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domingo, 18 de julio de 2021

MES EN HONOR A SANTA ANA (DÍA 18)

Recopilado por el P. Dr. Vicente Alberto Rigoni, Cura Párroco de Santa Ana en Villa del Parque (Buenos Aires), el 12 de Mayo de 1944. Tomado de RADIO CRISTIANDAD.
    
DÍA DECIMOCTAVO
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana, cuyo nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.
     
MEDITACIÓN: Consagración de María Santísima al Señor.
El sentimiento de reconocimiento de Santa Ana hacia el Señor por haberle concedido en una avanzada edad a María Santísima fue tan profundo tan sentido que le indujo a ofrecerle, a consagrarle Aquella flor inmaculada, Aquel tesoro divino, Aquella viva prueba de predilección del Señor.
     
Justo era que recibiera el Señor aquel agradable holocausto por manos de Santa Ana, como fue acertado que Santa Ana, elegida Madre de la Madre de Dios, fuese ejemplo de generosidad a todas las madres en dar su prole al Rey de Reyes y Señor de los que gobiernan.
     
La consagración de María no fue un acto cualquiera para Santa Ana: al tiempo que sentía una especial gratitud para con el Señor, conocía cuan agradable podía ser a Dios la oferta de su inocentísima Hija.
     
La celestial María, santificada desde el primer instante de su concepción, debía aparecer una criatura santa en la ofrenda extrema de su existencia, de tal modo que íntimamente atraía y robaba el Corazón de Dios y sus místicas complacencias.
     
Ejemplo elocuentísimo que nos enseña el pronto y constante cumplimientos de los votos y de las promesas.
   
EJEMPLO: No pocos permanecen constantes en la fe por intercesión de Santa Ana.
     
En el año 1643, la ciudad de Duven fue sitiada por formidable ejército de calvinistas y los sitiados, presos de gran terror, desesperaban de su salvación.
     
Era párroco de aquella ciudad en la iglesia de Santa Ana el P. Teodoro Ray de la Compañía de Jesús, el cual les exhortó a recurrir a Santa Ana, de la cual era devotísimo e invitándoles a prometer a Dios antes de morir que renunciar a la fe. Aceptaron el santo consejo del buen padre y protestaron unánimes de permanecer en la religión católica.
     
Mientras los hombres combatían, los ancianos, las mujeres y los niños invocaban con fervorosa súplica a Santa Ana para que los defendiera y fueron favorablemente atendidos.
    
Al noveno día de sitio, noveno día de plegarias, los enemigos, cansados abandonaron la ciudad sin haber causado daño alguno; lo caul demostró a los enemigos una protección sobrenatural sobre la ciudad y a los ciudadanos de Duven la bondad de Santa Ana en su favor.
   
OBSEQUIO: Prometamos a Santa Ana trabajar para que aumente en nosotros el amor a nuestra Santa Religión y recitemos el acto de Fe.
   
JACULATORIA: Potentísima Santa Ana, haznos dignos de consagrarnos a Dios.
   
ORACIÓN
¡Oh, nobilísima Santa Ana!, ninguna matrona fue, ni será jamás, semejante a Vos, que sois la madre de la Madre de Dios. ¿Qué suerte venturosa no es tener el tesoro de Dios y de los hombres, la esperanza de los siglos, la alegría de los ángeles, el gozo de todas las criaturas, el terror del infierno? ¿Qué gloria no es ver que en vos aparece el pie triunfante que debe hollar la cabeza de la serpiente seductora? ¡Oh gloriosísima Santa! Vos sabéis bien cómo el enemigo, aunque  expelido por su descendencia, provoca  encarnizada guerra a la vuestra. ¡Oh piadosísima!, venid en nuestro socorro. Con vuestra presencia los hijos de la serpiente huirán, y los hijos de vuestra Hija, alegres y triunfantes, os bendecirán junto con Jesús y María. Así sea. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
    
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
        
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)