Páginas

jueves, 18 de septiembre de 2025

PRÉVOST, SUCESOR DE BERGOGLIO


Aparte de la entrevista del 10 de Julio en Castelgandolfo, el libro-entrevista de Elise Ann Harris de Allen “León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI” lanzado en Perú hoy 18 de Septiembre incluye otra entrevista que ella le hizo a Riggitano-Prévost, esta vez del 30 de Julio en el Palacio del Santo Oficio, donde él había estado residiendo un tiempo:
ELISE ANN HARRIS: Dos de las cuestiones más delicadas que surgieron del Sínodo sobre la sinodalidad, en términos del debate que generaron, fueron el papel de la mujer en la Iglesia y el enfoque de la Iglesia hacia la comunidad LGBTQ+. ¿Qué opinó usted sobre el debate en torno a estos dos temas, y cómo piensa abordarlos ahora en su nuevo papel como Papa?
LEÓN XIV RIGGITANO-PRÉVOST: De forma sinodal. Para la mayoría de la gente, desde luego, existe la comprensión de que el papel de la mujer en la Iglesia debe seguir desarrollándose. Creo que, en ese sentido, hubo una respuesta positiva. Espero continuar siguiendo los pasos de Francisco, también en el nombramiento de mujeres para ciertos roles de liderazgo en distintos niveles de la vida de la Iglesia, reconociendo los dones que las mujeres tienen y que pueden contribuir a la vida eclesial de muchas maneras.

El tema se convierte en una cuestión delicada cuando se plantea específicamente la cuestión de la ordenación. De lo que habló concretamente el Sínodo fue de la posible ordenación de mujeres diáconos, una cuestión que se ha venido estudiando desde hace muchos años. Se han creado distintas comisiones por parte de distintos papas para preguntarse: ¿qué podemos hacer con esto? Creo que seguirá siendo un tema presente. Por el momento, no tengo la intención de cambiar la enseñanza de la Iglesia al respecto. Creo que antes hay algunas cuestiones previas que deben plantearse.

Solo un pequeño ejemplo. A principios de este año, cuando tuvo lugar el Jubileo para los diáconos permanentes —obviamente todos hombres—, sus esposas también estaban presentes. Tuve una catequesis un día con un grupo bastante numeroso de diáconos permanentes de habla inglesa. El grupo angloparlante es uno de los que están mejor representados, porque hay partes del mundo donde nunca se promovió realmente el diaconado permanente, y eso mismo se convirtió en una pregunta: ¿por qué hablar de ordenar a mujeres para el diaconado si el propio diaconado no se comprende, ni se ha desarrollado ni promovido adecuadamente dentro de la Iglesia? ¿Y cuáles son las razones de eso? Así que, aunque creo que hubo una inspiración significativa en la época del Concilio, cuando el diaconado permanente fue en efecto restituido, en muchas partes del mundo no ha llegado a ser lo que algunos pensaban que sería en su momento. Por tanto, creo que hay preguntas que deben plantearse en torno a este asunto.

También me pregunto —en relación con un comentario que hice en una de las ruedas de prensa en las que participé durante el Sínodo— sobre lo que a menudo se ha identificado como clericalismo en las estructuras actuales de la Iglesia. ¿Simplemente queremos invitar a las mujeres a ser clericalizadas, y qué habría resuelto eso realmente? Tal vez hay muchas cosas que deben examinarse y desarrollarse en este momento antes de poder llegar a plantear otras cuestiones.

Así es como veo las cosas ahora mismo. Ciertamente estoy dispuesto a seguir escuchando a las personas. Existen estos grupos de estudio; el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que tiene la responsabilidad sobre algunas de estas cuestiones, sigue examinando el trasfondo teológico e histórico de estos temas, y caminaremos con eso para ver qué surge.

