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viernes, 28 de junio de 2024

NOVENA EN HONOR A SAN FERMÍN

Novena dispuesta por el padre Marcos Domínguez CMF, y publicada en Pamplona por la imprenta de Nemesio Aramburu en 1899.
  
EL POR QUÉ DE ESTE PEQUEÑO TRABAJO
El patrocinio de los santos no es un privilegio exclusivo del país que los vio nacer; sino de la Iglesia Universal. Así lo manifestó el glorioso mártir San Fructuoso, arzobispo de Tarragona, cuando, poco antes de derramar su sangre por Jesucristo, respondió a los que le pedían se acordase de ellos desde el cielo. «Preciso es que yo tenga presente a la Iglesia católica extendida de Oriente a Occidente». Por eso, aunque Navarra cuente con la poderosa protección de sus insignes y santos hijos Fermín y Javier, ha querido agregarles otros intercesores, como San Juan Bautista, San Agustín, San Nicolás, San Lorenzo en cuyo obsequio ha erigido magníficos templos, para conseguir del Señor con más facilidad y abundancia los favores celestiales, multiplicátis intercessóribus, por el mayor número de medianeros (como canta la Iglesia).
   
Sin embargo; es innegable que los santos compatricios ejercen una influencia especial e inmediata en las costumbres de sus respectivos países en donde de ordinario se conserva siempre reciente la memoria de las enseñanzas, ejemplos y beneficios recibidos por la mediación e sus santos paisanos. ¿Cómo pueden olvidar los navarros las fatigas, sudores e interés con que San Fermín procuró la salvación de sus conciudadanos? ¿Cómo borrar el recuerdo de la continua y eficaz protección que les viene dispensando.
   
Con todo; la gran mayoría de los navarros carece de noticias circunstanciadas acerca de la admirable vida de su querido San Fermín; porque es moralmente imposible que las tenga. Esas noticias no se hallan sino en el Año cristiano o en otras obras cuyo importe no está al alcance de esa gran mayoría cuyos recursos no permiten hacerse con obras de esta clase. ¿Y no se hará un grande y señalado beneficio á esa multitud ávida de conocer siquiera los pasajes más culminantes de la vida de su amante y amado bienhechor San Fermín, proporcionándole el relato de ellos? Pues el medio más obvio, útil y fácil es presentar en cada día de la Novena un rasgo biográfico del santo; y con esto se conseguirá que el pueblo, al paso que se impone de las nociones más principales de la vida de su abogado, se mueva a imitarle y aumente su devoción dando gracias al Señor por haberle dado un Patrón tan benéfico. Y como el coste de un ejemplar de la novena estará al alcance de todas las fortunas, no habrá ni una sola familia que no adquiera, ni una persona que no lea, que no rece pública y privadamente la Novena del glorioso San Fermín.
  
He aquí el por qué de este insignificante trabajo.
   
Pamplona, 24 de Enero de 1898,

MARCOS DOMÍNGUEZ CMF
  
NOVENA DEL GLORIOSO SAN FERMÍN, PATRONO DE NAVARRA
   
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.  
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, y de restituir y satisfacer si algo debiere: ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
     
DÍA PRIMERO – 28 DE JUNIO
FELICITACIÓN
¡Salve glorioso San Fermín, intrépido y celoso Apóstol de Jesucristo y su ínclito mártir, luz de la Iglesia, ornamento, decoro y sostén de Navarra, salve! Postrados a tus plantas tienes a tus pobres hermanos e hijos que por espacio de nueve días vendremos a rendir humildes acciones de gracias al Omnipotente por lo que te ha honrado en la tierra, haciéndote su Ministro, su confidente, su íntimo amigo; y por la inmarcesible corona de gloria con que te ha premiado en el cielo. También manifestaremos nuestra cordial gratitud a la Reina del cielo María Santísima por haberte distinguido con su maternal amor como a hijo predilecto, Pero no te olvides de que tas indigentes hermanos nos hallamos aun en campaña, desterrados en este valle de lágrimas, rodeados de enemigos y peligros; por experiencia sabes cuán necesarias son las gracias del cielo para no sucumbir en los rudos combates que hay que sostener con enemigos que nunca se cansan y que han jurado nuestra perdición. Consigue del Señor los auxilios que sabes necesitamos para triunfar de tan crueles adversarios. No dudamos que escucharás benigno nuestros clamores. No ignoramos que el medio más a propósito para captarnos tu benevolencia es el imitar tu conducta y por eso nos proponemos en estos nueve días escuchar tus lecciones evocando el recuerdo de algún pasaje de tu admirable y preciosa vida: y al efecto meditaremos hoy el siguiente
   
RASGO BIOGRÁFICO: CONSIDERACIÓN DE LA VIDA DEL SANTO.
¡Cuán incomprensibles son los juicios de Dios! ¡Cuán diferentes son sus designios de los designios de los hombres! Cuando el gran Pompeyo dominaba la topografía de la antigua Iberia, encontró en ella un magnífico punto estratégico y zanjó los cimientos de una ciudad (que había de ser capital del reino de Navarra) como una ciudadela inexpugnable, y para manifestar en cuánto aprecio la tenía, le puso su nombre Mas la divina Providencia tenía sobre ella designios infinitamente más grandiosos e importantes: quería hacer de Pamplona la cuna de un personaje sin comparación más noble, más benéfico, más valiente que Pompeyo y que todos los guerreros y conquistadores del siglo Llegó pues la época decretada por el Omnipotente, el día de salvación, día en que vino a la tierra la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo; presentóse ya el Salvador Divino «abriendo una nueva era de gracia y misericordia: y este Dios-Hombre que pasó su vida haciendo bien, que enseñó al género humano su doctrina celestial, que pagó deudas que no había con- traído, que redimió al linaje de Adán de la esclavitud del demonio»: este Dios-Hombre que, por salvar al mundo, apuró hasta las heces el cáliz de la amargura y del dolor muriendo pendiente de la cruz entre dos ladrones, quiso que su doctrina se propagase por todas partes y escogió al efecto doce heraldos tomados, no de los potentados y sabios del siglo, sino de los sencillos e ignorantes del mundo; doce pobres pescadores del mar de Galilea. Id, les dijo, y enseñad a todas las gentes; predicar el Evangelio a toda criatura. Y ellos, separándose predicaron en todas partes y el Señor les ayudaba y protegía, confirmando su predicación con estupendos milagros. «Santiago, el hijo del trueno vino a España y emprendió su conquista para Jesucristo bendiciéndola la Reina del cielo que se presentó en Zaragoza tomando posesión de nuestra patria y animando al Santo Apóstol que predicó solamente en algunos puntos de la península, por no serle posible hacerlo en toda ella»: pero Dios que tenía puestos sus divinos ojos en ese privilegiado reino de Navarra, le envió por medio de San Saturnino discípulo de los apóstoles a un sabio y santo sacerdote llamado Honesto, que ardiendo en caritativo celo predicó el Evangelio en este país que se hallaba sentado en las tinieblas de la idolatría. Firmo, presidente del senado, persona de gran autoridad escucha con la mayor atención a San Honesto y le pide razón de su persona y doctrina y éste la da pronunciando un elocuente discurso apologético en que demuestra que no hay ni puede haber más que un Dios verdadero: que Jesucristo es Hijo del eterno Padre en cuanto Dios y de María Santísima en cuanto Hombre; exponiendo los demás puntos principales de la doctrina católica. Firmo y los otros senadores al oír a Honesto quedaron casi convertidos; pero suplicaron al ministro del Evangelio que hiciera venir a Pamplona al Santo Obispo de Tolosa de Francia Saturnino, y este santo prelado apenas recibe la invitación de su capellán Honesto cuando se pone en camino y abrasado en celo por la gloria de Dios y salvación de las almas, se presenta en Pamplona, predica y toda Navarra se convierte y muchos miles reciben las saludables aguas del Santo Bautismo ¡Mil enhorabuenas, oh Navarra mil veces feliz! Las más insignes conquistas fueron las que componían la dichosa familia de Firmo que contaba cinco individuos; Firmo, su esposa Eugenia, sus tres hijos Fermín, Fausto y Eusebías, Dichosa familia de la cual puede decirse lo que San Lucas (cap. 19) dice de la de Zaqueo, «Hoy se ha realizado la salvación de esta casa». O lo que San Juan (capítulo 4) dice de la del Régulo de Cafarnaúm: «Creyó él y toda su casa».
    
