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domingo, 9 de marzo de 2025

NOVENA A SAN SALVADOR DE HORTA

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Orazione introduttiva
Postrados ante vuestro altar, ¡oh gran taumaturgo San Salvador de Horta, sol espléndido de la Iglesia Católica, fúlgida gema del Seráfico Instituto, refugio seguro de los pobres enfermos, consolador de los afligidos!, os suplicamos desde lo más profundo del corazón que queráis impetrarnos de Dios Altísimo todas aquellas gracias que nosotros estaremos pidiéndoos en estos miércoles (o días).
 
A vos recurrimos llenos de confianza, ¡oh San Salvador!, para implorar de la Divina Majestad el perdón de nuestras culpas, el final de nuestros desórdenes y una santa perseverancia en la fe que hemos jurado a Dios en el bautismo. Avvalorati de la divina Gracia, mediante vuestro patrocinio, mejor conoceremos el motivo de nuestra existencia, empezaremos a vivir con sentimientos de verdadera piedad y adoraremos a nuestro Dios con corazón humilde y sincero, a imitación vuestra, ¡oh querido Santo!, a fin de obtener incluso de Dios aquella gloria que vos ya gozáis en el Paraíso. Amén.
 
DÍA PRIMERO
Meditación: FE DE SAN SALVADOR DE HORTA
Entre las virtudes teologales la Fe tiene, sin duda, el primer puesto. Ésta es el sólido vaso de nuestra justificación, es la luz divina que penetra en todas partes y nos hace conocer las santas verdades; es la vida de todas las virtudes, argumento certísimo de las verdades reveladas y esencia de lo que firmemente esperamos.
De la fe de nuestro Santo son incontrastable testimonio los numerosos milagros por él obrados, porque de esta virtud principalmente el Apóstol San Pablo hace depender cuando le atribuye un poder tan grande para transportar los montes. Él, de hecho, de todos aquellos que demandaban milagros les requería la fe, y según el grado de esta, obraba los prodigios. Era ciertamente un espectáculo sublime ver de un lado una multitud de herejes capitaneados por Lutero negar la confesión sacramental, del otro a Salvador frecuentarla para corregirse de las imperfecciones más pequeñas; de un lado los herejes mover guerra terrible a la Eucaristía, del otro a Salvador recomendar la confesión y la comunión a los enfermos que a él recurrían en cantidades numerosas, si querían obtener la curación completa de sus enfermedades. Y así que, por su medio, fueron obrados aquellos numerosos milagros que en su lenguaje real eran un testimonio inconfutable de las verdades cristianas y que demuestran la firme fe del Santo. Imitemos entonces nosotros al Taumaturgo en su fe, recordemos frecuentemente las palabras del Apóstol San Santiago el Menor de que la fe sin obras es muerta.
  
Milagro del Santo
Cierto Juan Penna de Cariñena, ya por dieciséis años se encontraba paralítico en una cama. Ningún remedio probado por la ciencia le había aprovechado, y por quince meses no le fue posible  cruzar el umbral de su casa. Perdida toda esperanza en los humanos remedios, se hizo conducir en litera al convento de Horta, distante casi cincuenta millas de Cariñena.
Un viaje lleno de dificultades para un enfermo de esta clase, pero no obstante Juan supo vencerlo todo con su fe. Apenas vio al hombre de Dios, se postró a sus pies y sollozando le pidió la curación de su mal.
«¡Acércate a los santos Sacramentos!», dice Salvador al pobre paralítico. Obedeció el pobre enfermo al mandato de Salvador, el cual bendiciéndolo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, le restituyó la primitiva salud. En el instante mismo Juan se levantó jubiloso de su litera, dándole gracias a Dios y a su siervo fiel, y perfectamente curado regresó a su país.
  
ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO
Oh Jesús, primera y eterna Verdad encarnada, que os complacisteis en revelar por medio de los Santos Apóstoles al mundo idólatra los arcanos misterios de vuestra santa Ley, admiro la pronta obediencia de ellos a vuestro divino querer, y confundido de mí mismo, que nacido del seno de la Santa Madre Iglesia, le presto tan poca fe, o la profeso fríamente, formándome una religión a capricho, agradable solo a mis pasiones. Por piedad, ¡oh Dios mío!, haced que vuestra santa Ley y la fe por mí jurada en el santo Bautismo, sean de ahora en adelante la norma de mi vivir; y a ejemplo de vuestro fidelísimo siervo San Salvador, viva como él vivió, obediente a vuestros santos preceptos, para conseguir la eterna salvación de mi alma. Amén.
  
Rezar tres Padre nuestros, con Ave María y Gloria.

RESPONSORIO

De Horta una luz es nacida
Que ilumina a toda España,
Principalmente a Cataluña
Y también a la Francia

Extinto en Cerdeña,
Refulge sobre los astros,
Luego de ínclitos milagros
Nos ilumine desde el Cielo

Los cojos corren ágiles,
Los ciegos se abren a la luz,
La boca de los mudos habla,
Y la sordera es desterrada.
 
A Dios Padre sea la gloria,
Y a su único Hijo,
Con el Espíritu Santo Paráclito
Ahora y perpetuamente. Amén.
 
Antífona: Este hombre desde su adolescencia mereció curar a los enfermos, y el Señor le dio una magna claridad para iluminar a los ciegos y poner en fuga a los demonios. He aquí al hombre que sin querella sirvió verdaderamente a Dios, absteniéndose de toda mala obra y permaneciendo en su inocencia.
 

Ruega por nosotros, bienaventurado San Salvador.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

ORACIÓNOh Dios, que admirablemente manifiestas tu Omnipotencia en la humildad de tus Santos, y que te dignaste honrar a tu siervo San Salvador con la gracia de admirables curaciones y de una connotada sencillez, te suplicamos nos concedas que cuantos imploramos el auxilio de sus peticiones, alcancemos eficazmente la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DÍA SEGUNDO

Meditación: ESPERANZA DE SAN SALVADOR DE HORTA
La esperanza consiste en la expectación de los bienes futuros, expectación que hace nacer en nosootros un sentimiento de humildad, que se manifiesta exteriormente con una fiel constancia en el servicio de Dios. Elevados por la fe de las bajezas de aquí abajo, podemos entrever, también entre las lágrimas, las bellezas inefables de las celestiales estancias. En San Salvador, no menos viva que la Fe, se revelaba la virtud de la Esperanza, la cual le fue siempre fiel compañía en toda tribulación y dolor, tanto frente a las cosas celestiales, como en las exigencias de la vida. Esperaba incluso en los casos en los cuales la prudencia humana desaconsejaba esperar, y muchas veces en casos similares confortaba a sus cofrades y superiores. A qué grado esta sublime virtud elevábase en San Salvador, lo dicen la fuerza y la constancia que tuvo en medio de las grandes persecuciones y dolores que Dios permitió estuviese como oprimido. La esperanza de los bienes eternos fue la única fuerza que lo animó a permanecer constante en medio de todas las tormentas de la vida y a buscar al Señor.
Esperemos y confiemos también nosotros en ir un día a gozar para siempre al Señor en el Santo Paraíso; pero que esta nuestra esperanza sea acompañada por un firme propósito de querer salvar el alma a toda costa, a cualquier sacrificio, practicando las virtudes y huyendo de toda ofensa a Dios.
 
Milagro del Santo
Un niño de nombre Miguel, hijo de Esperanza Fontanet de Tortosa, mientras jugaba cerca al río Ebro, se cae y, arrastrado por las aguas, se ahogó. Ninguno se dio cuenta de la triste desventura. Sólo después de dos días, pasando por allí el hermano mayor ve sobre el agua el cadáver de un niño, que resultó ser el de su hermano Miguel. Petrificado del dolor, corre inmediatamente a avisar a su madre, la cual cómo quedó al ver el cadáver de su hijo es más fácil imaginarlo que decirlo. En el ímpetu de su dolor levantó con los brazos temblorosos el cadáver de su propio hijo y con gritos desesperados se hizo decir: «¡Oh santo hombre Fray Salvador, escucha mis lamentos, mira mi dolor, dale vida a los gélidos miembros de este fruto de mis entrañas. Yo te prometo visitarte con él a Horta y permanecer ocho días en aquél santuario, lugar de gracias y de maravillas divinas».
Habiendo apenas pronunciado estas palabras, el difunto niño dio fuertes señales de vida, abrió los ojos y abrazando a su madre la cubrió de tiernos besos.
  
ORACIÓN PARA EL DÍA SEGUNDO
Justísimo y misericordiosísimo Jesús, por mi pésima vida y mis contínuos desórdenes, vuestra Providencia, infinitamente ultrajada por causa mía, debiera ciertamente negarme la virtud de la esperanza, don todo propio de las almas justas y fieles. Mas esto no lo permite vuestra divina clemencia, por la cual yo, indignísimo pecador os ofrezco los méritos de vuestro fidelísimo siervo San Salvador de Horta para que os dignéis eliminar de mi corazón todo sentimiento, por mínimo que sea, de desesperación, y la vana presunción de salvarme sin el acompañamiento de obras buenas y meritorias. Amén.

Rezar tres Padre nuestros, con Ave María y Gloria. El himno y la Oración se dirán todos los días.
  
DÍA TERCERO

Meditación: CARIDAD DE SAN SALVADOR DE HORTALa fede è la base del mistico edificio della nostra santificazione; la speranza ne costituisce le mura; ma l’edificio non è ancora completo: ci vuole la carità che lo termini e lo adorni. La carità è la corona della nostra perfezione, perché per essa noi ci uniamo a Dio, restiamo in lui ed Egli resta in noi. La ragione che ravviva la fede e giustifica la speranza è senza dubbio la carità, che comunemente noi chiamiamo amore puro, disinteressato, senza restrizioni, senz’altro movente che Dio e il prossimo.
Salvatore, infatti, ardeva di un tale amore, quanto può essere capace di ardere un cuore umano. Di questo amore e di quest’ardente carità ne erano segni, nel nostro Santo, le parole e lo zelo instancabile delle sue opere. Non respirava se non per il desiderio della maggior gloria di Dio, la quale produceva nell’anima sua benedetta un’ansia continua per la conversione dei peccatori, ed avrebbe voluto che tutti i cuori si accendessero del santo amore di Dio. Visitava i carcerati, esortandoli al pentimento; assisteva con straordinaria carità gli infermi, non badando mai alla schifezza delle malattie e delle piaghe, e, mosso da santa carità, operava I più strepitosi miracoli per ritornar loro la primitiva salute.
Ah! Se anche noi amassimo il nostro Dio ed il nostro prossimo, come realmente siamo tenuti, con tutto il cuore, con tutta l’anima, con tutte le nostre forze, non troveremo nessuna difficoltà nell’adempimento della divina legge, nella pratica delle virtù, nell’acquisto della cristiana perfezione.

Milagro del Santo
Angelina Masala de Cagliari, ya por siete años paralítica, abandonada de los médicos y habiendo sido vanos todos los remedios humanos, mandó a su criada al convento de Santa María de Jesús para llamar al Santo y encomendarse a sus oraciones e implorar del cielo su curación.
El Santo, apenas verla, le aconsejó confesarse y comulgar porque sin duda la Virgen le habría dado esa gracia. Obedeció pronto Angelina, y el mismo día, después de haber recibido los Santos Sacramentos, Salvador volvió nuevamente a visitarla, y con la señal de la Cruz la curó instantáneamente de la enfermedad que por siete años la tenía clavada a la cama.



