Actualmente
(desde hace varias décadas) presenciamos en los países occidentales una
violenta campaña contra la familia, en el que uno de sus frentes ha
sido precisamente el ataque contra el Matrimonio en cuanto institución
establecida y elevada por Dios a la categoría sacramental, toda vez que
se separa el fin principal (la procreación y la educación cristiana de
los hijos) de los secundarios (la ayuda mutua de los esposos –tanto
material como espiritual– y la sedación de la concupiscencia), saltando a
la vista las consecuencias conocidas (aborto, fecundación in vitro,
vientres de alquiler, “amor libre” –tanto hetero como homosexual–,
adicción y exaltación de la pornografía, etc.).
Y
este desmoronamiento tiene su potenciación cuando, hace 50 años, el
antipapa Giovanni Battista Montini Alghisi/Pablo VI firmara la
seudoencíclica “Humánæ Vitæ”, que además de subvertir la escala de principios sobre
el matrimonio, dio carta de constitucionalidad a la llamada
“Planificación Natural de la Familia”, la cual como es sabido entra en
la condena oficial que Pío XI hiciera contra los métodos anticonceptivos
en la encíclica “Casti Connúbii”:
«Ningún motivo, sin embargo, aun cuando sea gravísimo, puede hacer que lo que va intrínsecamente contra la naturaleza sea honesto y conforme a la misma naturaleza; y estando destinado el acto conyugal, por su misma naturaleza, a la generación de los hijos, los que en el ejercicio del mismo lo destituyen adrede de su naturaleza y virtud, obran contra la naturaleza y cometen una acción torpe e intrínsecamente deshonesta.
[...] Cualquier uso del matrimonio en el que maliciosamente quede el acto destituido de su propia y natural virtud procreativa, va contra la ley de Dios y contra la ley natural, y los que tal cometen se hacen culpables de grave delito» (Papa Pío XI, Encíclica “Casti Connúbii” sobre el Matrimonio Cristiano, 31 de Diciembre de 1930, #20 y #21).
Observad pues la distancia que media entre esta declaración doctrinal vinculante al ser Ex Cátedra,
y la manifestación montiniana dándole licitud a la PNF, que aparte de
ser contraria a las Sagradas Escrituras y al Magisterio Católico
Tradicional, es calumniosa ya que atribuye a la Iglesia algo que JAMÁS
POR JAMÁS ha aprobado:
«Si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar.
La Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a los periodos infecundos, mientras condena siempre como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias. [...] Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá» (Antipapa Pablo VI, Encíclica “Humánæ Vitæ” sobre la regulación de la natalidad, 25 de Julio de 1968, #16).
Y que en la exhortación post-sinodal Amóris Lætítia encuentran no su oposición sino su lógica consecuencia:
«con frecuencia presentamos el matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación» (Antipapa Francisco I, Exhortaciónapostólicapost-sinodal “Amóris Lætítia” sobre el amor en la familia, 8 de Abril de 2016 –firmada el 19 de Marzo–, #36).
Aquí Bergoglio (y Víctor Manuel “Tucho” Fernández Martinelli, autor en la sombra de Amóris Lætítia),
repite casi verbátim el discurso del cardenal belga Leo-Jozef Suenens Janssens
en el aula conciliar el 6 de Julio de 1964, donde palabras más o menos
reduce el matrimonio a una definición sicológica donde prevalece el
elemento emocional y por ende, ve los hijos como un intruso en la
“comunión de amor conyugal”:
«Puede suceder que hayamos aceptado las palabras de la Escritura “creced y multiplicaos” hasta de dejar eclipsadas otras palabras divinas: “Los dos serán una sola carne…” (…) A la Comisión le corresponderá determinar si no habremos concedido excesiva importancia al primero de los fines, que es la procreación, en desmedro de una finalidad igual de imperativa, que es el cultivo de la unión conyugal».