No es fácil formar un juicio cabal del espíritu de devoción y piedad, de mansedumbre y humildad, de fortaleza y constancia de que Fermín estaba adornado al verse por el bautismo hijo de la Iglesia de Jesucristo, ¡Con qué fidelidad y exactitud cumplía las promesas que hizo al recibir el sacramento de la regeneración! También nosotros hicimos por boca de nuestros padrinos las mismas renuncias y promesas que Fermín. ¿Hemos sido tan fieles en cumplirlas como él? Sea el fruto de hoy renovar las promesas del bautismo y pedir al Señor por intercesión de nuestro Santo los auxilios necesarios para cumplirlas: haga ahora cada uno las demás peticiones según sus necesidades
   
Acciones de gracias para todos los días, y para alcanzar las gracias que hemos pedido con las siguientes jaculatorias:
  • ¡Oh Padre celestial, Dios omnipotente! os damos infinitas gracias porque os dignasteis hacer participante de vuestro poder al bienaventurado San Fermín, obrando por su medio estupendos milagros: os suplicamos por la intercesión de este siervo vuestro nos concedáis el poder para triunfar de nuestros enemigos en todo el curso de nuestra vida. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
  • ¡Divino Jesús, sabiduría increada, Dios y Hombre verdadero! Os damos infinitas gracias por haber hecho al ínclito mártir San Fermín vuestro lugarteniente y fiel dispensador de los divinos misterios con todos los conocimientos y gracias que necesitaba para desempeñar perfectamente su elevada misión; os suplicamos por la mediación de vuestro fiel ministro San Fermín que nos hagáis participantes de vuestra sabiduría ara conocer y destruir los malignos ardides de nuestros adversarios. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
  • ¡Oh Espíritu divino, Dios con el Padre y el Hijo, Amor esencial! Os damos gracias sin fin por haber adornado con todo género de dones y virtudes al glorioso San Fermín haciéndole un templo vivo y lugar de vuestras delicias; os suplicamos por la intercesión de vuestro fiel amigo nos hagáis templos vivos enriquecidos en virtudes y encendidos en vuestro amor para que seamos digna mansión en que gustoso habitéis ahora y por todos los siglos de los siglos. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Jesús dulcísimo! Si fue grande vuestra complacencia al ver la fidelidad con que el glorioso San Fermín cumplía los compromisos que contrajera al recibir el santo Bautismo; sobremanera enojoso es para vuestra Bondad el contraste incalificable que media entre su conducta y la de estos vuestros ingratos siervos. Él llenando exactamente sus deberes y nosotros olvidando con harta frecuencia los nuestros nos hemos declarado en abierta oposición a los edificantes ejemplos que nos legó… Y ahora ¿qué resta? Resta, oh buen Jesús, que apelemos a vuestra gran misericordia. Así que confusos y avergonzados os pedimos perdón que no dudamos conseguir de vuestra clemencia por los méritos e intercesión de vuestro amigo y nuestro protector San Fermín. Y para garantir, cuanto permite nuestra fragilidad, el cumplimiento de lo que hoy proponemos, renovaremos en vuestra divina presencia las promesas que hicimos por boca de nuestros padrinos al ser bautizados. Os amaremos, oh buen Jesús sobre todas las cosas: por Vos amaremos a nuestro prójimo como a nosotros mismos: renunciamos a Satanás con sus malignas sugestiones: renunciamos a la carne con sus apetitos desordenados: renunciamos al mundo con sus vanidades y locuras: concedednos al efecto vuestra gracia por la mediación de San Fermín, para que a imitación suya cumplamos vuestra divina voluntad en la tierra para ir con él a bendeciros y alabaros en el cielo. Amén.
    
GOZOS EN HONOR A SAN PEDRO

¡Salve, Mártir inmortal!
¡De pontífices modelo!
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
    
¡Gloria al Padre omnipotente!
Que por hijo te adoptó,
Su heredero te nombró,
Y hasta su poderhabiente:
Tú le sirves con desvelo
Y le das tu amor filial.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
¡Gloria al Hijo!, que te amó
Como hermano y fiel amigo;
Por su apóstol y testigo,
Bondadoso te eligió:
Tú predicas con gran celo
Su doctrina celestial.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
¡Gloria por doquier resuene
Al Espíritu divino!
Que por ser tu amante fino
Con sus dones te previene
Y te sube en raudo vuelo
A la perfección final.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
Para el cielo solos son
Los amantes de María;
En tu vida ¡cuál sería
Tu ternura y devoción!
Para que logre el consuelo
Del afecto maternal.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
A tu genio emprendedor
Todo el mundo era pequeño,
Y trabajar con empeño
Por entregar al Señor
Convertido en un Carmelo
Lo que fuera un erial.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
El morir por el amado
Es de amor la mayor prueba,
Y el tuyo pronto se eleva
De perfección a ese grado:
Pues formas un paralelo
Con el mismo original.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
Pues Navarra se gloría
De contarte entre sus hijos,
Tiene en ti sus ojos fijos
Y en tu protección confía;
Repetirá con anhelo
Y con afecto cordial.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
Eres nuestro honor y gloria,
Eres nuestro bello ornato:
Como nuestro jefe nato
Nos llevas a la victoria:
Peleamos sin recelo
Junto a nuestro General.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
    
Cantaremos tus loores
Prosternados a tus plantas,
Porque son tantas y tantas
Tus finezas y favores,
Que ha inundado nuestro suelo
De tus dones el raudal.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
    
Oh Fermín, pide al Señor
Nos perdone los pecados
Que contritos y humillados
Detestamos con dolor.
Ponga fin a nuestro duelo,
Líbrenos de todo mal.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
    
Dámoste mil parabienes
Por tu gloria y bienandanza;
Abrigamos la esperanza
De lograr lo que tú tienes:
El gozar de Dios sin velo
En la patria celestial.
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.
   
¡Salve, Mártir inmortal!
¡De pontífices modelo!
Ruega, Fermín, desde el cielo
Por Navarra en especial.

℣. Ruega por nosotros, bienaventurado San Fermín.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que por predicación de la fe y la lucha con las pasiones coronaste a tu bienaventurado Obispo y Mártir San Fermín con la gloria de la inmortalidad, concédenos propicio que cuantos celebramos su triunfo, consigamos los premios eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

DÍA SEGUNDO – 29 DE JUNIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Oh bondadoso San Fermín! Ayer, cual padre cariñoso que atrae a sus amados hijos, nos reuniste en tu derredor, para poner A nuestra consideración la norma de vida que te propusiste al recibir a la edad de diez años el Santo Bautismo. Desde aquel feliz momento ya no te perteneciste a ti mismo, sino a Dios solo. A la sazón entraste en comunicaciones íntimas y no interrumpidas con su divina Majestad, a quien humilde y fervientemente elevabas y ofrecías tu inocente y puro corazón. ¡Ah! ¡Cuántas veces dirías como el Apóstol de las gentes: Nada será bastante para apartarme del amor de mi Dios! Mas, al poner en parangón nuestra conducta con la tuya, vimos avergonzados la inmensa distancia que nos separa, pues hemos seguido una senda diametralmente opuesta á tu proceder que es el más vivo y severo reproche de nuestro proceder. Pero ¡reproche feliz y saludable! Él nos hizo entrar en cuentas con nosotros mismos: él nos hizo conocer nuestros culpables desvíos, y exclamar enérgica y decididamente ¡pie atrás en el camino de la ingratitud! Él nos hizo ver también las enormes deudas de que somos responsables ante el Dador de todo don bueno y perfecto: deudas de innumerables beneficios recibidos y no aprovechados: deudas de nuestra indolencia en el cumplimiento de los deberes: deudas de repetidas infracciones de la ley santa del Señor… Suplica al misericordiosísimo Jesús, oh incomparable Fermín, que nos perdone nuestras muchas deudas. Pídele también que nos conceda las gracias y auxilios que necesitamos para continuar y terminar felizmente el camino del bien que con firme resolución emprendemos. Y tú, oh protector benéfico San Fermín, que tanta parte tienes en la reforma de nuestra vida llamándonos, enseñándonos e intercediendo por nosotros, dígnate recibir los testimonios de nuestra cordial gratitud, mientras que nosotros esperamos atentos que nos expliques la segunda lección en el siguiente
   
RASGO BIOGRÁFICO
La familia del primer senador Firmo quedó toda regenerada con las saludables aguas del Santo Bautismo, descollando en piedad y demás virtudes cristianas; pero el tierno neófito Fermín, primogénito y mayorazgo de la nobleza y opulencia de su casa, era el modelo y ejemplar de todos. ¿Qué llegará a ser este niño, se preguntarían los que le observaban? Unos dirían: ¡qué niño tan feliz! Está llamado a ser el más noble, el más opulento de la nación… otros con más sólido raciocinio responderían: Su inocencia, su modestia, su anticipada devoción y caridad, indican que el niño Fermín va a ser… un Santo: y podían añadir: el niño Fermín será un vaso de elección que llevará el nombre de Jesús a regiones idólatras ganándolas para el cielo.
   
Entretanto el tierno neófito Fermín al mismo tiempo que crecía en edad, avanzaba en cristiana perfección. Firmo, piadoso como otro Tobías, cultivaba con el mayor esmero aquel tierno vástago que había de ser con el tiempo, frondosísimo árbol que llevaría óptimos frutos: lo instruía con el mayor cuidado; le daba los más saludables consejos; mas no creyéndose con suficientes conocimientos en materias religiosas para instruir tan extensamente como deseaba a su querido Fermín a quien, según todos los indicios, Dios llamaba a grandes empresas, resolvió darle por mentor y maestro el santo y sabio sacerdote Honesto que gustoso se encargó de la instrucción de Fermín, y Fermín se entregó sin condiciones a la dirección de Honesto: no se puede explicar el aprovechamiento de tan aventajado discípulo bajo la dirección de tan sabio maestro. Fermín se creía dichoso y como la caridad es comunicativa, ¡cuántas veces al encontrar otros niños o buscándolos de intento, no para invitarlos a las pueriles diversiones propias de su edad; sino para excitarles a ser buenos cristianos, devotos, humildes, obedientes… Felices nosotros, les diría, mil veces felices! Hemos encontrado la gran fortuna, la verdadera dicha… el camino del cielo… Venid y ved… Y los conduciría a la presencia de su querido maestro San Honesto para que oyeran de sus labios las verdades de la Religión verdadera. Todo su afán era que se aumentase el número de los discípulos de Jesucristo. Entre tanto Fermín hacía rápidos progresos en virtud y sabiduría de modo que a la edad de diez y siete años se hallaba en condiciones de ser el maestro de sus conciudadanos.
    
Suspendamos aquí el curso de nuestra historia para dar lugar a una reflexión de la mayor importancia religioso-social.
   