Preghiera

Dio del santo amore, desideroso come siete di comunicarmi i vostri doni più di quel che io sia pronto a riceverli, sebbene immeritevole, spero e confido d’ottenere per i meriti del vostro amoroso servo San Salvatore il dono più importante e fine di tutti i doni, che è quello di amare Voi sopra ogni cosa ed il prossimo come me stesso. Se questa preghiera sarà da voi ascoltata, o mio Dio, tutta la mia mente, il mio cuore, l’anima mia, tutte le mie forze saranno impiegate a conoscervi, a benedirvi e ad amarvi eternamente. Detesto l’empio rifiuto che finora Vi ho fatto dell’amor mio e vorrei perdere mille beni, mille vite, piuttosto che mancare al debito di amarvi, che natura, religione e gratitudine m’impongono. Amen.

Tre Pater, Ave, Gloria


DÍA CUARTO

Meditación: ORACIÓN DE SAN SALVADOR DE HORTAUno dei mezzi più necessari per acquistare l’eterna felicità è senza dubbio l’orazione. Questa è una chiave potentissima, che apre il cuore di Dio, lo piega e lo muove a compassione per noi e per I nostri simili. L’orazione è assolutamente necessaria, perché senza di essa non si può avanzare nel bene, essendo ad essa legati gli aiuti e le grazie del Signore.
Il nostro Santo, ben sapendo che senza l’orazione è impossibile acquistare la salvezza eterna, vi si dedicò con uno studio singolarissimo e con assiduità ognor crescente. Nell’orazione specialmente mentale, che s’aggirava ordinariamente sulla Passione di Gesù, Iddio gli concesse quelle estasi sublimi che quasi tutti i giorni fu visto rapito in aria, immobile, alienato dai sensi, sia nella Cappella del titolo della Pietà nel convento di Gesù Maria in Cagliari, sia dentro la sua cella medesima. Dalla sua orazione egli ne usciva insignito dell’impero di tutte le cose create perché a lui era obbediente tutta quanta la natura; gli uccelli scendevano sulle sue mani per nutrirsi, il pane si cambiava in fiori, i venti si chetavano e le onde furiose del mare si rabbonivano.
Imitiamo ancor noi lo spirito di preghiera del nostro Santo, affinché il Signore ci conceda quelle grazie che ci abbisognano per la vita e per l’eternità; sia la nostra preghiera continua, fervorosa, umile e perseverante, ed allora noi otterremo tutto quello che bramiamo.
 
Milagro del Santo
Una noble señora de Cagliari, encontrándose ya por ocho días en los dolores del parto y habiendo los médicos declarado a la pobre en peligro de muerte, ya que la ciencia había agotado en el caso todos los remedios, hizo llamar a Fray Salvador en aquella hora de dolor y de angustia.
El siervo de Dios, apenas vio a la pobre desdichada, que ya era agonizante y viendo el dolor y la angustia de los familiares, dijo: «¡No lloréis, de aquí a pocos minutos dará a luz un hijo que será la consolación de sus padres y será también un santo sacerdote de mi Orden!». La bendijo y ella despertó y dio a luz el fruto de su amor.
Al día siguiente, el santo regresó y viendo a la pobre señora le dice: «Buena señora, vos seréis madre de otros tres hijos. Pero no tengáis miedo: no sufriréis más. Cuando yo no esté más en esta tierra y vos os encontréis en estado de embarazo y arribéis al sexto mes, visitad por nueve miércoles consecutivos mi tumba, haced oración y encended nueve lámparas a la Madre de Dios, y vos alumbraréis siempre felizmente». Así, de hecho, sucedió, pues la noble señora cagliaritana fue madre de otros tres hijos y, obediente a las palabras del Santo, no tuvo más que sufrir dolor al dar a luz a sus tres últimos hijos.
 
Preghiera


Prostrato al trono delle Vostre grandezze, o Padre delle misericordie, confesso che se mi trovo soglio di virtù, è la mia colpa. Voi vi degnate scoprirmi nell’orazione un celeste tesoro di eterne ricchezze, una grazia validissima e potente per difendermi dai colpi terribili dei miei spirituali nemici, io, invece, per negligenza e per pigrizia trascuro di arricchirmi dell’uno e di valermi dell’altra. Ah! Mio Dio, perdono! Sì, sì fino da questo momento io ricorrerò sempre a Voi con una fervorosa preghiera, per imitare almeno in parte l’orazione ardente del mio caro San Salvatore. Ma Voi, o Signore, che ci insegnate come dobbiamo pregare, Voi dovete aiutarmi, affinché vedendo esaudite le mie preghiere asciughiate le mie lacrime, e, accolti i miei voti, possa ripete con il Profeta: «Sia sempre benedetto il Signore, che non ha ritirato da me né la sua orazione, né la sua misericordia».
Amen.


DÍA QUINTO

Meditación: HUMILDAD DE SAN SALVADOR DE HORTAL’umiltà è la virtù più esaltata dal cristianesimo, che dovendo un dì rigenerare l’uomo corrotto, doveva prima fargli conoscere la propria miseria per renderlo poi capace di acquistare tutte le altre virtù.
Imparate da me –disse Gesù Cristo – che sono mite ed umile di cuore e ritroverete la pace nelle anime vostre. Questa virtù può chiamarsi veramente la virtù singolare e prediletta da Gesù Cristo, poiché non solo non si contentò d’inculcarla con le parole, ma volle altresì esercitarla Egli stesso dal momento della sua nascita fino alla morte in Croce.
Il nostro Santo amò talmente questa virtù da accogliere di gran cuore i disprezzi ed amare il proprio annientamento. A suo giudizio i benefizi di Dio sia d’ordine soprannaturale che naturale cadevano sopra un indegno. Sebbene fosse da tutti lodato, non si udì mai dalla sua bocca una parola di vanto, né un detto che in qualche modo vi tendesse. Occultava, quando lo poteva, qualunque cosa che meritasse encomio, non si discolpava delle rampogne che in prova gli facevano i suoi superiori, e si giudicava il peggiore dei peccatori del mondo. Mentre i popoli, compresi da meraviglia a cagione delle sue virtù, e dei suoi strepitosi miracoli, lo onoravano con entusiasmo indescrivibile, Salvatore si umiliava profondamente a Dio e a Lui solo ne rendeva la gloria o l’onore.
Incominciamo anche noi ad abbassarci di vero cuore dinanzi a Dio, il quale, siccome rimira con occhio di sdegno I superbi, così getta lo sguardo benigno sopra gli umili, comunicando a loro con abbondanza I suoi favori e le sue grazie.

Milagro del Santo
Mientras un día Fray Salvador pedía limosna por una calle de Cagliari, se encontró con un pobre ciego. Acercándose el Santo, le dijo: «Hermano, no te puedo dar más que lo que me fue dado de lo alto». Acto seguido le signó con la Cruz sobre los ojos e inmediatamente le retornó la vista. El pobre ciego curado, ante tanta gracia buscaba besarle los pies, pero Fray Salvador no permitió semejante acto, sino que le dijo que fuese enseguida a la iglesia, recibiese los Santos Sacramentos de la Confesión y de la Comunión, y diese honor y gloria a Dios y a su Santísima Madre.

Preghiera

Altissimo Iddio, che dimentico quasi della vostra grandezza, Vi degnaste scendere dal cielo in terra a confusione dell’umana superbia, pieno di santo rossore, pregovi umiliare questo mio indomabile orgoglio, liberare l’anima mia dallo smoderato amor proprio e farmi vivere come visse, durante la sua mortale carriera, scevro da ogni macchia di superbia, il vostro umilissimo servo e mio protettore San Salvatore, per I meriti del quale spero io il possesso della vera umiltà. Amen.


DÍA SEXTO

Meditación: POBREZA DE SAN SALVADOR DE HORTALa volontaria povertà di salvatore superava eziandio quella che egli, al pari dei suoi confratelli, aveva abbracciato nella santa confessione. Ai suoi confratelli soleva spesso ripetere: «Non dobbiamo temere, o fratelli miei, per la nostra povertà, poiché avremo in Dio un provveditore fedele, se noi sapremo servirlo con tutta l’anima nostra. Ricordatevi che la santa povertà è feconda miniera di virtù. Essa ci obbliga ad essere umili, assoggettandoci a quelli che ci hanno da sovvenire; ci stimola ad essere devoti, obbligandoci a ricorrere alla mensa del Signore; ci toglie le occasioni di quei litigi che spengono la carità fraterna e ci allontana dal mondo e dalle sue comodità caduche per aspirare ai soli beni eterni.
Gettiamo uno sguardo sopra noi stessi ed esaminiamo se regna vivo sopra l’animo nostro l’affetto ai beni della terra, alle ricchezze e alle comodità della vita; se ci lamentiamo della Divina Provvidenza perché ci ha collocati in povera condizione e cerchiamo ogni mezzo, anche illecito, per migliorare il nostro stato di vita. Deh! Ricordiamoci che se vogliamo correre speditamente la via del bene, dobbiamo, dobbiamo amare la santa povertà, nella quale consiste la vera libertà dei figliuoli di Dio».
 
Miracolo del Santo
El médico Polla de Cagliari tenía seis meses yacente en cama por una gravísima enfermedad. Siendo vanos e inútiles los humanos remedios, hizo llamar a su lecho a Fray Salvador. Ya el pobre médico había sido confortado con los Santos Sacramentos y la familia destrozada preveía la muerte de un momento a otro. Cuando llegó el siervo de Dios, el médico ya había perdido el sentido y el habla. En la habitación del moribundo gemía y sollozaba su desolada consorte con sus inocentes hijos. Tanto tormento conmovió el corazón del Santo que, elevando en aquel momento los ojos al cielo y haciendo al agonizante doctor la señal de la Cruz, dijo: «¡Deja, oh fiebre cruel y maligna, a este hombre, no lo atormentes más!». Inmediatamente la fiebre abandonó al pobre doctor, el cual levantándose enseguida de la cama, se postró a los pies del Santo para agradecerle por el milagro obrado en su favor.

Preghiera

Nel rimirare l’eroica povertà del mio caro santo, quanto mi confondo , o mio buon Gesù. Il mio cuore, sempre tormentato dalla febbre di ricchezze e di guadagni, non sa rassegnarsi ai rigori della povertà e sempre si lamenta delle vostre amorose disposizioni. Eppure Voi proclamaste beati i poveri! Deh! O caro Gesù, per la Vostra sublime povertà e per le dure privazioni del mio amabile santo, svelatemi le bellezze di questa virtù, affinché, innamorato di essa, mi distacchi interamente dalle umane cupidigie ed aspiri unicamente a Voi che siete la sorgente dei veri beni e delle vere ricchezze. Amen.


DÍA SÉPTIMO

Meditación: CASTIDAD DE SAN SALVADOR DE HORTALa castità è una virtù così bella e sublime che i pagani stessi la circondarono di un religioso rispetto e di una santa venerazione. E’ la virtù cristiana che rende l’uomo simile agli angeli e lo distingue qual faro luminoso in mezzo alle tenebre delle passioni umane. E’ quell’altare d’oro sul quale brucia il timiama della divozione.
Questa virtù fu grandemente amata dal nostro Santo che fin da fanciullo la coltivò in modo mirabile. Purissimo qual era nella fanciullezza, tale si conservò nell’età matura, serbando purissimo il cuore, le azioni, il portamento e tutto se stesso. Era molto guardingo contro gl’impuri allettamenti della carne e dominò gli occhi e gli altri sensi da averli sempre soggetti alla ragione. Tuttavia, non rifuggiva dall’adoperarsi ogni volta che la carità ve lo obbligasse, a togliere dal fango delle passioni tutti quelli che a lui ricorrevano nei dubbi e nei pericoli.
Per conservare, poi, tanta virtù, egli non dava tregua al suo corpo innocente, mortificandolo con rigorose penitenze e sanguinose discipline. Riflettiamo ancor noi che la purità del cuore è indispensabile a tutti indistintamente per conseguire l’eterna salvezza, avendo detto lo Sprito Santo che in cielo non entrerà nulla d’immondo, ma soltanto coloro che sono scritti nel Libro della Vita dell’Agnello Immacolato.



