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NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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martes, 26 de marzo de 2024

LA ORACIÓN DEL VIERNES SANTO

Traemos con la suficiente antelación para prepararnos debidamente al Viernes Santo las oraciones que antes (y como antes) se usaban en la intercesión general. Oraciones antiecuménicas y antiliberales, por ende, oraciones católicas.
   
En la ceremonia del Viernes Santo, leída la Pasión según San Juan, el Sacerdote puesto de pie en el lado de la Epístola*, extendidos y levantados los brazos, presenta las siguientes sublimes plegarias públicas por todo el mundo, sin excepción de nadie (a diferencia de los Meméntos de los vivos y los difuntos en la Misa, que están reservados para los fieles católicos). Esta práctica, que fue incorporada por el Papa San Gregorio Magno, es en recuerdo de las preces litánicas que se hacían en tiempos de los primeros cristianos (y que en los Ritos Orientales se conserva en la Divina Liturgia de cada día, y en el Rito Ambrosiano hay dos letanías para los domingos de Cuaresma –Divínæ Pacis para los domingos I, III y V; Dicámus omnes para los domingos II y IV–), y para enseñarnos que los efectos de la muerte de Nuestro Señor alcanzan a todas las necesidades de la Iglesia y el género humano (cf. Misal Diario de Dom Gaspar Lefebvre OSB).

La Iglesia hace estas oraciones con rendida humildad (por eso nos manda arrodillarnos antes de cada Oración –excepto en la oración por los judíos–), llena de confianza y de optimismo (por eso nos manda estar de pie todo el tiempo de la Oración), y con frases ardientes que dice en voz absoluta (alta):
  
LATÍN
TRADUCCIÓN
Primus: Pro Ecclésia.
Orémus, dilectíssimi nobis, pro Ecclésia sancta Dei: ut eam Deus et Dóminus noster pacificáre, adunáre, et custodíre dignétur toto orbe terrárum: subjíciens ei principátus et potestátes: detque nobis quietam et tranquíllam vitam degentibus, glorificáre Deum, Patrem Omnipoténtem.
    
Non respondet Amen, sed statim subjungatur:
Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.
 
Oratio cantatur in tono feriali Orationis Missæ, extensis manibus. Et hic modus servatur in subsequentibus.
Omnípotens sempitérne Deus, qui glóriam tuam ómnibus in Christo géntibus revelásti: custódi ópera misericórdiæ tuæ; ut Ecclésia tua, toto orbe diffúsa, stábili fide in confessióne tui nóminis persevéret. Per eúndem Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
1.º Por la Iglesia.
Oremos, muy amados míos, por la santa Iglesia de Dios, para que nuestro Dios y Señor se digne conservarla en paz y en unión, y defenderla por toda la redondez de la tierra, sujetando a ella los principados y las potestades: y concedernos que viviendo esta mortal vida con descanso y tranquilidad, glorifiquemos a Dios Padre Todopoderoso.
  
No se responde Amén, sino que se dice inmediatamente:
Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.

La oracion se canta teniendo las manos extendidas, en el tono que se suele en las misas feriales: y este modo de cantar se ha de observar en las que se siguen.
Omnipotente y sempiterno Dios, que en Jesucristo manifestaste tu gloria a todas las gentes: conserva las obras de tu misericordia, para que tu Iglesia extendida por todo el mundo, persevere con firme fe en la confesión de tu noinbre. Por el mismo Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Secúndus: Pro Papa (Ommititur in Sede vacante).
Orémus et pro beatíssimo Papa nostro N., ut Deus et Dóminus noster, qui elégit eum in órdine episcopátus, salvum atque incólumem custódiat Ecclésiæ.
 
Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Fléctamus génua. ℞. Leváte.
 
Omnípotens sempitérne Deus, cujus judício univérsa fundántur: réspice propítius ad preces nostras, et electum nobis Antístitem tua pietáte consérva; ut christiána plebs, quæ te gubernátur auctóre, sub tanto Pontífice, credulitátis suæ méritis augeátur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
2.º Por el papa (Se omite en Sede Vacante).
Oremos tambien por nuestro santísimo Papa N. para que nuestro Señor Dios, que lo ha escogido en el orden episcopal, le conserve sano y salvo para bien de su santa Iglesia y acertado gobierno de su santo pueblo.
  
Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios, en cuyo decreto se fundan todas las cosas: recibe benignamente nuestros ruegos, y conserva por tu piedad al pastor que nos has dado: para que el pueblo cristiano que es gobernado por tu autoridad, crezca en los méritos de su fe bajo la dirección de tan gran pontífice. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Tértius: Pro Ecclésia Servus.
Orémus et pro ómnibus Epíscopis, Presbýteris, Diacónibus, Subdiacónibus, Acólythis, Exorcístis, Lectóribus, Ostiáriis, Confessóribus, Virgínibus, Víduis: et pro omni pópulo sancto Dei [1].
 
Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.
 
Deus, cujus Spíritu totum corpus Ecclésiæ sanctificátur et régitur: exáudi nos pro univérsis ordínibus supplicántes; ut, grátiæ tuæ múnere, ab ómnibus tibi grádibus fidéliter serviátur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
3.º Por todos los órdenes de la Iglesia.
Oremos tambien por todos los obispos, presbíteros, diáconos, subdiáconos, acólitos, exorcistas, lectores, ostiarios, confesores, vírgenes, viudas, y por todo el pueblo santo de Dios.

Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.
  
Omnipotente y sempiterno Dios, que con tu Espíritu santificas y gobiernas todo el cuerpo de la Iglesia, oye los ruegos que te hacemos por todos los órdenes, para que por don de tu gracia te sirvan todos ellos fielmente. Por nuestro  Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del mismo Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Quártus: Pro Rege (Si non est coronatus, dicatur: * elécto Rege. Si vero defunctus sit et Regnum vacans, dicitur: Orémus et pro Hispáno regno) [2]
Orémus pro Cathólico * Rege nostro N., ut Deus et Dóminus noster súbditas illi fáciat omnes bárbaras natiónes, ad nostram perpétuam pacem.
 
Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, in cujus manu sunt ómnium potestátes et ómnium jura regnórum: réspice ad Hispánum benígnus Régnum; ut gentes, quæ in sua feritáte confídunt, poténtiæ tuæ déxtera comprimántur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
4.º Por el Rey (Si no está coronado, decir: * Rey electo. Si es difunto, y el Reino está vacante, decir: Oremos por el reino de España).
Oremos tambien por nuestro católico rey N., para que nuestro Dios у Señor sujete a su dominio todas las naciones bárbaras, para nuestra perpetua paz.

Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios, en cuya mano está todo el poderío y derecho de todos los reinos: vuelve tus misericordiosos ojos a la monarquía de España, para que las naciones que confian en su propia fiereza, sean abatidas por la diestra de tu poder. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Quíntus: Pro Catechúmenis. [3]
Orémus et pro catechúmenis nostris: ut Deus et Dóminus noster adapériat aures præcordiórum ipsórum januámque misericordiæ; ut, per lavácrum regeneratiónis accépta remissióne ómnium peccatórum, et ipsi inveniántur in Christo Jesu, Dómino nostro.
 
Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, qui Ecclésiam tuam nova semper prole fecúndas: auge fidem et intellectum catechúmenis nostris; ut, renáti fonte baptismátis, adoptiónis tuæ fíliis aggregéntur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
5.º Por los catecúmenos.
Oremos tambien por nuestros catecúmenos, para que nuestro Dios y Señor les abra los oídos del corazón y la puerta de su misericordia; y así recibido el perdón de todos sus pecados en el bautismo, sean incorporados con nosotros en Cristo Jesus Señor nuestro.
   
Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios, que haces siempre fecunda a tu Iglesia con nuevos hijos: acrecienta en nuestros catecúmenos la fe y la inteligencia, para que reengendrados en la fuente del bautismo, vengan a ser del número de tus hijos adoptivos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Sextus: Pro Infirmántibus et Pœniténtes.
Orémus, dilectíssimi nobis, Deum Patrem omnipoténtem, ut cunctis mundum purget erróribus: morbos áuferat: famem depéllat: apéri at cárceres: víncula dissólvat: peregrinántibus réditum: infirmántibus sanitátem: navigántibus portum salútis indúlgeat.
  
Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.
 
Omnípotens sempitérne Deus, mœstórum consolátio, laborántium fortitúdo: pervéniant ad te preces de quacúmque tribulatióne clamántium; ut omnes sibi in necessitátibus suis misericórdiam tuam gáudeant affuísse. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
6.º Por los enfermos y los penitentes.
Oremos, amados míos, a Dios Padre Todopoderoso, para que se digne purificar al mundo de todo error, disipar las enfermedades, desterrar el hambre, abrir las cárceles, romper las cadenas de los cautivos, conceder a los caminantes regreso, a los enfermos salud, y a los que navegan puerto de salvación.
  
Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.

Omnipotente y sempiterno Dios, consuelo de los afligidos, fortaleza de los atribulados, lleguen a Ti los ruegos de los que te invocan en cualquiera tribulacion: para que todos tengan el gozo de experimentar en sus necesidades los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Séptimus: Pro Convérsio Hæréticis et Schismáticis.
Orémus et pro hæréticis et schismáticis: ut Deus et Dóminus noster éruat eos ab erróribus univérsis; et ad sanctam matrem Ecclésiam Cathólicam atque Apostólicam revocáre dignétur.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, qui salvas omnes, et néminem vis períre: réspice ad ánimas diabólica fraude decéptas; ut, omni hærética pravitáte depósita, errántium corda resipíscant, et ad veritátis tuæ rédeant unitátem. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
7.º Por la conversión de los herejes y cismáticos.
Oremos tambien por los herejes у cismáticos, para que nuestro Dios y Señor los libre de todos sus errores, y se digne traerlos a la santa madre Iglesia Católica y Apóstolica.
  
Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.
  
Omnipotente y sempiterno Dios, que a todos salvas, y no quieres que nadie perezca: vuelve tus ojos a las almas seducidas por engaño del diablo, para que estos corazones descarriados dejando toda herética malicia vuelvan al buen camino, y a la unión de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Octávus: Pro Convérsio Pérfidis Judǽis. [4]
Orémus et pro pérfidis Judǽis: ut Deus et Dóminus noster áuferat velámen de córdibus eórum; ut et ipsi agnóscant Jesum Christum, Dóminum nostrum.
 
¶ Non respondetur Amen, nec dicitur Orémus, aut Flectámus génua, aut Leváte, sed statim dicitur:
Omnípotens sempitérne Deus, qui étiam judáicam perfídiam a tua misericórdia non repéllis: exáudi preces nostras, quas pro illíus pópuli obcæcatióne deférimus; ut, ágnita veritátis tuæ luce, quæ Christus est, a suis ténebris eruántur. Per eúndem Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
8.º Por la conversión de los pérfidos judíos.
Oremos tambien por los perfidos judíos, para que quitando nuestro Dios у Señor el velo de sus corazones, vengan al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

¶ No se responde Amén, ni se dice Oremos, Hinquemos las rodillas, o Levantaos, sino que inmediatamente se prosigue diciendo:
Omnipotente y sempiterno Dios, que no excluyes de tu misericordia aun a los pérfidos judíos: oye los ruegos que te hacemos por la obstinada ceguedad de aquel pueblo, para que conociendo la luz de tu verdad que es Cristo, sean libertados de sus tinieblas. Por el mismo  Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
Nonus: Pro Convérsio Pagánis.
Orémus et pro pagánis: ut Deus omnípotens áuferat iniquitátem a córdibus eórum; ut, relíctis idólis suis, convertántur ad Deum vivum et verum, et únicum Fílium ejus Jesum Christum, Deum et Dóminum nostrum. Non respondet Amen.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, qui non mortem peccatórum, sed vitam semper inquíris: súscipe propítius oratiónem nostram, et líbera eos ab idolórum cultúra; et ággrega Ecclésiæ tuæ sanctæ, ad laudem et glóriam nóminis tui. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen. 
9.º Por la conversión de los paganos.
Oremos tambien por los paganos, para que Dios Todopoderoso aparte de sus corazones la iniquidad; y abandonando sus ídolos se conviertan al Dios vivo y verdadero, y a su único Hijo Jesucristo, Dios y Señor nuestro. No se responde Amén.
   
Diácono: Oremos. Hinquemos las rodillas. Subdiácono: Levantaos.

Omnipotente y eterno Dios, que procuras siempre la vida, y no la muerte de los pecadores: admite benignamente nuestra oracion, y librándolos de la adoracion de los ídolos, únelos a tu santa Iglesia para alabanza y gloria de tu nombre. Por nuestro  Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. ℞. Amén.
   
NOTAS
* El Sacerdote no pasa al lado del Evangelio en la parte final de la Pasión según San Juan, simbolizando cómo los judíos se quedaron en la Ley, rechazando el Evangelio.
[1] Aquí se mencionan a todos los ministros, mayores e inferiores, del Orden Sagrado; y además los monjes (llamados “confesores”), las Religiosas consagradas a Dios (llamadas “vírgenes”); las Viudas (que antiguamente solían consagrarse al servicio de Dios para santificar su viudez), y todo el pueblo cristiano.
[2] Por el breve “Ad hoc nos Deus unxit” de San Pío V, se ratificó para España remplazar la mención del Sacro Emperador Romano por la del Rey de España. Además, era costumbre este día que el Rey, mientras estaba arrodillado adorando la Cruz, indultase a algunos reos condenados a muerte poniendo la mano sobre sus procesos diciendo «Como yo perdono a estos reos, así Dios me perdone».
  
