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sábado, 6 de abril de 2024

LAS APARICIONES EN EL MUNDO DE HOY, ¿QUÉ HACER?

    
Sermón predicado por el Rvdo. P. (hoy Obispo) Fernando Altamira, Superior de la Sociedad Santa María, el domingo 2 de Noviembre de 2014. Forma parte del sermón predicado el Jueves infraoctava de Pascua 4 de Abril de 2024 (arriba):
LAS APARICIONES EN EL MUNDO DE HOY, ¿QUÉ HACER? 
    
Queridos hijos:
  
Quería hablarles de un tema que me parece bien importante por tantas cosas que suceden. De no tener claridad en estas cosas, ellas servirían para seguir oscureciendo y confundiendo en esta realidad que nos toca vivir; y agravarían la crisis que soportamos. Me refiero a las apariciones, o supuestas apariciones, mensajes, locuciones, etc.
   
Estas cosas pululan aun entre nosotros los llamados “tradicionalistas”. A veces nuestros fieles se mantienen dentro de todo ese mundo, con el riesgo de “los engaños del diablo” que allí puede haber, y con el riesgo de descuidar la Fe.
    
En estos temas, hay que dar toda la primacía a la Sagrada Escritura y sus profecías (“profecías de la Revelación Pública”), y podemos decir que “con eso nos basta”.
  
(Cuerpo 1: Palabras de San Juan de la Cruz)
Para que se les graben bien las enseñanzas, no hablaré yo: Dejemos el lugar a un sacerdote, “que además” es santo, “que además” es Doctor de la Iglesia (por la excelencia de sus enseñanzas), “que además” es un místico (y por lo tanto conocedor o con experiencia en estos temas). Estamos hablando de San Juan de la Cruz. Su libro más famoso, “SUBIDA DEL MONTE CARMELO”, Libro II, Capítulo 11. Les leeré extractos:
“(...) acerca de la vista, [a algunos] se les suele representar figuras y personajes de la otra vida, de algunos santos, y figuras de ángeles, buenos y malos, y algunas luces y resplandores extraordinarios. Y con los oídos oír algunas palabras extraordinarias, ora dichas por esas figuras que ven, ora sin ver quién las dice (nota: se refiere a locuciones, revelaciones, o escrituras que se reciben o que “mueven la mano” en el papel). En el olfato, sienten a veces olores suavísimos sensiblemente, sin saber de dónde proceden... 2. (…) [en cuanto a las anteriores cosas] totalmente han de huir de ellas, sin querer examinar si son buenas o malas. Porque así como son más exteriores y corporales, así tanto menos ciertas son de Dios….
3. Y así, yerra mucho el que las tales cosas estima, y en gran peligro se pone de ser engañado… porque todas aquellas cosas corporales no tienen, como habemos dicho, proporción alguna con las espirituales.
    
Y así, siempre se han de tener las tales cosas por más cierto ser del demonio que de Dios
4. (…) [Estas cosas son] ocasionadas para criar error y presunción, y vanidad en el alma… y [el alma] se va tras ello, desamparando la Fe… y pierde más el camino y medio que es la Fe, cuanto más caso hace de las tales cosas.
5. Y, además de eso, como ve el alma que le suceden tales cosas y extraordinarias, muchas veces le nace [1] secretamente cierta opinión de sí, de que ya es algo delante de Dios, lo cual es contra la humildad. Y también el demonio sabe ingerir en el alma satisfacción de sí oculta, y a veces harto manifiesta. Y, por eso, él pone muchas veces estos objetos en los sentidos, mostrando a la vista figuras de santos, y resplandores hermosísimos, y palabras a los oídos… y olores muy suaves, y dulzuras en la boca, y en el tacto deleite, para que, engolosinándolos por allí, los induzca en muchos males.
    
