Claramente no se ajusta a su ideología…
CRISTO Y LOS POBRES: FRANCISCO DISTORSIONA DESCARADAMENTE LA LECCIÓN EVANGÉLICA PARA EL LUNES DE LA SEMANA SANTA
Su ritmo de apostasía está exhausto: El Antipapa el 6 de Abril de 2020
La
vida para el “Papa” Francisco no es fácil: Cada vez que predica, tiene
que encontrar una forma de leer su sus temas de conversación ideológica
en las lecciones de las Escrituras del día. Esto se vuelve especialmente
desafiante cuando el texto evangélico directamente contradice la agenda
bergogliana.
Tal día fue hoy, 6 de Abril de 2020. Es
Lunes de Semana Santa, y el pasaje evangélico del día era la bella
historia de Santa María Magdalena ungiendo los pies de nuestro Señor (y
la protesta de Judas):
«Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde había muerto Lázaro, a quien resucitó Jesús. Hiciéronle allí una gran comida: servía Marta, y Lázaro era uno de los sentados a la mesa con Él. Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo precioso, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y enjugó sus pies con sus cabellos: y la casa se llenó del olor del ungüento. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que le había de entregar: ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se ha dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sacaba lo que se echaba en ella. Dijo entonces Jesús: Dejadla que lo conservó para el día de mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Supo entonces mucha gente judía que se hallaba allí: y vinieron, no por Jesús solamente, sino también para ver a Lázaro, a quien El había resucitado de entre los muertos. Pero los jefes de los sacerdotes pensaron también matar a Lázaro, porque muchos de los judíos, por razón de él, se iban y creían en Jesús». (Juan 12:1-11; subrayado añadido).
Esto es duro para el apóstata argentino porque refuta directamente su falso “evangelio del hombre” con su énfasis exagerado sobre el pobre.
Pero,
lejos de ser intimidado, Francisco decidió reafirmar lo más posible su
teología de la liberación en su homilía. He aquí algunos fragmentos
(un vídeo de esto puede verse aquí).
«…Y aquí quiero parar: “Los pobres siempre están con ustedes”. Es una verdad: “Los pobres siempre están con ustedes”. Los pobres están ahí. Son muchos: están los pobres que vemos, pero ésta es la parte más pequeña; la gran cantidad de pobres son los que no vemos: los pobres ocultos. Y no los vemos porque entramos en esta cultura de indiferencia que es negacionista y negamos: “No, no, no son muchos, no se ven; sí, es así…”, siempre disminuyendo la realidad de los pobres. Pero hay muchos, muchos.
O incluso, si no entramos en esta cultura de la indiferencia, existe la costumbre de ver a los pobres como adornos de una ciudad: sí, están ahí, como estatuas; sí, están ahí, se pueden ver; sí, esa viejecita mendigando, esa otra… Pero como si fuera algo normal. Es parte de la ornamentación de la ciudad tener gente pobre. Pero la gran mayoría son las víctimas pobres de las políticas económicas, de las políticas financieras. Algunas estadísticas recientes lo resumen así: hay tanto dinero en manos de unos pocos y tanta pobreza en muchos, en muchos. Y esta es la pobreza de tantas personas que son víctimas de la injusticia estructural de la economía mundial. Y [hay] tantos pobres que se avergüenzan de mostrar que no llegan a fin de mes; tantos pobres de la clase media, que van en secreto a Cáritas y piden en secreto y sienten vergüenza. Los pobres son mucho más que los ricos; mucho, mucho… Y lo que dice Jesús es cierto: “Porque los pobres están siempre con ustedes”. ¿Pero yo los veo? ¿Soy consciente de esta realidad? Especialmente la realidad oculta, los que se avergüenzan de decir que no llegan a fin de mes.