Miracolo del Santo
En 1584, Coloma Ramis, hermana del P. Miguel Ramis, sacerdote de los Frailes Menores, y mujer de cierto Salvatore Serra de Cagliari, venida con su madre de Mallorca a Cerdeña, fue golpeada durante el viaje de una gravísima pulmonía.Arribada a Cagliari, la enfermedad se agravó a tal punto que los médicos desesperaron de salvarla. Sabiéndolo Fray Pedro Moret, quien fuera compañero de Fray Salvador en Horta y en Cagliari, le aconsejó al hermano de la pobre enferma tomar un poco de tierra de la tumba del siervo de Dios y dársela a la hermana agonizante en un poco de agua y al mismo tiempo recitar nueve Padre nuestros, con Ave María y Gloria, pronunciando al final las palabras: ¡Jesús, María, salvadme!
El hermano de Coloma siguió el consejo de Fray Pedro, dio el polvo del sepulcro del santo a su hermana, la cual se curó instantáneamente de aquella grave enfermedad. En agradecimiento a tal favor, Coloma Ramis vistió el hábito por un año, luego del cual, junto con su collar de oro, depuso en la capilla de su celestial bienhechor.


Preghiera


O terno giglio di purità, sorgente inesausta d’innocenza, io vilissimo peccatore arrossisco di comparirvi innanzi macchiato da mille sozzure. Ma poiché ho sempre presente la perpetua verginità della vostra Madre, o Redentore divino, desidero restituirmi a questa purità d’affetto che ottenni con la stola battesimale, ad imitazione del vostro castissimo servo e mio avvocato San Salvatore. Mondatemi, perciò, o Signore, da qualunque macchi d’impurità col bagno salutare del Vostro Preziosissimo Sangue; allontanatemi da ogni pericolosa occasione, affinché quest’anima mia, questo mio corpo, divenuto vero Tempio dello Spirito Santo, non più si diletti che delle celesti dolcezze. Amen.


DÍA OCTAVO

Meditación: OBEDIENCIA  DE SAN SALVADOR DE HORTAFra i tre voti essenziali che costituiscono la vita religiosa, è, senza dubbio, il principale quello dell’obbedienza, la quale per essere veramente perfetta ha da essere la morte della propria volontà.
Volontaria, pronta, cieca ed universale era certo l’obbedienza del nostro Santo. Durante il tempo che Egli visse nella casa paterna, non si rifiutò mai agli ordini dei suoi genitori, anzi preveniva coll’obbedienza i loro comandi. Entrato nella francescana famiglia, durante tutta la sua vita considerò i suoi superiori come ministri e vicari di Cristo in terra e li onorò per la loro dignità. Obbediva senza guardare a sacrifizi e senza guardare alle qualità loro, prestava la sua obbedienza all’ufficio di cui erano investiti.
Persuaso che i trasferimenti e le vicende della sua vita fossero ordinate dalla Provvidenza, non chiedeva mai d’essere trasferito ad altra comunità, fuori di quella che le assegnava la santa ubbidienza. Imitiamo ancor noi il nostro Santo in questa bella virtù, siamo ubbidienti alla Legge santa di Dio, perché in questa sola noi troveremo l’eterna salvezza dell’anima nostra. Ricordiamoci spesso che Gesù fu ubbidiente sino alla morte di croce, e il suo esempio sarà per noi di conforto, quando ne sentiremo il peso.



Miracolo del Santo
Don Juan, hijo del Conde de Elda, virrey de Cerdeña, por una gravísima parálisis que le dejo completamente inerte gran parte del cuerpo, se encontraba en inminente peligro de vida. Desahuciado por los médicos y siendo vanos todos los remedios humanos, su padre, destrozado por el dolor, corrió enseguida al convento de Santa María de Jesús e hizo encender nueve lámparas sobre la tumba de San Salvador. Entretanto, un padre franciscano dirigióse enseguida a la casa del virrey con la reliquia del santo, y después de recitar tres Padre nuestros y tres Glorias, bendijo con la reliquia al pobre enfermo, que en ese instante recuperó los sentidos, fue sanado de la grave parálisis y se levantó inmediatamente del lecho con maravilla y estupor de todos los presentes. En memoria de tan prodigiosa curación, el Virrey quiso que nueve lámparas ardiesen contínuamente sobre la tumba del Santo.


Preghiera


O amato redentore Gesù, Voi che per amor nostro vi faceste ubbidiente fino alla morte di Croce, deh! Istillate in me un ardente amore alla santa virtù dell’ubbidienza. Io ingrato e sconoscente a tanti vostri benefici e a tanto vostro amore, non solo trasgredisco continuamente la santa Vostra legge, alla quale dovrei essere sempre soggetto ed ubbidiente, ma oso ancora alzare il grido della ribellione e della superbia. Da questo momento, però, Divino Redentore, Vi prometto di essere più ubbidiente in tutto e per tutto ai vostri santi voleri e di riconoscere Voi solo unico mio Signore, a cui tutte le creature devono ubbidire, come Vi riconosceva e Vi ubbidiva il Vostro servo fedele e mio avvocato San Salvatore, durante la sua vita terrena, onde assieme a Lui possa ancor io avere quel premio eterno che avete promesso ai veri e perfetti ubbidienti. Amen.


DÍA NOVENO

Meditación: PENITENCIA DE SAN SALVADOR DE HORTASaldo sostegno e guardia sicura dell’innocenza sono certamente, secondo i Padri della Chiesa, le mortificazioni e le austerità.
Persuaso di questa santa verità, il nostro Santo, quanto si dimostrò amabile, benigno, dolce, caritatevole con i suoi prossimi; altrettanto fu rigoroso e santamente crudele con se stesso. Attendendo quotidianamente con animo fermo alla perfezione evangelica, si diede completamente alla vita contemplativa, struggendosi in lacrime nelle sue altissime contemplazioni, massimamente considerando la Passione di Gesù Cristo e i Dolori di Maria. Gli aspri flagelli, i cilici, le rigorose discipline, i sonni brevissimi e sulla dura terra, il digiuno frequente in pane ed acqua, in mezzo ad una vita laboriosa ed attiva, erano il dolce trattenimento del suo fervente spirito che lo spingevano a sempre maggiori asprezze e penitenze, per imitare più fedelmente il Divino Redentore, vero modello di santità e perfezione e per conservare illibata la sua innocenza. Noi non abbiamo, come il nostro Santo, conservato l’innocenza e la grazia; anzi, all’opposto, è stata da noi più e più volte follemente perduta; ciononostante nutriamo somma avversione per ogni più piccolo patimento, per ogni più leggera penitenza. Disinganniamoci al lume di questa grande verità: senza mortificare le opere della carne con lo spirito della penitenza, non conseguiremo l’eterna beatitudine. Imperocché, chiunque sfugge le amarezze della croce di Gesù Cristo e vuol gustare i piaceri momentanei del mondo, non avrà mai parte con Gesù nel beato suo Regno.
  
Milagro del Santo
Sor Juana Camps, novicia del monasterio de Santa Clara en Gerona, teniendo por una parálisis, inmóviles las manos y las piernas, sabiendo que Fray Salvador estaba en aquellos días de paso en la ciudad, pidió a las monjas que lo llamasen para que quisiera visitarla. Poco después el Santo fue al monasterio y, hecha conducir a la pobre enferma a la ventanilla donde las hermanas reciben la comunión, apenas la vio, le puso en su mano su corona franciscana y bendiciéndola en el  nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, le dijo: «Levántate y ve enseguida a darle gracias a la Santísima Virgen por la salud recuperada». La novicia se levantó al instante, con sorpresa de sus hermanas, sana y salva de su enfermedad, dando gracias por tal prodigio a la Santísima Virgen y a su siervo San Salvador de Horta.

Preghiera


O mansuetissimo agnello Gesù, che assoggettandovi volontariamente a tutte le pene d’una durissima vita di sofferenze e di privazioni, Vi degnaste ancora di morire fra mille angustie sul duro legno della croce a sconto delle mie colpe, pieno di confusione a Voi umilmente ricorro affinché per i meriti per l’innocente e penitente vostro servo San Salvatore, mi concediate sentimenti di vero dolore e di compunzione. O mio Dio, Voi solo potete liberarmi dal grave fardello delle mie colpe; Voi solo potete coprire l’eccesso della mia ingratitudine col manto della vostra ineffabile misericordia. Amén.
  

ORACIÓN DEL PADRE DIMAS SERPI OFM A SAN SALVADOR DE HORTA, PARA EL ÚLTIMO DÍA DE LA NOVENA
Oh gloriosísimo San Salvador, nuestro especial protector y abogado, mostradnos el verdadero camino para transitar en este valle de lágrimas, en medio de tantas ocasiones y peligros. Impetradnos del Sumo Dios una Fe viva, Esperanza firme, Caridad ardiente, saludable Penitencia de nuestras culpas y todos los donoes sobrenaturales que necesitamos según nuestro estado y vocación. Os rogamos, además, que a todos nuestros parientes y amigos, presentes y ausentes, les dispense nuestro buen Jesús, por vuestra intercesión, el pan diario, las luces, los auxilios y gracias para la vida y salvación del alma y el honesto mantienimiento para la vida del cuerpo. Amén.

sábado, 8 de marzo de 2025

PREFACIO DE SAN JUAN DE DIOS

San Juan de Dios (atribuido a Joaquín Gutiérrez; Colección de Arte del Banco de la República de Colombia).

La Orden Hospitalaria, fundada en 1572 siguiendo la espiritualidad y apostolado que iniciara San Juan de Dios en Granada (España), poseía este Prefacio propio para su fiesta y Misas votivas, en el que se describe cómo, ardiendo en el amor de Cristo antes y después de su conversión, ejerció la caridad este santo, tanto en lo material como en lo espiritual (todo lo contrario y a la visconversa de Teresa Calcutense):

LATÍN
Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos Tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus, qui mirábilis in Sanctis tuis, nova per eos in Ecclésia semper instáurans exémpla virtútum, in Beato Patri Nostro Joánne exímium nobis cœléstis Misericórdiæ Tuæ Minístrum tribuísti. Hic enim vere discípulus Unigéniti Fílii Tui Dómini Nostri Jesu Christi, quem pro tótius mundi salúte míttere dignátus es, ómnibus ómnia factus, ad animárum corpórumque médelam in omnes divínæ suæ Caritátis ignem effúdit. Misericórditer esuriéntem áluit, recreávit sitiéntem, coopéruit nudum, hóspitem éxcepit, ministrávit infírmo, deténtem non derelíquit in vinculis, et cunctórum fuit páuperum Adjútor et Parens. Per ipsum pátuit errántibus via, lumen cœcis, periclitántibus levámen, afflíctis solátium, et jugis in sua prole ægrotántibus pietátis hospítium. Et ídeo cum Ángelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cúmque omni milítia cœléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus sine fine dicéntes: Sanctus…

TRADUCCIÓN
Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios omnipotente y eterno, admirable en tus Santos, que instaurando siempre en la Iglesia ejemplos nuevos de virtudes por su medio, nos concediste en nuestro bienaventurado Padre San Juan un eximio ministro de tu celestial misericordia. Este es el verdadero discípulo de tu Unigénito Hijo Jesucristo nuestro Señor, que te dignaste enviar para la salvación de todo el mundo, haciéndose todo para todos para la curación de las almas no menos que de los cuerpos, extendiendo en todos el fuego de su divina caridad. Él misericordioso alimentó a los hambrientos, recreó a los sedientos, vistió a los desnudos, recibió a los forasteros, sirvió a los enfermos, no abandonó en su cadena a los detenidos, y fue auxilio y padre de todos los pobres. Por él se abrió camino a los que estaban en el error, los ciegos recobraron la luz, fue apoyo a los que estaban en peligro, consuelo a los afligidos y por medio de sus hijos procuró un asilo de perpetua caridad a los enfermos. Y por eso, unidos con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con todos los coros de la milicia celestial, cantamos un himno a tu gloria diciendo sin cesar: Santo…

LA MISIONERA QUE NO EVANGELIZÓ, EN EL MISAL Y CALENDARIO NOVUSORDITA


El pasado 24 de Diciembre de 2024, mediante el Protocolo N.º 703-24, el Cardenal Arthur Roche, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos novusordianos, tras hacer un panegírico en honor a Inés Gonxha Bojaxhiu Bernai, más conocida como “Madre Teresa de Calcuta”, decreta en nombre de su señor Francisco Bergoglio que «la celebración de santa Teresa de Calcuta, virgen, se inscriba en el Calendario Romano General, el 5 de septiembre, con el grado de memoria libre», y que sea inscrita en el Misal, la Liturgia de las Horas y el Martirologio de su secta. La noticia salió en el Boletín diario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede el pasado 11 de Febrero de 2025.
   