E. A. H.Más allá de las opiniones ideológicas muy marcadas que pueden existir sobre este tema, ¿cómo piensa abordarlo?
L. XIV R.-P.: Bueno, eh, no, no tengo un plan por el momento. Ya me han preguntado sobre eso un par de veces durante estos primeros meses, sobre la cuestión LGBT, qué vas a decir, y, y eh, recuerdo algo que me dijo un cardenal de la parte oriental del mundo, hace algún tiempo. Fue algo muy potente. Dijo que el mundo occidental está obsesionado con la sexualidad. Que, para algunas personas, la identidad de una persona se reduce completamente a su identidad sexual. Y, para muchas personas en otras partes del mundo, esa no es la cuestión principal en cuanto a cómo debemos relacionarnos entre nosotros.

Así que, eso, debo confesarlo, lo tengo en mente, porque, como vemos en el Sínodo, cualquier cuestión relacionada con temas LGBTQ también es altamente polarizante dentro de la Iglesia. Y por ahora, debido a lo que ya he intentado demostrar y vivir en cuanto a mi comprensión de lo que significa ser Papa en este momento de la historia, estoy intentando no seguir polarizando ni fomentar la polarización dentro de la Iglesia. Y estoy intentando decir (esto lo dijo Francisco de forma muy clara cuando decía: “Todos, todos, todos”). Todos están invitados a entrar. Pero no invito a una persona por ser o no ser de una identidad específica. Invito a una persona porque es un hijo o hija de Dios, y decimos: todos sois bienvenidos, y vamos a conocernos y a respetarnos mutuamente.

Y en algún momento, cuando surjan cuestiones concretas —obviamente, en algún momento, la gente quiere que la doctrina de la Iglesia cambie, y quieren que cambien las actitudes—, creo que tenemos que cambiar las actitudes antes de cambiar nunca la doctrina. Me parece, eh, muy poco probable que, ciertamente en el futuro inmediato, la doctrina de la Iglesia en cuanto a lo que enseña sobre la sexualidad, lo que enseña sobre el matrimonio —ya he hablado del matrimonio—, como decía el Papa Francisco cuando era Papa, hablaba de la familia como un hombre y una mujer en un compromiso solemne bendecido por el sacramento del matrimonio. Pero incluso decir eso, entiendo que a algunas personas les siente mal y, y eh, ya en el norte de Europa están publicando rituales de bendición para personas que se aman, como ellos lo expresan, y eso va específicamente en contra del documento que aprobó el Papa Francisco, “Fiducia Supplicans”, que básicamente dice que, por supuesto, podemos bendecir a todas las personas, pero que no se puede ritualizar algún tipo de bendición, porque eso no es lo que enseña la Iglesia. Eso no significa que esas personas sean malas personas. Pero, y quiero decir, creo que es muy importante, una vez más, entender cómo aceptar a los demás que son diferentes de nosotros, cómo aceptar a las personas que toman decisiones en su vida y respetarlas.

Eh, pero, pero yo entiendo que este es un tema muy delicado y que algunas personas van a exigir diciendo: “Queremos el reconocimiento del matrimonio homosexual”, por ejemplo, o “queremos el reconocimiento de las personas trans”, para decir: “esto está oficialmente reconocido y aprobado por la Iglesia”. Los individuos serán aceptados y recibidos. Cualquier sacerdote que haya escuchado confesiones habrá escuchado confesiones de todo tipo de personas, con todo tipo de problemas, todo tipo de estados de vida y decisiones que han tomado. Eh, pero, pero creo que la enseñanza de la Iglesia continuará tal como está y, y eso es lo que tengo que decir al respecto por ahora. Muy importante. Las familias necesitan ser apoyadas, lo que llaman la familia tradicional, la familia es padre, madre e hijos. Creo que el papel de la familia en la sociedad, que en ocasiones ha sufrido en las últimas décadas, eh, creo que eso debe volver a reconocerse y fortalecerse. Y me pregunto en voz alta si la cuestión de la polarización y de cómo nos tratamos unos a otros no proviene también de situaciones en las que, eh, las personas no crecieron en el contexto de una familia donde aprendemos —ese es el primer lugar donde aprendemos— lo que significa amar a los demás, cómo convivir con los demás, cómo tolerarnos mutuamente y cómo formar vínculos de comunión. Esa es la familia. Si se elimina ese bloque básico de construcción, se vuelve muy difícil aprender eso de otras maneras. Así que creo que ahí hay elementos muy clave que necesitan…
   