Sobre la vacancia del trono, la Sagrada Congregación de Ritos dispuso mediante decreto del 6 de Abril de 1658 que en tal caso, se puede sustituir la mención del rey por la del país. Solución que también es aplicable si en el país no hay gobierno monárquico.
[3] En los primeros tiempos de la Iglesia, los catecúmenos constituían una gran y cara preocupación durante la Cuaresma, especialmente en la Semana Santa. Y actualmente, hay que orar mucho en este momento por los catecúmenos y misioneros en tierras de infieles.
[4] La magnanimidad de la Iglesia se muestra particularmente en esta parte al orar por los judíos, intentando responder no solo a la maldición que se echaron encima al decir: «Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos», sino también a la maldición que lanzan continuamente contra los cristianos en su oración del Birkat haMiním. Aun así, no se arrodilla en esta oración, para no imitar las genuflexiones sacrílegas y escarnios que con este gesto los judíos y los soldados hicieron burlándose de Jesús durante la Pasión. Y como definió el Santo Oficio el 10 de Junio de 1948, la palabra “pérfido” se entiende como “incrédulo” o “infiel”, siguiendo a los Padres de la Iglesia, como San Agustín, que anota en su Comentario al Salmo LIV, v. 10: «Si enim justus est, qui ex fide vivit, iníquus est qui non habet fidem. Quod ergo hic ait, iniquitátem, perfídiam intéllego» (Si es justo el que vive de la fe, el que no tiene fe es un inicuo. Lo que aquí llama iniquidad, yo lo entiendo como perfidia).

domingo, 24 de marzo de 2024

EL “CORRECTISMO” A LA PASIÓN SEGÚN SAN JUAN

Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH. A menos que se indique lo contrario, los textos bíblicos son de la versión de Mons. Félix Torres Amat.
   
OBISPOS DE ESTADOS UNIDOS AÑADEN NOTA A LA LECTURA DEL VIERNES SANTO PARA PREVENIR EL “ANTISEMITISMO”
¡No puedes inventar estas cosas!
   
   
La denominada Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB en inglés) se ha movido para asegurar que este año, nadie expuesto a la celebración litúrgica novusordita del Viernes Santo, que incluye la lectura completa de la Pasión de Nuestro Señor según el Evangelio de San Juan, quede con una impresión o actitud “antisemita”.

Para tal fin, una nota breve se imprimió en los misales de fieles antes del texto del Evangelio en las parroquias “católicas” de todo el país. El Comité de Asuntos Ecuménicos e Interreligiosos de la USCCB declara en su página contra el antisemitismo:
«Es posible que reconozcas una nueva incorporación a tu Misal 2024. En 2022, los Comités de Asuntos Ecuménicos e Interreligiosos y de Culto Divino aprobaron una nota que aparecerá en todas las ayudas para el culto junto con la lectura de la Narrativa de la Pasión Juanina, recordando a los fieles el significado de este pasaje: el amor de Jesús por todas y cada una de las personas.
     
También estamos trabajando con la Oficina para el Apostolado Bíblico y el Subcomité de Traducción de Textos de las Escrituras para facilitar lecturas sensibles de las notas de la nueva traducción de la New American Bible y la nueva Biblia in America» (Fuente).
La “nota” en cuestión dice lo siguiente, verbátim:
«Las narraciones de la pasión se proclaman en su totalidad para que todos vean vívidamente el amor de Cristo por cada persona. A la luz de esto, los crímenes durante la Pasión de Cristo no pueden atribuirse, ni en la predicación ni en la catequesis, indiscriminadamente a todos los judíos de ese tiempo, ni a los judíos de hoy. El pueblo judío no debe ser referido como si fuera reprobado de Dios o maldito, como si este punto de vista se dedujera de las Sagradas Escrituras. La Iglesia siempre tiene en mente que Jesús, su madre María y los apóstoles eran todos judíos. Como la Iglesia siempre ha sostenido, Cristo sufrió libremente su pasión y muerte a causa de los pecados de todos, para que todos pudieran ser salvados» (Citado en Michelle La Rosa and J.D. Flynn, “The USCCB’s Good Friday pastoral note”/La nota pastoral de la USCCB para el Viernes Santo. The Pillar, 12 de Marzo de 2024).
Naturalmente, esta declaración se puede encontrar en inglés y español en el lugar apropiado en los textos litúrgicos para el Viernes Santo (29 de Marzo de 2024), en el propio sitio web de la USCCB.
    
De hecho, las diócesis estadounidenses están enviando esta directriz a sus parroquias. La vemos incluida, por ejemplo, en la edición del 14 de Febrero de 2024 (pág. 3) del Boletín Pastoral de la Archidiócesis de Miami, como también en el sitio web de la Archidiócesis de Cincinati.
    
Según el boletín de Enero de 2024 del Comité de Culto Divino de la USCCB, el propósito de la declaración es «ayudar a asegurar que la proclamación de la Pasión del Señor no sea abusada por el sentimiento antijudío» (citado por The Pillar). Aparentemente este es un gran problema o amenaza aguda en las parroquias novusorditas estadounidenses en nuestros tiempos, ¡hordas de feligreses jugando con la idea de perseguir a los judíos después de leer la Pasión según San Juan!

Con todo, la renuncia de los obispos estadounidenses no salió de la nada. Tiene algo de historia, como explica en una entrevista con The Pillar Rebecca Cohen, una empleada del Comité de Asuntos Ecuménicos e Interreligiosos de la USCCB:
«Históricamente, la “nota de la Pasión” se originó con el Comité de Liturgia de los obispos, que allá por los años 80 recomendó que se incluyera en diferentes ayudas para el culto.
   
A lo largo de los años, no ha habido ningún tipo de cumplimiento ni ningún tipo de expectativa de que se incluya, por lo que no siempre se utilizó. 
    
Como desaparecía cada vez más, los obispos decidieron que era bueno seguir adelante y exigirlo. Trabajamos un poco en ello para revisar el lenguaje, pero es muy similar a la nota pastoral que apareció en muchas ayudas de culto en el pasado» (Rebecca Cohen, citada en “The USCCB’s Good Friday pastoral note”/La nota pastoral de la USCCB para el Viernes Santo. The Pillar, 12 de Marzo de 2024).
Está claro que la nota que será insertada en los misales de fieles este año refleja mucho a Nostra Ætáte, un documento publicado por el Concilio Vaticano II el 28 de Octubre de 1965:
«Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo [cf. Juan 19, 6], sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios» (Vaticano II, Declaración Nostra Ætáte, n.º 4).
Está claro desde el vamos que la “nota de la pasión” no está en conflicto con el Vaticano II. Pero, ¿qué pasa con el entendimiento Católico de la Pasión (tú sabes, lo que se creía en los más de 1.900 años de Catolicismo antes del pseudoconcilio revolucionario)?
  
«Las narraciones de la pasión se proclaman en su totalidad para que todos vean vívidamente el amor de Cristo por cada persona».
De hecho, eso es muy bonito y verdadero.
   
«A la luz de esto, los crímenes durante la Pasión de Cristo no pueden atribuirse, ni en la predicación ni en la catequesis, indiscriminadamente a todos los judíos de ese tiempo, ni a los judíos de hoy».
Claramente, no todos los judíos el Viernes Santo estaban clamando por la muertr de nuestro Santísimo Señor. Con todo, también es cierto que Nuestro Señor fue entregado a Poncio Pilatos por los líderes religiosos del judaísmo de su tiempo, quienes demandaron vehementemente que Lo hicieran morir, tras una condena por el Sanedrín, el “Consejo y Tribunal supremo de justicia de los judíos”: «A tal respuesta, el Sumo sacerdote [Caifás] rasgó sus vestiduras, diciendo: “Blasfemado ha: ¿qué necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos acabais de oír la blasfemia con que se hace hijo de Dios: ¿qué os parece?”. A lo que respondieron ellos diciendo: “Reo es de muerte”». (Matth. 26, 65-66).
   
Es diáfano que Caifás no estaba actuando simplemente como un individuo privado, sino precisamente en su capacidad de ser el sumo sacerdote judío, quien ya había resuelto condenar a Cristo antes siquiera de convocar al tribunal: «Mas esto no lo dijo de propio movimiento, sino que, como era el Sumo pontífice en aquel año, sirvió de instrumento a Dios, y profetizó que Jesús había de morir por la nación» (Jn. 11, 51).

De acuerdo con San Jerónimo, por este acto de pronunciar a Jesús reo de blasfemia y rasgar sus vestiduras, Caifás perdió ante Dios el status de sumo sacerdote, dejando vacante el puesto: «El hecho de rasgar [Caifás] sus vestiduras, demostró que los judíos habían perdido su dignidad sacerdotal y que estaba vacante la sede del sumo sacerdote, roto ya el velo que cubría la ley» (Citado en Catena Aurea: Commentary on the Four Gospels collected out of the Works of the Fathers Vol. I, Part III [Oxford: John Henry Parker, 1842], pág. 926.)
   
Ante los judíos incrédulos, claro está, Caifás seguía sumo sacerdote (ver Hechos 4, 6); pero por ese tiempo, habíase convertido en judaismo apóstata, puesto que la Iglesia Católica ya había sido establecida y el Nuevo Testamento estaba en vigencia.
    
Por ende, se puede decir del judaísmo como religión que es culpable de la muerte de Cristo. De hecho, es precisamente el rechazo oficial de Cristo lo que tornó al judaísmo del Antiguo Testamento al judaísmo apóstata que perdura hasta hoy. De eso se sigue que todos los que son, seguidores espirituales de Caifás, todos los que se alinean espiritualmente a este judaísmo apóstata (y ahora talmúdico), de ellos se dice realmente y con justicia que son culpables de Deicidio, de matar a Dios.
    
Con todo esto en mente, ahora podemos entender mejor por qué San Pedro, el primer Papa, predicó a los judíos —colectiva e indiscriminadamente— que ellos fueron culpables de la muerte de Jesucristo y que habían preferido a Barrabás que a Él:
  • «¡Oh hijos de Israel!, escuchadme ahora: A Jesús de Nazaret, hombre autorizado por Dios a vuestros ojos, con los milagros, maravillas y prodigios que por medio de Él ha hecho entre vosotros, como todos sabéis; a este Jesús, dejado a vuestro arbitrio por una orden expresa de la voluntad de Dios, y decreto de su presciencia, vosotros Le habéis hecho morir, clavándole en la cruz por mano de los impíos» (Hechos 2, 22-23).
  • «Lo que viendo Pedro, habló a la gente de esta manera: “¡Oh hijos de Israel!, ¿por qué os maravilláis de esto, y por qué nos estais mirando a nosotros, como si por virtud o potestad nuestra hubiésemos hecho andar á este hombre? El Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado con este prodigio a su Hijo Jesús, a quien vosotros habéis entregado y negado en el tribunal de Pilato, juzgando este que debía ser puesto en libertad. Mas vosotros renegásteis del Santo y del Justo, y pedisteis que se os hiciese gracia de la vida de un homicida: disteis la muerte al Autor de la vida; pero Dios le ha resucitado de entre los muertos, y nosotros somos testigos de su resurrección. Su poder es el que, mediante la fe en su Nombre, ha consolidado los pies a este que vosotros visteis y conocisteis tullido; de modo que la fe, que de Él proviene, y en Él tenemos, es la que ha causado esta perfecta curación delante de todos vosotros. Ahora, hermanos, yo bien sé que hicisteis por ignorancia que hicisteis, como tambien vuestros jefes. Si bien Dios ha cumplido de esta suerte lo prenunciado por la boca de todos los Profetas, en órden a la pasión de su Cristo. Haced pues penitencia, y convertíos, a fin de que se borren vuestros pecados”» (Hechos 3, 12-19).
Meses antes de la ratificación de Nostra Ætáte por el Vaticano II, el heroico sacerdote mejicano P. Joaquín Sáenz y Arriaga (1899-1976), que después se convirtió en uno de los primeros sedevacantistas, advirtió contra aquellos «que querían que el Concilio Ecuménico repudiase el cargo de Deicidio respecto a los judíos…». En su libro de 1972 La nueva Iglesia montiniana, el mismo sacerdote declara:
«Es evidente que no todos los judíos, que vivían en tiempo de Cristo, estaban presentes en el pretorio de Pilatos, ni personalmente pidieron la crucifixión y muerte del Señor. Es también evidente que los mismos judíos que estuvieron presentes no tienen todos la misma personal responsabilidad que la de sus dirigentes, que no sólo presionaron, sino se hicieron e hicieron al pueblo responsable del drama del Calvario. No fueron ellos, claro está, los que azotaron a Cristo, los que le pusieron la corona de espinas, los que le crucificaron. Pero, ellos son los autores intelectuales del deicidio, ellos los principales responsables de todo lo que el Señor sufrió en su Sagrada Pasión. Y es, finalmente evidente, teniendo en cuenta la elección divina de Israel y la ingratitud colectiva de ese pueblo, que la responsabilidad solidaria recae todavía sobre los que hoy, como ayer, siguen negando la divinidad de Cristo; los que hoy, como ayer, volverían a pedir su Pasión y Muerte» (P. Joaquín Sáenz y Arriaga, La nueva Iglesia Montiniana, 2.ª ed. rev. [México D.F.: Editores Asociados, S. de R.L., 1972], págs. 334-335. Traducción inglesa por Edgar A. Lucidi [La Habra, CA: Edgar A. Lucidi, M.D., 1985], págs. 309-310. #CommissionLink)
Los hechos históricos son hechos históricos, y no debemos negarlos por respeto humano o «por temor de los judíos» (Jn. 7, 13).
   