Para los interesados en conocer los propios que esta “nueva fiesta” tendrá, bien pueden remitirse al Anexo «Additiónes in Libris litúrgicis Ritus Románi de memória ad líbitum Sanctæ Terésiæ de Calcútta, vírginis» para consultarlos en su original latín (queda en las Conferencias episcopales la tarea de traducirlos). Aquí nos concentraremos en hacer un comentario, comenzando por la Misa –La Misa puede seguir el Común de las Vírgenes II (pro una virgine), que cuenta con tres formularios; o el Común de los Santos III (pro iis qui ópera misericórdiæ exercúerunt), mas con oración y lecciones propias– Es este último el formulario que seguiremos para el análisis, comenzando por el Misal, y luego por el Breviario (Los textos latinos de la Misa son de la edición típica del año 2002, y salvo la Oración colecta, la lección de la Liturgia de las Horas –disponible en español– y la entrada del Martirologio, todas las traducciones son de la Conferencia Episcopal Española):
  • El Introito es, como queda dicho, ad líbitum, pudiendo escogerse entre «Veníte, benedícti Patris mei, dicit Dóminus: infírmus eram, et visitástis me. Amen dico vobis, quámdiu fecístis uni ex his frátribus meis mínimis, mihi fecístis» (Venid vosotros, benditos de mi Padre, dice el Señor. Estaba enfermo y me visitasteis. En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis), adaptado de Mateo 25, 34, 36 y 40; o «Dispérsit, dedit paupéribus: justítia ejus manet in sǽculum sǽculi, cornu ejus exaltábitur in glória» (Reparte limosna a los pobres, su caridad dura por siempre, y alzará la frente con dignidad), del Salmo 111 (112, siguiendo la numeración hebrea), 9.
  • La Oración colecta (que también se registra en las Laudes y Vísperas de la novusordiana Liturgia de las Horas) dice:
    «Deus, qui beátam Terésiam, vírginem, vocásti, ut amóri Fílii tui in cruce sitiéntis exímia caritáte in paupérrimos respondéret, da nobis, quǽsumus, ejus intercessióne, in afflíctis frátribus Christo ministráre. Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum» (Oh Dios, que llamaste a la bienaventurada Teresa, virgen, a corresponder al amor de tu Hijo, sediento en la cruz, con una caridad extraordinaria hacia los más pobres entre los pobres, te rogamos nos concedas, por su intercesión, servir a Cristo entre nuestros hermanos afligidos. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos).
    Teresa de Calcuta no sirvió a Cristo, porque su servicio a los pobres fue meramente con fines terrenos, olvidándose que ellos tenían alma que salvar.
        
  • La “lectura” es de Isaías 58, 6-11.
  • El salmo responsorial (no existe el Gradual ni el Tracto en la Misa montiniana), es tomado del salmo Salmo 33 (34 si se sigue la numeración hebrea), versos 2-3. 4-5, 6-7, 8-9, 10-11, n. 739, 5. La respuesta es tomada del verso 2a: «Bendeciré al Señor en todo tiempo».
  • El verso antes del Evangelio es del cap. 11, verso 25 del Evangelio de San Mateo: «Benedíctus es, Pater, Dómine cœli et terræ, quia mystéria regni párvulis revelásti» (Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a los pequeños).
  • La perícopa evangélica es de San Mateo, capítulo 25, versos 31-46 (aunque se ofrece también una forma breve que va hasta el verso 40). El pasaje favorito de los conciliares para justificar su filantropía y la “teología de la liberación”.
  • Toda vez que en el Novus Ordo no existe antífona de Ofertorio, pasemos a la Oración sobre las Ofrendas (no se le puede llamar “Secreta” porque SE DICE EN ALTA VOZ):
    «Súscipe, Dómine, múnera pópuli tui, et præsta, ut, qui Fílii tui imménsæ caritátis opus recólimus, in tui et próximi dilectióne, beátæ Terésiæ exémplo, confirmémur. Per Christum Dóminum nostrum» (Recibe, Señor, los dones de tu pueblo y concede a quienes celebramos las maravillas del inmenso amor de tu Hijo, reafirmarnos, a ejemplo de santa Teresa, en el amor a ti y al prójimo. Por Jesucristo, nuestro Señor).
    ¿Cómo podría «reafirmarnos en el amor a Dios y al prójimo» el ejemplo de Teresa de Calcuta? O mejor, ¿lo hará en absoluto? NO. Ella no amó a Dios, porque no guardó sus mandamientos, el primero de ellos «No tendrás otros dioses delante de Mí». Y porque no Le llevó a los pobres y a los enfermos a los que atendía en Calcuta (que era su deber como misionera), sino que los dejó en «las tinieblas de la idolatría o del islamismo» (cf. Consagración al Sagrado Corazón de Jesús) diciéndoles como ella decía: «Convierto al hindú en un mejor hindú, al musulmán en un mejor musulman».
            
  • Sobre el Prefacio, hay varios para escoger, toda vez que la Madre Teresa de Calcuta es conmemorada en el Novus Ordo fuera del Tiempo Pascual. Recordemos que el Misal montiniano tiene seis prefacios comunes, siendo el prefacio de la Misa tradicional el segundo de la lista [con la novusordiana glosa «Qui bonitáte hóminem condidísti, ac justítia damnátum misericórdia redemísti...» (Que por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, con tu misericordia lo redimiste...)]. A efectos de nuestro análisis, usaremos el prefacio de las Santas Vírgenes y Religiosas, titulado De signo vitæ Deo consecrátæ (Significado de la vida de consagración exclusiva a Dios), que va en este tenor, y según las rúbricas, se puede decir también en las memorias:
    «In Sanctis enim, qui Christo se dedicavérunt propter regnum cœlórum, tuam decet providéntiam celebráre mirábilem, qua humánam substántiam et ad prim oríginis révocas sanctitátem, et perdúcis ad experiénda dona, quae in novo sǽculo sunt habénda. Et ídeo, cum Sanctis et ángelis univérsis, te collaudámus, sine fine dicéntes» (Porque celebramos tu providencia admirable en los santos que se entregaron a Cristo por el reino de los cielos. Por ella llamas de nuevo a la humanidad a la santidad primera que de ti había recibido, y la conduces a gustar los dones que espera recibir en el cielo. Por eso, con los santos y todos ángeles, te alabamos proclamando sin cesar).
     
  • La antífona de comunión es ad líbitum, tomada de San Juan 15, 13: «Majórem hac dilectiónem nemo habet, ut ánimam suam ponat quis pro amícis suis» (Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos); o de San Juan 13, 35: «In hoc cognóscent omnes quia discípuli mei estis: si dilectiónem habuéritis ad ínvicem, dicit Dóminus» (En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros, dice el Señor). Cualesquiera de los dos, ninguno le cuadra, porque la primerísima obra de misericordia que da testimonio de caridad verdaderamente cristiana es EVITAR QUE MÁS ALMAS CAIGAN AL INFIERNO, y eso no lo hizo Teresa Calcutense (porque para cuidados materiales y médicos nada más, en nada se distinguen de Médicos Sin Fronteras, los Club de Leones, esos señores de sombrero fez que llaman los Shriners, cualquier fundación u oenegé, o la Teletón –bueno, sí la hay–).
  • La postcomunión es ad líbitum, pudiendo escoger entre:
    «Sacris mystériis reféctos, da nos, quǽsumus, Dómine, beátæ Terésiæ exémpla sectári, qui te indeféssa pietáte cóluit, et pópulo tuo imménsa prófuit caritáte. Per Christum Dóminum nostrum» (Alimentados, con estos sagrados misterios, concédenos, Señor, seguir los ejemplos de santa Teresa, que te dio culto con devoción constante y enriqueció a tu pueblo con un amor sin medida. Por Jesucristo, nuestro Señor).
    O :
    «Sacraménti salutáris, Dómine, pasti delíciis, tuam súpplices deprecámur pietátem, ut, beátæ Terésiæ caritátis imitatóres effécti, consórtes simus et glóriae. Per Christum Dóminum nostrum» (Después de gustar el sacramento de salvación, invocamos tu misericordia, Señor, para que, imitando la caridad de santa Teresa, participemos también de su gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor).
    Comentario ídem al anterior, añadiendo que toda la gloria de Teresa Calcutense (que adoró a Buda y al cabronazo de Gandhi) estuvo en el mundo, y no en Dios. Prueba de ello son la Orden “Padma Shri” de India y el Premio “Ramón Magsaysay” por la Paz y el Entendimiento Internacional de Filipinas en 1962, el Premio “Jawaharlal Nehru” del Entendimiento internacional en 1969, el Premio “Papa Juan XXIII” de Paz en 1971, el Premio “Pacem in terris” en 1976, el Premio Nóbel de Paz en 1979, la Orden “Bharat Ratna” de India en 1980, la Legión de Honor de Haití en 1981, Compañera honoraria de la Orden de Australia en 1982, Miembro honorario de la Orden del Mérito del Reino Unido en 1983, la Medalla “Honor de la Nación” de Albania en 1994 y demás condecoraciones y reconocimientos que no le cabían en el sari, amén de los tres días de duelo declarados por el gobierno indio tras su muerte y el funeral de Estado con la presencia de varios jefes de Estado, la bandera de la India sobre el ataúd y las veinte y una salvas de cañón de circunstancia.
Lo que quizá el 99,8765% de los modernistas desconozca (fuera de los DOS presbíteros propios de los Misioneros de la Caridad) es este formulario es derivado del formulario propio que Teresa Calcutense tiene en su congregación de las Misioneras de la Caridad para solemnizar su fiesta (y a buen seguro que ni siquiera esos dos gatos –y ni decir del presbítero canadiense de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro Matthew J. McNeely– tampoco saben que existe en latín). Pero aunque sea excedernos en estas labores escriptoriales (y probablemente no nos lo quieran agradecer ni acreditar –habida cuenta de los copiones–), lo presentamos acá (por supuesto, profundizando solo lo que los diferencia). De buena manera y gratis:
  • El Introito es «Veníte, benedícti Patris mei, dicit Dóminus: sitívi et dedístis mihi bíbere; ecce, ego nunc do vobis aquam vitæ ætérnæ» (Venid vosotros, benditos de mi Padre, dice el Señor. Tuve sed y me disteis de beber. He aquí que ahora os doy el agua de la vida eterna), cuya primera parte es de Mateo 25, 34-35. La segunda, no aparece ni literal ni parafraseando (por visto, la regla novusordita de no proclamar nada que no esté en la Escritura la pasaron por alto).
  • La Oración colecta es la misma que se señaló anteriormente, así que no vamos a reincidir. Comentario ídem para las lecturas.
  • La “segunda lectura” es de la 1.ª Epístola de San Juan, capítulo 4, versos 7-16.
  • Toda vez que en el Novus Ordo no existe antífona de Ofertorio, pasemos a la Oración sobre las Ofrendas (no se le puede llamar “Secreta” porque SE DICE EN ALTA VOZ):
    «Súscipe, Dómine, obséquium humilitátis nostræ, quod tibi in sollemnitate beátæ Terésiæ exhibémus, ut, ex huius participatióne mystérii, nos caritáte flagráre et sollicitúdine salútis animárum concédas combúri. Per Christum Dóminum nostrum» (Recibe, Señor, la ofrenda de nuestra humildad, que te presentamos en la solemnidad de santa Teresa, para que, al participar en este sacramento, seamos inflamados en la caridad y consumados por el celo de la salvación de las almas. Por Jesucristo nuestro Señor).
    Dime de qué presumes, y te diré de qué careces.
            