Por tanto, SIEMPRE SE HAN DE DESECHAR tales representaciones y sentimientos, porque, dado caso que algunas sean de Dios, no por eso se hace a Dios agravio ni se deja de recibir el efecto y fruto que quiere Dios por ellas hacer al alma…
7. (…) Por tanto, el alma nunca se ha de atrever a quererlas admitir… en quererlas admitir abre la puerta al demonio para que le engañe en [cosas] semejantes, las cuales sabe él muy bien disimular y disfrazar, de manera que se parezcan a las buenas
8. Por tanto, siempre conviene al alma desecharlas A OJOS CERRADOS, sean de quién fueren. Porque, si no lo hiciese, tanto lugar daría a las del demonio… de tal manera irían multiplicándose las del demonio y cesando las de Dios, que todo se vendría a quedar en demonio y nada de Dioscomo ha acaecido a muchas almas incautas y de poco saber
12. (…) el demonio gusta mucho cuando una alma quiere admitir revelaciones y la ve inclinada a ellas, porque tiene él entonces mucha ocasión y mano para ingerir errores y derogar en lo que pudiere a la Fe…”.
(Cuerpo 2: ¿Cuál debe ser la actitud del católico frente a las revelaciones “privadas”?)
La Tradición (revelación oral) y la Sagrada Escritura (revelación escrita) constituyen el “Depósitum Fídei” (el Depósito de la Fe), el conjunto de enseñanzas y verdades dadas por Dios. Se le llama también “Revelación Pública”. Y se cerró y acabó con la muerte del último de los apóstoles: San Juan. Esto, la Fe, debe ser la vida del católico, “lo más principal”. Porque todo católico SE DEBE APOYAR EN LA FE, EN LA FE CATÓLICA, la cual en general se daña si uno está detrás de apariciones, etc, etc. Lo acabamos de oír por boca de San Juan de la Cruz.
   
Las apariciones, mensajes, etc, constituyen lo que se llama revelaciones “privadas”. Y en éstas se pueden dar muchas falsas, y se puede caer fácilmente en engaños del diablo. Aquí en Colombia hay muchísimas, “por todos lados”.

¿Cuál debe ser la actitud de un católico frente a las revelaciones “privadas”?
   
Uno no puede negar que Dios puede dar apariciones verdaderas: Dios puede dar estas cosas. Pero el católico tiene que ser consciente de que hay muchísimas falsas, y cómo se prestan éstas para que el diablo engañe y haga daño. El texto de San Juan de la Cruz es muy fuerte.
    
Entonces: Sin negar que estas cosas se pueden dar de parte de Dios, ser más bien bastante esquivo y reticente con las apariciones, más bien no dejarse llevar por ellas (porque además, estrictamente, no las necesitamos).
   
Con mayor razón se debe seguir este consejo hoy en día, en que el diablo anda “tan suelto”, “engañando tanto”. Con mayor razón hoy, que la falta de luz y de claridad es tan grande (“niebla tan espesa que casi se puede tocar con la mano”).
     
Saben cuánto he insistido sobre estas cosas en años anteriores. Un ejemplo (del año pasado): En nuestro propio barrio, a pocas cuadras, las supuestas apariciones-revelaciones de la Virgen. En el librito que han editado había “recetas”: Si tiene problemas digestivos, escriba en un papel “Jesús” y coma dicho papel (!). Otro caso: Hierva 10 minutos (?) una medallita de la Virgen y luego tome dicha agua (!). Lo penoso y triste es que –según parece– aun feligreses iban allí. Este ejemplo es más burdo, pero, en lo esencial, el problema es siempre el mismo con las supuestas apariciones, aun si éstas son más sutiles o refinadas.
    
(Cuerpo 3: Nuevas apariciones, “LAS CRUZADAS DEL ROSARIO” de Mons. Fellay, la mensajera)
En estas semanas, muchos (o varios) de ustedes han estado al tanto o han leído sobre las supuestas apariciones de la Virgen (creo son desde el año 2000), sobre su mensaje, sobre las Cruzadas del Rosario de Mons. Fellay, la mensajera, etc.
    
La primera Cruzada del Rosario que pidió Mons. Fellay, en el año 2006, tenía como “primera intención” obtener que Benedicto XVI libere la Misa de siempre. Esto no se obtuvo y lo que ocurrió fue peor.
    