Por supuesto que es verdad que, espiritualmente hablando, todos los pecadores son culpables de la Pasión y Muerte de Cristo, porque nuestro Santísimo Señor tomó voluntariamente sobre Sí nuestros pecados a fin de expiarlos (más tarde volveremos sobre ello).
   
«El pueblo judío no debe ser referido como si fuera reprobado de Dios o maldito, como si este punto de vista se dedujera de las Sagradas Escrituras».
¡Eso se sigue muy ciertamente de la Sagrada Escritura! O mejor, no se sigue simplemente de la Escritura, es enseñada allí explícitamente.
   
Uno puede simplemente consultar, por ejemplo, la Concordancia textual de las Sagradas Escrituras de Thomas David Williams (#CommissionLink) y encontrar una entrada sobre el Rechazo de los judíos bajo las profecías de Cristo (págs. 810-811). Allí se encuentran los siguientes pasajes:
  • «Así yo os declaro, que vendrán muchos gentiles del Oriente, y estarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mientras que los hijos del reino (los judíos) serán echados fuera a las tinieblas: allí será el llanto y el crujir de dientes» (Matth. 8, 11-12).
  • «“Pero los renteros al ver al hijo, dijeron entre sí: ‘Este es el heredero, venid, matémosle, y nos alzaremos con su herencia’. Y agarrándole le echaron fuera de la viña, y le mataron. Ahora bien, en volviendo el dueño de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?”. “Hará, dijeron ellos, que esta gente tan mala perezca miserablemente; y arrendará su viña a otros labradores que le paguen los frutos a sus tiempos”. “¿Pues no habéis jamás leído en las Escrituras, les añadió Jesus: ‘La piedra que desecharon los fabricantes, esa misma vino a ser la clave del ángulo? El Señor es el que ha hecho esto en nuestros días, y es una cosa admirable a nuestros ojos’ [Ps. CXVII., v. 22.—Act. IV., v. 11]. Por lo cual os digo, que os será quitado a vosotros el reino de Dios, y dado a gentes que rindan frutos de buenas obras”» (Mt 21:38-43)
  • «“En fin, a un hijo único que tenía y a quien amaba tiernamente, se lo envió también el último, diciendo: ‘Respetarán a lo menos a mi hijo’. Pero los viñadores al verle venir se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; venid, matémosle, y será nuestra la heredad’. Y asiendo de él, le mataron, arrojándole antes fuera de la viña. ¿Qué hará pues el dueño de la viña? Vendrá, y perderá a aquellos renteros, y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído este lugar de la Escritura [Psalm. CXVII., v. 22.— Is. XXVIII., v. 16]: ‘La piedra que desecharon los que edificaban, vino a ser la principal piedra del ángulo: el Señor es el que hizo eso, y estamos viendo con nuestros ojos tal maravilla’?”» (Marc. 12, 6-11).
  • «Allí será el llanto y el rechinar de dientes: cuando veréis a Abrahán, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los Profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán tambien gentes del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se pondrán a la mesa en el convite del reino de Dios» (Luc. 13, 28-29).
  • «“Dijo entonces el dueño de la viña: ‘¿Qué haré ya? Enviaré a mi hijo querido: quizá, cuando le vean, le tendrán más respeto’. Mas luego que los colonos le avistaron, discurrieron entre sí, diciendo: ‘Este es el heredero, matémosle, a fin de que la heredad quede por nuestra’. Y habiéndole arrojado fuera de la viña, le mataron. ¿Qué hará pues con ellos el dueño de la viña? Vendrá en persona, y perderá a estos colonos, y dará su viña a otros”. Lo que oído por los príncipes de los sacerdotes, dijeron: “No lo permita Dios”. Pero Jesús clavando los ojos en ellos, dijo: “¿Pues qué quiere decir lo que está escrito [Psalm. CXVII., v. 22 — Is. XXVIII., v. 16]: ‘La piedra que desecharon los arquitectos, esa misma vino a ser la principal piedra del ángulo’? De suerte que quien cayere sobre la dicha piedra, se estrellará; y aquel sobre quien ella cayere, quedará hecho añicos”» (Luc. 20, 13-18).
Esto no es un tema terriblemente complicado. Los judíos rechazaron a Nuestro Señor, entonces Él los ha rechazado, hasta que se conviertan, eso es (ver Rom. 11). Lo mismo va para los gentiles, por supuesto, porque «si le negáremos, Él nos negará igualmente» (2.ª Tim. 2, 12).
    
¿Por qué debería esto ser sorprendente o controversial? Nuestro Señor fue claro: «Quien no está por mí, está contra mí, y quien no recoge conmigo, desparrama» (Luc. 11, 23). Como también San Pablo y San Bernabé, quienes «con gran entereza les dijeron: “A vosotros debía ser primeramente anunciada la palabra de Dios; mas ya que la rechazais, y os juzgáis vosotros mismos indignos de la vida eterna, de hoy en adelante nos vamos a predicar a los gentiles”» (Hechos 13, 46).
    
El castigo profetizado a los judíos por haber rechazado a Dios también se le puede encontrar en la Escritura. Y sí, ciertamente se lee como una maldición:
  • «Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades donde se habían hecho muchísimos de sus milagros, porque no habían hecho penitencia. “¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!, que si en Tiro y en Sidon se hubiesen hecho los milagros que se han obrado en vosotras, tiempo ha que habrían hecho penitencia, cubiertas de ceniza y de cilicio. Por tanto os digo, que Tiro y Sidon serán menos rigurosamente tratadas en el día del juicio, que vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas acaso levantarte hasta el cielo? Serás, sí, abatida hasta el infierno; porque, si en Sodoma se hubiesen hecho los milagros que en ti, Sodoma quizá subsistiera aun hoy día. Por eso te digo, que el país de Sodoma en el día del juicio será con menos rigor que tú castigado”» (Matth. 11, 20-24).
  • «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que hubieran hecho penitencia cubiertas de cilicio, y yaciendo sobre la ceniza. Por eso Tiro y Sidón serán juzgadas con mas clemencia que vosotras. Y tú, oh Cafarnaúm, que orgullosa te has levantado hasta el cielo, serás abatida hasta el profundo del infierno» (Luc. 10, 13-15).
  • «Pero Jesús vuelto a ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloreis por mí, llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos. Porque presto vendrán días en que se diga: ‘Dichosas las estériles, y dichosos los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar’. Entónces comenzarán a decir a los montes: ‘Caed sobre nosotros’; y a los collados: ‘Sepultadnos’. Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará?”» (Luc. 23, 28-31).
Con relación a ser “maldito” o “maldecido”, también debemos recordar que el caído género humano en general ha padecido bajo maldición (ver Gén. 3, 16-19) que solo la Redención de Nuestro Señor podía deshacer: «Jesucristo nos redimió de la maldición de la Ley, habiéndose hecho por nosotros objeto de maldición, pues está escrito [Levit. XVIII., v. 5]: “Maldito todo aquel que es colgado en un madero, pues por sus maldades le habrán puesto allí”; y todo esto, para que la bendición de Abrahán cupiese a los gentiles por Jesucristo, a fin de que así por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu Santo o la abundancia de sus dones y gracia» (Gál. 3, 13-14).
    
En lugar de decirle a los judíos que ellos no están bajo maldición, la USCCB debería estar explicándoles precisamente en qué sentido están maldecidos, y que aun así no deberían estar en desesperación, ¡porque el infinitamente benévolo Dios-Hombre al que ellos maldijeron y condenaron ha convertido su maldad en su Redención y potencial salvación! Por Su inagotable misericordia, Él ha tornado la maldición de sangre que reclamaron sobre sí (ver Matth. 27, 25) en su baño redentor: «que también descienda sobre ellos, como bautismo de redención y vida, la Sangre que reclamó un día contra sí» (Acto de Consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús; en Acta Apostólicæ Sedis, vol. XVII, n. 13 [Nov., 1925], p. 544).
   
Podemos concluir con el P. Sáenz:
«Después de lo sumariamente hemos dicho, resulta incompresible la famosa Declaración del Vaticano II, cuando nos dice: “Los judíos no deben presentarse como rechazados de Dios o malditos, como si esto se siguiese de la Sagrada Escritura”. Necesitamos mudar o suprimir los libros sagrados para admitir esa postura pastoral del Concilio, que parece a todo trance –incluso contradiciendo a la Escritura, al dogma, a la Tradición, a los escritos de todos los Santos Padres y Doctores de Iglesia, a la verdad histórica– exonerar la responsabilidad judaica, para complacer las exigencias de nuestros mortales enemigos, que, por otra parte, mantienen su posición de rebeldía y negación en contra de Cristo y de su Iglesia.
   
Por lo demás, debemos recordar, como lo afirma San Pablo que la desgracia de Israel no es ni total, ni definitiva. No es total, porque siempre ha habido sinceros conversos del judaísmo –(no hablamos de los marranos, los falsos, los criptojudíos)–, que, al reconocer el Mesianismo y la Divinidad de Cristo, han ingresado en la Iglesia, han formado parte de Israel y han vuelto ser hijos de la predilección.  No es definitiva, porque, como lo afirma San Pablo. No es definitiva, porque, como lo afirma San Pablo, la conversión del pueblo a ser uno de los signos que vendrán antes del nuevo advenimiento del Redentor, para juzgar a los vivos y a los muertos» (Saenz y Arriaga, págs. 338-339 [Traducción inglesa, pág. 313]; cursivas propias. #CommissionLink)
De hecho, es una verdad consoladora que el Señor Jesús no rechaza a nadie que, auxiliado por Su divina gracia, se vuelve a Él sinceramente.
     
La enseñanza de San Pablo a que el P. Sáenz se refiere en la cita anterior, se halla en el capítulo undécimo de su carta a los Romanos, el cual es un minicatecismo sobre cómo los judíos, habiendo rechazado a Dios, fueron rechazados por Él, y los gentiles admitidos en su lugar. Usando la imagen de un olivo, San Pablo advierte a los gentiles, sin embargo, que no por eso deberían pensar que están eternamente seguros, como si fuera imposible para ellos caer como los judíos lo hicieron. En realidad, así como los gentiles pueden caer, también es posible para los judíos convertirse y ser readmitidos a la amistad con Dios:
«Pues, según esto, digo yo ahora: ¿Por ventura ha desechado Dios a su pueblo? No por cierto. Porque yo mismo soy israelita del linaje de Abrahán, y de la tribu de Benjamín: no ha desechado Dios al pueblo suyo, al cual conoció en su presciencia. ¿No sabeis vosotros lo que de Elías refiere la Escritura [III. Reg. XIX., v. 10]; de qué manera dirige él a Dios sus quejas contra Israel, diciendo: “¡Oh Señor!, a tus Profetas los han muerto, demolieron tus altares, y he quedado yo solo, y atentan a mi vida”? Mas ¿qué le responde el oráculo divino [III. Reg. XIX., v. 18]? “Heme reservado siete mil hombres, esto es muchísimos, que no han doblado la rodilla delante de el ídolo Baal”. De la misma suerte pues, a pesar de la general incredulidad de los judíos, se han salvado en este tiempo algunos pocos que han sido reservados por Dios según la eleccion de su gracia. Y si por gracia, claro está que no por obras; de otra suerte la gracia no fuera gracia.
  
¿De aquí qué se infiere? Que Israel, que buscaba la justicia, mas no por la fe, no la ha hallado; pero la han hallado aquellos que han sido escogidos por Dios, habiéndose cegado todos los demas, según está escrito [Is. VI., v. 9; XXIX., v. 10.— Matth. XIII., v. 14]: “Les ha dado Dios hasta hoy día en castigo de su rebeldía, un espíritu de estupidez y contumacia; ojos para no ver, y oídos para no oír”. David dice también [Psalm. LXVIII., v. 23]: “Venga a ser para ellos su mesa, esto es, su alimento, su Ley, su Templo y altar, un lazo y de trampa donde queden cogidos, y una piedra de escándalo o ruina, y eso en justo castigo suyo por el mal uso que de ello harán. Oscurézcanse sus ojos de tal modo que no vean; y haz que sus espaldas estén cada vez más encorvadas hacia la tierra”.
    
