Traducción del artículo publicado en la sección “¿Cómo explicas estas creencias Católicas Tradicionales?” de TRADITIO.
La
Iglesia Católica enseña que librar la guerra no es algo injusto en sí
mismo. San Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia, enseñó en La Ciudad de Dios
que una guerra justa es «no solo excusable, sino también recomendable»,
porque se emprende «en defensa del país [propio] contra los enemigos
que lo invaden». En tal guerra «todo hombre lucha no por la defensa de
sí mismo por un afecto privado hacia sí, sino por la caridad cristiana
en salvaguardia y preservación de los demás».
Aun así, clásicamente
deben reunirse para que una guerra sea justa (Santo
Tomás de Aquino, Suma Teológica, parte II-IIæ, cuestión
40, art. 1):
- Debe declararse y librarse por la autoridad legal del soberano.
- Debe
lucharse objetivamente por una buena causa (la defensa contra un ataque
injusto, recuperar algo tomado injustamente, o castigar una agresión
injusta).
- Debe lucharse subjetivamente con recta intención para llegar a una paz justa, a un orden justo de cosas, dándole a cada nación lo que le pertenece (no por codicia, crueldad, etc.).
- El bien que se gana restaurando la justicia debe ser proporcionado a los males que se puedan anticipar.
- Debe haber tanta certeza como sea posible que se cometió una injusticia.
- La injusticia debe haber lesionado un interés mayor, no solamente menor, de la nación injuriada.
- La guerra debe ser el único medio disponible para restablecer la justicia, después que todas las medidas pacíficas hayan sido incapaces de remediar la situación.
En medio de la guerra, se deben evitar los medios injustos.
Los medios pueden ser injustos al estar prohibidos por la ley natural
(como puede ser el caso de un ataque a la población civil) o por laley
positiva, como el uso de gas venenoso o armas nucleares. Sin embargo, si
un beligerante viola un estatuto de la ley positiva, la otra es libre
de hacer lo mismo.
Como
es evidente, no es posible para ambos lados estar objetivamente
justificados en una guerra. Pero es posible para los ciudadanos de ambas
naciones estar en buena fe, y estar convencidos que su causa es justa.
El ciudadano individual debe tomar como su norma el principio general
que está obligado a obedecer sus propios mandatos a menos que esté
seguro que lo que ellos comentan es injusto. Por tanto, si se le ordena
ir a la guerra, debe ir, a menos que tenga la sincera convicción en su
conciencia que la guerra es injusta (Francis Jeremiah O’Connell C.Ss.R.,
Esquema de Teología Moral).
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)