E. A. H.Con respecto al grupo de estudio sobre la liturgia, ¿qué se está estudiando? ¿En qué medida el motivo para establecer esto estuvo relacionado con las divisiones en torno a la misa tradicional en latín, por ejemplo, o con temas como el nuevo rito amazónico?
L. XIV R.-P.: Mi entendimiento de lo que motivó la creación del grupo es principalmente a partir de los temas que tienen que ver con la inculturación de la liturgia. Es decir, cómo continuar el proceso que busca hacer que la liturgia sea más significativa dentro de una cultura diferente, dentro de una cultura específica, en un lugar específico, en un momento dado. Creo que ese fue el tema principal. Hay otro tema, que también es polémico, y sobre el que ya he recibido varias peticiones y cartas: la cuestión sobre cómo la gente siempre menciona [volver a] la misa en latín. Bueno, se puede decir misa en latín ahora mismo. Si es el rito del Vaticano II, no hay problema. Obviamente, entre la misa tridentina y la misa del Vaticano II, la misa de Pablo VI, no estoy seguro de hacia dónde va a ir eso. Es evidentemente muy complicado.
   
Sé que parte de ese problema, desafortunadamente, ha hecho —de nuevo, parte de un proceso de polarización— que algunos usen la liturgia como una excusa para promover otros temas. Se ha convertido en una herramienta política. Creo que a veces el, digamos, “abuso” de la liturgia de lo que llamamos la misa del Vaticano II, no fue útil para las personas que buscaban una experiencia más profunda de oración, de contacto con el misterio de la fe, que parecían encontrar en la celebración de la misa tridentina. Una vez más, nos hemos polarizado, de modo que [planteamos eso] en lugar de poder decir: “Bueno, si celebramos la liturgia del Vaticano II de una manera adecuada, ¿realmente encuentras tanta diferencia entre esta experiencia y esa experiencia?”.

No he tenido la oportunidad de sentarme realmente con un grupo de personas que aboguen por el rito tridentino. Pronto se presentará una oportunidad, y estoy seguro de que habrá ocasiones para tratarlo. Pero ese es un tema del que creo que también, tal vez con la sinodalidad, tenemos que sentarnos y hablar. Se ha convertido en el tipo de tema que está tan polarizado que la gente, a menudo, no está dispuesta a escucharse mutuamente. He escuchado a obispos hablarme sobre eso, y me dicen: “Los invitamos a esto y a aquello y simplemente no quieren ni escucharlo”. Ni siquiera quieren hablar de ello. Eso es un problema en sí mismo. Significa que ahora estamos en la ideología, ya no estamos en la experiencia de la comunión de la Iglesia. Ese es uno de los temas en la agenda.

1 comentario:

  1. «Ser papa, sucesor de Pedro, llamado a confirmar a los demás en la fe, que es lo más importante, es algo que solo puede darse por la gracia de Dios, no hay otra explicación» (León XIV Riggitano-Prévost, 10 de Julio de 2025).

    En toda la entrevista, se ve que no llena el perfil que describe en este párrafo. Tanto, que ya algunos neocones decepcionados le piden la renuncia.

    ResponderEliminar

Los comentarios deberán relacionarse con el artículo. Los administradores se reservan el derecho de publicación, y renuncian a TODA responsabilidad civil, administrativa, penal y canónica por el contenido de los comentarios que no sean de su autoría. La blasfemia está estrictamente prohibida, y los insultos a la administración constituyen causal de no publicación.

Comentar aquí significa aceptar las condiciones anteriores. De lo contrario, ABSTENERSE.

+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)