Creemos que estas apariciones son falsas, por lo menos por lo ocurrido con la Misa y el Motu Proprio de Benedicto XVI. Y porque la Virgen María (la verdadera Virgen María) no podría apoyar o respaldar algo así. Además, no podemos sostener que Benedicto XVI cumplió con aquello de liberar la Misa Tridentina con su Motu Proprio.
    
Benedicto XVI, en dicho documento, establece como regla para la Iglesia Católica (“rito ordinario”) la “misa moderna”, una “misa” que en sus textos y en sus ritos tiene errores que dañan la Fe, una “misa” que tiene riesgo de invalidez, una “misa” protestantizada y protestantizante, una “misa” que niega el Sacrificio de la Cruz o lo oculta (y en vez de ello es: “La Cena del Señor”). Benedicto XVI, con su Motu Proprio, además da legitimidad a la “misa moderna”. Mons. Lefebvre usaba una expresión bien fuerte para expresarse sobre ella, la llamaba “misa bastarda”.
     
¿Y qué pasó con “nuestra” Misa? En ese mismo documento, Benedicto XVI llama a la verdadera Misa, a la Misa de siempre, “el rito extraordinario”. Con lo cual la regla pasa a ser la otra, y ésta –la verdadera– es una excepción, “rito extraordinario”.
 
“Padre, pero Benedicto por lo menos dejó libre la verdadera Misa, la liberalizó”. Esto es falso:
  • Primero, porque Benedicto XVI, en el documento, no manifestó la absoluta libertad que tiene cualquier sacerdote para que celebrarla cuando quisiere, tanto en forma pública como en forma privada.
  • Segundo, porque en las parroquias la dejó librada a los permisos y reglamentaciones de los obispos (en los horarios públicos de la parroquia); frente a lo cual, la casi totalidad de los obispos del mundo han puesto mil trabas y hasta han perseguido a los sacerdotes interesados (y ni entremos en el tema de que –además– la ordenación sacerdotal “moderna” tiene riesgo de invalidez, con lo cual sería “estar gastando pólvora en chimango”).
Por eso, volviendo a estas apariciones, las Cruzadas, etc: Si en estas apariciones, la supuesta Virgen María ha apoyado esto del Motu Proprio, decimos: Ésta no es una aparición verdadera, no es algo que viene del Cielo, allí no está la Virgen María.
    
Sobre el tema, en general, de las apariciones: Uno puede seguir las que han sido aprobadas por la Iglesia. En la aparición mencionada, se habla asimismo de “la consagración de Rusia”: Así como se la ha presentado (en otras ocasiones; diferentes personas), eso no es así, o no es tan así. Pero hoy no entro en este tema.
    
(Conclusión)
Todo ese mundo de mensajes, locuciones, apariciones, pueden llevar a errores, males, cosas graves. Debilitan nuestra Fe –como dice San Juan de la Cruz–.
    
La vida del católico debe ser la Fe y las obras de esa Fe, es decir la Caridad. El Depósito de la Fe, nuestra Santa Religión, deber ser suficiente para nosotros, ¡para todo católico!
    
Y si en épocas “normales” (pongamos, sin aclarar mucho: como las de San Juan de la Cruz) uno debía ser precavido y más bien guardar distancia con estas cosas: Con mucha mayor razón hoy, en épocas de crisis como las que vivimos, donde todo está tan mezclado, donde todo está tan “revuelto”, no hay mucha luz, y donde la poca luz que hay puede ser opacada por las falsas apariciones.
   
Terminamos la prédica con un gran pedido a Dios y a María Santísima, para que en todo esto que padecemos, la crisis de la Iglesia y la crisis interna de la Fraternidad San Pío X, ELLOS PERMITAN QUE HAYA MÁS LUZ. Que nuevos hechos o “dichos” nos permitan tener más luz, para tantos buenos sacerdotes, para tantos buenos feligreses, por las almas buenas.
  
AVE MARÍA PURÍSIMA.

NOTA
[1] Literalmente decía “se le ingiere”.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)