Firmo: he aquí un modelo de padres cristianos: él emplea todos los medios que están a su alcance, practica toda clase de diligencias para dar a su querido hijo Fermín una educación sólidamente cristiana y, no fiándose de sí mismo, le busca un maestro santo al par que sabio; y el resultado fue el formar de Fermín un gran santo. Si tuviéramos padres como Firmo, sin duda nos encontraríamos con hijos como Fermín. La Religión, la sociedad y la familia tienen derecho a que se les proporcionen miembros dignos, útiles y santos; y esto incumbe a los padres dando a su familia la educación competente: los padres que, faltando a este deber por tantos títulos sagrado, no educan a sus hijos; que los pervierten y corrompen con sus depravadas costumbres, son reos de lesa Religión, de lesa sociedad y de lesa familia, y sus infelices hijos vienen a ser por culpa de los autores de su existencia la deshonra de la Religión, el peligro de la sociedad y la ruina de las familias.
   
Acaso habrá quien objete que se encuentran algunos hijos tan díscolos, tan aviesos, tan protervos, que inutilizan y aun se burlan de la solicitud y vigilancia de sus buenos padres. Puede suceder así. Pero seres tan desnaturalizados y perversos (que pudiéramos calificar de monstruos del linaje humano) por dicha son raros pero aun en este caso: ¿Habrán de abandonar el campo al enemigo esos desdichados padres? De ninguna manera. Ellos deben redoblar sus esfuerzos, con prudencia cristiana hacerles ver el funesto abismo á que se lanzan con sus extravíos, en momentos de calma valerse de la insinuante y amorosa persuasión y sobre todo, dirigir al cielo fervientes y continuas plegarias, derramando abundantes. lágrimas en la divina presencia y el Señor rico en misericordia escuchará benigno estas oraciones, acogerá estas lágrimas, y esos seres tan culpables.... se convertirán y se salvarán. Pocos hijos se han visto más extraviados, más criminales que un Agustín y un Franco de Siena, y sin embargo el ejemplo, la persuasión, las oraciones y lágrimas de Santa Mónica y de los padres de Franco, contribuyeron a hacer de esos dos criminales, dos grandes santos. Pidamos a Jesús que por la intercesión de San Fermín conceda a la sociedad buenos y santos padres de familia, y las demás gracias que deseamos conseguir en esta novena.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Dulcísimo Jesús!, que os dignasteis otorgar a vuestro querido San Fermín la prerrogativa de un padre más rico en piedad que en nobleza y opulencia: de un padre tan solícito como Tobías en educar y preparar para vuestro servicio a su tierno niño: de un padre que, no menos generoso y desprendido que los padres de Samuel, os ofrece pronta, absoluta e irrevocable la prenda que más amaba en este mundo. ¡Qué espectáculo tan agradable a vuestra vista: Firmo presentándoos a Fermín como una hostia viva, inocente y santa! Vos que al aceptarla queríais, oh Salvador divino, formar del precioso niño Fermín un fiel trasunto de vuestro humilde y amable Corazón, lo llenasteis desde sus primeros años de los carismas de vuestro amor y de las bendiciones de dulzura, para que con sus suaves y poderosos atractivos se insinuase haciéndose todo para todos, a fin de ganarlos a todos para Vos. Haced, Señor, que también nosotros nos esforcemos en hacernos semejantes a Vos en la mansedumbre y humildad, como lo fue nuestro protector. Enviad al mundo padres como Firmo, para que se multipliquen los hijos como Fermín. Esta gracia os pedimos por la intercesión de este glorioso santo, y las demás que necesitamos para cumplir vuestra voluntad soberana temporal y eternamente Amén.
     
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA TERCERO – 30 DE JUNIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Precioso niño Fermín! ¡Qué acciones de: gracias tan fervientes y continuas rendías al Todopoderoso por haberse dignado otorgarte la felicidad de un padre tan ejemplar y solícito en procurarte el bien espiritual! ¡Con qué respeto le mirabas! ¡Con qué prontitud y alegría le obedecías! Bien podías decir con el apóstol a todos los hijos de familia: Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo. Jesucristo estuvo sujeto a María Santísima su Madre y a San José por espacio de treinta años, y tú siguiendo en lo posible su ejemplo, estuviste sumiso a tus padres todo el tiempo que estuviste en su compañía siendo la alegría de los autores de tus días y el modelo de tus hermanos. Tu te anticipabas a los mandatos de la superioridad, y una mera insinuación era para ti un precepto que sin demora cumplías. Y pues eres el dechado que queremos imitar, excítanos a ejecutar con exactitud las prescripciones de nuestros padres y superiores que velan continuamente y trabajan con empeño por nuestro bien, como que han de dar cuenta de nuestras almas al Juez supremo, para que no los hagamos gemir con nuestras resistencias. Ruega, humilde Fermín, al Señor que nos haga mansos y humildes de corazón, dóciles para escuchar y prontos para ejecutar las órdenes de los encargados de nuestra instrucción y dirección, y ahora manifiéstanos lo que hoy nos quieres enseñar en el siguiente
   
RASGO BIOGRÁFICO
Después que San Saturnino obispo de Tolosa de Francia hubo conquistado para Jesucristo este feliz reino de Navarra, resolvió regresar a su amada Diócesis en donde con ansia le esperaban. Quedó al frente del cultivo de esta porción predilecta del Dios del calvario el santo y sabio sacerdote Honesto. Y ¡cuántos sudores, cuántos desvelos y fatigas no costó al ministro de Jesucristo el cultivar y regar con las aguas de la doctrina católica este hermoso vergel! Honesto.... solo para cuidar de esta grey recién nacida… giraría en continuo movimiento por gargantas y desfiladeros, por valles y collados instruyendo a los ignorantes, alentando a los débiles, pacificando a los díscolos, administrando los sacramentos a sanos y enfermos, asistiendo a los moribundos… todo pesaba sobre Honesto.
     
Calculad lo fatigado que se hallaría en dar vado a tantos ministerios y tareas, a cuyo desempeño se dedican al presente centenares de laboriosos sacerdotes en este reino de Navarra. Y con todo esto aún tenía tiempo para imbuir a nuestro Fermín en las verdades de la religión, preparándolo así para que fuese en breve su diestro y activo catequista. En efecto: Fermín a la edad de diez y siete años, esto es, siete después de bautizado, pudo dedicarse al ministerio de instruir en la doctrina cristiana a sus conciudadanos. Parecerá extraño, si se tiene en cuenta que Fermín era hijo primogénito del presidente del senado navarro y por consiguiente heredero de familia en quien debían recaer todos los títulos, ejecutorias y blasones de la casa ¿cómo su padre lo deja en el ejercicio de simple catequista? Aquí brilla la humildad y desprendimiento del senador Firmo, que ha ofrecido definitiva e incondicionalmente al Señor a su primogénito, es decir, lo mejor que tenía. ¡Qué lección para los padres de familia que se oponen a la divina vocación respecto de sus hijos, obligándolos a abrazar un estado a que Dios no los llama y esto por miras puramente mundanas y ajenas de un cristiano. No lo hizo así Firmo con su querido Fermín, a quien tenemos como catequista girando por todas partes en cumplimiento de su misión; infatigable se multiplica: con él va la palabra de Dios y con ella la paz, la alegría al seno de las familias: no habrá en Navarra un pie de tierra que no esté santificado por sus hermosas plantas (quám speciósi pedes evangelizántium pacem, evangelizántium bona) que evangelizaban la paz. ¡Cuántas veces estaría en este mismo lugar en que nos hallamos! Así comenzaba nuestro amado protector sus tareas apostólicas. Examinemos nuestro proceder con respecto al bien que pudiéramos haber hecho, y ¡cuántos vacíos encontraremos! ¡Cuántas ocasiones al efecto hemos dejado pasar inútilmente! Reflexionemos sobre el tiempo que hemos perdido, propongamos redimirlo en adelante con empeño poniendo al intento la más exquisita diligencia, pidamos al Señor los auxilios necesarios por la intercesión de nuestro Santo y roguemos por las demás necesidades.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Dios de bondad y misericordia!, que os dignasteis aceptar y bendecir la ofrenda que, como del niño Samuel os hicieron Elcana y Ana, os presentaron Firmo y Eugenia de su precioso y querido hijo Fermín para el servicio de vuestro altar, promover vuestra gloria y la salvación de las almas: os suplicamos por la intercesión de vuestro fiel siervo Fermín que inspiréis a los padres cristianos vivos deseos y firme resolución de consultar, meditar y cumplir vuestra divina voluntad en la vocación de sus hijos; y a estos; especialmente a los llamados al servicio del santuario, inspiréis el espíritu de piedad de que el joven Fermín estaba animado, para que éste tenga muchos imitadores en el desprecio del mundo, en la pureza de costumbres y en la santidad de vida, a fin de que padres e hijos cumpliendo vuestro beneplácito, logren bendeciros y alabaros en el Cielo por todos los siglos de los siglos. Amén.
    
