Máscara mortuoria de Martín Lutero y molde de sus manos (Lukas Furtenagel. Halle, iglesia luterana de Santa María en la Plaza del mercado).
«El culto de las reliquias está legitimado, aparte por el buen sentido, por los testimonios explícitos de la Sagrada Escritura. Una confirmación incontrovertible la hay por los milagros que Dios opera por medio de las reliquias. El culto de las reliquias es una profesión práctica de fe en el dogma de la resurrección. Incluso este culto es como nunca consonante a la naturaleza humana. ¡Con cuánto respeto se conservan los objetos de las personas queridas! El diablo, eterna mona de Dios, impulsa a sus secuaces a conservar celosamente ciertas reliquias de grandes malhechores, como se puede ver en tantos museos…
Y no se crea que los protestantes han hecho o hacen lo contrario. He aquí qué se lee a propósito de las reliquias de Lutero: Mucho tiempo después de la muerte de Luteto se mostraban en Kißleben el lecho donde dormía Lutero y su mesa de trabajo. Se llegaba de lejos para tocar estas santas reliquias; cada devoto de Lutero se llevaba alguna partícula para la curación de los dolores de muelas y los dolores de cabeza, etc. (Histoire de la vie, des écrits et des doctrines de Martin Luther, por Jean Marie Vincent Audin, parte II, cap. 31). Se dice que Lutero había predicho de sus discípulos: “Adorábunt stércora mea, et pro bálsamo habébunt” (Adorarán mis desechos, y por bálsamo los tendrán). ¡Terrible castigo de Dios!».
P. VITTORIO GENOVESI SJ, Catechismo cattolico antiprotestantico (Catecismo católico antiprotestante). Roma, Ed. Messaggero del Sacro Cuore, 1933, pág. 70. Ímprimi potest de Adolfo Mariotti SJ, prepósito provincial de Roma, 13 de Mayo de 1933; Imprimátur por D. Agostino Mancinelli, Obispo de Sora-Aquino-Pontecorvo, 31 de Julio de 1933
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)