Mas esto supuesto, pregunto: ¿Los judíos están caídos para no levantarse jamás? No por cierto. Pero su caída ha venido a ser una ocasión de salud para los gentiles, a fin de que el ejemplo de los gentiles, les excite la emulación para imitar su fe. Que si su delito ha venido a ser la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos el tesoro o riqueza de las naciones, ¿cuánto más lo será su plenitud o futura restauración, esto es, su conversión a la fe, al fin de los tiempos? Con vosotros hablo, ¡oh gentiles! Ya que soy el Apóstol de las gentes, he de honrar mi ministerio, para ver también si de algún modo puedo provocar a una santa emulación a los de mi linaje, y logro la salvación de algunos de ellos. Porque si el haber sido los más de ellos desechados, ha sido ocasión de la reconciliación del mundo [Act. XIII., v. 46 y 47], ¿que será su restablecimiento o conversión, sino resurrección de muerte a vida? Porque si las primicias de los judíos son santas, esto es, los Patriarcas, lo es tambien la masa o el cuerpo de la nación; y si es santa la raiz, también las ramas. Que si algunas de las ramas han sido cortadas, y si tú, ¡oh pueblo gentil!, que no eres más que un acebuche, has sido injertado en lugar de ellas, y hecho participante de la savia o jugo que sube de la raiz del olivo, no tienes de que gloriarte contra las ramas naturales. Y si te glorías, sábete que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.
   
Pero las ramas, dirás tú, han sido cortadas para ser yo ingerido en su lugar. Bien está: por su incredulidad fueron cortadas. Tú empero estás ahora firme en el árbol, por medio de la fe; mas no te engrías, antes bien vive con temor. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, o a los judíos, debes temer que ni a ti tampoco te perdonará. Considera pues la bondad, y la severidad de Dios: la severidad para con aquellos que cayeron, y la bondad de Dios para contigo, si perseverares en el estado en que su bondad te ha puesto; de lo contrario tú tambien serás cortado. Y todavía ellos mismos, si no permanecieren en la incredulidad, serán otra vez unidos a su tronco; pues poderoso es Dios para ingerirlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado del acebuche, que es tu tronco natural, e injerto contra natura en la oliva castiza, ¿con cuanta mayor razón serán injertas en su propio tronco las ramas naturales del mismo olivo?
    
Por tanto no quiero, hermanos, que ignoreis este misterio, esto es, la futura conversión de los judíos (a fin de que no tengáis sentimientos presuntuosos de vosotros mismos) y es, que una parte de Israel ha caído en la obcecación, hasta tanto que la plenitud de las naciones haya entrado en la Iglesia: entonces salvarse ha todo Israel, según está escrito [Is. LIX., v. 20]: “Saldrá de Sion el Libertador o Salvador, que desterrará de Jacob la impiedad. Y entonces tendrá efecto la alianza que he hecho con ellos, en habiendo Yo borrado sus pecados”. Es verdad que en orden al Evangelio son enemigos de Dios por ocasión de vosotros; mas con respecto a la elección de Dios, son muy amados por causa de sus padres los Patriarcas. Pues los dones y vocación de Dios son inmutables. Pues así como en otro tiempo vosotros no creíais en Dios, y al presente habéis alcanzado misericordia por ocasión de la incredulidad de los judíos; así tambien los judíos están al presente sumergidos en la incredulidad, para dar lugar a la misericordia que vosotros habéis alcanzado, a fin de que a su tiempo consigan también ellos misericordia. El hecho es que Dios permitió que todas las gentes quedasen envueltas en la incredulidad, para ejercitar su misericordia con todos» (Romanos 11, 1-32).
¡Qué palabras aleccionadoras, edifificantes y sobremanera bellas, sublimes y divinamente inspiradas!

Si los obispos novusorditas estadounidenses creyeran la doctrina de San Pablo, tal vez algunos de ellos comenzarían a predicar a los judíos, “con ocasión y sin ella” (2.ª Tim. 4, 2), para que ellos puedan ser “injertos” nuevamente y tener abierto para ellos el camino de salvación.
    
«La Iglesia siempre tiene en mente que Jesús, su madre María y los apóstoles eran todos judíos».
Esta es una clásica media verdad que se aprovecha de la doble ambigüedad inherente al adjetivo “judío”. Este término, junto con el sustantivo “judío”, puede referirse a la etnicidad o a la religión. Si es usado para referirse a la religión, puede referirse al Judaísmo veterotestamentario genuino, que era la religión verdadera (ver Jn. 4, 22) antes que Jesucristo estableciera la Nueva Alianza; o puede referirse al judaísmo apóstata (talmúdico) de nuestros días.

¿Cristo, la Santísima Virgen y los Apóstoles fueron étnicamente judíos? ¡Por supuesto que lo eran! ¿Practicaron el judaísmo veterotestamentario? Por supuesto que sí, hasta que Cristo empezó a predicar que el Reino de Dios está cerca y que cuanto estaba prefigurado en el Antiguo Testamento ahora sería cumplido. Con Su Sacrificio en la Cruz, nuestro Santísimo Señor fundó la Iglesia e hizo que el Nuevo Testamento entrase en vigencia, remplazando y superando el orden anterior:
  • « La Iglesia, ya concebida y nacida del corazón mismo del segundo Adán en la Cruz, se manifestó a los hombres por vez primera de modo solemne en el celebérrimo día de Pentecostés» (Papa León XIII, Encíclica Dívinum Illud munus, n. 7)
  • «Y, en primer lugar, con la muerte del Redentor, a la Ley Antigua abolida sucedió el Nuevo Testamento; entonces en la sangre de Jesucristo, y para todo el mundo, fue sancionada la Ley de Cristo con sus misterios, leyes, instituciones y ritos sagrados. Porque, mientras nuestro divino Salvador predicaba en un reducido territorio ―pues no había sido enviado sino a las ovejas que habían perecido de la casa de Israel (cf. Mt. 15, 24) ― tenían valor, contemporáneamente, la Ley y el Evangelio [Cf. Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, I-IIæ, cuestión 103, art. 3, a la objeción 2.ª]; pero en el patíbulo de su muerte Jesús abolió la Ley con sus decretos (cf. Ef. 2, 15), clavó en la cruz la escritura del Antiguo Testamento (cf. Col. 2, 14), y constituyó el Nuevo en su Sangre, derramada por todo el género humano (cf. Mat. 26, 28; 1.ª Cor. 11,25). Pues, como dice san León Magno, hablando de la cruz del Señor, “de tal manera en aquel momento se realizó un paso tan evidente de la Ley al Evangelio, de la Sinagoga a la Iglesia, de los muchos sacrificios a una sola hostia, que, al exhalar su espíritu el Señor, se rasgó inmediatamente de arriba abajo aquel velo místico que cubría a las miradas el secreto sagrado del templo” [Sermón 68, 3; Patrología Latína 54, col. 374].

    En la cruz, pues, murió la Ley Vieja, que en breve había de ser enterrada y resultaría mortífera [cf. San Jerónimo y San Agustín, Epístolas 112,14 y 116,6: Patrología Latína 22, cols.n924 y 943; Suma teológica, I-IIæ, cuestión 103, art. 3, a la objeción 2.ª; art. 4, a la objeción 1ª; Concilio de Florencia, Decreto para los jacobitas: Mansi 31, 1738], para dar paso al Nuevo Testamento, del cual Cristo había elegido como idóneos ministros a los apóstoles (cf. 2.ª Cor. 3, 6)» (Papa Pío XII, Encíclica Mýstici Córporis Christi, n. 12; subrayado añadido).
¿Por qué es tan difícil a la gente de hoy aceptar que los judíos apóstatas de hoy no tienen una alianza con Dios? Solamente hay una alianza, y es la que nuestro Santísimo Señor selló con Su Sangre, que es tanto para los judíos como para los gentiles.
   
«Como la Iglesia siempre ha sostenido, Cristo sufrió libremente su pasión y muerte a causa de los pecados de todos, para que todos pudieran ser salvados».
Claro que es verdad que Jesucristo murió libremente, por Su propia volición, sufrió y murió por nosotros: «Por eso mi Padre me ama; porque doy mi vida por mis ovejas, bien que para tomarla otra vez [Is. LIII., v. 7]. Nadie me la arranca, sino que yo la doy de mi propia voluntad, y soy dueño de darla, y dueño de recobrarla: este es el mandamiento que recibí de mi Padre» (Jn. 10, 17-18).
    
Esto es completamente cierto, mas esto no niega los hechos históricos y demás verdades teológicas cuya cuenta dimos antes.
  
Sí, hablando espiritualmente, todos nosotros, pecadores, todos los que somos miembros del caído género humano, somos responsables por (y culpables de) la Sagrada Pasión y Muerte del Señor Jesús, porque todos nosotros estamos necesitados de la Redención y de hecho hemos sido redimidos por Jesucristo. Esto va tanto para los judíos como para los gentiles:
  • «De ahí resultó que el Padre celestial, Padre de la misericordia y Dios de toda consolación (1.ª Cor. 1, 3), cuando llegó aquella bienaventurada plenitud de los tiempos (Eph 1, 10; Gál. 4, 4) envió a los hombres a su Hijo Cristo Jesús [Canon 1], el que antes de la Ley y en el tiempo de la Ley fue declarado y prometido a muchos santos Padres (cf. Gén. 49, 10; Gén. 49, 18), tanto para redimir a los judíos que estaban bajo la Ley como para que las naciones que no seguían la justicia, aprehendieran la justicia (Rom. 9, 30) y todos recibieran la adopción de hijos de Dios (Gál. 4, 5). A Este propuso Dios como propiciador por la fe en su sangre por nuestros pecados (Rom. 3, 25), y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1.ª Jn. 2, 2).» (Concilio de Trento, sesión VI, cap. 2. Denzinger 794).
  • «Entonces, ¿alguno de los lados tiene ventaja? De ninguna manera. Los judíos y los gentiles, como hemos alegado antes, están igualmente convencidos de pecado. Así está escrito: “No hay entre ellos un inocente, ni siquiera uno. No hay nadie que reflexione y busque a Dios; todos por igual están en el camino equivocado, todos son vidas desperdiciadas; Ninguno de ellos actúa honorablemente, no, ninguno. Sus bocas son tumbas abiertas, usan su lengua para adular. Debajo de sus labios se esconde veneno de áspides. Su charla rebosa de maldiciones y calumnias. Corren velozmente para derramar sangre; el caos y la ruina siguen su camino; el camino de la paz les es desconocido. No mantienen el temor de Dios ante sus ojos”. Así lo dice la ley, y sabemos que las palabras de la ley están destinadas a los propios súbditos de la ley; está decidido a que nadie tenga nada que decir por sí mismo, que el mundo entero se reconozca responsable de los juicios de Dios. Ninguna criatura humana puede llegar a ser aceptable ante sus ojos si observa la ley; lo que hace la ley es darnos la plena conciencia del pecado. Pero, en estos días, el camino de justificación de Dios finalmente ha salido a la luz; uno que fue atestiguado por la ley y los profetas, pero que se mantiene apartado de la ley; El camino de Dios para la justificación a través de la fe en Jesucristo, destinado a todos y enviado a todos sin distinción, si tiene fe. Todos por igual han pecado, todos por igual son indignos de la alabanza de Dios. Y la justificación nos llega como un don gratuito de su gracia, mediante nuestra redención en Cristo Jesús» (Romanos 3, 9-24/versión inglesa de Mons. Ronald Knox).
Respecto a la Santísima Virgen María, quien era sin pecado, lo fue por un privilegio y gracia singular de que los frutos de la Redención de Cristo fueran aplicados preventivamente a su alma para que ella fuera concebida sin mancha de pecado original y preservada de pecado actual (ver Denz. 833; 1641). Es por eso que ella, que era inmaculada, sin embargo llamaba a Dios «mi Salvador» (Luc. 1, 47).
   
No hay, pues, ningún conflicto entre todas estas verdades. Aun cuando todos nosotros somos culpables de infligir dolor y muerte a nuestro Santísimo Señor por cuenta de nuestros pecados, sigue siendo verdad, y de gran significado histórico y teológico, que fueron los judíos —¡aquellos a quienes el Mesías había sido prometido!— quienes entregaron a Cristo a los romanos para ser crucificado, y a cuya presión finalmente sucumbió Poncio Pilato. Eso no significa que el procurador romano fuera inocente, solo que «quien a ti Me ha entregado, es reo de pecado más grave» (Jn. 19, 11).
   
Así vemos refutado el sofisma de la USSCB. Su “nota de la Pasión” es una vergüenza monumental y engañosa que enfatiza más la ruptura que ocurrió en el Concilio Vaticano II específicamente respecto a la doctrina católica tradicional sobre el judaísmo apóstata:
Imagina si, en lugar de acomodar a los judíos apóstatas sobre el Viernes Santo, los obispos novusorditas estadounidenses hubieran incluido en su lugar una fervorosa oración o apelo por su conversión!
    
Pero no, eso por supuesto sería considerado totalmente inaceptable y sin duda… ¡“antisemita”!

jueves, 15 de marzo de 2018

EL VIERNES SANTO, SOLAMENTE COMULGA EL SACERDOTE CELEBRANTE

Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO. Es de advertir que la referencia al año 1956 es porque en ese año se implementó la “Semana Santa bugniniana” impuesta el año anterior.
  