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA CUARTO – 1 DE JULIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Oh generoso San Fermín!, que no perdonas trabajo ni sacrificio alguno en obsequio de tu Dios y bien de tus hermanos, sin interrumpir los ejercicios de caridad y devoción, crece en buena honra, como Samuel a la sombra del santuario para que seas la lumbrera, el ornato y la gloria de la Iglesia. ¡Con qué auspicios tan felices te ensayas en el ministerio de ganar almas para el cielo! Pide al Todopoderoso que envíe a su viña buenos operarios que sean un dique compacto e insuperable, que contenga y en el que se estrelle el torrente devastador de doctrinas anticatólicas y antisociales que tanto pululan en nuestros aciagos días; pídele que envíe ministros sabios y santos que con su edificante vida y ardoroso celo aviven la Fe y fomenten la piedad de los pueblos, a fin de que amanezcan días tranquilos y serenos para la Iglesia de Jesucristo. Consigue para nosotros, solícito abogado nuestro, las gracias que necesitamos, mientras que con interés escuchamos lo que nos vas e enseñar en el siguiente
       
RASGO BIOGRÁFICO
Continuaba nuestro catequista Fermín cumpliendo su ministerio a satisfacción de Jesús, de su mentor y de sus hermanos sin descuidarse de su progreso en la perfección, pudiendo decirse de él lo que del Bautista dice San Lucas en su Evangelio, cap. 1 v. 80, «El niño crecía y era confortado en espíritu». ¡Qué suavemente se le deslizaban los días en los ejercicios de devoción, de caridad y de celo! Sus comunicaciones con Jesús y María no se interrumpían jamás. ¡Con qué recogimiento asistía y ayudaba al Santo Sacrificio de la Misa! Cuando comulgaba era un abrasado Serafín… Pero era una ofrenda dedicada a Dios, y Dios iba a disponer de ella trasladándola a otra parte: sí: el Señor hace oír a Fermín, la voz de mando, como a Abrahán en otro tiempo (Gen. cap. 12): «Sal de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu paro y dirígete al país que Yo te mostraré». Salir de su querida Navarra, separarse de sus queridos padres, de su amable y amado maestro Honesto, de sus parientes, de sus compatricios; ¡qué prueba tan dolorosa para el tierno corazón de Fermín! ¿Con que ha de dar a sus idolatrados y bondadosos padres un adiós que quizás sea para la eternidad? Pero es orden de Dios, y se ha de cumplir a todo trance. Fermín no ha de dejarse vencer en fidelidad de aquel ilustre Patriarca; Fermín se pondrá en camino. Y cuenta que Abrahán lleva consigo a su esposa Sara, a Lot su sobrino y muchas riquezas: con Fermín no irán parientes, ni llevará riquezas. Además: Fermín no va a hospedarse en casa de cariñosos parientes ni a cobrar deudas pecuniarias como el joven Tobías; sino a cumplir la voluntad divina sin ningún interés temporal.
   
¡Qué espectáculo tan interesante y conmovedor ofrece la partida de Fermín! ¡Con qué efusión lo estrecharían sus padres, su maestro… Su madre al verle partir prorrumpiría en lastimeros ayes como la antigua Ana madre de Tobías; su afligido corazón exhalaría hondos sollozos, sus ojos derramarían arroyos de lágrimas… El virtuoso Firmo consolaría a su esposa como a la suya el anciano Tobías: serénate, le diría, pues confío que el ángel del Señor acompaña nuestro hijo y nos lo devolverá sano: estas palabras le servirían de lenitivo y San Honesto por su parte añadiría que confiasen en el Señor que no permitiría que el joven tuviese desgracia alguna. Fermín se puso en camino para Tolosa de Francia para ponerse bajo la dirección del Santo Obispo Honorato, sucesor de San Saturnino. Así nos enseñó nuestro Santo Patrón a cumplir, cueste lo que costare, la voluntad del Señor que dice: «El que ama a su padre, o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí» (S. Mateo cap. 10.) Él supo prescindir de la carne y de la sangre para dedicarse por completo al divino servicio, asistiendo a la escuela de Jesucristo como un aventajado discípulo. Hay muchos que dicen que quieren servir y agradar al Señor, y aun le sirven en aquello que es de su gusto y cuesta poco trabajo; pero en cruzándose algún sacrificio, privación o dificultad, desmienten con las obras lo que habían manifestado de palabra y muchas veces basta un vil respeto humano, un despreciable qué dirán, para omitir los ejercicios de piedad y devoción, la recepción de los Santos Sacramentos… Estos no son discípulos de Jesucristo, no asisten a su escuela y por consiguiente pierden el curso de la vida y en el examen que sufrirán ante el divino Maestro y Juez saldrán reprobados. Veamos si somos de este número, y propongamos ser en adelante aprovechados discípulos del divino Maestro y dignos condiscípulos del aventajado San Fermín. Hagamos nuestras súplicas pidiendo al Señor lo que necesitamos y esperamos conseguir en esta Novena.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Divino Jesús, Maestro Soberano! Vos habéis establecido y consignado en vuestro Evangelio, las condiciones que debían llenar los discípulos para pertenecer con aprovechamiento a vuestra escuela: «el que no prescinde de padre, madre, familia y aun de su propia vida, si fuere necesario, para mi servicio, no puede ser mi discípulo. El que no renuncia, al menos con el afecto, todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. El que no viene en pos de mí cargado con su cruz, no puede ser mi discípulo».
  
No puede ser más clara y terminante vuestra doctrina. Y para que no la olvidásemos ni tergiversásemos nos habéis puesto por maestro y modelo a vuestro aventajado discípulo San Fermín que también supo acomodarse al programa del Colegio de Jesucristo, renunciando sus bienes, títulos, blasones, patria, padres, parientes, amigos, todo para ganar con lucimiento el curso de la vida, de modo que en los exámenes fue calificado de notabilísimo y premiado con inmarcesibles coronas de gloria. Gracias, Divino Maestro, por tal modelo. Lo peor es que nosotros condiscípulos de Fermín, hemos desaprovechado el tiempo, exponiéndonos a salir reprobados; pero proponemos imitar desde ahora a nuestro condiscípulo, por cuya mediación os pedimos los auxilios necesarios para ganar vuestro aprecio y ser premiados por Vos, oh Maestro Soberano, en unión de nuestro condiscípulo Fermín, con la corona de la gloria eterna. Amen.
     
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA QUINTO – 2 DE JULIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Oh noble y valeroso Fermín! ¡Oh fiel discípulo de Jesucristo!, que no contento con abdicar el brillante porvenir con que te brindaba tu nacimiento, porvenir bastante en el mundo para halagar la ambición más desmesurada y exigente, te abrazaste estrechamente con la cruz de tu divino Maestro para llenar las condiciones de tu discipulado y con tu cruz seguiste paso a paso al que con ella subió al calvario y allí murió en ella por salvarnos. ¡Cuántas veces prorrumpías en aquellas nobles expresiones del apóstol (Gálat., cap. 6.) «No permita Dios que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo». Verdaderamente eres discípulo de Jesús; mientras que nosotros que nos gloriamos de ser tus condiscípulos nos espantamos de la cruz; quisiéramos que se nos adjudicase el premio sin sujetarnos al trabajo, y aun pretendemos que se nos premie la indolencia y culpable descuido. Ayúdanos, Fermín incomparable a sacudir nuestra negligencia, levantarnos de nuestra postración para abrazar y llevar la cruz de los trabajos, de la pobreza, de las enfermedades, de los desprecios con que el divino Maestro quiera probarnos para hacernos sus fieles discípulos. Jesús para quitarnos todo pretexto, va delante cargado con su pesadísima cruz, junto a Jesús vas tú, valeroso Fermín, con tu cruz y detrás debemos y queremos ir nosotros con nuestra cruz también, para conseguir el premio de los buenos discípulos: pídele los auxilios que necesitamos a este fin: continúa tus enseñanzas en el siguiente
     
RASGO BIOGRÁFICO
Habiendo cumplido Fermín la orden del Señor en la separación de su amada patria, padres, parientes y amigos, llegó a Tolosa, en donde fue recibido por San Honorato dignísimo prelado de aquella ciudad con las demostraciones del afecto más tierno y, ora por los informes de San Honesto, ora por revelación divina, conoció claramente los grandes designios del Omnipotente sobre el joven cuya dirección se le confiaba. Fermín como blanda cera se paso en manos de aquel tan diestro artífice, que desde luego se dedicó al magisterio de aquel nuevo Samuel que llenó completamente los deseos de su santo director y profesor. Podíase decir de Fermín, pero con la debida proporción, lo que de Jesús niño dice San Lucas cap. 2.: «Que aprovechaba en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres». Fermín divide el tiempo entre la oración y el estudio de la ciencia que con tanto interés depositaba en su corazón aquel sabio maestro. En el santuario era un abrasado Serafín que ardía en el amor de su Dios: no sabía separarse de la divina presencia, meditando continuamente los divinos preceptos, pagando al Señor el tributo de alabanza y adoración. Todos encontraban en él un dechado y modelo perfecto de buenas obras. Y como entra en los divinos designios el que todos los favores, dones y gracias que Dios nos dispensa nos vengan por manos de María, Fermín, que no lo ignoraba, le profesaba la más tierna y entrañable veneración. ¡Con qué confianza dirigía sus plegarias a la Reina del cielo! ¡Con qué solicitud promovía el culto y recomendaba el amor hacia la Madre de Dios, la excelsa María! ¡Con qué diligencia, con qué interés trabajaba en proporcionar a María nuevos hijos, nuevos amantes! Después de Jesús, María era la consejera, la maestra, el refugio y el solaz de Fermín porque nada sabía decir, pensar, hacer sin que pidiese su bendición a María como á su más amada Madre. Y María, que ama a los que la aman, que se deja hallar de los que la buscan, que favorece a los que la invocan, correspondía a los obsequios y amor de Fermín con un amor especial, si cabe, más que maternal, librándole de todos los peligros, enriqueciéndole con todo género de gracias y favores. Por último Fermín terminó felizmente el curso de su instrucción y se encuentra con todas las cualidades, dotes y perfección que exige San Pablo en los ministros de la Iglesia. Es irreprensible, sobrio, prudente, casto, caritativo ejemplar en la perfección cristiana: por eso resolvió San Honorato elevar a la dignidad episcopal a Fermín, que reconociéndose indigno, se espanta, llora, suplica, resiste cuanto puede… pero su santo maestro le augura que es voluntad de Dios y que resistirla es oponerse a los designios de la divina Providencia que así lo dispone. Aquí triunfa la obediencia de la humildad de Fermín, que se somete y es consagrado Obispo. Después de la ceremonia, San Honorato manifestó a su discípulo que siendo mucha la mies y pocos los obreros era necesario trabajar y padecer mucho por Jesucristo.
   