…Y hay tantos, tantos, que nos encontraremos con ellos en el juicio. La primera pregunta que nos hará Jesús es: “¿Cómo te va con los pobres? ¿Los has alimentado? Cuando estaba en prisión, ¿los has visitado? En el hospital, ¿lo viste? ¿Ayudó a la viuda, al huérfano? Porque yo estaba allí”. Y por eso seremos juzgados. No seremos juzgados por el lujo o los viajes que hagamos o la importancia social que tengamos. Seremos juzgados por nuestra relación con los pobres. Pero si yo, hoy, ignoro a los pobres, los dejo de lado, creo que no están ahí, el Señor me ignorará el día del Juicio. Cuando Jesús dice: “Tienen a los pobres siempre con ustedes”, quiere decir: “Siempre estaré contigo en los pobres. Estaré presente allí”. Y esto no es ser comunista, es el centro del Evangelio: seremos juzgados por esto». (ANTIPAPA FRANCISCO, Homilía para el 6 de Abril de 2020; traducida y provista por Zenit; subrayado añadido).
¡Este sermón es simplemente desgraciado!
Volvamos al texto del Evangelio. La idea central de ese pasaje no son los pobres. Realmente no es sobre los pobres. De hecho, era Judas Iscariote (claramente un hombre caro al corazón de Francisco)
el que trajo a los pobres a esto, como una manera de desmerecer a
Nuestro Señor y camuflar su avaricia. Pero Cristo pone las cosas en la
perspectiva apropiada. Sí, es justo y recto dar limosna a los pobres;
pero Él, el Señor de Cielos y tierra, es más importante que los pobres.
Es bueno y necesario amar al prójimo, ¡pero lo que es más importante es
amar al Hacedor! El amor al prójimo, después de todo, es solo el segundo mandamiento más importante, el mayor es el amor a Dios (ver Mt. 22:36-40).
Pero
Francisco no solamente voltea la perícopa evangélica en una promoción a
los pobres, también malinterpreta descaradamente las claras palabras de
Cristo. Aunque primero hace palabrería vacía de las palabras de nuestro
Señor, notando: «…lo
que dice Jesús es cierto: “Porque los pobres están siempre con
ustedes”»,
le da un significado totalmente nuevo al final de su homilía: «Cuando
Jesús dice: “Tienen a los pobres
siempre con ustedes”, quiere decir: “Siempre estaré contigo en los
pobres. Estaré presente allí”».
No se requiere ser científico de cohetes para ver que es simplemente falso, y casi ultrajante también. Cuando Cristo dice que siempre tendremos a los pobres pero no siempre lo tendremos a Él,
¡entonces eso es lo que quiere decir! El pasaje paralelo en Mc. 14:7 es
incluso más claro: «Porque a los pobres siempre los tendréis con
vosotros, y les podéis hacer bien cuando queráis, pero a Mí no me
tendréis siempre». No hay allí ni una pizca de Cuando Jesús dice:
«Siempre estaré contigo en los
pobres» ¡Bergoglio la creó!
Nada de lo que es obvio
requiere justificación alguna, pero lo vemos claramente confirmado en
comentarios tradicionales de las Escrituras.
Por ejemplo, el magnífico Padre Cornelio Alápide explica así las palabras de nuestro Señor en el pasjae paralelo en Mt. 26:11:
«El mundo siempre está lleno de pobres, a los cuales siempre podréis hacer bien, pero Yo, después de seis días, moriré e iré al Cielo, así que no seréis capaces de rendirme respeto alguno, ni siquiera me veréis, oiréis o tocaréis. Dejad pues este acto de servicio de esta mujer hacia Mí. En seis días vanamente desearéis hacer lo mismo». (The Great Commentary of Cornelius à Lapide: The Holy Gospel according to Saint Matthew - El Gran Comentario de Cornelio Alápide, vol. II, traducido por Thomas W. Mossman, revisado y complementado por Michael J. Miller [Fitzwilliam, Nueva Hampshire: Loreto Publications, 2008], pág. 516. Otra edición disponible aquí).