  • El Prefacio propio, titulado Missionária Caritátis (Misionera de la caridad), va en este tenor, y según las rúbricas, se puede decir también en las memorias:
    «Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui beátæ Terésiæ Christo sitiénti in cruce ita adhærére dedísti, ut, missionária facta caritátis, páuperum destitutiónem in se suscíperet et, iísdem insérviens, lumen amóris tui misericórdis effúnderet. Et ídeo cum Ángelis et Archángelis cumque multíplici congregatióne Sanctórum hymnum láudis tibi cánimus, sine fine dicéntes» (En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has concedido a santa Teresa compartir la sed de tu Hijo crucificado, haciéndola misionera de la caridad; ella ha cargado sobre sí el abandono de los pobres y, poniéndose a su servicio, ha irradiado la luz de tu amor misericordioso. Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles, y con la numerosa asamblea de los Santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar).
     
  • La antífona de comunión, tomada de San Mateo 25, 40: «Amen dico vobis: Quámdiu fecístis uni de his frátribus meis mínimis, mihi fecístis, dicit Dóminus» (En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis, dice el Señor). Remitimos al formulario anterior.
  • La postcomunión es la siguiente:
    «Sacra mystéria quæ súmpsimus, Dómine Deus noster, caritátis ardórem in nobis fóveant, quo beáta Terésia læto ánimo in paupéribus Jesum Christum Fílium tuum diléxit eique servívit. Qui vivit et regnat in sǽcula sæculórum» (Señor Dios nuestro, los santos misterios que hemos recibido, incrementen en nosotros el ardor de la caridad con el que santa Teresa gozosamente amó y sirvió a tu Hijo Jesucristo en los pobres. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos).
    Comentario ídem al anterior, añadiendo que toda la gloria de Teresa Calcutense (que adoró a Buda y al cabronazo de Gandhi) estuvo en el mundo, y no en Dios.
  • Por último, en las Misas votivas la lección es cambiada a la 1.ª Epístola de San Juan, capítulo 3, versos 14-16, el verso del Aleluya es de San Mateo 23, 11.12b: «Qui major est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus; qui áutem se humiliáverit, exaltábitur» (Quien sea el mayor entre vosotros, hágase vuestro servidor, dice el Señor, porque el que se humilla será enaltecido), y el Evangelio es tomado de San Juan 19, 25-30.
Hasta antes de la promulgación de este decreto, la oración era la siguiente del referido Común:
«Deus, qui Ecclésiam tuam in dilectióne tuæ divinitátis et próximi cuncta serváre cœléstia mandáta docuísti, da nobis, ut, beátæ Terésiæ exémplo caritátis ópera exercéntes, inter benedíctos regni tui connumerári mereámur. Per Dóminum» (Oh Dios, que enseñaste a tu Iglesia a poner en práctica los mandamientos del cielo con el amor a Ti y al prójimo, concédenos que, practicando la caridad a ejemplo de santa Teresa, merezcamos ser contados entre los elegidos de tu Reino. Por Jesucristo Nuestro Señor).
Para el registro, en el servicio Novus Ordo que en su honor presidió Bergoglio en Yakarta (Indonesia) el 5 de Septiembre próximo pasado (ese mismo servicio por el cual interrumpieron la transmisión en vivo del rezo islámico por televisión), fue la última vez que se usó esa oración, aunque las de las ofrendas y después de la comunión siguieron sin cambios. Y como es la costumbre de los novusorditas, para las lecturas se emplearon las del ciclo temporal, las del jueves de la semana 22.ª del “Tiempo Ordinario” - Año par: [1.ª Corintios 3, 18-23; Salmo 23, 1-2, 3-4b, 5-6 (℟. 1a); San Mateo 4, 19; y San Lucas 5, 1-11].
   
Pero mejor pasemos ahora a la Liturgia de las Horas:
  • A esto se sintetiza el por qué de la memoria:
    «Agnes Gonxha Bojaxhiu, nata in Épiro die 26 Augústi 1910, respéctu vocatiónis missionáriæ, ingréssa est Congregatiónem Sorórum de Loréto anno 1929, ántequam missa est in Índiam. Die 10 Septémbris 1946 promíssum servándi Dómino in paupérrimos solvit, ita ut, interjéctis duóbus annis, incéptum apostolátui apud plebem et ínfimam multitúdinem dedit, Congregatiónesque Missionariárum et Missionariórum a Caritáte fundans. Dolórem obscuritátis interiéris seréniter accípiens, demonstrávit valde victóriam lúminis Christi donec quíeti ætérnæ, die 5 Septémbris 1997, Calcúttæ se fidénter dedit» (Inés Gonxha Bojaxhiu, nacida en Epiro el 26 de Agosto de 1910, siguiendo la vocación misionera, ingresa a la Congregación de las Hermanas de Loreto en el año 1929, antes de ser enviada a la India. El día 10 de Septiembre de 1946 cumplió su promesa de servir al Señor en los más pobres entre los pobres, de modo que, al cabo de dos años, inició su apostolado entre el pueblo común y la más baja multitud, fundando las Congregaciones de Misioneras y Misioneros de la Caridad. Aceptando serenamente el dolor de la oscuridad interior, demostró grandemente la victoria de la luz de Cristo hasta entregarse confiadamente al descanso eterno en Calcuta el 5 de Septiembre de 1997).
      
  • En la lección segunda del Oficio de Lectura (que remplazó los Maitines y Laudes), se recurrió a la carta (sin fecha, pero posiblemente en medio del retiro espiritual de Abril de 1961) a su director espiritual Josef Neuner SJ. Cabe señalar que Neuner († 1909, ordenado sacerdote el 26 de Julio de 1936), perito del obispo de Pune (India) Andrew Alexis D’Souza, fue uno de los colaboradores en la redacción de la Declaración “Nostra Ætáte” y el Decreto “Ad gentes divínitus”, y redactó el borrador del discurso multirreligioso de Pablo VI Montini en su viaje a la India en 1964:
      
    LATÍN
    Lauréti, pater, valde felix eram, mea opinióne, felicíssima sorórum. Póstea vocátio venit. Dóminus noster me recte postulávit; vox ejus clara erat et persuasióne plena. Me étiam etiámque postulávit anno millésimo nongentésimo quadragésimo sexto. Sciébam eum esse. Timor et terríbiles sensus erant in me, nam timébam ne in errórem indúcerer. Cum semper obœdiénter vixíssem, cunctam rem ad patrem meum spirituálem détuli, continénter sperans ut hæc ómnia ab eo támquam fraus diáboli existimaréntur. Mínime vero: sicut vox illa, is quóque dixit: «Ipse Jesus id a te petit». Deínde bene scis omnis rei éxitum. Superioríssæ meæ me misérunt in óppidum v.d. Asansol anno millésimo nongentésimo quadragésimo séptimo, ubi Dóminus noster se omníno donáre mihi visus est. Dulcédo et consolátio et únio sex illórum ménsium quam citíssime transiérunt. Dénique mense Decémbri anno millésimo nongentésimo duodequinquagésimo ópera incépta est.
        
    Pater, jam ab anno millésimo nongentésimo undequinquagésimo vel millésimo nongentésimo quinquagésimo in ánimo meo est hic terríbilis sensus amissiónis, hæc infánda obscúritas, hæc solitúdo, hoc contínuum ardens desidérium Dei quod in imo corde máximum dolórem cóncitat. Talis est obscúritas ut pro certo vidére non possim, neve mente neve ratióne. Locus Dei in ánima mea vácuus est. Deus in me abest. Cum dolor ob desidérium tam magnus est, Deum cúpio átque cúpio; sed hoc séntio: ille me non vult, ille non est hic. Cœlum, ánimæ: num hæc tantúmmodo verba sunt néque mihi ullam significatiónem habent? Ipsa mea vita discórdans vidétur. Quo ánimas ire ádjuvo? Cur hæc ómnia? Ubi est ánima in esséntia mea? Deus me non vult. Aliquándo cor meum séntio profécto clamans: «Deus meus!», sed nihil ádvenit. Cruciátum et dolórem descríbere néqueo. Úsque ab infántia mea Jesum in Sanctíssimo Sacraménto teneríssime amávi, sed hic amor quóque evánuit. Nihil coram Jesu séntio at nullo modo Sanctam Communiónem pérdere volo.

    Réspice, pater, contradictiónem vitæ meæ. Deum cúpio, eum amáre volo, valde amáre, tantum vívere pro ejus amóre, tantum amáre, áttamen modo dolor est, desidérium néque amor. Ante áliquot annis, círciter septéndecim, Deo áliquid pulchérrimi dare volébam. Operam impéndi, sub pœna mortális peccáti, ut nihil ei recusárem. Ex eo témpore hanc promissiónem servávi. Nonnúmquam, cum obscúritas crássior est et mox áliquid Deo negatúra sum, cogitátio illíus promissiónis me súblevat.
      
    Deum solum in vita mea volo. “Ópera” vere et únice ejus est. Ille me postulávit, ille mihi dixit quid ágere debérem, ille omnem gradum meum rexit, ille omnem motum meum dírigit, ille in ore meo verba mittit, ille facultátem docéndi viam soróres mihi concédit. Hæc ómnia et univérsum quod in me est, ille est. Quáre, cum mundus me láudat, ánima mea vere mínime tángitur, ne léviter quídem. Ad óperam quod áttinet, credo eam totam ab eo proveníre.
        
    Ántea coram Dómino nostro multas horas dégere póteram, eum amans et cum eo cólloquens; nunc autem meditátio quoque diffícilis est: nihil, vel tantúmmodo “Deus meus” dico, et aliquándo étiam hæc invocátio non exit. Tamen, áliqua ex parte in imo corde meo, desidérium Dei in ténebris iter aperíre pergit. Cum foris sum, labórans vel in hómines nonnúllos incúrrens, præséntia alicúius est qui própius me vivit, in me vere. Néscio quid sit, sed sæpe, étiam cotídie, amor erga Deum in me vérior fit et, sine certa sciéntia, repénte Jesu dico insolitíssima amóris verba.
       
    Pater, cor meum tibi pandi: doce me Deum amáre, doce me eum valde amáre. Docta non sum, multa de Dei rebus néscio: Deum amáre volo quómodo et quántum ille est mihi “Pater meus”.
        