Así aprovechaba Fermín el tiempo negociando con los talentos que del Señor había. recibido. Pluguiese a Dios que todos los hombres tuviesen en cuenta la preciosidad del tiempo. ¡Cuántos tesoros de méritos acumularían para el cielo! Pero el tiempo empleado inútilmente es irreparable y las gracias que se dejan pasar sin aprovecharlas no vuelven jamás. Resolvamos utilizar en lo sucesivo, como Fermín el precioso tesoro del tiempo en servir al Señor, obsequiar a María Santísima cumpliendo con exactitud nuestros deberes: pidamos por la intercesión de nuestro santo protector los auxilios que necesitamos y las demás gracias que esperamos conseguir en esta Novena.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh divino Jesús, Hijo del Eterno Padre en cuanto Dios, y de la siempre Virgen María en cuanto Hombre!, que os dignasteis conceder a vuestro amado Fermín un afecto tan entrañable y tierno hacia vuestra Madre Santísima, que ponía todas sus delicias en obsequiarla, promover su culto, recomendar su devoción, y después de Vos, amarla más que todo, Enseñad, Jesús dulcísimo, a todos los hombres cuán feliz es el que, como Fermín, busca a María, la encuentra, la escucha, la acompaña, la alaba, la bendice, la imita, y recibirá de vuestra mano la corona de la gloria eterna: pues la Iglesia, recomendando la devoción a la Reina del cielo, pone en su boca estas interesantes palabras: «Qui elúcidant me, vitam ætérnam habébunt, los que me ensalzan tendrán la vida eterna» (Eccli, cap. 24). Recibid, Salvador adorable, infinitas gracias por haber concedido á vuestro discípulo Fermín un amor tan acendrado hacia vuestra divina Madre y por haberla concedido a todos los hombres como Tun recurso seguro y eficaz para conseguir la salvación. ¿Qué más? Se la disteis por Madre, Haced, Señor, que nosotros obedezcamos, reverenciemos y amemos a María como a la más tierna, cariñosa y amable de todas las madres, como lo hizo San Fermín, para que amándoos a Vos sobre todas las cosas, a María sobre todo después de Vos, y a nuestro Fermín y todos los bienaventurados, logremos la vida eterna. Amén.
     
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA SEXTO – 3 DE JULIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Glorioso San Fermín nuestro Patrón insigne! Dulcemente impresionados nos retiramos ayer de tu presencia con la recomendación y encargo que nos hicisteis de la devoción y tierno amor hacia la Reina del Cielo la divina María, Esta Señora que dice: «que ama a los que la aman: que tiene en su poder inmensos tesoros de gracias para enriquecer a sus amantes: que los que la honran y alaban consiguen la vida eterna», ¿cómo podía la bondadosa Señora dejar de acoger tus atenciones, tu entrañable afecto y tu afán en ensalzarla? ¡Ah! Puede decirse que rivalizabais en el amor y deseo de complaceros mutuamente: tú pones en práctica todos los medios que están a tu alcance por dar gusto a María, y María te concede todo cuanto le pides y aun todo cuanto deseas, antes de pedírselo. ¿Y qué pides para tu querida patria? ¡Oh! Fermín, pides a María que de un modo particular tome posesión de Navarra, la proteja, la defienda, recabe del Señor para este país todo cuanto necesita para el tiempo y para la eternidad, Y María, llena de bondad te lo otorga como lo pides... y María multiplica sus Santuarios, sus imágenes y los títulos con que quiere ser invocada; el Camino, el Sagrario, el Carmen, Roncesvalles, Ujué, el Puí y otros innumerables son los testimonios más auténticos de la especial predilección de la Madre de Dios hacia Navarra y de la piedad, amor y confianza con que nuestros padres se postraban ante los altares de su amantísima Madre para honrarla y pedirle sus favores. ¡Bendito sea por siempre el divino Jesús, que nos ha dado por Madre a su Madre! Bendita sea María, que nos patrocina con tanto empeño! ¡Bendito seas tú, oh bienaventurado Fermín, por haber inspirado a tus conciudadanos, y grabado en su corazón la piedad y devoción hacia la inmaculada María! Meditemos el siguiente
     
RASGO BIOGRÁFICO
«Como mi Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros»: dijo el Divino Salvador a sus discípulos, después de investirlos de los poderes necesarios para llenar la elevada misión que les confiaba: y esto mismo manifestó Honorato a Fermín a nombre de Jesucristo: «Alégrate, hijo mío, le decía con indefinible ternura, alégrate de que el Señor te haya escogido para vaso de elección. Parte al pueblo de los gentiles, para eso te ha concedido el Señor la gracia y el apostolado: no temas, porque el Señor está contigo: pero no olvides que en todas partes te esperan muchos trabajos que conviene que padezcas por su nombre á fin de que llegues á conquistar la corona de la gloria». Con esto el Santo Obispo Fermín se despide de su digno y amado maestro Honorato y de sus compañeros, y se encaminar a Pamplona a donde lo llama la divina y adorable Providencia. ¡Qué perezoso le parecería el tiempo, qué largo el camino para estrechar a sus amables y amados padres y a su Santo maestro Honesto! Mas ya llegó el día dichoso en que Fermín se vio en su querida patria. No es posible describir el entusiasmo con que fue recibido en Pamplona, condecorado con la dignidad de Obispo y príncipe de la Iglesia. Su entrada fue un acontecimiento triunfal, día de plácemes y enhorabuenas para Navarra: todos se felicitaban recíprocamente: el júbilo era universal porque lo era el beneficio que Navarra reportaba en la venida del que debía ser su Santo Prelado. Pero sobre todo la dulce emoción de Firmo y Honesto era inefable. ¡Qué espectáculo tan tierno, qué cuadro tan interesante, tan bello presentaba la primera entrevista de Fermín, con sus padres temporal y espiritual! Allí las lágrimas, más que las palabras, serían la expresión del santo gozo que inundaba sus corazones.
   
Después de aquellas primeras expansiones tan propias de corazones nobles, todos juntos rindieron al Señor un voto de gracias manifestándole el más íntimo reconocimiento por haberles concedido el inefable consuelo de verse y estrecharse otra vez, Fermín quería dar cuenta circunstanciada a su venerable mentor, y cuando se vieron solos, le refirió los principales sucesos de sus viajes, de su estancia en Tolosa, de sus estudios con todas las gracias y favores que había recibido del Señor, y cuán obligado estaba a la excelsa Madre de Dios por la maternal protección que constantemente le había dispensado, Cumplido todo esto; como el Espirita Santo lo había elegido por primer obispo de Pamplona para regir y gobernar esta naciente diócesis y para cultivar esta porción predilecta del Dios del Calvario, se entregó de lleno y sin reserva al cumplimiento de sus deberes pastorales. Y aquí sería necesario volar para seguir a Fermín. Él se multiplicaba para hallarse en todos los puntos en que era preciso ejercer su ministerio. ¡Cuántas y cuán multiplicadas atenciones ocurrirían simultáneamente cuya urgente solución y desempeño incumbían personalmente al prelado! Sin clero, o con muy poco para tantos asuntos, ministerios y ocupaciones, ¡ah!, todo el trabajo pesaba sobre Fermín, cuando al presente vemos que su digno sucesor con centenares, que le sirven de coadjutores apenas puede dar vado a los negocios y ministerios de la diócesis. ¿Qué haría nuestro santo agobiado y abrumado con todo ese peso? El para conocer su grey y llevar los auxilios de la Religión a todos sus diocesanos sanos, enfermos y moribundos, debía de hacer frecuentes, largos y penosos viajes, y ¿cómo podía realizarlos sin caminos, y sin los medios que hoy hacen tan fácil y aun cómodo el pasar de uno a otro punto? En sus excursiones, ¿cómo y en dónde pasaría las noches? ¿Dónde y cómo tomaría algún alimento? ¿Cómo podía sufrir los rigores de nuestras estaciones tan variables en este país? ¡Ah! Un bosque, un desfiladero, una garganta serian el palacio que tendría por albergue el primer Obispo de Pamplona: la desnuda tierra, una dura piedra, un tronco nudoso sería el lecho donde daría algún descanso a sus fatigados miembros. Tantas privaciones y sacrificios costó al infatigable prelado San Fermín el implantar la Fe y la Religión en este venturoso suelo. Todo manifiesta claramente lo obligada que está Navarra a su solícito pastor San Fermín, cuya doctrina y ejemplos debe conservar y seguir, que es lo que hoy de nuevo propone con la divina gracia: pidamos también lo demás que necesitamos y esperamos conseguir en esta novena.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Bondadosísimo Jesús! Vuestro inspirado historiador San Lucas (cap. 4) refiere en su Evangelio que, hallándoos en Nazaret predicando vuestra celestial doctrina con admiración de los oyentes, y penetrando al mismo tiempo los pensamientos que abrigaban en su corazón los perversos escribas y fariseos, les hablasteis en estos términos: «Sin duda me diréis: todas aquellas grandes cosas que hicisteis en Cafarnaúm, hacedlas también aquí en vuestra patria»: A lo cual, oh Jesús, Vos respondisteis: «En verdad os digo que ningún profeta es acepto en su patria»: y al oírlo se llenaron de furor, se levantaron, se echaron fuera de la ciudad, y os llevaron hasta la cumbre de un monte para despeñaros ¿Es posible, Maestro soberano, que vuestros conciudadanos que debían ser los primeros en aprovecharse de vuestra celestial doctrina y aceptar la felicidad con que bondadoso les brindáis, correspondan a vuestras fuerzas con el desprecio, con la persecución y con la muerte? Pero ya lo habéis dicho, verdad infalible: «Ningún profeta es acepto en su patria»: Pues ¿de dónde a Navarra que os hayáis dignado establecer en pro suyo una excepción tan gloriosa? Beneficio es de vuestra bondad infinita el haber dispuesto a los navarros dándoles un corazón noble y bondadoso para recibir en triunfo, escuchar con atención, respetar con sumisión, amar con delirio a su santo prelado Fermín, sin embargo de ser su compatricio, siendo así que Vos, Bienhechor infinitamente amable, ni fuisteis recibido en Belén, fuisteis lanzado y perseguido de muerte en Nazaret y crucificado en Jerusalén por vuestros desnaturalizados y crueles compatriotas estos os dan la muerte más cruel, mientras que Fermín para lograr la palma del martirio tiene que salir de su patria ¡Gracias sin fin, Salvador adorable, por haber inspirado a los navarros tan gratos, nobles y delicados sentimientos! Conceded a la actual y sucesivas generaciones docilidad para aprovecharse de la doctrina y ejemplos de nuestro primer obispo, para que con él os gocemos eternamente. Amén.
     