No sorprendentemente, la misma interpretación es dada por el padre Bernard Orchard OSB:
«Cristo defendió a María del cargo de prodigalidad levantado contra ella so pretensión [sic] de la solicitud por los pobres. Su acción fue un gesto de homenaje para él. En vista de la cercanía de su muerte, nadie debería encontrar falta con la fastuosidad del gasto. Las oportunidades de asistir a los pobres nunca dejarán de faltar, pero Cristo no estará visiblemente entre ellos mucho más tiempo». (Dom Bernard Orchard, O.S.B., ed., A Catholic Commentary on Holy Scripture - Un Comentario Católico sobre la Sagrada Escritura [Londres: Thomas Nelson and Sons, 1953], n. 739b)
No
obstante es cierto que seremos juzgados, como Francisco dice, sobre
cómo hemos actuado hacia los pobres. De hecho, seremos juzgados sobre si
hemos alimentado a los hambrientos, dimos de beber a los sedientos,
vestido a los desnudos, visitado a los enfermos, etc., esas son las
obras corporales de (ver Mt. 25:31-46). SIn embargo, seremos también
juzgados sobre si hemos instruido a los ignorantes, aconsejado a los
que dudan, reprendido a los pecadores, orado por los demás, etc., estas
son las obras espirituales de misericordia.
Adicionalmente,
seremos juzgados sobre si hemos creído y enseñado (o dudado, negado o
distorsionado) el Evangelio; si hemos cometido idolatría, blasfemia,
sacrilegio, vanidad, pecados contra la pureza y la modestia, hurto,
falso testimonio, contumelia, envidia, pereza, etc. «El que creyere y se
bautizare, se salvará: pero el que no creyere se condenará» (Mc.
16:16); «¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os
engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los
ebrios, ni los escarnecedores ni los explotadores poseerán el reino de
Dios» (1 Cor. 6:9-10).
Afirmar que los pobres son “el
centro del Evangelio”, entonces, es simplemente falso. Aunque seremos
juzgados por cómo tratamos a los pobres, eso no los hace el centro del
Evangelio (si fuera así, entonces todas las cosas sobre las que seremos
juzgados serían también el centro del Evangelio, en cuyo caso no habría
razón en singularizar a los pobres).
Recordándonos que los pobres siempre estarán ahí, pero que Él
no siempre estará aquí (visiblemente), Nuestro Señor deja claro que Él,
no los pobres, es el centro del Evangelio. Nuestro Señor es el Divino
Protagonista del Evangelio. Él es el Hijo de Dios; el Salvador
prometido; el Mesías; el Príncipe de Paz; el Divino Médico; el Cordero
de Dios; el Redentor. Estamos llamados a modelar nuestras vidas según la
Suya (ver Mt.
5:48 y Jn. 10:30; Mc. 8:34). Toda la vida cristiana es esencialmente un
seguimiento o imitación de Cristo. Es Su Alianza la que los hombres
deben aceptar; Su Iglesia a la que deben entrar; Sus Mandamientos los
que deben obedecer; Su perdón es lo que deben buscar; Su Evangelio es lo
que deben creer y proclamar; Su hermanos a los que deben amar y servir.
No es terriblemente difícil para aceptar, e implica verdadero desprecio
a la Divina Revelacioón el forzar a la teología de la liberación en
ella.
En su homilía de hoy Bergoglio también se quejó que la gente tienda a mirar la pobreza “como si fuera algo normal”. Pero es
algo normal en este mundo caído; tal como es normal que los hombres se
hagan más frágiles con la edad, que las personas contraigan
enfermedades, y que algunos mueran jóvenes mientras que otros mueren de
ancianos. Nuestro Señor profetizó que la pobreza permanecería hasta el
fin de los tiempos, y es el Socialismo, no el Catolicismo, el que considera toda pobreza como injusticia. Esto no significa que no necesitemos o no debamos aliviar los sufrimientos de los pobres y dar limosna. Por supuesto que debemos.
En 1878, el Papa León XIII presentó la posición de la Iglesia sobre la inequidad social inherente de todos los hombres, y qué se desprende —y no— de ello:
«…según las enseñanzas evangélicas, la igualdad de los hombres consiste en que todos, por haberles cabido en suerte la misma naturaleza, son llamados a la misma altísima dignidad de hijos de Dios, y al mismo tiempo en que, decretado para todos un mismo fin, cada uno ha de ser juzgado según la misma ley para conseguir, conforme a sus méritos, o el castigo o la recompensa. Pero la desigualdad del derecho y del poder se derivan del mismo Autor de la naturaleza, “del cual toma su nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra” (Eph. 3, 15).