    Cor meum, ánima mea et corpus meum Deo tantum sunt. Ille fíliam amóris sui, sicut haud optátam, ejécit. Qua de causa, pater, in hoc recéssu státui ut in ejus potestáte essem. De me sane fáciat id quod vult, quómodo vult, per totum tempus ille volúerit. Si obscúritas mea est lux pro áliqua ánima –sed étiam si nihil valet pro ullo hómine– perfécte læta sum, quía flos Dei agri sum.
    TRADUCCIÓN (tomada de TERESA DE CALCUTA, Ven, Sé mi luz. Las cartas privadas de la “Santa de Calcuta” [Brian Kolodiejchuk MC, editor]; trad. española por Pablo Cervera. Barcelona, Planeta 2008, págs. 258-261)
    En Loreto, Padre, yo era muy feliz. Creo que era la religiosa más feliz. Luego vino la llamada. Nuestro Señor me pidió directamente —la voz era clara y llena de convicción—. Una y otra vez Él pidió en 1946. Yo sabía que era Él. Miedo y terribles sentimientos (miedo de ser engañada). Pero como yo siempre he vivido en obediencia, presenté todo a mi padre espiritual, esperando todo el tiempo que diría que todo era un engaño del demonio, pero no. Como la voz —él dijo— «es Jesús quien le está pidiendo» (y entonces usted sabe cómo se desenvolvió todo). Mis Superioras me enviaron a Asansol en 1947, y allí fue como si Nuestro Señor se me diera Él mismo totalmente. La dulzura, la consolación y la unión de aquellos 6 meses pasaron demasiado rápido. 
      
    Después empezó la obra, en diciembre de 1948. Hacia 1950, a medida que creció el número de las Hermanas, creció la obra.

    Ahora, Padre, desde 1949 ó 1950 este terrible sentido de pérdida —esta indecible oscuridad—esta soledad, este continuo deseo de Dios que me produce ese dolor tan profundo en mi corazón. Las tinieblas son tan profundas que realmente no veo, ni con mi mente ni con mi razón. El lugar de Dios en mi alma está vacío. No hay Dios en mí. Cuando el dolor de esta ansia es tan grande, yo simplemente deseo y deseo a Dios, y entonces es cuando siento—Él no me quiere—no está allí.—El Cielo—las almas —son sólo palabras—que no significan nada para mí.—Mi propia vida parece tan contradictoria. Ayudo a las almas—¿para ir adonde?— ¿Por qué todo esto? ¿Dónde está mi alma en mi ser? Dios no me quiere.—A veces-—sólo escucho mi corazón gritar—«Dios mío» y no viene nada más.—No puedo explicar la tortura y el dolor.—Desde mi infancia he tenido el amor más tierno a Jesús en el Santísimo Sacramento—pero esto también se ha ido.—No siento nada ante Jesús—y sin embargo por nada perdería una Santa Comunión.
       
    Ve usted, Padre, la contradicción en mi vida. Anhelo a Dios—quiero amarle—amarle mucho—vivir sólo por amor a Él—sólo amar—y sin embargo sólo hay dolor— anhelo y no amor.—Años atrás—hace ahora unos 17 años—yo quería darle a Dios algo muy hermoso.—Me comprometí bajo pena de pecado mortal a no negarle nada.—Desde entonces he mantenido esta promesa—y cuando a veces la oscuridad es muy oscura—y estoy a punto de decir «No a Dios» el pensamiento de aquella promesa me anima. 
       
    Quiero sólo a Dios en mi vida.—«La obra» es sólo Suya realmente.—Él pidió—Él me dijo qué hacer—Él guió cada paso—dirige cada movimiento que tomo— pone las palabras en mi boca, hace que enseñe el camino a las Hermanas.—Todo esto y todo en mí es Él.—Por este motivo, cuando el mundo me alaba—en realidad no me toca—ni siquiera la superficie—de mi alma. Sobre la obra, estoy convencida, de que es toda Suya.
       
    Antes podía pasar horas ante Nuestro Señor—amándole—habiéndole—y ahora—ni siquiera la meditación discurre adecuadamente—nada sino «Dios Mío»—incluso eso a veces no viene.—Sin embargo en algún lugar en lo profundo de mi corazón, ese anhelo de Dios sigue abriéndose paso en la oscuridad. Cuando estoy fuera—en el trabajo—o estoy ocupada en encontrar a la gente—hay una presencia—de alguien viviendo muy cerca—en mí.—No sé lo que es—pero muy a menudo, incluso a diario—ese amor en mí hacia Dios se hace más real.—Me encuentro a mí misma haciéndole inconscientemente a Jesús las más extrañas declaraciones de amor.
       
    Padre, le he abierto mi corazón a usted.—Enséñeme a amar a Dios—enséñeme a amarle mucho. No soy instruida—no sé muchas cosas sobre las cosas de Dios.— Quiero amar a Dios cómo y para lo que Él es para mí—«Mi Padre».
      
    Mi corazón, mi alma y mi cuerpo sólo pertenecen a Dios —Él ha tirado, como despreciada, a la hija de Su Amor—. Y para esto, Padre, he hecho este propósito en este retiro: Estar a Su disposición. Dejar que haga conmigo todo lo que Él quiera, como quiera, tanto tiempo como quiera. Si mi oscuridad es luz para alguna alma —incluso si no es nada para nadie—, soy perfectamente feliz de ser una flor del campo de Dios.

  • A modo de responsorio antes de la Oración (ver en el comentario de la Misa), se toma de los Cánticos 3, 1-2; 5, 6; y el Salmo 36 (37), verso 5: «℟. Quæsívi, quem díligit ánima mea; quæsívi illum et non invéni; vocávi, et non respóndit mihi.* Commítte Dómino viam tuam et spera in eo, et ipse fáciet. ℣. Quæsívi, quem díligit ánima mea, “Surgam et circuíbo civitátem; per vicos et platéas quǽram, quem díligit ánima mea”. * Commítte Dómino» [℟. Buscaba al que ama mi alma; lo buscaba, y no lo encontraba; lo llamaba, y no me respondió. * Encomienda tu camino al Señor, espera en Él, y Él actuará. ℣. Buscaba al que amaba mi alma: “Me levantaré y rondaré por la ciudad; por las calles y plazas, buscaré al que ama mi alma”. * Encomienda tu camino]. Todo eso brilla por su ausencia en la vida de Montini.
  • En el Martirologio, se añadió su elogio para el día 5 de Septiembre (poniéndolo en primer lugar, que no es lo mismo):
    «Die 5 Septémbris: Sanctæ Terésiæ (Agnétis) Gonxha Bojaxhiu, vírginis, quæ, in Epíro nata, sitim Christi in cruce derelícti eximia caritáte in paupérrimos fratres restínxit et Congregatiónes Missionariárum et Missionariórum a Caritáte in plenum servítium ægrotórum derelictorúmque instítuit (Día 5 de Septiembre: Santa Teresa (Inés) Gonxha Bojaxhiu, virgen, que, nacida en Epiro, sació la sed de Cristo abandonado en la cruz con su extraordinaria caridad hacia los hermanos más pobres y fundó las Congregaciones de las Misioneras y Misioneros de la Caridad para el servicio integral de los enfermos y abandonados).
    Casi verbátim el por qué de su memoria.

Y como dato de color, este es otro decreto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos con el marbete “Made in USA” pegado en él: el 17 de Noviembre de 2021, en el marco de la Asamblea general del otoño, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos aprobó con un abrumador 213 a cero (con una sola abstención) que Teresa Calcutense fuese incluida en el Calendario litúrgico propio de dicho país.
  
Nosotros los verdaderos católicos no necesitamos ni queremos estos malos ejemplos, sino los buenos. Y esos buenos ejemplos los tenemos de los santos, y en este caso particular, hay uno que se destacó no solo por la atención a los enfermos y los pobres, sino también por su conversión y entrega radical a Dios nuestro Señor: Juan Cidade Duarte, más conocido como San Juan de Dios, cuya fiesta celebramos hoy y la oración es la siguiente, con la que queremos concluir estas líneas encomendándonos a su intercesión:
Deus, qui beátum Joánnem, tuo amóre succénsum, inter flammas innóxium incédere fecísti, et per eum Ecclésiam tuam nova prole fœcundásti: præsta, ipsíus suffragántibus méritis; ut igne caritátis tuæ vitia nostra curéntur, et remédia nobis ætérna provéniant. Per Dóminum nostrum Jesum Christum, Fílium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum [¡Oh Dios!, que preservaste ileso en medio de las llamas a San Juan, abrasado por tu divino amor, y que por él engendraste a tu Iglesia una nueva familia, concédenos, por et sufragio de sus méritos, que se curen nuestros vicios con el fuego de tu caridad y hallemos los remedios que sanan para la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos]. Amen.

JORGE RONDÓN SANTOS
8 de Marzo de 2025 (Año Santo de Cristo Rey).
Sábado después de Ceniza. Fiesta de San Juan de Dios, confesor; de San Poncio de Cartago, Diácono y Mártir de la Fe; de San Apolonio Diácono y San Filemón converso, Mártires de la Fe; de San Teofilacto de Nicomedia, Obispo y Confesor; de San Félix de Borgoña, Obispo y Apóstol de los Anglos Orientales; y de San Veremundo de Irache OSB, abad. Natalicio y tránsito de San Juan de Dios; tránsito de Santa Adela de Normandía, condesa consorte de Blois. Tránsito de Urraca I “La Temeraria”, Reina de León y Castilla; y proclamación de Alfonso VII “El Emperador” como Rey de León y Emperador de toda España; Establecimiento del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Cartagena de Indias. Día Nacional del Bombero. Aparición de Nuestra Señora de las Virtudes en Azambuja (Lisboa, Portugal).

LA RENDICIÓN ECLESIÁSTICA AL COMUNISMO

Traducción del artículo publicado por Marco Tosatti en STILUM CURIÆ. Imágenes tomadas de internet.
   
Queridos amigos y enemigos de Stilum Curiæ, Antonello Cannarozzo, a quien agradecemos de corazón, propone a vuestra atención esta reflexión sobre la política de la Iglesia respecto a la Unión Soviética. Feliz lectura y difusión del mensaje.
 
Ostpolitik: LA RENDICIÓN DE LA IGLESIA ANTE EL TOTALITARISMO COMUNISTA
Antonello Cannarozzo
   
Pablo VI Montini recibiendo al dictador yugoslavo Josip Broz Javeršek “Tito” (23 de Marzo de 1971)
   
Una historia para no olvidar, contada a través de la vida y el sufrimiento de cuatro obispos, entre los muchos, que supieron oponerse al régimen marxista y a la humillante política de apertura querida por el Vaticano.
   
Cualquiera que tenga algunas canas y en su juventud haya vivido en las organizaciones parroquiales de principios de los años 50, seguramente recordará las historias que llegaron desde Europa del Este, más allá del infame “Telón de Acero”, donde reinaba el comunismo de estilo soviético y causaba tanto sufrimiento a los cristianos.
   
Esta era la “Iglesia del Silencio” de la que aparentemente nada se sabía de sus fieles, pero a veces hasta el silencio puede gritar la verdad al mundo, como les ocurrió durante años a los hombres y mujeres que supieron resistir al comunismo teniendo un baluarte seguro en la Fe y en el Papa en Roma, al menos durante todo el pontificado de Pío XII.
   
Después de esta heroica resistencia de años de la Iglesia y de sus pastores, surge uno de los capítulos más complejos y tristes de la diplomacia vaticana entre los años 1960 y 1980, la llamada Ostpolitik, a partir de la política del entonces canciller alemán Willy Brandt para un acercamiento a los países del Este, después de la Segunda Guerra Mundial, iniciativa retomada por el Papa Montini en esos mismos años para una nueva fase de la diplomacia vaticana que tenía como objetivo inaugurar un diálogo, lamentablemente unidireccional, con los regímenes comunistas.
    
Historias de heroísmo, pero también de cobardía, de generosidad y opresión que en este artículo intentaremos contar a través de las historias, pero hay muchas, de cuatro obispos que, habiendo sufrido un auténtico ódium fídei en sus países, supieron resistir a la dictadura, pero también se opusieron con valentía a las aperturas de la Santa Sede para una política diplomática que pronto se reveló un fracaso en la búsqueda de un acuerdo con los gobiernos “al otro lado del Telón de Acero”, una realidad que la “nueva Iglesia” a menudo ignoró y a veces incluso de manera culpable.