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA SÉPTIMO – 4 DE JULIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Qué terminantes y persuasivas son, solícito y amable prelado San Fermín, las lecciones prácticas que ayer nos diste! Te consideramos llevando sin descanso la cruz de tus deberes pastorales, prescindiendo de la carne y de la sangre, del descanso y el reposo. En cierto modo podías decir con el Divino Maestro que tu alimento era hacer la voluntad del Padre celestial. La administración de los sacramentos, la predicación, las ceremonias del culto, la visita de la diócesis, la asistencia a los enfermos y otras muchas tareas absorbían todo el tiempo, sin dejarte apenas lugar de tomar el necesario alimento ni reparar las fuerzas con el sueño. Con este proceder enseñas a todos los hombres que al abrazar un estado, profesión, oficio o empleo se comprometen a cumplir con exactitud las obligaciones respectivas, de modo que los que las descuidan teniéndolas por insoportables, quejándose de ellas: en una palabra; los que colocados en tales puestos quieren gozar de los honores, privilegios y utilidades sin cumplir con los deberes, no pueden contarse por hijos ni devotos del laborioso y solícito San Fermín. ¡Oh incomparable prelado San Fermín! Queremos cumplir, y con tu protección cumpliremos exactamente nuestras obligaciones, para recibir del justo Juez el premio de nuestras buenas obras que ha de durar por toda la eternidad. Ahora consideraremos las enseñanzas que nos darás en el siguiente
   
RASGO BIOGRÁFICO
Entre las múltiples tareas que pesaban sobre el infatigable prelado bastantes para acobardar a cualquiera que no fuera Fermín, abrigaba una fuerte aspiración a que se celebrasen los sagrados misterios con toda la majestad y magnificencia posibles. Pero ¿dónde? No había templos, a lo sumo contaría con una pobre capilla en donde San Honesto celebraba el sacrosanto Sacrificio de la Misa. ¿Desmayará por eso? De ningún modo. Él se ocupa desde luego, sin perjuicio de las demás funciones de su ministerio, en acopiar fondos para llevar a cabo esta sagrada empresa. Ahora sí que utilizará la circunstancia de su elevado rasgo, interesará a su piadoso padre y familia haciéndoles ver lo grato que sería al Señor y Dueño de todas las cosas el invertir sus cuantiosos capitales en levantar y dotar suntuosos templos, que son los palacios en que el Dios vivo tiene sus delicias en habitar con los hijos de los hombres, recibir sus adoraciones, escuchar sus súplicas y dispensarles las gracias más abundantes. Sin duda que Firmo y otros potentados tan piadosos como él contribuirían con sus intereses materiales a la gloria del Dios del cielo, Con esto vio Fermín cumplidos sus deseos en este punto.
   
Otra tarea no menos difícil que importante emprendió el celoso prelado al hacerse cargo de la diócesis, la formación de un clero virtuoso e ilustrado que se dedicase al culto divino y salvación de las almas; pero ¿con qué elementos, con qué personal cuenta al efecto? ¿Tiene a su disposición, como existen actualmente, Seminarios con sus Rectores y el competente profesorado para explicar las ciencias eclesiásticas a los jóvenes llamados al estado sacerdotal? Nada de eso. En aquellas circunstancias, no cuenta San Fermín más que con una ilimitada confianza en Dios y con una inquebrantable y prodigiosa constancia. Con estos recursos comienza y no cejará hasta llevar su empeño a feliz término. El tendrá que ser el profesor de todas las asignaturas, el director espiritual de los alumnos y el regulador de sus acciones. Viéraislo reunir a los jóvenes levitas, recomendarles la aplicación a las ciencias y el progreso en las virtudes, sin las cuales es vano e inútil todo humano saber. Solo así pudo proveer al obispado de un clero según su espíritu, como hechura suya.
   
Dedicado sin tregua ni descanso estaba nuestro santo Obispo á los ejercicios de su santo ministerio cuando el Señor quiso sujetar a Fermín a otra prueba, si cabe, más dolorosa que todas las anteriores. De nuevo oye la divina voz que le dice: «Sal de tu patria, de tu diócesis, de entre tus amados diocesanos para evangelizar a otras regiones que te mostraré». Y Fermín pendiente siempre de la voluntad de Dios se apresta para el viaje. Él convoca al reducido, pero ejemplar clero que había formado y… he aquí reproducida casi literalmente la escena de Mileto, al despedirse San Pablo, descrita en al capítulo 20 de los Hechos apostólicos que creemos del caso poner aquí: «Reunidos en derredor del santo Apóstol los Obispos, sacerdotes y demás ministros de la Iglesia, les habló así: Ya sabéis de qué modo me he portado entre vosotros desde el primer día…, sirviendo al Señor con toda humildad, y lágrimas: cómo nada de lo que os pudiera ser útil he omitido deciros y enseñaros en público y en particular, predicando la conversión hacia Dios y la Fe en nuestro Señor Jesucristo. Y ahora he aquí que constreñido en el espíritu me ausento de vosotros. Ignoro lo que me sucederá; sino que el Espíritu Santo me asegura que me aguardan prisiones y tribulaciones; pero nada de esto temo, con tal que cumpla el ministerio de la palabra que me ha encargado nuestro Señor Jesucristo, predicando el Evangelio de la gracia de Dios. Y ahora he aquí: yo sé que no veréis más mi rostro vosotros, a quienes he predicado el Reino de Dios… Cuidad de vosotros mismos y de esta grey que os encargo. Velad pues, y no olvidéis jamás que por espacio de tres años no he cesado ni de día ni de noche, de amonestar bañado en lágrimas a todos y a cada uno de vosotros, encomendándoos a Dios. Os he manifestado todo cuanto os convenía saber». Habiendo terminado el santo Apóstol su sentimental y tierno discurso, se hincaron todos de rodillas y con él hicieron una devota y ferviente oración, y concluida, se suscitó entre los asistentes un llanto universal: arroyos de lágrimas surcaban sus mejillas; y arrojándose a porfía sobre el cuello de Pablo, imprimían en su rostro venerable tiernos ósculos, con el corazón partido de dolor. Les era insoportable la idea de no volver a verlo… Por fin lo acompañaron hasta la embarcación. He aquí una historia anticipada de la despedida de Fermín con todos sus detalles, hasta con la circunstancia de los tres años; pues cabalmente tres años ejerció nuestro San Fermín la prelacía en Navarra. No hay más que cambiar los nombres. Pida aquí cada uno lo que necesita y espera conseguir en esta Novena.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Labrador divino!, que os dignasteis enriquecer de gracias tan excelentes a vuestro ministro San Fermín y a su ministerio de tanta virtud y eficacia, que en breve tiempo tuyo el consuelo de ver a Navarra convertida en una floreciente Iglesia, provista de templos tan capaces y suntuosos como permitían las circunstancias, y de los ministros necesarios para atender al culto divino y al cultivo de este campo feraz de esta viña escogida y fructífera. ¡Seáis bendito para siempre por vuestras infinitas bondades! Pero perdonadnos, Señor, si participando de los sentimientos de los primitivos fieles navarros; exhalamos como ellos y con ellos amorosas quejas en vuestra presencia. ¿Por qué, oh amable Jesús, nos arrebatáis tan pronto a nuestro santo prelado? ¿Qué será de esta tierna e inexperta grey huérfana, sin su celoso padre y pastor? Y al ver partir a su querido pastor, exclaman aquellos fervorosos cristianos, como Eliseo al ver partir a su maestro Elías: «¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y conductor suyo!». Y Eliseo recogió el manto que le dejó su maestro como una prenda de su amor.,, Por fin, los diocesanos de Fermín conformándose con vuestros adorables juicios os dijeron: Vos, oh Señor, nos lo disteis, vos nos lo habéis llevado. Sea bendito vuestro nombre adorable Poned vuestros ojos de misericordia en esta viña que ha plantado vuestra diestra, esto mismo os pedimos ahora, oh buen Jesús; no permitáis que se entibie ni que flaquee en Navarra la Fe que predicó San Fermín: proteged a su digno y celoso sucesor: haced que todos los ministros de la Iglesia participen del espíritu de Fermín y sean ejemplares como San Honesto: conceded a la generación actual y a todas las futuras, gracias para imitar las virtudes de nuestros antepasados, para que todos juntos os bendigamos y alabemos en el cielo eternamente. Amén.
     
