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viernes, 1 de julio de 2022

EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD, REVIVIENDO LA HEREJÍA DE LA APOCATASTASIS

La Comisión de Espiritualidad-Subgrupo de Espiritualidad para la Sinodalidad del Sínodo sobre la Sinodalidad publicó el folleto “Hacia una espiritualidad para la Sinodalidad” (sin versión española en el momento en que se redactó este artículo), que incluye la siguiente cita:
«¿Qué es un corazón misericordioso? Es el incendio del corazón por toda criatura: por los hombres, por las aves, por las bestias, por los demonios y por todo lo que existe. A su recuerdo y a su vista, los ojos [de tal individuo] derraman lágrimas, por la violencia de la misericordia que impulsa a [su] corazón con motivo de la gran compasión. El corazón se derrite y no puede soportar oír o ver un daño o un sufrimiento pequeño de cualquier criatura. Por tal razón, ofrece oraciones con lágrimas en todo tiempo, aun por los seres que no son dotados de razón, por los enemigos de la verdad y por aquellos que le son adversos, para que sean protegidos y reciban misericordia; e incluso por los reptiles, con motivo de su gran misericordia, que en su corazón brota sin medida, como imagen de Dios».
 
  
El texto anterior proviene de la Homilía 74 “La discriminación de las virtudes” de Isaac de Nínive (en siríaco ܡܳܪܝ ܐܺܝܣܚܳܩ ܕܢܺܝܢܘܳܝ̈ܶܐ/Mar ʾĪsḥāq ḏ-Nīnwē; en árabe إِسْحَاق النينوي/Ishaq an-Naynuwī; en griego Ἰσαὰκ Σῦρος; 700), parte de la Primera Colección (Escritos místicos), traducida al inglés por el semitólogo, historiador e islamólogo neerlandés Arent Jan Wensinck Vermeer († 1939), y cuya primera página puede verse a continuación:
  

Isaac de Nínive (en realidad, nacido en lo que hoy es Catar) era un obispo nestoriano que parecía sostener que el Infierno estaba vacío, la condenación no era eterna, y que todas las criaturas (incluidos los demonios) serían salvadas. En una palabra, adhería a la apocatastasis, doctrina contraria al Evangelio y que ha sido condenada en cuatro momentos:
  • Sínodo Endemousa (hoy Santo Sínodo) de Constantinopla (año 543), Anatemas al origenismo: «Si alguno dice o siente que el castigo de los demonios o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la reintegración de los demonios o de los hombres impíos, sea anatema».
  • Concilio de Constantinopla II (año 553), Condena al Cisma Tricapitolino: «Si alguno no anatematiza a […] Orígenes, juntamente con sus impíos escritos, y a todos los demás herejes, condenados por la santa Iglesia Católica y Apostólica y por los cuatro antedichos santos Concilios, y a los que han pensado o piensan como los antedichos herejes y que permanecieron hasta el fin en su impiedad, ese tal sea anatema».
  • Concilio de Letrán IV (año 1215), Profesión de fe para los valdenses: «Y, finalmente, [creemos y confesamos que] Jesucristo unigénito Hijo de Dios, […] ha de venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos: todos los cuales resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, ora fueren buenas, ora fueren malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno; y éstos, con Cristo, gloria sempiterna».
  • Papa Benedicto XII, Constitución Dogmática “Benedíctus Deus” (29 de Enero de 1336): «Definimos [por autoridad apostólica] además que, según la común ordenación de Dios, las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual, inmediatamente después de su muerte bajan al infierno donde son atormentados con penas infernales».
De otra arista, Santo Tomás de Aquino explica que a los demonios no se les debe amar (mucho menos tener misericordia):
«Como ya hemos expuesto (art. 6), en los pecadores debemos amar por caridad la naturaleza y odiar el pecado, y la palabra demonio significa una naturaleza deformada por el pecado. Por eso los demonios no deben ser amados en caridad» (Suma Teológica, parte II-IIæ, cuestión 25, art. 11).
Con todo, el propio Isaac de Nínive postula en otro lugar que el mayor tormento en los condenados es la privación del amor de Dios:
«En cuanto a mí, digo que los que son atormentados en el infierno son atormentados por los golpes del amor. ¿Qué hay más amargo y más violento que los tormentos del amor? Quien siente que ha pecado contra el amor lleva en sí una condena mucho mayor que los castigos más temidos. El dolor que trae al corazón el pecado contra el amor es más desgarrador que cualquier otro tormento.
       
Es absurdo pensar que los pecadores en el infierno sean privados del amor de Dios. El amor es hijo del conocimiento de la verdad, que, según todos, se da sin compartir. Por su mismo poder, el amor actúa de dos maneras. Él atormenta a los pecadores, como sucede aquí que un amigo atormenta a otro amigo. Y se regocija en sí mismo los que han guardado lo que se debe hacer. Éste, en mi opinión, es el tormento del infierno: el arrepentimiento. Pero las almas de los de arriba están en la embriaguez del deleite» [Œuvres spirituelles, serie1ª serie; discurso 84. (Jacques Touraille, traductor). París, Desclée de Brouwer, 1981, pág. 415]. 

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)