¿ES CATÓLICO RECIBIR LA COMUNIÓN EL VIERNES SANTO, DÍA EN QUE SE CONMEMORA LA MUERTE DE NUESTRO SEÑOR?
    
En 1956, sin la aprobación del Papa Pío XII, el presbítero francmasón Aníbal Bugnini, arquitecto en jefe del Novus Ordo, fabricó un rito protestantizado de la Semana Santa que preparó el camino a la seminovusordiana Misa de 1962 y al servicio completamente Novus Ordo de 1969.
Desde los tiempos de los Apóstoles, ninguna comunión se recibe el Viernes Santo.
Los verdaderos Católicos deberían rehusarse a asistir a los protestantizados ritos de 1956 para la Semana Santa, e incluso ahora prepararse para encontrar un lugar donde se celebre la Semana Santa con los ritos Católicos plenamente tradicionales (pre-1956).
  
Queridos Padres de TRADITIO: Cuando se acerca la Semana Santa, hay quien tiene la osadía de calificarme como “cismática” por negarme a recibir la Santa Comunión el Viernes Santo en los lugares donde se ofrece en ese día. Se afirmaba que el Papa Pío XII permitió que cualquier Tom, Dick, y Harriet violaran la Tradición Católica y Apostólica para recibir la Comunión el Viernes Santo, a pesar del hecho de que el Viernes Santo es el único día en el cual ningún Sacramento puede confeccionarse, fuera del duelo por la Pasión y Muerte de Nuestro Señor en la Cruz. Incluso muchos Católicos son ignorantes de este principio, así que sería apreciada vuestra respuesta sobre si la Comunión puede recibirse el Viernes Santo. (Marie)
 
Respuesta de los Padres de TRADITIO.
Absolutamente, tú no eres cismática, sino una verdadera Católica. De hecho, los que asisten a tales servicios de “comunión” seminovusordianos son quienes están en el error. Estás en lo cierto al señalar que el Viernes Santo, desde los primeros tiempos, no hay Misa ni Comunión. Sólo el celebrante consume la única Hostia remanente que fue preconsagrada el Jueves Santo.
   
Desde los primeros tiempos, el Viernes Santo ha sido un día alitúrgico, esto es, en este día no se celebra la Santa Misa, el único día en el Rito Romano Tradicional. En cambio, un rito sin Misa es conducido como está prescrito en el Missále Románum y canonizado a perpetuidad por el Concilio dogmático de Trento.
 
En 1956, los Sagrados Ritos Católicos y Apostólicos de la Semana Santa, que están contenidos en el Misal Romano canonizado, fueron corrompidos por el mismo Aníbal Bugnini que fabricó la inválida y protestante-masónico-pagana Misa Novus Ordo de 1969. Pío XII nunca fijó su firma en este abominable documento, que esencialmente protestantizó los ritos más sagrados del año, y preparó el camino al seminovusordo servicio de 1962 y el totalmente inválido servicio Novus Ordo de 1969.
 
Ni el Papa Pío XII ni ningún otro reclamante al Papado tiene la autoridad para cambiar sustancialmente el Rito Católico y Apostólico canonizado universalmente. Los teólogos dogmáticos de la Iglesia (Juan de Torquemada, Tomás Vio de Cayetano, Francisco Suárez et al.) enseñan que si un papa atentare hacerlo, sería un cismático. Después de la Misa del Jueves Santo hasta la primera Misa de Pascua el Sábado Santo, al medio día, está prohibido que se celebre el Santo Sacrificio de la Misa. Durante ese lapso, no está permitido ningún Sacramento -ni bautismos, ni confesiones, ni matrimonios, ni funerales-.
 
Los verdaderos Católicos no deberían asistir a los ritos corruptos de 1956 para la Semana Santa, e incluso deben encontrar un lugar donde se celebre la Semana Santa con los ritos Católicos plenamente tradicionales (pre-1956).

viernes, 25 de marzo de 2016

SAGRADO TRIDUO PASCUAL: MISA DE PRESANTIFICADOS DEL VIERNES SANTO

Del Misal Romano de San Pío V

FERIA VI IN PARASCEVE
Statio ad S. Crucem in Jerusalem — duplex I classis

In Choro, dicta Nona, Sacerdos et Ministri induti paramentis nigri coloris, sine luminaribus et incenso, procedunt ad Altare: et ante illud prostrati aliquamdiu orant. Interim Acolythi unam tantum tobaleam extendunt super Altare. Sacerdos cum Ministris facta oratione ascendit ad Altare, et osculatur illud in medio: deinde Lector accedit ad legendum Prophetiam in loco, ubi legitur Epistola, et incipit eam sine titulo: quam etiam  acerdos legit submissa voce apud Altare in cornu Epistolæ.

Léctio Osee Prophétæ
Osee 6, 1-6. 

Hæc dicit Dóminus: In tribulatione sua mane consúrgent ad me: Veníte, et revertámur ad óminum: quia ipse cepit, et sanábit nos: percútiet, et curábit nos. Vivificábit nos post duos dies: in die tértia suscitábit nos, et vivémus in conspéctu ejus. Sciémus, sequemúrque, ut cognoscámus Dóminum: quasi dilúculum præparátus est egréssus ejus, et véniet quasi imber nobis temporáneus et serótinus terræ. Quid fáciam tibi, Ephraim? Quid fáciam tibi, Juda? misericórdia vestra quasi nubes matutína: et quasi ros mane pertránsiens. Propter hoc dolávi in prophétis, occídi eos in verbis oris mei: et judícia tua quasi lux egrediéntur. Quia misericórdiam vólui, et non sacrifícium, et sciéntiam Dei, plus quam holocáusta.

Et non respondetur Deo grátias, quod servatur etiam post Lectionem sequentem.

Tractus. Hábacuc 3. Dómine, audívi audítum tuum, et tímui: considerávi ópera tua, et expávi.
℣. In médio duórum animálium innotescéris: dum appropinquáverint anni, sognoscéris: dum advénerit tempus, osténdens,
℣. In eo, dum conturbáta fúerit ánima mea: in ira, misericórdiæ memor eris. 
℣. Deus a Líbano véniet, et Sanctus de monte umbróso et condénso.
℣. Opéruit cœlos majéstas ejus: et laudis ejus plena est terra.

Finito Tractu, Sacerdos in cornu Epistolæ dicit: Orémus, Diaconus: Flectámus génua, et Subdiaconus: Leváte.

ORATIO
Deus, a quo et Judas reátus sui pœnam, et confessiónis suæ latro prǽmium sumpsit, concéde nobis tuæ propitiatiónis efféctum: ut, sicut in passióne sua Jesus Christus, Dóminus noster, divérsa utrísque íntulit stipéndia meritórum; ita nobis, abláto vetustátis erróre, resurrectiónis suæ grátiam largiátur: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Subdiaconus in tono Epistolæ similiter sine titulo cantat sequentem Lectionem:

Exodi 12, 1-11. 

In diébus illis: Dixit Dóminus ad Móysen et Aaron in terra Ægýpti: Mensis iste vobis princípium ménsium primus erit in ménsibus anni. Loquímini ad univérsum cœtum filiórum Israël, et dícite eis: Décima die mensis hujus tollat unusquísque agnum per famílias et domos suas. Sin autem minor est númerus, ut suffícere possit ad vescéndum agnum, assúmet vicínum suum, qui junctus est dómui suæ, juxta númerum animárum, quæ suffícere possunt ad esum agni. Erit autem agnus absque mácula, másculus, annículus: juxta quem ritum tollétis et hædum. Et servábitis eum usque ad quartam décimam diem mensis hujus: immolabítque eum univérsa multitúdo filiórum Israël ad vésperam. Et sument de sánguine ejus, ac ponent super utrúmque postem et in superlimináribus domórum, in quibus cómedent illum. Et edent carnes nocte illa assas igni, et ázymos panes cum lactúcis agréstibus. Non comedétis ex eo crudum quid nec coctum aqua, sed tantum assum igni: caput cum pédibus ejus et intestínis vorábitis. Nec remanébit quidquam ex eo usque mane. Si quid resíduum fúerit,  igne comburétis. Sic autem comedétis illum: Renes vestros accingétis, et calceaménta habébitis in pédibus, tenéntes báculos in mánibus, et comedétis festinánter: est enim Phase (id est tránsitus) Dómini.

Tractus. Ps. 139, 2-10 et 14. Éripe me, Dómine, ab homine malo: a viro iníquo líbera me. 
℣. Qui cogitavérunt malítias in corde: tota die constituébant prœ́lia. 
℣. Acuérunt linguas suas sicut serpéntis: venénum áspidum sub labiis eórum. 
℣. Custódi me, Dómine, de manu peccatóris: et ab homínibus iníquis libera me. 
℣. Qui cogitavérunt supplantáre gressus meos: abscondérunt supérbi láqueum mihi. 
℣. Et funes extendérunt in láqueum pédibus meis: juxta iter scándalum posuérunt mihi. 
℣. Dixi Dómino: Deus meus es tu: exáudi, Dómine, vocem oratiónis meæ.
℣. Dómine, Dómine, virtus salútis meæ: obúmbra caput meum in die belli. 
℣. Ne tradas me a desidério meo peccatóri: cogitavérunt advérsus me: ne derelínquas me, ne umquam exalténtur. 
℣. Caput circúitus eórum: labor labiórum ipsórum opériet eos. 
℣. Verúmtamen justi confitebúntur nómini tuo: et habitábunt recti cum vultu tuo.
  
Finito Tractu, dicitur Passio super nudum pulpitum: quam Celebrans submissa voce legit in cornu Epistolæ.

Pássio Dómini nostri Jesu Christi secúndum Joánnem
Joann. 18, 1-40; 19, 1-42. 