Un episodio desconocido y que sale a la luz en el nuevo libro El nacimiento de una encíclica: «Humanæ vitæ» a la luz de los Archivos vaticanos de la autoría de Gilfredo Marengo es el que se relaciona a continuación:
El 4 de Octubre de 1967, durante el primer Sínodo de los obispos celebrado en el Vaticano, Pablo VI le pidió al cardenal Secretario de Estado Jean-Marie Hippolyte Villot Laville que solicitara pareceres sobre la contracepción en vista de la publicación de una encíclica. Solamente 26 de los 200 obispos que estaban presentes respondieron por escrito, de los cuales estaban a favor:
- el belga Leo-Jozef Suenens Janssens (arzobispo de Malinas-Bruselas, primado y ordinario militar de Bélgica y cardenal-presbítero de San Pedro ad Víncula);
- el alemán Julius August Döpfner Büttner (arzobispo de Múnich-Frisinga y cardenal-presbítero pro hac vice de Santa María della Scala);
- los estadounidenses Lawrence Joseph Shehan Schofield (arzobispo de Baltimore, primado de facto de los Estados Unidos y cardenal-presbítero de San Clemente de Letrán), John Joseph Krol Pietruszka (arzobispo de Filadelfia y cardenal-presbítero de Santa María de la Merced y San Adriano en Villa Albani), John Francis Dearden Gregory (arzobispo de Detroit y cardenal-presbítero de San Pío X en la Balduina), y John Joseph Wright Cokely (obispo de Pittsburgh –siendo obispo auxiliar de Boston, fue quien instigó por el entredicho al Centro San Benito y la excomunión del padre Leonard Feeney por su postura pro “Extra Ecclésiam nulla salus” en 1949; veinte años después del incidente fue designado prefecto de la Congregación para el Clero y creado cardenal-presbítero de Jesús Divino Maestro en Pineta Saccheti–);
- los franceses Alexandre-Charles-Albert-Joseph Renard Delos (arzobispo de Lyon, primado de las Galias y cardenal-presbítero de la Santísima Trinidad en Monte Pincio), Pierre-Paul-Émile Martin SM (arzobispo de Numea, Nueva Caledonia –se pronunció en nombre de los obispos de las islas de los Mares del Sur–), y Claude Marie-Joseph Dupuy (arzobispo de Albi-Castres-Lavaul);
- los canadienses Paul-Émile Léger Beauvais PSS (arzobispo de Montréal y cardenal-presbítero de Santa María de los Ángeles), Philip Francis Pocock (arzobispo coadjutor de Toronto –en 1971 asumirá como titular de dicha sede–), y George Bernard Flahiff Fleming CSB (arzobispo de Winnipeg –creado en 1969 cardenal-presbítero de Santa María de la Salud en Primavalle–);
- el sudafricano Denis Eugene Hurley O’Sullivan OMI (arzobispo de Durban);
- el brasileño Aloísio Leo Arlindo Gerhardt Lorscheider OFM (obispo de Santo Ângelo –en 1973 será promovido a arzobispo de Fortaleza, tres años después creado cardenal-presbítero de San Pedro en Monte de Oro, y en 1995 trasladado como arzobispo de Aparecida–);
- el indonesio Justinus Jamin Darmojuwono (arzobispo de Semarang, ordinario militar de Indonesia y cardenal-presbítero de los Santísimos Nombres de Jesús y María en la Vía Lata), en nombre de la Conferencia Episcopal de Indonesia;
- el danés Hans Ludvig Martensen Clemmensen SJ (obispo de Copenhague);
- el sirio Neófito –Elías– Edelby Battouk BA (obispo auxiliar del Patriarcado de Antioquía de los greco-católicos melquitas y arzobispo titular de Edesa en Orsoena de los greco-católicos melquitas –en 1968 será designado archieparca de Alepo de los greco-católicos melquitas–);
- y el inglés George Andrew Augustine Beck O’Keefe AA (arzobispo de Liverpool);
justificándose
en varios discursos que Pío XII diera en los años 50 a las obstetras
italianas aconsejando la PNF (los discursos en plaza pública del Papa
cuando habla como doctor privado no son objeto de infalibilidad, cabe
recordar).
Los que se opusieron fueron los siete restantes:
- el estadounidense Fulton J. Sheen (obispo de Rochester);
- el filipino Rufino Santos y Jiao (arzobispo de Manila, primado de las Filipinas y cardenal-presbítero de Santa María de los Montes);
- el iraquí Mar Ignacio Gabriel I Tappouni (Patriarca de Antioquía de los sirocatólicos y cardenal-obispo);
- el italiano Giuseppe Siri (el tan mentado “Papa Gregorio XVII”, arzobispo de Génova y cardenal-presbítero de Santa María de la Victoria);
- el hindú Joseph Attipetty (obispo de Verapoly);
- el alemán Guillermo Hartl de Laufen OFM Cap. (vicario apostólico de la Araucanía en Chile);
- y el polaco Karol Jozef Wojtyła (arzobispo de Cracovia y cardenal-presbítero de San Cesáreo en Appia -en 1978 fue electo “
PapaJuan Pablo II”, y Bergoglio lecanonizóel 14 de Abril de 2014-),
enfatizando en que ya la cuestión había sido definida en “Casti Connúbii”.