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA OCTAVO – 5 DE JULIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Amoroso Padre nuestro San Fermín! ¡Cómo estaba tu tierno corazón en los momentos solemnes de dar la última despedida a tu amada patria, a tus parientes, a tus compatricios que al mismo tiempo eran tus carísimos hijos en Jesucristo! ¡Con qué encarecimiento les encargabas la fidelidad para con su Dios, y la unión y concordia recíproca! ¡Qué sollozos, qué lágrimas, qué abrazos, qué ósculos se cruzarían entre el afligido padre y los desconsolados hijos! Tus postreros acentos quedarían profundamente grabados en el corazón de los navarros, tan grabados que se vienen trasmitiendo de generación en generación; y aun hoy al recordar aquel último adiós y vibran precipitadamente nuestras más delicadas fibras. Acaso te preocuparía en aquellos instantes supremos el porvenir de tu patria; pero tranquilízate, pues Jesús escuchando tus oraciones, hará que se suceda uno a otro celoso Prelado, unos a otros virtuosos Sacerdotes y Navarra toda conservará por la gracia divina la fe que aquí predicaste, pudiendo decir, ¡oh incomparable Fermín!, que en esta parte eres más feliz que el mismo San Pablo apóstol, porque, ¿qué sea ha hecho de la fe que el Santo Apóstol predicó en Corinto, Colosas, Éfeso, Filipos, Mileto…? ¡Ay!, ha desaparecido de aquellos países desgraciados, mientras que Navarra, gracias al Dador de todo don bueno y perfecto, continúa creyente, a pesar de los satánicos esfuerzos que por espacio de diez y ocho siglos vienen haciendo el inferno y sus agentes para despojar a este privilegiado país de sus católicas creencias. Pide, Prelado insigne, al dador y conservador de nuestra fe, que los navarros vivan de la fe y guarden siempre intacto este sagrado depósito. Estamos resueltos a seguir los pasos que nos señalas en el siguiente
   
RASGO BIOGRÁFICO
«Después de haber fundado Fermín la diócesis de Navarra, después de haberla gobernado santamente por tres años, después de haber formado los Ministros Sagrados, levantado templos, regularizado el culto divino y provisto de pasto espiritual a su amada grey cuya felicidad trabajó el Santo Prelado por garantir en la divina presencia, cuando llegó su partida dio a sus subordinados los últimos documentos, y… salió el Santo de Navarra». Muy profundas al par que dolorosas huellas abriera en el corazón e sus ¿queridos diocesanos la despedida de su amado pastor, padre y hermano, y Fermín tan compasivo como sensible llevaba indeleblemente grabadas en su alma las penas de sus queridos hijos y amantes compatricios. De ellos se separaba en cuanto al cuerpo; pero se quedaba con ellos en cuanto al espíritu, y puede decirse que los llevaba dentro de su amante corazón. Sin embargo, Jesús le exige la separación, y preciso es cumplir los designios divinos. Puesto en las manos de la Providencia, atraviesa los Pirineos y se dirige a la conquista de todo el mundo. «Él no lleva consigo grandes ejércitos, solo lleva la protección del Señor como los apóstoles: con ella ganará para Jesucristo regiones enteras, quejándose mucho, mejor que Alejandro, de que el globo sea tan pequeño comparado con el celo ilimitado que le devora». Él sabe que el Salvador vino a poner fuego a la tierra y que desea que toda ella se inflame en el fuego de su amor divino. Doquiera que se hallan comprometidos los intereses de Jesús, allí se presenta Fermín: donde conoce que puede promoverlos, allí vuela; no parece sino que el Señor le ha concedido el don de hallarse simultáneamente en varios puntos para trabajar a la vez por la gloria de Jesús, y la salvación de las almas. No le intimidan las dificultades, ni las distancias; ni le arredra el rigor de las estaciones; ni le acobardan la fiereza de los pueblos, ni la crueldad de los tiranos… nada le detiene. Sigámosle a Agen en donde instruye y fortifica á los fieles preparándolos para la persecución que arreciaba, De allí pasa á la Auvernia en donde desafiando á los peligros persigue a la idolatría hasta sus últimas trincheras con tan heroico valor, que era la admiración aun de los mismos paganos que, convertidos por la predicación de Fermín corrían a los pies del santo apóstol confesando a Jesucristo y recibían el Bautismo: así volaba como un ángel de Dios de población en población sembrando la doctrina del Evangelio con la que se aumentaba el número de los discípulos del Crucificado. Si es necesario sostener una discusión científica, Fermín no huye: viósele disputar con dos gentiles de los más sabios y obstinados, Arcadio y Rómulo que, no pudiendo resistir a la fuerza de las razones con que Fermín les demuestra la verdad y santidad de la Religión católica, los dos se convierten y reciben el Bautismo. Esta conquista fue el golpe de gracia que recibió el paganismo en aquellas regiones que casi en su totalidad se convirtieron a Jesucristo. No se da por satisfecho con estos triunfos el inextinguible celo de nuestro intrépido apóstol. Sediento de nuevos trabajos y de nuevas conquistas se dirige a Angers donde consigue las más brillantes victorias de la idolatría, aumentando el rebaño de Jesucristo con innumerables conversiones, Es tarea poco menos que imposible seguir a Fermín en sus excursiones apostólicas, pues recorría con la velocidad del rayo, ciudades, villas, aldeas, campos, montes y valles: donde había un alma que conquistar, allá se presentaba sin descansar hasta ganarla para Jesucristo, imitando en lo posible al divino Maestro, que se siente agobiado por la fatiga junto al pozo de Sicar y no quiere tomar alimento hasta haber convertido a la Samaritana.
    
De la provincia de Anjou pasó a la Normandía: la cruza en todas direcciones y en todas partes multiplica los prodigios de su celo y con ellos los discípulos del Crucificado. No hay quien resista a su seductora amabilidad, a su mansedumbre, a su inalterable paciencia en medio de las persecuciones, a su inocencia, y demás virtudes con que acompaña su predicación: no es extraño que su apostolado sea tan fecundo en la conquista de almas para Jesucristo. Sirva de lenitivo al dolor que Navarra experimentó en la partida de su querido Obispo San Fermín el saber que Dios así lo dispuso, y que de este modo tienen los navarros en Fermín no solo un prelado particular sino también un apóstol universal que ha llevado la luz de la fe a muchas regiones y proporcionado a los navarros muchos miles de hermanos espirituales. Lo que hoy nos encarga nuestro apóstol es que siendo también apóstoles nosotros, llenemos las condiciones y deberes de nuestro apostolado: somos apóstoles de la caridad mutua, amémonos unos a otros apóstoles del buen ejemplo, edifiquemos a nuestros prójimos con nuestra buena conducta: apóstoles de la oración, roguemos unos por otros. Pidamos ahora la gracia que esperamos conseguir en esta Novena.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Dulcísimo Jesús, Maestro Soberano!, que os dignásteis escoger por vuestro apóstol y vaso de elección a vuestro distinguido discípulo Fermín para llevar vuestro nombre adorable a regiones idólatras y bárbaras, enriqueciéndolo de todas las gracias, dones. y prendas que pedía tan ardua empresa. ¡Con qué complacencia le visteis venciendo dificultades, arrostrando fatigas, sufriendo el hambre, la sed, los rigores de las estaciones y desafiando los peligros, ejercer su ministerio que Vos bendijisteis y coronasteis con los más felices resultados! ¿Cómo podrían reducirse a guarismo las conquistas con que Fermín acreció vuestra grey? ¡Bendito seáis, oh Dios de bondad por todo! Al poner hoy a nuestra vista la prontitud, valor y alegría con que vuestro fiel discípulo San Fermín llevó a cabo las empresas que le confiarais, intentáis sin duda que nosotros consideremos la misión importante a que nos llamáis, amoroso Jesús, por vuestra bondad infinita, somos apóstoles también. Nos habéis honrado con el apostolado del amor mutuo cuando nos decís que cada uno debe cuidar de su prójimo (Eccli., cap. 17). En la noche última de vuestra vida mortal manifestasteis que el distintivo de vuestros discípulos es el amor recíproco (Joan 13). Con el apostolado del buen ejemplo, pues nos decís que nos ejercitemos en buenas obras, para que los hombres al verlas alaben al Padre celestial. (Matth, cap. 5). Por último nos habéis honrado con el apostolado de la oración, diciéndonos que pidamos y recibiremos, (Joan cap. 10), y por Santiago (capítulo 5) que roguemos unos por otros para. que seamos salvos. Este es, buen Jesús, el apostolado que nos encargáis; bien fácil y suave en verdad, y hasta delicioso. Pero ¡ay! ¡Cuántos vacíos encontramos en su cumplimiento! ¡Cuántas deudas hemos contraído por incuria y abandono! Nos hemos conducido como siervos inútiles en el desempuño de los deberes que impone tan honroso título. ¿Qué haremos ahora? Ya que manifestáis vuestra Omnipotencia en perdonar y no desecháis el corazón contrito y humillado, os diremos con el siervo adeudado de que Vos mismo nos habláis en el Evangelio: «Tened paciencia conmigo y os lo pagaré todo». Y como habéis puesto a mi disposición el capital infinito de vuestra divina Sangre, con él os haré pago y quedará saldada la cuenta. Propongo no incurrir en nuevas culpas, y para ello os pido vuestra gracia, interponiendo la intercesión de vuestra Santísima Madre y la de vuestro amado apóstol San Fermín. Amén.
     
Los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA NOVENO – 6 DE JULIO
Por la señal
Acto de Contrición.
 