Leamos, por ejemplo, algunos extractos de una carta pastoral de los obispos polacos en defensa de la fe, publicada el 8 de septiembre de 1976, pero que también podría haber sido escrita por obispos húngaros, bálticos, búlgaros o rumanos de aquellos años.

«Nuestro mayor tesoro es la fe católica», afirma con firmeza el documento, «pero está continuamente amenazada. El programa hábilmente disfrazado de ateización de la nación se está volviendo cada vez más grave, ya que busca por todos los medios despojar la vida de nuestra comunidad social del espíritu del Evangelio de Cristo –y nuevamente– en una escala cada vez mayor, las instituciones educativas y las instituciones sociales y políticas también están emprendiendo y llevando adelante el programa de ateización de la nación (…) Para obstaculizar el progreso de la religión y también para limitar la veneración de Dios, se utilizan las regulaciones de la Ley de Construcción [la Ley del 24 de Octubre de 1974, derogada en 1995, N. del T.]. Pero en realidad la lucha odiosa y brutal contra la fe en Dios y contra la Iglesia de Cristo aún no ha terminado. Una misteriosa conspiración contra Dios se siente continuamente y en todas partes».
   
Un documento que no dejaba dudas sobre la vida de los cristianos en Europa del Este, pero no así para la Iglesia postconciliar, tanto que el 1 de diciembre de 1977, un año después de este documento, el Papa Pablo VI recibió a Edward Gierek, primer secretario del Partido Comunista Polaco y dirigiéndose al Primer Ministro declaró, entre otras cosas, que: «Hemos sido informados de las iniciativas que Vd. emprende para la protección de la familia, promoviendo también la construcción de casas para jóvenes matrimonios, y de las intenciones que ha expresado para elevar el nivel moral de la juventud. Este reconocimiento, que le llega también de la Iglesia en Polonia, significa al mismo tiempo la voluntad de apoyar esfuerzos similares, que responden por igual a nuestras profundas preocupaciones y a las de la Jerarquía de su país».

Unas declaraciones impactantes, sobre todo si las comparamos con la dura denuncia del episcopado polaco del año anterior. Para la Santa Sede, por tanto, el bien de la sociedad podría ser perseguido por la Iglesia junto con el Estado guiado por el Partido Comunista, a través de buenas relaciones entre las dos realidades sociales.

Este será, como veremos, el leitmotiv de toda la diplomacia vaticana en aquellos años, para escándalo de cuantos sufrían la dictadura, pero también de los simples fieles que no entendían tal entrega, sobre todo en un momento en que la Iglesia, aunque sometida a toda persecución, crecía en la conciencia de la gente por su fuerza moral, incluso entre los no creyentes, especialmente entre los jóvenes que encontraban en ella la fuerza para vivir las tinieblas de la ideología marxista.

Los inicios de un diálogo

Pablo VI Montini recibiendo al ministro soviético de Asuntos Exteriores Andréi Andréyevich Gromiko Bekarevich (27 de Abril de 1966. Gromiko será recibido otras dos veces por Juan Pablo II Wojtyła: el 24 de Enero de 1979 y el 27 de Febrero de 1985).
         
Un acercamiento entre el Vaticano y la Unión Soviética se había buscado desde el comienzo de la Revolución bolchevique con la esperanza de proteger a los católicos de la opresión revolucionaria, sin ceder nunca en los valores de la Fe, desgraciadamente estos primeros intentos no llevaron a nada.
   
Hay que llegar a los años de la posguerra, entre 1946 y 1947, cuando el mismo Papa Pío XII, ante la noticia del martirio de los cristianos en aquellas tierras, buscó de nuevo un encuentro diplomático, pero la operación fracasó pronto también esta vez cuando, como ya sospechaba, Moscú y sus países “satélites” nunca concederían nada a la Iglesia, salvo meras palabras de circunstancia.
   
En el mensaje radiofónico de algunos años después, el 23 de diciembre de 1956, el Papa Pacelli, hablando de las relaciones con los regímenes comunistas, afirmaba entre otras cosas: «¿Qué sentido tiene, en el fondo, razonar sin un lenguaje común, o cómo es posible encontrarse, si los caminos divergen, es decir, si por un lado se impulsan y niegan obstinadamente valores absolutos comunes, haciendo así imposible cualquier “coexistencia en la verdad”?».

Palabras que pretendían ser una advertencia para los futuros papas y sus acciones diplomáticas, pero no fue así. Cada petición a las autoridades de la Iglesia montiniana, especialmente de aquellos que vivían “más allá del Telón de Acero” y de muchos de sus fieles, para que no capitularan ante los comunistas, sólo encontró indiferencia y a menudo incluso antipatía. La Iglesia de aquellos años estaba impulsada por una ideología de renovación muy deletérea (que ha continuado hasta nuestros días, NdR) con el resultado de que los frutos de esta acción diplomática fueron, por decir lo menos, inútiles, si no ruinosos, pero este nuevo giro vaticano fue, como dijo Juan XXIII, la “Primavera de la Iglesia” que, habiendo comenzado mal, pronto se transformó en un gélido invierno.

Un ejemplo para entender a dónde nos habían conducido estas “aperturas” fallidas, recordemos las declaraciones del jefe de la diplomacia vaticana, el cardenal Agostino Casaroli, durante su viaje el 8 de abril de 1974 a la isla de Fidel Castro, afirmando que el comunismo cubano era compatible con la religión católica y sin temor a la vergüenza agregó: "Los católicos y, en general, el pueblo cubano, no tienen la más mínima dificultad con el gobierno socialista». Para concluir, afirmó además, de forma totalmente inesperada, que "los católicos de la isla son respetados en sus creencias como todos los demás ciudadanos».

Una verdadera afrenta para quienes, en nombre del Evangelio, toleraron todo tipo de abusos en ese país.

Mientras vivió el Papa Pío XII, la política del Vaticano hacia el comunismo, a pesar del sufrimiento de sus fieles, se mantuvo firme en sus principios ligados a la Fe y a la Doctrina, pero con la muerte del Papa las cosas cambiaron casi inmediatamente, el llamado espíritu innovador del Concilio Vaticano II ya estaba sobre nosotros y pronto demostraría todas sus grietas, no sólo doctrinales, sino también diplomáticas.

Recordemos, sólo de paso, el indigno capítulo, durante los trabajos del Concilio, cuando, a pesar de que la mayoría de los obispos habían pedido discutir la realidad y los peligros del comunismo para los cristianos, la propuesta fue culpablemente censurada, se supo más tarde de acuerdos hechos con Moscú entre los que pudieron participar en los trabajos del Concilio representantes de la Iglesia Ortodoxa, muy próxima al poder soviético, en fin, el sufrimiento de millones de cristianos sacrificados en el altar de un sórdido compromiso diplomático.

En aquellos años, papeles cada vez más importantes en la política exterior vaticana fueron desempeñados por hombres como los cardenales Jean-Marie Villot y Agostino Casaroli, este último auténtico tejedor, junto con el Papa Pablo VI, de la Ostpolitik, una época que ya había comenzado con algunos gestos sensacionales del Papa Roncalli como el encuentro el 7 de marzo de 1963 con Alexéi Adjubei, yerno del jefe de la URSS, Nikita Jrúshov, iniciando lo que se definió como un primer deshielo.

Al final del encuentro, el Papa Juan le comunicó a su secretario, Mons. Capovilla: «Podría ser una decepción, o un misterioso hilo de la Providencia que no tengo derecho a romper». La historia demostró más tarde que ese hilo estaba firmemente en manos de los comunistas.

Frente a estas lamentables antologías, como en todas las tragedias, surgen figuras que, habiendo vivido duras persecuciones por parte de aquellas dictaduras, tenían toda la autoridad y fuerza moral para oponerse a la nueva política del Vaticano, a sabiendas de la falsedad de los regímenes marxistas.

Hemos elegido entre muchas figuras aquellas que pueden tomarse como ejemplo de resistencia a una época oscura, no sólo para la Iglesia, sino para toda la humanidad.

Josef Ivánovich Slipyj
  

Por su lealtad al Papa, el cardenal ucraniano Josef Slipyj Dychkovski cumplió dieciocho años de trabajos forzados en campos de concentración soviéticos, pero una vez liberado en 1962, pudo participar, años después, en el Sínodo de los Obispos de 1971 en Roma.

Tomando la palabra en el respetuoso silencio de la asamblea, Slipyj subrayó lo que nadie en ambientes vaticanos se había atrevido a decir antes, es decir que la “política” de acercamiento de la Santa Sede a los regímenes comunistas y también a la Iglesia Ortodoxa, esta última, como es sabido, a menudo vinculada al mismo régimen soviético, era peligrosa. La acción diplomática llevada a cabo a instancias del Papa por el cardenal holandés Willebrands fue en realidad una política que dañó gravemente a la Iglesia Católica Romana en su integridad al crear confusión entre los mismos fieles.

Reproducimos un extracto de su discurso más significativo: «No es traicionando y abandonando a su suerte a nuestros hermanos en la fe católica de rito oriental como llegaremos a esa convergencia con los ortodoxos, como quieren hacernos creer, siendo en muchos casos emisarios de Moscú, que dejan entrever ante los ojos de ciertos prelados ingenuos, inconscientes de la situación real de los creyentes dentro del bloque soviético».

Palabras claras y sin pretensiones dichas con valentía y amor hacia la Iglesia por alguien que había sufrido toda opresión durante muchos años, pero esto no fue visto con buenos ojos por quienes dirigían el nuevo rumbo vaticano en aquellos tiempos y, como otros héroes del gulag, fue marginado por la política activa de la Santa Sede y dejado en una especie de limbo ante la grave amargura de sus fieles.

Para entender brevemente quién era este prelado autorizado, recordemos que Josef Ivánovich Slipyj Dychkovski nació en Ucrania en 1892 y en 1917 fue ordenado sacerdote en la Iglesia católica de rito oriental de su país.

Hombre de profunda y vasta cultura teológica, en 1939 fue nombrado obispo por el Papa Pío XI, en completo secreto, a causa del gobierno soviético.

Con el inicio del conflicto mundial, Ucrania fue ocupada por las fuerzas alemanas y también fueron años muy duros, pero en 1945, después de la guerra, con el regreso de los soviéticos, en lugar de un período de paz tan deseado, comenzó el calvario del obispo y de todo un pueblo.

Fue arrestado junto con otros religiosos y acusado de colaborar con los nazis, una acusación completamente falsa, y condenado a ocho años de trabajos forzados en un gulag siberiano junto con otros religiosos, obispos y sacerdotes.

En el mismo período, los soviéticos, aprovechando la situación de confusión, abrieron un sínodo el 9 de marzo de 1946 en la catedral de San Jorge de Kiev, al que asistieron 216 sacerdotes, y se decidió, sin ninguna legitimidad, que la Iglesia católica oriental volvería a estar bajo la autoridad de la Iglesia ortodoxa con la revocación de la unión con Roma que había tenido lugar en el siglo XVIII.

Monseñor Slipyj, junto con otros prelados, todavía prisioneros en trabajos forzados en el gulag, rechazaron toda oferta de conversión a la ortodoxia y sufrieron nuevas condenas hasta la deportación de por vida, pero en 1962 Nikita Jrúshov, entonces jefe de la Unión Soviética, bajo presión internacional, también dijo en homenaje al Papa Juan XIII, finalmente lo liberó.

