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jueves, 19 de septiembre de 2024

LOS POBRES: EL NOVENO SACRAMENTO CONCILIAR (¿O CUÁNTOS VAN?)


En su discurso a los niños discapacitados y la congregación de las “Hermanas del Alma” (acrónimo de “Asosiasi Lembaga Misionari Awam”, en tetun “Asociación de instituciones misioneras laicas”) en la escuela dirigida por estas en Dili, capital de Timor Oriental, el pasado 10 de Septiembre, Bergoglio elevó la pobreza a “sacramento”, torciendo en el proceso las palabras de Nuestro Señor Jesucristo en San Mateo XXV, 31 y ss, con las cuales Él concluye su Discurso esjatológico:
«Hay una cosa que a mí siempre me hace pensar: cuando Jesús habla del juicio final, le dice a unos: “Vengan conmigo”, pero no les dice “Vengan conmigo porque estuvieron bautizados, porque estuvieron confirmados, porque se casaron por la Iglesia, porque no mintieron, porque no robaron”. No, “vengan conmigo porque me cuidaron”, me cuidaron. Y Jesús dice: “Vengan conmigo porque me cuidaron cuando tuve hambre y me dieron de comer, cuando tuve sed y me dieron de beber, cuando estaba enfermo y me visitaron”, y así sigue. Esto lo llamo el sacramento de los pobres. Un amor que anima, que construye y que fortalece».
Si bien Nuestro Señor, «el cual siendo rico, se hizo pobre por vosotros a fin de que vosotros fueseis ricos por medio de su pobreza» (1.ª Corintios VI, 9) –aun cuando este pasaje significa y se debe entender como que Cristo, el Verbo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, asumió nuestra condición humana excepto el pecado y la ignorancia y murió en la Cruz para darnos la gracia y la salvación–, dijo «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos» (San Mateo V, 5), no dijo en ningún momento que la pobreza fuese un sacramento, esto es, «una señal visible de la gracia invisible» instituida por Dios para significar y obrar nuestra justificación y santificación (cf. Catecismo del Concilio de Trento, segunda parte, cap. I, n. 4 y 9).
  
Por otra parte, aunque es verdad que en el Juicio particular seremos juzgados sobre si hemos alimentado a los hambrientos, dimos de beber a los sedientos, vestido a los desnudos, visitado a los enfermos, etc., (las obras corporales de misericordia), no es menos cierto que seremos juzgados sobre si hemos instruido a los ignorantes, aconsejado a los que dudan, reprendido a los pecadores, orado por los demás, etc. (las obras espirituales de misericordia), y si hemos creído y enseñado (o dudado, negado o distorsionado) el Evangelio y lo que manda la Iglesia Católica (San Mateo V, 19; XXVIII, 20; San Marcos XVI, 16); si hemos cometido idolatría, blasfemia, sacrilegio, vanidad, pecados contra la pureza y la modestia, hurto, falso testimonio, contumelia, envidia, pereza, etc. (1.ª Corintios VI, 9-10; Efesios V, 3-5).
   
Ahora, con estas palabras de Bergoglio en Dili, él reafirma lo expresado al final de su homilía del Lunes Santo 6 de Abril de 2020: «Cuando Jesús dice: “Tienen a los pobres siempre con ustedes”, quiere decir: “Siempre estaré contigo en los pobres. Estaré presente allí”», torciendo deliberadamente y a mansalva el sentido de las palabras de Nuestro Señor en San Juan XII, 1-11, un pasaje que que claramente demuestra que el centro del Evangelio es Cristo, no los pobres. Pero ya sabéis, las afirmaciones de Bergoglio no nacen de la nada: son un derivado de «Por la Encarnación, Cristo se ha unido a todo hombre» (Gáudium et Spes, 22; Redémptor Hóminis, 13), una de las 202 herejías del Vaticano II y que posteriormente repetiría Karol Wojtyła, el mismo Juan Pablo II que promovió como arzobispo de Buenos Aires y creó cardenal a Bergoglio.
   
CODA: En el discurso en el Palacio Presidencial, Bergoglio hizo una tibia alusión a los abusos sexuales cometidos por el otrora obispón de Dili y premio Nobel de Paz Carlos Filipe Ximenes Belo SDB (a quien muchos timorenses se quedaron con las ganas esperando verlo saludar a Bergoglio por cuenta de su extrañamiento en Portugal).

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)