In illo témpore: Egréssus est Jesus cum discípulis suis trans torréntem Cedron, ubi erat hortus, in quem introívit ipse et discípuli ejus. Sciébat autem et Judas, qui tradébat eum, locum: quia frequénter Jesus convénerat illuc cum discípulis suis. Judas ergo cum accepísset cohórtem, et a pontifícibus et pharisǽis minístros, venit illuc cum latérnis et fácibus et armis. Jesus ítaque sciens ómnia, quæ ventúra erant super eum, procéssit, et dixit eis: Quem quǽritis? C. Respondérunt ei: S. Jesum Nazarénum. C. Dicit eis Jesus: Ego sum. C. Stabat autem et Judas, qui tradébat eum, cum ipsis. Ut ergo dixit eis: Ego sum: abiérunt retrórsum, et cecidérunt in terram. Íterum ergo interrogávit eos: Quem quǽritis? C. Illi autem dixérunt: S. Jesum Nazarénum. C. Respóndit Jesus: Dixi vobis, quia ego sum: si ergo me quǽritis, sinite hos abíre. C. Ut implerétur sermo, quem dixit: Quia quos dedísti mihi, non pérdidi ex eis quemquam. Simon ergo Petrus habens gládium edúxit eum: et percússit pontíficis servum: et abscídit aurículam ejus déxteram. Erat autem nomen servo Malchus. Dixit ergo Jesus Petro: Mitte gládium tuum in vagínam. Cálicem, quem dedit mihi Pater, non bibam illum? C. Cohors ergo et tribúnus et minístri Judæórum comprehendérunt Jesum, et ligavérunt eum: et adduxérunt eum ad Annam primum, erat enim socer Cáiphæ, qui erat póntifex anni illíus. Erat autem Cáiphas, qui consílium déderat Judǽis: Quia expédit, unum hóminem mori pro pópulo. Sequebátur autem Jesum Simon Petrus et álius discípulus. Discípulus autem ille erat notus pontífici, et introívit cum Jesu in átrium pontíficis. Petrus autem stabat ad óstium foris. Exívit ergo discípulus álius, qui erat notus pontífici, et dixit ostiáriæ: et introdúxit Petrum. Dicit ergo Petro ancílla ostiária: S. Numquid et tu ex discípulis es hóminis istíus? C. Dicit ille: S. Non sum. C. Stabant autem servi et minístri ad prunas, quia frigus erat, et calefaciébant se: erat autem cum eis et Petrus stans et calefáciens se. Póntifex ergo interrogávit Jesum de discípulis suis et de doctrína ejus. Respóndit ei Jesus: Ego palam locútus sum mundo: ego semper dócui in synagóga et in templo, quo omnes Judǽi convéniunt: et in occúlto locútus sum nihil. Quid me intérrogas? intérroga eos, qui audiérunt, quid locútus sim ipsis: ecce, hi sciunt, quæ díxerim ego. C. Hæc autem cum dixísset, unus assístens ministrórum dedit álapam Jesu, dicens: S. Sic respóndes pontífici? C. Respóndit ei Jesus: Si male locútus sum, testimónium pérhibe de malo: si autem bene, quid me cædis? C. Et misit eum Annas ligátum ad Cáipham pontíficem. Erat autem Simon Petrus stans et calefáciens se. Dixérunt ergo ei: S. Numquid et tu ex discípulis ejus es? C. Negávit ille et dixit: S. Non sum. C. Dicit ei unus ex servis pontíficis, cognátus ejus, cujus abscídit Petrus aurículam: S. Nonne ego te vidi in horto cum illo? C. Íterum ergo negávit Petrus: et statim gallus cantávit. Addúcunt ergo Jesum a Cáipha in prætórium. Erat autem mane: et ipsi non introiérunt in prætórium, ut non contaminaréntur, sed ut manducárent pascha. Exívit ergo Pilátus ad eos foras et dixit: S. Quam accusatiónem affértis advérsus hóminem hunc? C. Respondérunt et dixérunt ei: S. Si non esset hic malefáctor, non tibi tradidissémus eum. C. Dixit ergo eis Pilátus: S. Accípite eum vos, et secúndum legem vestram judicáte eum. C. Dixérunt ergo ei Judǽi: S. Nobis non licet interfícere quemquam. C. Ut sermo Jesu implerétur, quem dixit, signíficans, qua morte esset moritúrus. Introívit ergo íterum in prætórium Pilátus, et vocávit Jesum et dixit ei: S. Tu es Rex Judæórum? C. Respóndit Jesus: A temetípso hoc dicis, an álii dixérunt tibi de me? C. Respóndit Pilátus: S. Numquid ego Judǽus sum? Gens tua et pontífices tradidérunt te mihi: quid fecísti? C. Respóndit Jesus: Regnum meum non est de hoc mundo. Si ex hoc mundo esset regnum meum, minístri mei útique decertárent, ut non tráderer Judǽis: nunc autem regnum meum non est hinc. C. Dixit ítaque ei Pilátus: S. Ergo Rex es tu? C. Respóndit Jesus: Tu dicis, quia Rex sum ego. Ego in hoc natus sum et ad hoc veni in mundum, ut testimónium perhíbeam veritáti: omnis, qui est ex veritáte, audit vocem meam. C. Dicit ei Pilátus: S. Quid est véritas? C. Et cum hoc dixísset, íterum exívit ad Judǽos, et dicit eis: S. Ego nullam invénio in eo causam. Est autem consuetúdo vobis, ut unum dimíttam vobis in Pascha: vultis ergo dimíttam vobis Regem Judæórum? C. Clamavérunt ergo rursum omnes, dicéntes: S. Non hunc, sed Barábbam. C. Erat autem Barábbas latro. Tunc ergo apprehéndit Pilátus Jesum et flagellávit. Et mílites plecténtes corónam de spinis, imposuérunt cápiti ejus: et veste purpúrea circumdedérunt eum. Et veniébant ad eum, et dicébant: S. Ave, Rex Judæórum. C. Et dabant ei álapas. Exívit ergo íterum Pilátus foras et dicit eis: S. Ecce, addúco vobis eum foras, ut cognoscátis, quia nullam invénio in eo causam. C. (Exívit ergo Jesus portans corónam spíneam et purpúreum vestiméntum.) Et dicit eis: S. Ecce homo. C. Cum ergo vidíssent eum pontífices et minístri, clamábant, dicéntes: S. Crucifíge, crucifíge eum. C. Dicit eis Pilátus: S. Accípite eum vos et crucifígite: ego enim non invénio in eo causam. C. Respondérunt ei Judǽi: S. Nos legem habémus, et secúndum legem debet mori, quia Fílium Dei se fecit. C. Cum ergo audísset Pilátus hunc sermónem, magis tímuit. Et ingréssus est prætórium íterum: et dixit ad Jesum: S. Unde es tu? C. Jesus autem respónsum non dedit ei. Dicit ergo ei Pilátus: S. Mihi non lóqueris? nescis, quia potestátem hábeo crucifígere te, et potestátem hábeo dimíttere te? C. Respóndit Jesus: Non habéres potestátem advérsum me ullam, nisi tibi datum esset désuper. Proptérea, qui me trádidit tibi, majus peccátum habet. C. Et exínde quærébat Pilátus dimíttere eum. Judǽi autem clamábant dicéntes: S. Si hunc dimíttis, non es amícus Cǽsaris. Omnis enim, qui se regem facit, contradícit Cǽsari. C. Pilátus autem cum audísset hos sermónes, addúxit foras Jesum, et sedit pro tribunáli, in loco, qui dícitur Lithóstrotos, hebráice autem Gábbatha. Erat autem Parascéve Paschæ, hora quasi sexta, et dicit Judǽis: S. Ecce Rex vester. C. Illi autem clamábant: S. Tolle, tolle, crucifíge eum. C. Dicit eis Pilátus: S. Regem vestrum crucifígam? C. Respondérunt pontífices: S. Non habémus regem nisi Cǽsarem. C. Tunc ergo trádidit eis illum, ut crucifigerétur. Suscepérunt autem Jesum et eduxérunt. Et bájulans sibi Crucem, exívit in eum, qui dícitur Calváriæ, locum, hebráice autem Gólgotha: ubi crucifixérunt eum, et cum eo alios duos, hinc et hinc, médium autem Jesum. Scripsit autem et títulum Pilátus: et pósuit super crucem. Erat autem scriptum: Jesus Nazarénus, Rex Judæórum. Hunc ergo títulum multi Judæórum legérunt, quia prope civitátem erat locus, ubi crucifíxus est Jesus. Et erat scriptum hebráice, græce et latíne. Dicébant ergo Piláto pontífices Judæórum: S. Noli scríbere Rex Judæórum, sed quia ipse dixit: Rex sum Judæórum. C. Respóndit Pilátus: S. Quod scripsi, scripsi. C. Mílites ergo cum crucifixíssent eum, acceperunt vestimenta ejus (et fecérunt quátuor partes: unicuique míliti partem), et túnicam. Erat autem túnica inconsútilis, désuper contéxta per totum. Dixérunt ergo ad ínvicem: S. Non scindámus eam, sed sortiámur de illa, cujus sit. C. Ut Scriptúra implerétur, dicens: Partíti sunt vestiménta mea sibi: et in vestem meam misérunt sortem. Et mílites quidem hæc fecérunt. Stabant autem juxta Crucem Jesu Mater ejus et soror Matris ejus, María Cléophæ, e María Magdaléne. Cum vidísset ergo Jesus Matrem et discípulum stantem, quem diligébat, dicit Matri suæ: Múlier, ecce fílius tuus. C. Deinde dicit discípulo: Ecce mater tua. C. Et ex illa hora accépit eam discípulus in sua. Póstea sciens Jesus, quia ómnia consummáta sunt, ut consummarétur Scriptúra, dixit: Sítio. C. Vas ergo erat pósitum acéto plenum. Illi autem spóngiam plenam acéto, hyssópo circumponéntes, obtulérunt ori ejus. Cum ergo accepísset Jesus acétum, dixit: Consummátum est. C. Et inclináte cápite trádidit spíritum. (Hic genuflectitur, et pausatur aliquantulum) Judǽi ergo (quóniam Parascéve erat), ut non remanérent in cruce córpora sábbato (erat enim magnus dies ille sábbati), rogavérunt Pilátum, ut frangeréntur eórum crura et tolleréntur. Venérunt ergo mílites: et primi quidem fregérunt crura et alteríus, qui crucifíxus est cum eo. Ad Jesum autem cum veníssent, ut vidérunt eum jam mórtuum, non fregérunt ejus crura, sed unus mílitum láncea latus ejus apéruit, et contínuo exívit sanguis et aqua. Et qui vidit, testimónium perhíbuit: et verum est testimónium ejus. Et ille scit, quia vera dicit: ut et vos credátis. Facta sunt enim hæc, ut Scriptúra implerétur: Os non comminuétis ex eo. Et íterum ália Scriptúra dicit: Vidébunt in quem transfixérunt.

Quod sequitur, legitur in tono Evangelii: et dicitur Munda cor meum, sed non petitur benedictio, et non deferuntur luminaria neque incensum, et Celebrans in fine non osculatur librum.

Munda cor meum ac lábia mea, omnípotens Deus, qui lábia Isaíæ Prophétæ cálculo mundásti igníto: ita me tua grata miseratióne dignáre mundáre, ut sanctum Evangélium tuum digne váleam nuntiáre. Per Christum, Dóminum nostrum. Amen.

Post hæc áutem rogávit Pilátum Joseph ab Arimathǽa (eo quod esset discípulus Jesu, occúltus áutem propter metum Judæórum), ut tólleret corpus Jesu. Et permísit Pilátus. Venit ergo et tulit corpus Jesu. Venit áutem et Nicodémus, qui vénerat ad Jesum nocte primum, ferens mixtúram myrrhæ et áloes, quási libras centum. Accepérunt ergo corpus Jesu, et ligavérunt illud línteis cum aromátibus, sicut mos est Judǽis sepelíre. Erat áutem in loco, ubi crucifíxus est, hortus: et in horto monuméntum novum, in quo nondum quísquam pósitus erat. Ibi ergo propter Parascéven Judæórum, quia juxta erat monuméntum, posuérunt Jesum.

Deinde Sacerdos stans in cornu Epistolæ, incipit absolute junctis manibus:  

Primus: Pro Ecclésia
Orémus, dilectíssimi nobis, pro Ecclésia sancta Dei: ut eam Deus et Dóminus noster pacificáre, adunáre, et custodíre dignétur toto orbe terrárum: subjíciens ei principátus et potestátes: detque nobis quietam et tranquíllam vitam degentibus, glorificáre Deum, Patrem Omnipoténtem.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Oratio cantatur in tono feriali Orationis Missæ, extensis manibus. Et hic modus servatur in subsequentibus.
Omnípotens sempitérne Deus, qui glóriam tuam ómnibus in Christo géntibus revelásti: custódi ópera misericórdiæ tuæ; ut Ecclésia tua, toto orbe diffúsa, stábili fide in confessióne tui nóminis persevéret. Per eúndem Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
 
Secúndus: Pro Papa (Ommititur in Sede vacante) 
Orémus et pro beatíssimo Papa nostro N., ut Deus et Dóminus noster, qui elégit eum in órdine episcopátus, salvum atque incólumem custódiat Ecclésiæ.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Fléctamus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, cujus judício univérsa fundántur: réspice propítius ad preces nostras, et electum nobis Antístitem tua pietáte consérva; ut christiána plebs, quæ te gubernátur auctóre, sub tanto Pontífice, credulitátis suæ méritis augeátur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Tértius: Pro Ecclésia Servus
Orémus et pro ómnibus Epíscopis, Presbýteris, Diacónibus, Subdiacónibus, Acólythis, Exorcístis, Lectóribus, Ostiáriis, Confessóribus, Virgínibus, Víduis: et pro omni pópulo sancto Dei.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Deus, cujus Spíritu totum corpus Ecclésiæ sanctificátur et régitur: exáudi nos pro univérsis ordínibus supplicántes; ut, grátiæ tuæ múnere, ab ómnibus tibi grádibus fidéliter serviátur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritu Sancti, Deus,  per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Quártus: Pro Rege (Si non est coronatus, dicatur: * elécto Rege)
Orémus pro Cathólico * Rege nostro N., ut Deus et Dóminus noster súbditas illi fáciat omnes bárbaras natiónes, ad nostram perpétuam pacem.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, in cujus manu sunt ómnium potestátes et ómnium jura regnórum: réspice ad Hispánum benígnus Régnum; ut gentes, quæ in sua feritáte confídunt, poténtiæ tuæ déxtera comprimántur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.
 
Quíntus: Pro Catechúmenis
Orémus et pro catechúmenis nostris: ut Deus et Dóminus noster adapériat aures præcordiórum ipsórum januámque misericordiæ; ut, per lavácrum regeneratiónis accépta remissióne ómnium peccatórum, et ipsi inveniántur in Christo Jesu, Dómino nostro.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, qui Ecclésiam tuam nova semper prole fecúndas: auge fidem et intellectum catechúmenis nostris; ut, renáti fonte baptismátis, adoptiónis tuæ fíliis aggregéntur. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Sextus: Pro Infirmántibus et Pœniténtes
Orémus, dilectíssimi nobis, Deum Patrem omnipoténtem, ut cunctis mundum purget erróribus: morbos áuferat: famem depéllat: apéri at cárceres: víncula dissólvat: peregrinántibus réditum: infirmántibus sanitátem: navigántibus portum salútis indúlgeat.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, mæstórum consolátio, laborántium fortitúdo: pervéniant ad te preces de quacúmque tribulatióne clamántium; ut omnes sibi in necessitátibus suis misericórdiam tuam gáudeant affuísse. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Séptimus: Pro Convérsio Hæréticis et Schismáticis
Orémus et pro hæréticis et schismáticis: ut Deus et Dóminus noster éruat eos ab erróribus univérsis; et ad sanctam matrem Ecclésiam Cathólicam atque Apostólicam revocáre dignétur.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, qui salvas omnes, et néminem vis períre: réspice ad ánimas diabólica fraude decéptas; ut, omni hærética pravitáte depósita, errántium corda resipíscant, et ad veritátis tuæ rédeant unitátem. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Octávus: Pro Convérsio Pérfidis Judǽis
Orémus et pro pérfidis Judǽis: ut Deus et Dóminus noster áuferat velámen de córdibus eórum; ut et ipsi agnóscant Jesum Christum, Dóminum nostrum.
 