Una vez en Roma, Slipyj, precisamente por su dolorosa experiencia, estuvo, como se ha dicho más arriba, entre las voces contrarias a la Ostpolitik, y por eso permaneció, más allá de las bellas palabras de aprecio, como para otras magníficas figuras, muy marginado, tanto que a pesar de las peticiones de los fieles uniatas nunca fue nombrado patriarca de la Iglesia ucraniana ni por Pablo VI ni por Juan Pablo II y esto para no molestar a las autoridades comunistas e interrumpir así ese diálogo que en realidad estaba aún por venir.

El heroico obispo murió en Roma el 7 de septiembre de 1984. Más de setecientos sacerdotes y una multitud de fieles asistieron a su funeral.

József Mindszenty
   

Otro gigante de aquellos años es sin duda el cardenal húngaro Jozsef Mindszenty Kovács, símbolo de la lucha primero contra el comunismo y luego contra la Ostpolitik, a la que siempre se opuso, incluso a edad avanzada.

Un compromiso que le costó, como a muchos otros, la humillación, el silencio e incluso la marginación de esa misma Iglesia por la que había soportado todo su sufrimiento.

Nació en un pequeño pueblo de Hungría el 29 de marzo de 1892. Siendo aún muy joven sintió la vocación religiosa y en 1915 fue ordenado sacerdote. La suya fue una vida sacerdotal de sufrimiento desde el inicio de su misión; Con el fin de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio austrohúngaro, los comunistas tomaron el poder mediante un golpe de estado y el joven Mindszenty fue arrestado con el único delito de ser sacerdote.

Tras un breve periodo de detención, fue liberado y por fin pudo cumplir su misión, pero en 1944, en pleno conflicto mundial, fue detenido de nuevo, pero esta vez por los nazis y liberado al finalizar el conflicto. En 1945 fue consagrado Arzobispo y Primado de Hungría y en 1946 fue elevado al cardenalato.

Pero para Mindszenty no había paz.

Tres años después del final de la guerra, los comunistas tomaron de nuevo el poder y atacaron primero a los cristianos junto con sus pastores y comenzó una larga “Vía Dolorosa” para Hungría.

Mindszenty fue arrestado, torturado e incluso drogado para hacerle confesar haber conspirado contra el Estado, pero todo fue en vano para sus torturadores. Se produjo un juicio-farsa, típico de esos regímenes, y fue condenado a ocho años de dura prisión. En 1956, al estallar el levantamiento popular húngaro contra el régimen, fue uno de los primeros que la multitud quiso llevar en triunfo.

La libertad de la que gozó el prelado duró sólo unos días, las tropas soviéticas entraron en Budapest y todo volvió a la oscuridad de la dictadura comunista. Después de un fugaz sabor de libertad, la tristeza llegó a la tierra húngara con los tanques de Jrúshov.

El cardenal Mindszenty fue inmediatamente buscado por haberse unido a la revuelta, pero afortunadamente encontró refugio en la embajada de Estados Unidos, pero nunca se le permitió salir durante casi veinte años para evitar ser arrestado.

Siempre se opuso a las negociaciones del Vaticano con los gobiernos comunistas que conocía bien, aun cuando la Iglesia estaba en serias dificultades, pero esto no significó que fracasara en su misión, un compromiso que aumentó su prestigio moral frente a un gobierno tiránico.

Su decidida oposición fue famosa, entre otras cosas, al nombramiento de obispos en países bajo clara influencia de la Unión Soviética, es decir, sólo personas religiosas aceptables para los respectivos regímenes; una resolución que humilló a la Iglesia, pero que fue apoyada por el entonces Secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Jean Villot, con la esperanza de facilitar el diálogo con esos países.

Una ilusión que condujo, como veremos, a la lenta decadencia e irrelevancia de la diplomacia vaticana, durante siglos envidiada en todo el mundo.

Mientras tanto, los años pasaban, el mundo cambiaba y aquel cardenal, autoprisionero en la embajada norteamericana en Budapest, se había convertido en un obstáculo para los planes diplomáticos del Vaticano, pero también para la nueva política de Washington; en esencia, era ahora una figura engorrosa.

El Vaticano le había hecho muchas ofertas para que abandonara Hungría, pero el cardenal sabía bien que aceptar habría significado el exilio y que él, auténtico abanderado de sus fieles, los habría traicionado sometiéndose a una capitulación sin esperanza.

Pero estaba solo y sus enemigos eran mucho más numerosos y poderosos y a finales de 1971 ya no pudo resistir a las invitaciones “fraternales” del propio Pablo VI y por obediencia aceptó el exilio en Roma.

Con el tiempo, lo que más temía se hizo realidad: su marginación fue casi total, al igual que la de la lucha contra el comunismo.

Amargado por la Iglesia por la que tanto había sufrido y luchado, prefirió dejar Roma y trasladarse a Viena.

Desde la capital austriaca viajó a las numerosas comunidades húngaras diseminadas por el mundo, haciendo sentir su cercanía sin abandonar nunca la lucha contra el comunismo, del que siguió siendo un oponente orgulloso e indomable.

El régimen de Budapest, sin embargo, no pudo aceptar tal situación y obtuvo su marginación definitiva del Vaticano.

La orden se cumplió y, cuando Mindszenty alcanzó la edad de 81 años, el Papa Pablo VI pidió inmediatamente su dimisión como primado, pero el cardenal, hombre acostumbrado a batallas mucho mayores, opuso valientemente una negativa respetuosa pero clara, para luego, con una decisión imperiosa, el 18 de noviembre del mismo año, el Papa lo relevó definitivamente de su cargo.

Un símbolo de resistencia al comunismo había sido silenciado, pero ciertamente no en los corazones de los húngaros y de los hombres libres. Murió en Viena en 1975 y su cuerpo descansa ahora en Budapest.

Pavol Hnilica
   

Nació en la actual Eslovaquia en el seno de una familia campesina pobre y profundamente católica en 1921. Pavol Mária Hnilica Očová comenzó a trabajar como obrero a muy temprana edad, luego regresó a la escuela y en 1941 ingresó en el seminario jesuita, pero sólo pudo reanudar sus estudios eclesiásticos después de la guerra.

En 1950, los comunistas en el poder, como siempre, ilegalizaron las órdenes religiosas y el joven Pávol, todavía seminarista, fue arrestado y deportado a un campo de concentración cerca de la frontera con Rumania. Una vez libre conoció a Mons. Roberto Pobozny, que había recibido dispensa de la Santa Sede para ordenar sacerdotes e incluso obispos en secreto.

Así, el joven Hnilica fue consagrado primero como sacerdote y luego como obispo en secreto, dados los tiempos peligrosos. Este nuevo cargo le permitió también ordenar sacerdote, entre muchos otros, al futuro cardenal Jan Chryzostom Korec, del que hablaremos más adelante.

Afortunadamente pudo continuar sus estudios eclesiásticos en Roma en la Gregoriana y en 1964 Pablo VI hizo pública su ordenación episcopal y pudo participar también en los momentos finales del Concilio Vaticano II, donde pidió la condena del comunismo, junto a muchos otros obispos, afirmando en el aula conciliar que lo que el esquema de la Gaudium et Spes afirmaba sobre el ateísmo era tan poco «que decir sólo eso es lo mismo que no decir nada». Una acusación grave si tenemos en cuenta que el texto fue escrito por el mismo Papa Montini, pero al calor de su discurso añadió que gran parte de la Iglesia sufría «bajo la opresión del ateísmo militante, pero esto no surge del esquema con el que se quiere hablar también de la Iglesia en el mundo de hoy». «La historia nos acusará con razón de pusilanimidad o de ceguera por este silencio» y, concluyendo su discurso, «hablo desde mi experiencia directa y la de los sacerdotes y religiosos que conocí en la cárcel y con los que soporté los pesos y los peligros de la Iglesia».

Se entrevistó varias veces con el Papa Montini, advirtiéndole de los engaños de la Ostpolitik. Era evidente que los regímenes comunistas no renunciaban a su deseo de liquidar la Iglesia y estaban abiertos al diálogo con la Santa Sede sólo para lograr ventajas unilaterales, gracias a las cuales podrían recuperar credibilidad dentro y fuera de sus países.

Pero el Papa permaneció sordo a estas súplicas, con las consecuencias que tenemos todavía hoy. Murió en su tierra natal el 8 de octubre de 2006.

Ján Crizostom Korec
   

La figura del cardenal Ján Chryzostom Korec Drábik SJ, que hemos dejado para el final, es un ejemplo de cómo un sacerdote puede vivir su misión incluso en medio de obstáculos insuperables, armado sólo con su propia fe.

Tuvo una vida agitada como todos los sacerdotes que vivieron en países comunistas, pero él fue un caso especial, pudo ejercer oficialmente su misión solo unas pocas veces, el resto de su vida la pasó entre la prisión y trabajos modestos, según los caprichos de las autoridades, pero siempre soportó todo con gran dignidad y serenidad, a pesar de la degradación en la que a veces le tocó vivir.
   
Nació en el seno de una familia obrera eslovaca en 1924. Siendo aún adolescente ingresó en la Compañía de Jesús, donde continuó su formación sacerdotal en 1939. Después de la guerra, en 1948, los comunistas dieron un golpe de Estado y comenzó un largo martirio para la Iglesia checoslovaca. En aquellos días, los alborotadores armados por el propio partido atacaban edificios religiosos, monasterios e iglesias, saqueándolos con total inmunidad, y la policía secreta continuaba su trabajo deteniendo a religiosos y creyentes.

En 1950 fue ordenado sacerdote, también en completo secreto, como ya ocurrió con Mons. Hnilica, pero no pudo ejercer, al menos a plena luz del día, teniendo que ocultar oficialmente su identidad, trabajando en esos años como obrero en fábricas químicas.

Mientras tanto, muchos obispos habían sido arrestados y la jerarquía eclesiástica en Eslovaquia estaba en su punto más bajo, por lo que la Santa Sede decidió en secreto nombrar a algunos obispos, entre ellos a Korec.

A partir de 1954, ya obispo aunque de incógnito, recibió de las autoridades estatales una serie de empleos como técnico de laboratorio en el Instituto de Higiene del Trabajo y, finalmente, no siendo considerado un buen trabajador, trabajó como vigilante nocturno en una fábrica.

Sin embargo, en 1960 fue descubierto y arrestado junto con otros jesuitas y tuvo que cumplir 12 años de dura prisión. Tras cumplir su condena trabajó primero como jardinero y luego como barrendero.

En 1969, tras una grave enfermedad, se le permitió partir hacia Roma y aquí el Papa Montini le confirió las insignias episcopales en una audiencia privada.

Al regresar a su país natal, estuvo siempre bajo vigilancia policial y tuvo que cumplir otros cuatro años de prisión por una antigua condena por propaganda religiosa. Fue una experiencia dura y una vez salido de prisión, retomó con gran dignidad su trabajo como barrendero, pero también como estibador y finalmente como técnico de ascensores; en definitiva, hizo todo lo que el régimen le encomendó.

Por su dolorosa experiencia, fue siempre un feroz opositor de la Ostpolitik vaticana y cuestionó al cardenal Casaroli que, a través de la Ostpolitik, había liquidado la Iglesia clandestina y todo esto «a cambio de las vagas e inciertas promesas de los comunistas». Korec describió este abandono como «el mayor dolor de su vida».

Una tarea inmensa, ciertamente no exenta de peligros, fue la de la “Iglesia del Silencio” y todo ello fue sacrificado en el altar de un diálogo inútil y culpable. Casaroli no fue ciertamente el único responsable, sino toda la Iglesia abierta a la renovación, segura ahora de que el comunismo ganaría la historia, pero sabemos cómo terminaron las cosas aunque las ruinas de aquella experiencia de apertura estén todavía cotidianamente ante nuestros ojos.