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viernes, 18 de noviembre de 2022

BEATA ROSA FILIPINA DUCHESNE


Rosa Filipina Duchesne nació el 29 de agosto de 1769 en Grenoble, Francia, hija del abogado Pedro Francisco Duchesne y de Rosa Eufrosina Périer, hermana del industrial Claudio Périer, que financiaría el ascenso de Napoleón al poder. Fué bautizada en la iglesia de San Luis, y le dieron el nombre de San Felipe apóstol, y el de Santa Rosa de Lima, primera santa del nuevo continente. Educada en el Convento de la Visitación de Ste. Marie-d’en-Haut, y atraída por la vida contemplativa, entró en ese monasterio a los 18 años.
   
La comunidad se dispersó durante la Revolución Francesa. Filipina regresó a su familia y se dedicó a cuidar a los presos y a todos los que sufrían. Intentó reconstruir el monasterio de Ste. Marie después del Concordato de 1801 con algunas compañeras, pero no lo logró. En 1804 Filipina oyó hablar de una nueva congregación, la Sociedad del Sagrado Corazón, y pidió a la fundadora Magdalena Sofía Barat ser admitida, ofreciendo su monasterio. La Madre Barat visitó Ste. Marie en 1804 y recibió a Filipina y sus compañeras como novicias en la Sociedad.
   
La vida contemplativa alimentó en Filipina el deseo de ir a las misiones. Atraída por la Eucaristía desde su juventud, pasó la noche de un Jueves Santo en oración. Escribió a la Madre Barat: «Pasé la noche entera en el Nuevo Continente llevando el Santísimo Sacramento por todas partes... Tenía que hacer tantos sacrificios: una madre, hermanas, parientes, mí montaña ... Cuando me diga: “Te envío”, responderé en seguida: “Voy”». Sin embargo, tuvo que esperar otros 12 años.
   
En 1818 el sueño de Filipina se vio realizado. El Obispo del territorio de Luisiana y las dos Floridas Luis Guillermo Valentín Dubourg PSS buscaba una congregación de religiosas para ayudarle a evangelizar los niños franceses e indios de su diócesis, y Fílipina fue enviada a responder a esta llamada. En San Carlos, cerca de San Luis, Misuri, fundó la primera casa de la Sociedad fuera de Francia, en una cabaña de troncos. Allí vivió todas las austeridades de la vida de frontera: frío extremo, trabajo duro, falta de dinero. Nunca llegó a aprender bien el inglés. Las comunicaciones eran muy lentas: a veces no le llegaban noticias de su querida Francia. Luchó por mantenerse estrechamente unida con la Sociedad del Sagrado Corazón en Francia.
   
Filipina y otras cuatro Religiosas del Sagrado Corazón trazaron un camino. En 1820 abrió la primera escuela gratuita al oeste del Mississippi. En 1828 había fundado ya seis casas. Estas escuelas eran para las jóvenes de Misuri y Luisiana. Las amó y trabajó para ellas, manteniendo siempre en el fondo de su corazón el anhelo de ir a los Indios americanos. Cuando Filipina tenía 72 años, se abrió una escuela para los Potowatomies en Sugar Creek, Kansas. Aunque muchos pensaban que Filipina estaba demasiado enferma para ir, Pierre Joseph Verhæegen, el jesuita que dirigía la misión insistió: «Tiene que venir: quizás no podrá hacer mucho trabajo, pero con su oración alcanzará el éxito de la misión, y su presencia atraerá muchos favores del cielo para la obra».
   
Estuvo sólo un año entre los Potowatomies, pero su valor pionero no flaqueó, y sus largas horas de contemplación inspiraron a los indios el llamarla Quahkahkanumad, que en su idioma significa «La mujer que siempre reza».
   
Su salud no pudo resistir el régimen de vida en el poblado. Volvió a San Carlos en julio de 1842, aunque su corazón valiente nunca perdió el deseo de las misiones. «Siento el mismo anhelo por las Montañas Rocosas que sentía en Francia cuando pedí venir a América ...». Pasó la última década de su vida viviendo allí en una pequeña habitación debajo de una escalera cerca de la capilla. Hacia el final de su vida, estaba sola, se estaba quedando ciega, débil y anhelaba recibir cartas de la Madre Barat.
   
Filipina murió en San Carlos, Misuri, el 18 de noviembre de 1852, a la edad de 83 años. Inicialmente enterrados en el cementerio del convento, sus restos de fueron exhumados tres años después e intactos. Luego fue enterrada nuevamente en una cripta dentro de un pequeño santuario en los terrenos del convento. La causa de canonización de Duchesne se introdujo en 1895. Fue declarada Venerable en 1909 por el Papa Pío X y beatificada por el Papa Pío XII en 1940. La Santa Sede ordenó en 1951 que fuera enterrada de manera más adecuada. Se inició la construcción de un santuario más grande y sus restos fueron trasladados allí el 13 de junio del año siguiente.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)