su palabra por todas partes. Las fuentes antiguas se muestran precisas al asignarle 11 años de pontificado. Su nombre corresponde a la calidad de griego que se le atribuye. En su tiempo se detecta la primera diferencia entre las Iglesias latina y griega en relación con el cómputo de la Pascua. Las iglesias de Asia Menor, afirmando una tradición de San Juan Evangelista, celebraban la Pascua el 14 de Nisán, mientras que Roma lo hacía el domingo siguiente, siguiendo a San Pedro y San Pablo.
   
Compuso el himno “Glória in excélsis Deo” (que algunos atribuyen al Papa San Símaco, pero este adoptó la traducción al latín hecha un siglo antes y extendió su uso a los domingos y fiestas de los mártires por los obispos). Instituyó el ayuno durante las 7 semanas antes de Pascua (Cuaresma), y prescribió que en Navidad cada sacerdote pudiese celebrar 3 Misas:
  • En la noche de la Natividad de Cristo (Misa de Gallo), donde se cantaba el Gloria (inicialmente sólo por el Papa; en el siglo XII su uso se extendió a todos los sacerdotes en todos los domingos y grandes festividades, excepto en Cuaresma y Adviento).
  • Al romper la aurora, cuando fue adorado por los pastores (Misa de alba)
  • En la hora de tercia en señal de la luz que brilló por el nacimiento del Mesías (Misa del día).
Combatió la herejía gnóstica que estaba empezando a llegar a Roma desde Egipto y Asia Menor.
   
Sabemos, por San Ireneo, que terminó gloriosamente su vida con el martirio, cerca del año 138.
    
MEDITACIÓN SOBRE LA GLORIA DEL PARAÍSO
I. En el cielo se posee a Dios y, poseyéndolo, gózase de todos los bienes. Jamás estamos contentos en este valle de lágrimas; lo estaremos en la mansión de los Bienaventurados. Privémonos, pues, de estos placeres tan fugaces, tan poco capaces de satisfacernos, a fin de que gocemos de las delicias del cielo. Placeres, honores, riquezas, ¡cuán despreciables aparecéis para quien considera el cielo! ¡Ah, Señor, yo puedo conseguir esta dicha, pero no puedo concebir su inmensidad!
II. En el cielo encontrarás todo lo que deseas y ya no volverás a hallar nada de lo que te disgusta. No más lágrimas, ni suspiros, ni dolores, ni tristezas. En esta vida no hay placer que no esté mezclado con amargura; allí habrá toda clase de bienes sin mezcla de mal alguno. ¡Es, pues, muy razonable que sufra algo para gozar de tantas delicias!
III. ¿Cuánto durará ese estado de gloria? Toda una eternidad; y los santos tendrán la seguridad de que su felicidad es eterna. ¡Oh eternidad bienaventurada! ¡Qué no harían los cristianos para poseerte si te comprendiesen! Todo lo que es eterno es grande, lo demás pequeño. Trabajemos para la eternidad y despreciaremos todos los bienes de esta vida. «¿Quién no sentirá que se desvanece su tristeza al pensar que, por un momento de prueba…, tendremos una eternidad de dicha?» (San Gregorio).
   
El pensamiento del Paraíso. Orad por los pecadores.
   
ORACIÓN
Pastor eterno, mirad con benevolencia a vuestro rebaño, y cuidadlo con protección constante por medio de vuestro bienaventurado Mártir y Soberano Pontífice Telésforo, a quien constituiste pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S. Amén.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)