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sábado, 7 de enero de 2023

LA ELECCIÓN DE SAN PÍO V

Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA.
  
  
Acaeció la muerte de Pío IV el 10 de Diciembre de 1565. Luego de celebradas las exequias acostumbradas, entraron los cardenales en Cónclave en número de cincuenta. Parecía desde el comienzo que el Pontificado no podría caer sino o en el cardenal Juan Morone o en Guillermo Sirleto, hombres ambos de eminente mérito; pero todos los intentos de elevar a uno de ellos fueron totalmente en vano. Cierto es, que en semejante tipo de elecciones, todos los negociados humanos ceden al Espíritu Santo, que los revierte y de ordinario hace caer la suerte en quien parecía más lejano y menos se pensaba, ni al uno ni al otro les favoreció la coyuntura.
   
Vio San Carlos Borromeo que era imposible llevar a buen término el apoyar a los dos sujetos, que él tan especialmente promovió, y considerando el daño que una larga vacancia de la Sede Petrina traería la Iglesia, inspirado por el Espíritu de Dios propuso al cardenal Alejandrino [Miguel Antonio Ghisleri OP, oriundo de la provincia de Alejandría en el Piamonte, N. del T.], en quien reconocía particular mérito para el Pontificado y la habilidad necesaria para sostenerlo; cosas que marchando parejas a una admirable inocencia de costumbre y singular piedad, obraban con tanto provecho que ninguno, o casi ninguno, hubo entre los sagrados Electores a quienes fue comunicado este pensamiento, que no lo aprobase. Solamente unos pocos se atrevieron a representarle que según todas las reglas políticas, debía pensarse en otros antes que en el Alejandrino; y valiéndose del motivo de ser él creación de Pablo IV; tenían pues para temer que si los Caraffa fueron tan castigados severamente por Pío IV, cuyo sobrino era Borromeo, el cardenal Alejandrino, creado Papa, no trataría con igual rigor a la familia de Pío. Mas San Carlos, que no manejaba con reflexiones humanas tan importante negocio y solamente teniendo en mira el servicio de Dios y de la Iglesia, seguía constante en su propósito, y luego de tener el consentimiento de los cardenales de su partido, dirigióse a la celda del Santo Cardenal, y habiéndolo hallado en oración, le dio parte de su establecida elección.
  
No podía el Santo oír esta noticia sin horror y fortísima repugnancia  interna. Pronto representó su indignidad y que la Iglesia necesitaba un hombre con mayor vigor y mayores luces; que él se hizo religioso para pasar la vida en un claustro, de donde fue sacado a la fuerza; y elevarlo a la Majestad del Pontificado le sería lo mismo que exponerlo a la tempestad, que le amenazaba seguro naufragio; mientras que por otro lado habían en el Sacro Colegio sujetos de cuna y calidades tales que eran más merecedores del Pontificado que él.
   
Halláronse entonces con San Carlos los cardenales Morone, Sirleto y muchos otros de su facción, que por la conocida humildad del Santo Cardenal se prometieron e imaginaron hallar en él la vista repugnancia: y por eso, todos le pidieron unánimes no resistir a la elección, que era pura obra del Espíritu Santo. Viéndolo inflexible, resolvieron sacarlo a la fuerza de la celda y condujéronlo a la Capilla, donde solía hacerse la primera adoración.
   
Crecido el rumor, y oído que fue por los pocos cardenales que entonces no eran conscientes del hecho, se acercaron a él, y cuantos nunca pensaron en él hasta entonces, movidos por Dios, proclamaron al cardenal Alejandrino y lo veneraron como Pontífice.
   
Esto no obstante, mucho se quiso sacar de su boca el consentimiento. Volvió a representar su propia incapacidad para sostener tan grande peso, y areplicar las mismas cosas dichas antes para disuadir a los Cardenales de pensar en él. Esforzáronse los sagrados Electores en vencer tan humildes sentimientos y a superar su repugnancia, pero fue forzado a lo último a ceder a las disposiciones de la Divina Providencia; y luego, con los ojos bañados en lágrimas y suspirando se forzó a aceptar el Pontificado el 7 de Enero del año 1566, tomando, para complacer a San Carlos y honrar la memoria de su predecesor, el nombre de PÍO V.
   
Llevado enseguida según costumbre a la Basílica Vaticana, se postró ante el Santísimo Sacramento del Altar y le suplicó vivamente lo fortificase con su gracia para poder cumplir dignamente las pesadas obligaciones del Pontificado; y tanto es lejano de la verdad que tan notable mutación de estado le sugiriese un mínimo pensamiento de gloria y vanidad, que más que todo recibiéndolo como venido del Cielo se mantuvo en su acostumbrada moderación, y nada perdió de su admirable tranquilidad de espíritu.
   
Dio el Sagrado Colegio parte de la elección del nuevo Pontífice a los reyes y los príncipes cristianos, y la representó como del Espíritu Santo, exhortándoles a dar gracias a Dios por haber dado a la Iglesia un hombre tan Santo en tiempo en que tenía mayor necesidad de él, por estar combatida en todos costados por herejes e infieles.
   
Especialmente el cardenal Borromeo, que fue el órgano del Espíritu Divino, escribió al rey de Portugal, felicitándose de grandes ventajas que debía prometerse la Iglesia bajo tan grande Papa. Plúgome copiar e insertar su carta en este lugar, para que se sepa cómo un Santo hablaba de otro Santo:
El perfecto conocimiento, que por mí se tenía de la piedad singular, de la doctrina, y más todavía de la Santidad del cardenal Alejandrino, me ha otro tanto servido de estímulo para procurar su exaltación, tanto que yo estaba eficazmente persuadido que, de ser elegido, él habría gobernado santamente la Iglesia. Por eso he empleado todo mi crédito, y el de mis amigos, para elevarlo a la Cátedra de San Pedro. El Espíritu Santo ha favorecido visiblemente mi intención por medio de la milagrosa unión de las voluntades de todos los Cardenales que concordemente acudieron a elegirlo y han mostrado una suma alegría de verlo en el Trono. Alégrome en particular con Vuestra Majestad, que haya acaecido obtener un Pontífice Santísimo, sapientísimo e iluminadísimo en el manejo de los negocios y tan bien adornado de todas las virtudes. Etc.
  
Maffei informa algunos fenómenos sobrenaturales que acompañaron la elección de San Pío V. Informaremos algunos:    
  • Siendo hecha, puramente por Dios, la elección del Santo Pontífice PÍO V, no es de sorprenderse que le hayan precedido y seguido signos extraordinarios. Fue revelada esta elección a San Felipe Neri, en cuya Vida se lee que durante el Cónclave, y en tiempo que nadie de los cardenales pensaba en el Alejandrino, una noche oyó decir claramente: Fray Miguel, cardenal Alejandrino, será hecho Papa.
  • Estava gravísimamente enfermo en el Cónclave, y reducido a lo último de su vida el cardenal Francisco Gonzaga. Despertándose de improviso la noche antes de la elección, llamó a sus conclavistas y se enojó contra ellos porque no le habían avisado de la exaltación al Pontificado del cardenal Alejandrino, y apenas dijo tales palabras, pasó a mejor vida […]
  • Apareció el día de la elección un cometa color sangre sobre la ciudad de Londres, donde la reina Isabel perseguía a los Católicos. Lanzaba el cometa un fuego espantoso y veíase cerca de su cola salir por una nube una mano empuñando la espada, que fue interpretada ser la de la excomunión que el Santo Papa debía lanzar contra aquella princesa herética.
   
PAOLO ALESSANDRO MAFFEI, Vida de San Pío V, 1712.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)