Non respondetur Amen, nec dicitur Orémus, aut Flectámus génua, aut Leváte, sed statim dicitur:
 
Omnípotens sempitérne Deus, qui étiam judáicam perfídiam a tua misericórdia non repéllis: exáudi preces nostras, quas pro illíus pópuli obcæcatióne deférimus; ut, ágnita veritátis tuæ luce, quæ Christus est, a suis ténebris eruántur. Per eúndem Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Nonus: Pro Convérsio Pagánis
Orémus et pro pagánis: ut Deus omnípotens áuferat iniquitátem a córdibus eórum; ut, relíctis idólis suis, convertántur ad Deum vivum et verum, et únicum Fílium ejus Jesum Christum, Deum et Dóminum nostrum.

Diaconus et Subdiaconus: Orémus. Flectámus génua. ℞. Leváte.

Omnípotens sempitérne Deus, qui non mortem peccatórum, sed vitam semper inquíris: súscipe propítius oratiónem nostram, et líbera eos ab idolórum cultúra; et ággrega Ecclésiæ tuæ sanctæ, ad laudem et glóriam nóminis tui. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Completis Orationibus, Sacerdos deposita Casula accedit ad cornu Epistolæ, et ibi in posteriori parte anguli Altaris accipit a Diacono Crucem jam in Altari præparatam: quam, versa facie ad populum, a summitate parum discooperit, incipiens solus Antiphonam Ecce lignum Crucis, ac deinceps in reliquis juvatur in cantu a Ministris usque ad Veníte, adorémus. Choro autem cantante Veníte, adorémus, omnes se prosternunt, excepto Celebrante. Deinde procedit ad anteriorem partem ánguli ejusdem cornu Epistolæ: et discooperiens brachium dextrum Crucis, elevansque eam paulisper, altius quam primo, incipit: Ecce lignum Crucis, aliis cantantibus et adorantibus, ut supra. Deinde Sacerdos procedit ad medium Altaris: et discooperiens Crucem totaliter, ac elevans eam, tertio altius incipit: Ecce lignum Crucis, aliis cantantibus et adorantibus, ut supra.

℣. Ecce lignum Crucis, in quo salus mundi pependit.
℞. Veníte, adoremus.

Postea Sacerdos solus portat Crucem ad locum ante Altare præparatum, et genuflexus ibidem eam locat: mox depositis calceamentis, accedit ad adorandam Crucem, ter genua flectens antequam eam deosculetur. Hoc facto revertitur, et accipit calceamenta, et Casulam. Postmodum Ministri Altaris, deinde alii Clerici, et laici, bini et bini, ter genibus flexis, ut dictum est, Crucem adórant. Interim, dum fit adoratio Crucis, cantantur Improperia, et alia quæ sequuntur, vel omnia vel pars eorum, prout multitudo adorantium vel paucitas requirit: quæ etiam Sacerdos sedens ad scamnum legit cum Ministris, ut infra:

Celebrans: ℣. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
℣. Quia edúxi te de terra Ægýpti: parásti Crucem Salvatóri tuo.
Diaconus: ℞. Agios o Theós.
Subdiaconus: ℞. Sanctus Deus.
Diaconus: ℞. Agios ischyrós.
Subdiaconus: ℞. Sanctus fortis.
Diaconus: ℞. Agios athánatos, eléison imas.
Subdiaconus: ℞. Sanctus immortális, miserére nobis.

Celebrans: ℣. Quia edúxi te per desértum quadragínta annis, et manna cibávi te, et introdúxi te in terram satis bonam: parásti Crucem Salvatóri tuo.
Diaconus: ℞. Agios o Theós.
Subdiaconus: ℞. Sanctus Deus.
Diaconus: ℞. Agios ischyrós.
Subdiaconus: ℞. Sanctus fortis.
Diaconus:. Agios athánatos, eléison imas.
Subdiaconus: ℞. Sanctus immortális, miserére nobis.

Celebrans: ℣. Quid ultra débui fácere tibi, et non feci? Ego quidem plantávi te víneam meam speciosíssimam: et tu facta es mihi nimis amára: acéto namque sitim meam potásti: et láncea perforásti latus Salvatóri tuo.
Diaconus: ℞. Agios o Theós.
Subdiaconus: ℞. Sanctus Deus.
Diaconus: ℞. Agios ischyrós.
Subdiaconus: ℞. Sanctus fortis.
Diaconus: ℞. Agios athánatos, eléison imas.
Subdiaconus: ℞. Sanctus immortális, miserére nobis.

Celebrans: ℣. Ego propter te flagellávi Ægýptum cum primogénitis suis: et tu me flagellátum tradidísti.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego edúxi te de Ægýpto, demérso Pharaóne in Mare Rubrum: et tu me tradidísti princípibus sacerdótum.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego ante te apérui mare: et tu aperuísti láncea latus meum.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego ante te præívi in colúmna nubis: et tu me duxísti ad prætórium Piláti.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego te pavi manna per desértum: et tu me cecidísti álapis et flagéllis.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego te potávi aqua salútis de petra: et tu me potásti felle et acéto.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego propter te Chananæórum reges percússi: et tu percussísti arúndine caput meum.
Diaconus et Subdiaconus: ℞.  Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego dedi tibi sceptrum regále: et tu dedísti cápiti meo spíneam corónam.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.
Celebrans: ℣. Ego te exaltávi magna virtúte: et tu me suspendísti in patíbulo Crucis.
Diaconus et Subdiaconus: ℞.  Pópule meus, quid feci tibi? aut in quo contristávi te? respónde mihi.

Celebrans: ℣. Crucem tuam adorámus, Dómine: et sanctam resurrectiónem tuam laudámus et glorificámus: ecce enim, propter lignum venit gaudium in univérso mundo.
Ps. 66, 2. Deus misereátur nostri et benedícat nobis:
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Illúminet vultum suum super nos et misereátur nostri.
 
Celebrans: ℣. Crucem tuam adorámus, Dómine: et sanctam resurrectiónem tuam laudámus et glorificámus: ecce enim, propter lignum venit gáudium in univérso mundo. 
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Crux fidélis, inter omnes arbor una nóbilis: nulla silva talem profert fronde, flore, gérmine. * Dulce lignum dulces clavos, dulce pondus sústinet.
 
Celebrans: Hymnus ℣. Pange, lingua, gloriósi láuream certáminis, et super Crucis trophǽo dic triúmphum nóbilem: quáliter Redémptor orbis immolátus vícerit.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Crux fidélis, inter omnes arbor una nóbilis: nulla silva talem profert fronde, flore, gérmine.
Celebrans: ℣. De paréntis protoplásti fraude Factor cóndolens, quando pomi noxiális in necem morsu ruit: ipse lignum tunc notávit, damna ligni ut sólveret.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Dulce lignum dulces clavos, dulce pondus sústinet.
Celebrans: ℣. Hoc opus nostræ salútis ordo depopóscerat: multifórmis proditóris ars ut artem fálleret: et medélam ferret inde, hostis unde lǽserat.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Crux fidélis, inter omnes arbor una nóbilis: nulla silva talem profert fronde, flore, gérmine.
Celebrans: ℣. Quando venit ergo sacri plenitúdo témporis, missus est ab arce Patris Natus, orbis Cónditor: atque ventre virgináli carne amíctus pródiit.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Dulce lignum dulces clavos, dulce pondus sústinet.
Celebrans: ℣. Vagit Infans inter arcta cónditus præsépia: membra pannis involúta Virgo Mater álligat: et Dei manus pedésque stricta cingit fáscia.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Crux fidélis, inter omnes arbor una nóbilis: nulla silva talem profert fronde, flore, gérmine.
Celebrans: ℣. Lustra sex qui jam perégit, tempus implens córporis, sponte líbera Redémptor passióni déditus, Agnus in Crucis levátur immolándus stípite.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Dulce lignum dulces clavos, dulce pondus sústinet.
Celebrans: ℣. Felle potus ecce languet: spina, clavi, láncea mite corpus perforárunt, unda manat et cruor: terra, pontus, astra, mundus, quo lavántur flúmine!
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Crux fidélis, inter omnes arbor una nóbilis: nulla silva talem profert fronde, flore, gérmine.
Celebrans: ℣. Flecte ramos, arbor alta, tensa laxa víscera, et rigor lentéscat ille, quem dedit natívitas: et supérni membra Regis tende miti stípite.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Dulce lignum dulces clavos, dulce pondus sústinet.
Celebrans: ℣. Sola digna tu fuísti ferre mundi víctimam: atque portum præparáre arca mundo náufrago: quam sacer cruor perúnxit, fusus Agni córpore.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Crux fidélis, inter omnes arbor una nóbilis: nulla silva talem profert fronde, flore, gérmine.
Celebrans: ℣. Sempitérna sit beátæ Trinitáti glória: æqua Patri Filióque; par decus Paráclito: Uníus Triníque nomen laudet univérsitas. Amen.
Diaconus et Subdiaconus: ℞. Dulce lignum dulces clavos, dulce pondus sústinet.

  
Circa finem adorationis Crucis accenduntur candelæ super Altare: et Diaconus accipiens Bursam Corporalium, extendit Corporale more solito, et juxta illud ponit Purificatorium: et finita adoratione, Crucem reverenter accipit, et reportat ad Altare. Postea ordinatur Processio ad locum, ubi pridie Sacramentum repositum fuerat. Præcedit Subdiaconus cum Cruce inter duos Acolythos deferéntes candelábra cum cereis accensis, et Clerus per ordinem, ultimus Sacerdos cum Ministris. Cum perventum fuerit ad locum Sacramenti, accenduntur intorticia, quæ non exstinguuntur nisi post sumptionem Sacramenti: et Sacerdos genuflectit ante Sacramentum, orat aliquantulum: Diaconus interim aperit capsulam, in qua reconditum est Corpus Domini: postea Sacerdos surgens, absque benedictione imponit incensum in duobus thuribulis, Diacono naviculam ministrante, et genuflexus incensat Sacramentum: tum Diaconus extrahens Calicem cum Sacramento de capsula, dat ad manus Sacerdotis, et tegit extremitatibus Veli, quod humeros illius circumdat: et procedunt ordine quo venerunt: defertur baldachinum super Sacramentum: et duo Acolythi cum thuribulis continue Sacramentum incensant: interim cantatur Hymnus Vexilla Regis pródeunt.

Vexílla Regis pródeunt:
Fulget Crucis mystérium,
Quo carne carnis cónditor
Suspénsus est patíbulo.

Quo vulnerátus ínsuper
Mucróne diro lánceæ,
Ut nos laváret crímine,
Manávit unda et sánguine.

Impléta sunt quæ cóncinit,
David fidéli cármine;
Dicens: In natiónibus
Regnávit a ligno Deus.
   
Arbor decóra et fúlgida,
Ornáta Regis púrpura,
Elécta digno stípite,
Tam sancta membra tángere.

Beáta, cujus bráchiis,
Pepéndit prétium sǽculi;
Statéra facta córporis
Prædámque tulit tártari.

O crux, ave, spes única;
Hoc Passiónis tempore,
Auge piis justítiam,
Reísque dona véniam.

Te summa Deus Trínitas,
Collaúdet ómnis spíritus,
Quos per Crucis mystérium,
Salvas, rege per sǽcula. Amen. 
   
Cum venerit Sacerdos ad Altare, posito super illud Calice, genuflexus rursum incensat, et accedens deponit Hostiam ex Calice super Patenam, quam Diaconus tenet: et accipiens Patenam de manu Diaconi, Hostiam sacram ponit super Corporale, nihil dicens. Si tetigerit Sacramentum, digitos abluat in aliquo vase. Interim Diaconus imponit vinum in Calicem, et Subdiaconus aquam, quam Sacerdos non benedicit, nec dicit super eam Orationem consuetam: sed accipiens Calicem a Diacono, ponit super Altare, nihil dicens: et Diaconus illum cooperit Palla: deinde imponit incensum in thuribulo absque benedictione, et incensat Oblata, Crucem et Altare more solito, genuflectens ante et post, et quandocumque transit ante Sacramentum.

Cum incensat Oblata, dicit: 
Incénsum istud, a te bene dictum, ascéndat ad te, Dómine: et descéndat super nos misericórdia tua.

Cum incensat Altare, dicit:
Ps. 140, 2-4. Dirigátur, Dómine, orátio mea, sicut incénsum in conspéctu tuo: elevátio mánuum meárum sacrifícium vespertínum. Pone, Dómine, custódiam ori meo, et óstium circumstántiæ lábiis meis: ut non declínet cor meum in verba malítiæ, ad excusándas excusatiónes in peccátis.


Quando reddit thuribulum Diacono, dicit: 
Accéndat in nobis Dóminus ignem sui amóris, et flammam ætérnæ cantátis. Amen.

Et ipse non incensatur.

Postea aliquantulum extra Altare in cornu Epistolæ lavat manus, nihil dicens: deinde in medio Altaris inclinatur, junctis manibus, dicit:
In spiritu humilitátis et in ánimo contríto suscipiámur a te, Dómine: et sic fiat sacrifícium nostrum in conspéctu tuo hódie, ut pláceat tibi, Dómine Deus.