Montini
rechazó los argumentos del bloque mayoritario porque los consideraba
demasiado modernistas para su gusto, y encomendó al teólogo pontificio
Mario Luigi Ciappi OP la redacción de una nueva encíclica, la cual se
llamó “De nascéndæ prolis” (Sobre el nacimiento de la prole) y,
firmado su original latín el 9 de Mayo de 1968, estaba para ser
publicada el día 23. En ella se enfatizó que el fin primario del
matrimonio es la procreación y educación cristiana de los hijos, y se
buscaba dar por terminado el debate doctrinal. Pero el español Eduardo
Martínez Somalo (responsable de la sección española de la Secretaría de
Estado) y los franceses Jacques-Paul Martin (prefecto de la Casa
pontificia) y Paul Joseph Jean Poupard (responsable de la sección
francesa de la Secretaría de Estado) objetaron el proyecto por ser
demasiado doctrinal, y propusieron uno más “pastoral” el 8 de Junio.
Luego, Mons. Paul-Pierre Philippe OP, ex-secretario del Santo Oficio,
criticó el modelo Martin-Poupard, y realizó varias correcciones, las
cuales entregó el 22 de Junio a Montini, quien con asesoría de Mons.
Carlo Colombo (su teólogo de cabecera) llegó al texto final que aprobó
el 8 de Julio y publicó diecisiete días después: la “Humánæ Vitæ” que
todos conocen y por la que muchos protestaron (el propio Suenens, el
teólogo Charles E. Curran Beisner de la Universidad Católica de América
en Estados Unidos, las Conferencias Episcopales de Canadá, Alemania,
Austria y Suiza, el “Catecismo holandés” y el cardenal Carlo María Martini Maggia).
Regresando en materia, la reflexión que sobre esta trágica efemérides hiciera el profesor Roberto de Mattei en su artículo del 6 de Julio para CORRISPONDENZA ROMANA y que fue traducida para su propia página (y sobre la cual hemos hecho este análisis), concluye con las siguientes palabras:
«Nuestra interpretación de las palabras del cardenal Suenens no está forzada. En coherencia con su discurso, el cardenal primado de Bélgica encabezó en 1968 la revuelta de los obispos y teólogos que se alzaron contra la Humánæ Vitæ. La declaración del episcopado belga del 30 agosto de ese mismo año contra la encíclica de Pablo VI fue, junto con la del episcopado alemán, una de las primeras redactadas por una conferencia episcopal, y sirvió de modelo de protesta a otros episcopados.
A los herederos de aquella protesta que nos proponen reinterpretar Humánæ Vitæ a la luz de Amóris Lætítia, respondemos enérgicamente que seguiremos interpretando la encíclica de Pablo VI a la luz de Casti Connúbii y del Magisterio perenne de la Iglesia».
De
más no está decir que De
Mattei es un neoconservador que pretende al igual que Ratzinger Tauber
hacer una lectura “tradicional” al magisterio conciliar deuterovaticano,
cuando la realidad es que la Doctrina Católica y el Vaticano II se
repelen entre sí como quiera que son fundamento de dos religiones
diferentes y contrapuestas; y que la PNF entra en la condena citada por
Pío XI. Por otra parte, el rechazo que mostraron las conferencias
episcopales de Bélgica y Alemania a la encíclica montiniana, no es sino
la consecuencia de la pérdida de autoridad del Papado conciliar,
simbolizada por la renuncia de Montini a la tiara pontificia en 1964.
Es
importante que nosotros los Católicos conozcamos, amemos y defendamos
el Magisterio Católico Tradicional de los verdaderos Pontífices, a fin
de que nuestra vida refleje la Oración y Creencia por la cual estamos
luchando contra el Vaticano II y sus apostasías.
JORGE RONDÓN SANTOS
25 de Julio de 2018
Solemnidad de San Santiago Apóstol, Patrono de España.
Excelentemente documentado.
ResponderEliminarhttps://www.padre-hernanvergara.com/mundo-cat%C3%B3lico/los-primeros-a%C3%B1os-de-juan-bautista-montini-paulo-vi
ResponderEliminar