INVOCACIÓN
¡Oh insigne apóstol San Fermín!, que animado de un celo intrépido, ardiente, impetuoso considerabas pequeño el mundo todo y reducido el número de sus habitantes, para saciar tu sed inextinguible de conquistarlos a todos para Jesucristo; tú que sin temer a la intemperie, ni a las fatigas, ni a los peligros, ni a la ferocidad de los idólatras, ni a la crueldad de los tiranos recorriste tantos pueblos, ciudades y naciones, extendiendo el reino de Jesús con innumerables conversiones. ¿Qué más quieres hacer por tu divino Maestro? A satisfacción suya has llenado los deberes de catequista, obispo, apologista, apóstol… Ya parece que el buen Jesús, pagado de lo que por su gloria has trabajado y padecida te dice lo que más tarde dijera a su siervo Juan de la Cruz: «¿Qué premio pides por tantos sacrificios?». Y tú generoso le respondes: «Señor, el premio que os pido es trabajar y padecer más y más por Vos: lo que ansío es derramar toda mi sangre por vuestro amor». ¡Oh corazón noble, oh héroe magnánimo! El Señor acepta tu ofrenda y quiere agregar a las preciosas coronas que has conquistado la gloriosa de mártir. Prepárate, campeón ilustre, para recoger la palma del martirio, Pero antes que partas de este valle de lágrimas dirige a Jesús una plegaria por nosotros, pues nada te negará en el momento en que le vas a dar todo cuanto eres, tu vida: pídele que nos asista, a fin de que cumplamos con perfección el apostolado que nos ha señalado: el apostolado de la caridad, del buen ejemplo y de la oración, para que todos consigamos la salvación eterna. Ahora consideraremos tu glorioso martirio en el siguiente
   
RASGO BIOGRÁFICO
El amor más acendrado, más fino, más fuerte, más noble y generoso es el que se manifiesta dando la vida por el amado, Así lo asegura el que es verdad esencial que no puede engañarse en sus apreciaciones, ni puede engañarnos en sus enseñanzas, Si el amor no fuese más fuerte que la muerte misma, no sería amor. Poco parecería a nuestro querido protector San Fermín el haber dedicado toda su vida al servicio, honor y gloria de Jesús, si en prueba de su amor no padeciera la muerte por Jesús. El intrépido héroe de la milicia cristiana cree llegado el momento feliz para él de derramar su sangre en defensa de su Fe, al saber que un impío y cruel tirano atormentaba con todo género de suplicios a los discípulos de Jesucristo en la ciudad de Beauvés. Allí se presenta nuestro intrépido atleta: allí predica a Jesús crucificado: allí alienta a los fieles para que no desfallezcan y trabaja en la conversión de los paganos, aunque con eso se exponía á toda clase de torturas. En efecto; su apostólico celo le valió ser encarcelado, abofeteado, azotado como su divino Maestro y atormentado de mil maneras, sufriendo al mismo tiempo las más sangrientas burlas y befas... He aquí a Fermín en medio de aquellos caníbales sin entrañas, inundado de inexplicable alegría, como los apóstoles de quienes dicen los libros santos que se gozaban de que se les presentase ocasión de padecer por Jesucristo.
   
Encarcelado nuestro santo y sin tener en cuenta sus trabajos, no cesaba, como otro Pablo, de predicar entre cadenas a Jesús crucificado. Al presidente Valerio sucedió Sergio, no menos cruel y sanguinario, que murió al poco tiempo; y los fieles vivamente interesados en la vida y libertad de su querido apóstol, lograron ponerlo en libertad, con lo que Fermín se vio en condiciones de continuar sus apostólicas tareas, haciendo nuevas y numerosas conquistas para la grey del supremo Pastor. No parece sino que la muerte, respetando a nuestro invicto campeón, no se atrevía a inmolar a tan inocente y preciosa víctima. Las muchas aguas de tribulaciones no eran bastantes para extinguir el ardor de su celo, antes bien eran el combustible que lo fomentaba más. El invencible Fermín aprovechó aquellas favorables circunstancias para continuar su apostolado con resultados tan felices, que fueron innumerables las conversiones y se edificaron muchos templos para honra y gloria del Dios verdadero.
  
Ávido de nuevas conquistas, partió a evangelizar la Picardía y los Países Bajos, logrando en todas partes óptimos frutos para la Iglesia católica. Por último llegó a la ciudad de Amiens, en donde predicó logrando tres mil conversiones en los tres primeros días. El infierno no podía mirar con indiferencia los triunfos que Fermín conseguía contra el paganismo idólatra, y Fermín es acusado ante el presidente Sebastiano; éste le hace comparecer a su presencia y comienza el interrogatorio. «¿De dónde eres tú?, pregunta el tirano. ¿Cuál es tu patria y linaje?». A lo que el valiente Fermín contesta: «Tengo por nombre Fermín; de nación español; de familia senatorial; ciudadano de Pamplona, en Fe y doctrina cristiano; en dignidad Obispo enviado a predicar el Evangelio del Hijo de Dios, para que conozcan las gentes y los pueblos que no hay otro Dios en los cielos y en la tierra, sino el Dios que creó de la nada todo cuanto existe: ante quien doblan la rodilla los cielos, la tierra y los infiernos», continuando en un elocuentísimo discurso la exposición y, apología de nuestra Religión sacrosanta.
   
Habiéndole oído el idólatra y feroz Sebastiano con furor satánico se dirige a Fermín en estos términos: «O te retractas, y adoras los dioses del imperio, o… prepárate a sufrir toda clase de tormentos». A lo cual el invicto Fermín con una paz inalterable contesta: «Persuádete, oh residente Sebastiano, que no me intimidan as penas y tormentos con que amenazas; antes bien me duelo de tu necia vanidad y locura en querer atormentar a un siervo del Dios inmortal a quien todo obedece y a quien todo está sujeto: sabe que cuanto más crueles y prolongados sean los tormentos que me hagas sufrir, brillará mucho más la gloria de mi Dios que me dará mayor fortaleza, y mi corona será más preciosa en la bienaventuranza eterna». El pueblo estaba pasmado del valor y constancia del esforzado mártir, que no cesaba de predicar a Jesús crucificado que de un modo especial puso a disposición de Fermín los cielos y la tierra obrando por su medio estupendas maravillas: los demonios huyen dejando libres a los presos, desaparece todo género de enfermedades: leprosos, paralíticos, ciegos, cojos… todos quedan instantánea y completamente sanos con la bendición que Fermín les da en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
   
Innumerables fueron los prodigios que el Señor obraba por medio de nuestro Taumaturgo: de modo que Sebastiano no se atrevió a emplear con Fermín los atroces tormentos que le tenía preparados, porque temía que se amotinase el pueblo que amaba entrañablemente a su pastor, y mandó sigilosamente a sus soldados que lo prendiesen y encarcelasen; y al verse el invicto atleta en manos de los verdugos, no cesaba de bendecir y alabar a Jesucristo Hijo de Dios vivo. Ya lo tenemos encerrado en un lóbrego y oscuro calabozo, cantando las divinas alabanzas. He aquí los amorosos acentos que exhalaba aquel corazón enamorado de su Dios: «Gracias os doy, Señor mío Jesucristo, Dador de todos los bienes, Pastor bueno, porque os habéis dignado llamarme a la compañía de los fieles: dignaos, oh Rey clementísimo, guardar a los que quisisteis ganar para Vos por mi ministerio: dignaos también escuchar a todos los que pidieren vuestros auxilios por mi intercesión; porque vuestro es el Reino y la suprema potestad por todos los siglos de los siglos». Así se derretía en amor de Dios y del prójimo el tierno corazón de Fermín, cuando el verdugo le cortó la cabeza como a otro Bautista, volando su angelical espíritu a tomar posesión del trono de gloria proporcionado a tantos méritos. Su santo cuerpo fue colocado en un sepulcro nuevo, y Dios nuestro Señor honra a su amigo con continuos prodigios en favor de los que lo invocan, pudiendo decirse de Fermín lo que el Espíritu Santo dice del santo profeta Eliseo: «Durante su vida obró prodigios y en su muerte hizo maravillas». O lo que dice el santo profeta Elías: «Felices los que se han honrado con tu amistad» (Eccli., capitulo 48). Tal es, oh navarros, nuestro padre, nuestro abogado, nuestro amigo. Acudamos a él en todas nuestras necesidades e infortunios con la mayor confianza: dichosos nosotros si nos sabemos aprovechar de su protectorado. Haga ahora cada uno sus particulares peticiones.
   
Rezar las Alabanzas con sus Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
  
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Qué admirable sois, oh bondadosísimo Jesús, en vuestro fiel siervo San Fermín! Parece que en él quisisteis hacer ostentación de vuestra magnificencia. Vos lo escogisteis por amigo, depositario de vuestra confianza, embajador, obispo, apóstol, poniendo a su disposición los tesoros de la naturaleza y de la gracia y Fermín por su parte, como quien quiere entrar en competencia y rivalizar con Vos en generosidad, dedica todos vuestros dones y beneficios a vuestro servicio y honra, y á promover vuestra mayor gloria. Vos os empeñáis en ensalzar a Fermín, y él en humillarse en vuestra presencia por glorificaros: Vos le dais vuestro amor, y él llevó el suyo hasta su última expresión que es dar su sangre y su vida por Vos.
   
Y ¿es dable que os hayáis dignado conceder a Navarra por protector y abogado a San Fermín, tan íntimo y distinguido amigo vuestro? Si él es vuestro amigo, oh bondadoso Jesús, ¿qué no podrá conseguir de Vos? Y si él es nuestro hermano, ¿qué nos podrá negar? No dudamos que, como otro compasivo Jeremías, está continuamente abogando por sus pobres hermanos, y que Vos escucháis benigno y accedéis a sus peticiones. Y pues nos habéis dado, oh buen: Jesús, la vida de vuestro esforzado mártir y celoso apóstol Fermín por norma de la nuestra, os suplicamos que nos socorráis para que le imitemos. Le miraremos como nuestro maestro, y nos aprovecharemos de: sus enseñanzas; como a nuestro modelo y copiaremos sus virtudes: como a nuestro medianero y protector, y lo invocaremos en nuestras necesidades y tribulaciones; todo esto cumpliremos, divino Salvador, ayudados de vuestra gracia, a fin de que con el glorioso San Fermín cantemos vuestras alabanzas en el cielo por todos los siglos de los siglos. Amén.
     
Los Gozos se dirán todos los días.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)