Deinde versus ad populum in cornu Evangelii, dicit more solito: 
Oráte, fratres, ut meum ac vestrum sacrifícium acceptábile fiat apud Deum Patrem omnipoténtem.
 
Et per eandem viam renititur, non piticiens circulum: et consequenter, omissis aliis, dicit:
Orémus: Præcéptis salutáribus móniti, et divína institutione formáti, audémus dícere: 
Pater noster, qui es in cœlis: Sanctificétur nomen tuum: Advéniat regnum tuum: Fiat volúntas tua, sicut in cœlo, et in terra. Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie: Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentationem.
℞. Sed líberanos a malo.

Sacerdos, sub silentio dicto Amen eadem voce, qua dixit Pater noster, absolute sine Orémus in tono Orationis Missæ ferialis dicit:
Líbera nos, quǽsumus, Dómine, ab ómnibus malis, prætéritis, præséntibus et futúris: et intercedénte beáta et gloriósa semper Vírgine Dei Genetríce María, cum beátis Apóstolis tuis Petro et Paulo, atque Andréa, et ómnibus Sanctis, (non signat se Patena) da propítius pacem in diébus nostris: ut, ope misericórdiæ tuæ adjúti, et a peccáto simus semper líberi et ab omni perturbatióne secúri. Per eúndem Dóminum nostrum Jesum Christum, Fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. ℞. Amen.

Tunc Celebrans, facta reverentia usque ad terram, supponit Patenam Sacramento, quod in dextera accipiens elevat, ut videri possit a populo: et statim supra Calicem dividit in tres partes, quarum ultimam mittit in Calicem more solito, nihil dicens. Pax Dómini non dicitur, nec Agnus Dei, neque pacis osculum datur. Postmodum, prætermissis duabus primis Orationibus, dicit tantum sequentem:

Percéptio Córporis tui, Dómine Jesu Christe, quod ego indígnus súmere præsúmo, non mihi provéniat in judícium et condemnatiónem: sed pro tua pietáte prosit mihi ad tutaméntum mentis et córporis, et ad medélam percipiéndam: Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.

Tunc genuflectit, et accipit Patenam cum Corpore Christi: et maxima humilitate ac reverentia dicit:
Panem cœléstem accípiam, et nomen Dómini invocábo. 

Percutit pectus suum, ter dicens:
Dómine, non sum dignus, ut intres sub tectum meum: sed tantum dic verbo, et sanábitur ánima mea.

Postea signat se Sacramento, dicens:
Corpus Dómini nostri Jesu Christi custódiat ánimam meam in vitam ætérnam. Amen.

Et sumit Corpus reverenter.

Deinde, omissis omnibus, quæ dici solent ante sumptionem Sanguinis, immediate particulam Hostiæ cum vino reverenter sumit de Calice. Et more solito facta ablutione digitorum, et sumpta purificatione, in medio Altaris inclinatus, manibus junctis, dicit:
Quod ore súmpsimus, Dómine, pura mente capiámus: et de múnere temporáli fiat nobis remédium sempitérnum.
  
Non dicitur Corpus tuum, Dómine, nec Postcommunio, nec Pláceat tibi, nec datur benedictio; sed facta reverentia Altari, Sacerdos cum Ministris discedit: et dicuntur Vesperæ sine cantu.
  
INCIPIT (secreto)
Pater noster, qui es in cœlis, sanctificétur nomen tuum: advéniat regnum tuum: fiat volúntas tua, sicut in cœlo et in terra. Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie: et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris: et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
   
Ave María, grátia plena; Dóminus tecum: benedícta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui Jesus. Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
  
PSALMI {ex Proprio de Tempore}
Ant. Cálicem * salutáris accípiam et nomen Dómini invocábo.
Psalmus 115
Crédidi, propter quod locútus sum: * ego autem humiliátus sum nimis.
Ego dixi in excéssu meo: * Omnis homo mendax.
Quid retríbuam Dómino, * pro ómnibus, quæ retríbuit mihi?
Cálicem salutáris accípiam: * et nomen Dómini invocábo.
Vota mea Dómino reddam coram omni pópulo ejus: * pretiósa in conspéctu Dómini mors sanctórum ejus:
O Dómine, quia ego servus tuus: * ego servus tuus, et fílius ancíllæ tuæ.
Dirupísti víncula mea: * tibi sacrificábo hóstiam laudis, et nomen Dómini invocábo.
Vota mea Dómino reddam in conspéctu omnis pópuli ejus: * in átriis domus Dómini, in médio tui, Jerúsalem.
Gloria omittitur
Ant. Cálicem * salutáris accípiam et nomen Dómini invocábo.
    
Ant. Cum his, * qui odérunt pacem eram pacíficus: dum loquébar illis, impugnábant me gratis.
Psalmus 119
Ad Dóminum cum tribulárer clamávi: * et exaudívit me.
Dómine, líbera ánimam meam a lábiis iníquis, * et a lingua dolósa.
Quid detur tibi, aut quid apponátur tibi * ad linguam dolósam?
Sagíttæ poténtis acútæ, * cum carbónibus desolatóriis.
Heu mihi, quia incolátus meus prolongátus est: habitávi cum habitántibus Cedar: * multum íncola fuit ánima mea.
Cum his, qui odérunt pacem, eram pacíficus: * cum loquébar illis, impugnábant me gratis.
Gloria omittitur
Ant. Cum his, * qui odérunt pacem eram pacíficus: dum loquébar illis, impugnábant me gratis.
   
Ant. Ab homínibus * iníquis líbera me, Dómine.
Psalmus 139
Éripe me, Dómine, ab hómine malo: * a viro iníquo éripe me.
Qui cogitavérunt iniquitátes in corde: * tota die constituébant prœ́lia.
Acuérunt linguas suas sicut serpéntis: * venénum áspidum sub lábiis eórum.
Custódi me, Dómine, de manu peccatóris: * et ab homínibus iníquis éripe me.
Qui cogitavérunt supplantáre gressus meos: * abscondérunt supérbi láqueum mihi:
Et funes extendérunt in láqueum: * juxta iter scándalum posuérunt mihi.
Dixi Dómino: Deus meus es tu: * exáudi, Dómine, vocem deprecatiónis meæ.
Dómine, Dómine, virtus salútis meæ: * obumbrásti super caput meum in die belli.
Ne tradas me, Dómine, a desidério meo peccatóri: * cogitavérunt contra me, ne derelínquas me, ne forte exalténtur.
Caput circúitus eórum: * labor labiórum ipsórum opériet eos.
Cadent super eos carbónes, in ignem dejícies eos: * in misériis non subsístent.
Vir linguósus non dirigétur in terra: * virum injústum mala cápient in intéritu.
Cognóvi quia fáciet Dóminus judícium ínopis: * et vindíctam páuperum.
Verúmtamen justi confitebúntur nómini tuo: * et habitábunt recti cum vultu tuo.
Gloria omittitur
Ant. Ab homínibus * iníquis líbera me, Dómine.
  
Ant. Custódi me * a láqueo quem statuérunt mihi, et a scándalis operántium iniquitátem.
Psalmus 140
Dómine, clamávi ad te, exáudi me: * inténde voci meæ, cum clamávero ad te.
Dirigátur orátio mea sicut incénsum in conspéctu tuo: * elevátio mánuum meárum sacrifícium vespertínum.
Pone, Dómine, custódiam ori meo: * et óstium circumstántiæ lábiis meis.
Non declínes cor meum in verba malítiæ, * ad excusándas excusatiónes in peccátis.
Cum homínibus operántibus iniquitátem: * et non communicábo cum eléctis eórum.
Corrípiet me justus in misericórdia, et increpábit me: * óleum autem peccatóris non impínguet caput meum.
Quóniam adhuc et orátio mea in beneplácitis eórum: * absórpti sunt juncti petræ júdices eórum.
Audient verba mea quóniam potuérunt: * sicut crassitúdo terræ erúpta est super terram.
Dissipáta sunt ossa nostra secus inférnum: * quia ad te, Dómine, Dómine, óculi mei: in te sperávi, non áuferas ánimam meam.
Custódi me a láqueo, quem statuérunt mihi: * et a scándalis operántium iniquitátem.
Cadent in retiáculo ejus peccatóres: * singuláriter sum ego donec tránseam.
Gloria omittitur
Ant. Custódi me a láqueo, quem statuérunt mihi: * et a scándalis operántium iniquitátem.
  
Ant. Considerábam ad déxteram, et vidébam: * et non erat qui cognósceret me.
Psalmus 141
Voce mea ad Dóminum clamávi: * voce mea ad Dóminum deprecátus sum:
Effúndo in conspéctu ejus oratiónem meam, * et tribulatiónem meam ante ipsum pronúntio.
In deficiéndo ex me spíritum meum, * et tu cognovísti sémitas meas.
In via hac, qua ambulábam, * abscondérunt láqueum mihi.
Considerábam ad déxteram, et vidébam: * et non erat qui cognósceret me.
Périit fuga a me, * et non est qui requírat ánimam meam.
Clamávi ad te, Dómine, * dixi: Tu es spes mea, pórtio mea in terra vivéntium.
Inténde ad deprecatiónem meam: * quia humiliátus sum nimis.
Líbera me a persequéntibus me: * quia confortáti sunt super me.
Educ de custódia ánimam meam ad confiténdum nómini tuo: * me exspéctant justi, donec retríbuas mihi.
Gloria omittitur
Ant. Considerábam ad déxteram, et vidébam: * et non erat qui cognósceret me.
 
Canticum Magnificat {Antiphona ex Proprio de Tempore}
Ant. Cum accépisset acétum * dixit: Consummátum est: et inclináto cápite emísit spíritum. 
Canticum Beatæ Mariæ Virginis Luc. 1, 46-55.
Magníficat * ánima mea Dóminum.
Et exsultávit spíritus meus: * in Deo, salutári meo.
Quia respéxit humilitátem ancíllæ suæ: * ecce enim ex hoc beátam me dicent omnes generatiónes.
Quia fecit mihi magna, qui potens est: * et sanctum nomen ejus.
Et misericórdia ejus, a progénie in progénies: * timéntibus eum.
Fecit poténtiam in bráchio suo: * dispérsit supérbos mente cordis sui.
Depósuit poténtes de sede: * et exaltávit húmiles.
Esuriéntes implévit bonis: * et dívites dimísit inánes.
Suscépit Israël púerum suum: * recordátus misericórdiæ suæ.
Sicut locútus est ad patres nostros: * Ábraham, et sémini ejus in sǽcula.
Gloria omittitur
Ant. Cum accépisset acétum * dixit: Consummátum est: et inclináto cápite emísit spíritum.
  
ORATIO {ex Proprio de Tempore}
Christus factus est pro nobis obœ́diens usque ad mortem, mortem autem crucis.
 
(secreto) Pater noster, qui es in cœlis, sanctificétur nomen tuum: advéniat regnum tuum: fiat volúntas tua, sicut in cœlo et in terra. Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie: et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris: et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen. 
   
(Aliquantulum altius)
Psalmus 50

Miserére mei, Deus, * secúndum magnam misericórdiam tuam.
Et secúndum multitúdinem miseratiónum tuárum, * dele iniquitátem meam.
Amplius lava me ab iniquitáte mea: * et a peccáto meo munda me.
Quóniam iniquitátem meam ego cognósco: * et peccátum meum contra me est semper.
Tibi soli peccávi, et malum coram te feci: * ut justificéris in sermónibus tuis, et vincas cum judicáris.
Ecce enim, in iniquitátibus concéptus sum: * et in peccátis concépit me mater mea.
Ecce enim, veritátem dilexísti: * incérta et occúlta sapiéntiæ tuæ manifestásti mihi.
Aspérges me hyssópo, et mundábor: * lavábis me, et super nivem dealbábor.
Audítui meo dabis gáudium et lætítiam: * et exsultábunt ossa humiliáta.
Avérte fáciem tuam a peccátis meis: * et omnes iniquitátes meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: * et spíritum rectum ínnova in viscéribus meis.
Ne projícias me a fácie tua: * et spíritum sanctum tuum ne áuferas a me.
Redde mihi lætítiam salutáris tui: * et spíritu principáli confírma me.
Docébo iníquos vias tuas: * et ímpii ad te converténtur.
Líbera me de sanguínibus, Deus, Deus salútis meæ: * et exsultábit lingua mea justítiam tuam.
Dómine, lábia mea apéries: * et os meum annuntiábit laudem tuam.
Quóniam si voluísses sacrifícium, dedíssem útique: * holocáustis non delectáberis.
Sacrifícium Deo spíritus contribulátus: * cor contrítum, et humiliátum, Deus, non despícies.
Benígne fac, Dómine, in bona voluntáte tua Sion: * ut ædificéntur muri Jerúsalem.
Tunc acceptábis sacrifícium justítiæ, oblatiónes, et holocáusta: * tunc impónent super altáre tuum vítulos.
Gloria omittitur
  
Réspice, quǽsumus, Dómine, super hanc famíliam tuam, pro qua Dóminus noster Jesus Christus non dubitávit mánibus tradi nocéntium, et crucis subíre torméntum:
Et sub silentio concluditur
Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus per ómnia sǽcula sæculórum.
℞. Amen.
    
Et denudatur Altare.