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viernes, 27 de octubre de 2023

SUPOSICIÓN MATERIÁLITER

Los promotores de la “Tesis” de Cassiciacum dicen que uno debe considerar como legítimos los cónclaves compuestos por los “cardenales” nombrados por sus “papas materiáliter”. Pero mirando lo que dijo su proponente el obispo Louis Michel Guérard des Lauriers OP, ¿es así?
   
En el primer número de su revista Cahiers de Cassiciaum, páginas 23 y 24, se lee lo siguiente (cursivas propias; subrayado y negrillas fuera del texto):
   
   
TRADUCCIÓN:
[N]o siempre está claro que tal decisión [papal] sea de orden doctrinal o simplemente disciplinaria. Evóquese, de paso, la condena de Pío XI a la Acción Francesa, y la revocación de esta condena por Pío XII: actos cuya aparente oposición no se explica sino porque pertenecen al poder magisterial ordinario no infalible, a la vez practico y teórico.
   
La validez de un cónclave pertenece, evidentemente, al poder canónico.
  
En todos estos casos, no es imposible que tal acto dudoso, o incluso presuntamente no válido de la “autoridad” tenga de facto el alcance que debe tener por naturaleza, en virtud de una suplencia concedida por Dios.
  
¿Qué pasa con los cónclaves del 24 de Agosto y el 14 de Octubre de 1978?
  
El hecho que, como hemos observado, se haya inevitablemente planteado esta pregunta, basta para mostrar que lo concerniente a “Pablo VI” y por consecuencia a cada uno de los actos de su pontificado, tiene repercusión en el presente. Tal es la segunda de las razones por la que presentamos sin cambios las presentes reflexiones que conciernen al pasado.
   
***
   
La tercera razón se toma del futuro, en tanto que este es el lugar de la “conversión”, cuya apuesta es la Eternidad [12].
    
— La cuestión “¿Pablo VI?”, ligada a aquella de “¿la denominada Nueva Misa?” ha sido planteada muchas veces por los fieles adherentes a la Tradición, sobre todo después de una década. Esta cuestión rebota. La forma, en verdad, ha sido modificada. Se comprende por analogía en el orden teologal.
   
La “fe viva” se puede corromper, dejando lugar a la “fe informe”). ¿Pero un catecúmeno puede recibir la “fe informe”, es decir, el hábitus de la Fe teologal, sin el de la gracia santificante? Esto se presenta, desde el punto de vista psicológico, como muy improbable. Pero esto no es metafísicamente imposible. Si, por ejemplo, un adulto se prepara para el Bautismo cumpliendo todas las condiciones requeridas; y si, a sabiendas en el momento donde va a recibir el Bautismo, comete un pecado mortal, entonces recibe el hábitus de la fe informe, y no la gracia.
    
Siendo recordado esto, la cuestión “¿Juan Pablo II?” se plantea de la manera siguiente.
    
Si Juan Pablo II adhiere al Vaticano II como Concilio en lugar de declararlo “herético”, no es imposible que, similar al catecúmeno que comete un pecado en el momento de ser bautizado, sea papa solamente materiáliterEsto supone que a fin de conservar en la Iglesia la succesión ininterrumpida que es tenida por ser la “apostolicidad”, Dios ha “suplido” en favor de dos Conclaves de suyo no válidos.
   
NOTA (En el original)
[12] Dos datos de observación presiden toda definición de tiempo. Por un lado, el tiempo está subordinado al movimiento; por el otro, el tiempo está en el espíritu. El espíritu conoce las cosas distinguiéndolas y uniéndolas, es decir, poniéndolas en el número. El espíritu conoce el movimiento al distinguir y unir las fases, es decir, poniéndolas en el número que constituye, en conjunto, el antes y el después. En este sentido, el tiempo es “el número del movimiento”.
  
Estos datos metafísicos pueden y deben ser asumidos en la definición en cierta forma teologal del tiempo. El análogo del movimiento es, para el cristiano, la santificación; y es: desde el nacimiento hasta la muerte, del Bautismo a la Extremaunción. Y de la misma manera en que la naturaleza del movimiento es manifestada inteligiblemente en la coordinación entre el antes y el después que es propia del tiempo, así la naturaleza de la santificación se halla manifestada, según la Luz de la Fe, en la conversión: «Convérte nos Dómine ad te, et convertémur» (Conviértenos a Ti, Señor, y seremos convertidos) (Lamentaciones de Jeremías 5, 21). Cada instante de cada duración humana, cada instante de la Iglesia militante, es justificado en la Sabiduría divina como siendo la trama en la cual Dios teje la conversión indefinidamente profunda que mide la libertad de cada uno. El tiempo cristiano no es cíclico ni evolutivo; el tiempo, el instante, es, para el cristiano y para la Iglesia, el lugar mental de la conversión teologal. Y como el pasado es desaparecido, esta «definición» vale, existencialmente, para el presente, y para el futuro que sin cesar deviene presente; ella vale finalmente, y ya, para la Eternidad, donde la misma conversión se halla convertida en el infinito Deseo que se excava para ser hallado.
  
Como se ve, Guérard consideró «dudosa, e incluso presuntamente no válida» la legitimidad los cónclaves de 1978. Aun así, planteó que «no es imposible» que Dios «supliera» la autoridad que de otro modo carecerían de suyo propio. Esto PLANTEADO COMO UNA HIPÓTESIS, mientras los guerardianos defienden su legitimidad como un hecho dogmático basado por la ley.

En tal orden, Guérard declaró que el estátus de Juan Pablo II como papa materiáliter «supone» legítimo que «Dios ha suplido» a un cónclave que era «de suyo no válido». Si hipotéticamente Dios no hubiera «suplido», el cónclave que lo eligió sería inválido.
  
Tal teoría, absurda en 1979, en la actualidad es todavía más ridícula, sobre todo cuando Bergoglio ha hecho replantear toda la rutina. De ser cierta esa teoría, entonces Dios ha estado interviniendo todos los cónclaves modernistas, no para dar a la Iglesia un verdadero Papa que confirmase la fe, sino para legitimar en la sede petrina, por décadas, a los falsos pastores que conducen a las almas hacia la perdición. O lo que es lo mismo, Dios ha estado engañando a la Iglesia para que siga a los falsos papas. IMPOSIBLE Y BLASFEMO SIQUIERA PENSAR ALGO ASÍ.

Así pues, la sólida postura católica frente a la situación de Apostasía entronizada por el Vaticano II y los que en su nombre usurpan el Papado, es el sedevacantismo totalista, basado en San Roberto Belarmino, la Bula “Cum ex Apostolátus Offício” y el Derecho canónico, que sostiene que, de Roncalli en adelante, no tienen más autoridad sobre la Iglesia Católica de la que tiene el “arzobispo” anglicano de Canterbury, el Patriarca budista de Tailandia o el Secretario de las Naciones Unidas: NINGUNA.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)