…La prudencia católica bien apoyada sobre los preceptos de la ley divina y natural, provee con singular acierto a la tranquilidad pública y doméstica por las ideas que adopta y enseña respecto al derecho de propiedad y a la división de los bienes necesarios o útiles en la vida. Porque mientras los socialistas, presentando el derecho de propiedad como invención humana contraria a la igualdad natural entre los hombres; mientras, proclamando la comunidad de bienes, declaran que no puede conllevarse con paciencia la pobreza, y que impunemente se puede violar la posesión y derechos de los ricos, la Iglesia reconoce mucho más sabia y útilmente que la desigualdad existe entre los hombres, naturalmente desemejantes por las fuerzas del cuerpo y del espíritu, y que esta desigualdad existe también en la posesión de los bienes; por lo cual manda, además, que el derecho de propiedad y de dominio, procedente de la naturaleza misma, se mantenga intacto e inviolado en las manos de quien lo posee, porque sabe que el robo y la rapiña han sido condenados en la ley natural por Dios, autor y guardián de todo derecho; hasta tal punto, que no es lícito ni aun desear los bienes ajenos, y que los ladrones, lo mismo que los adúlteros y los adoradores de los ídolos, están excluidos del reino de los cielos.
No por eso, sin embargo, olvida la causa de los pobres, ni sucede que la piadosa Madre descuide el proveer a las necesidades de éstos, sino que, por lo contrario, los estrecha en su seno con maternal afecto, y, teniendo en cuenta que representa a la persona de Cristo, el cual recibe como hecho a sí mismo el beneficio hecho por cualquiera al último de los pobres, les honra grandemente y les alivia por todos los medios, levanta por todas partes casas y hospicios, donde son recogidos, alimentados y cuidados; asilos, que toma bajo su tutela.
Obliga a los ricos con el grave precepto de que den lo superfluo a los pobres, y les amenaza con el juicio divino, que les condenará a eterno suplicio, si no alivian las necesidades de los indigentes. Ella, en fin, eleva y consuela el espíritu de los pobres, ora proponiéndoles el ejemplo de Jesucristo, que, “siendo rico, se hizo pobre por nosotros” (2 Cor. 8, 9), ora recordándoles las palabras con que los declaró bienaventurados, prometiéndoles la eterna felicidad….» (PAPA LEÓN XIII, Encíclica Quod Apostólici Múneris, nn. 5,9; subrayado añadido).
¡La
eterna felicidad! ¿Recordáis eso? Es fácil olvidar el verdadero
objetivo de la existencia humana cuando se escucha a Bergoglio porque su
preocupación principal es siempre el mundo natural y las necesidades
temporales del hombre (cf.
1 Jn. 4:5). Él tiende a relegar los asuntos eternos y sobrenaturales a
un proverbial pie de página, si acaso; y todavía el objetivo de la vida
humana es la felicidad sobrenatural de la Visión Beatífica.
Para concluir, observamos que cuando es confrontado por un pasaje del Evangelio en el cual Cristo declara que los pobres no
son el todo y el fin último del Evangelio, el okupa jesuita en la
Ciudad del Vaticano sin embargo lo usa para predicar precisamente eso.
¡El hombre es desvergonzadamente desafiante en su apostasía!
¿Y porqué? Lo es porque puede serlo. Mirando atrás en los últimos siete años, es sorprendente ver hasta dónde ha llegado, más notablemente su blasfema herejía de Abu Dhabi en 2019,
según la cual Dios positivamente quiere una diversidad de religiones.
La relativa falta de reproche sobre su apostasía indudablemente lo ha
endurecido aun más, hasta el punto de contradecir directa y
manifiestamente al Evangelio no sólo con impunidad, sino incluso con el
aplauzo de la mayoría de sussubyacentes y del mundo (cf. Lc. 6:26).
Lo que el Evangelio enseña no coincide con lo que Francisco cree, así que Francisco rechazó el Evangelio.
Ahora es tiempo que la gente rechace a Francisco.
Bueno todas las opiniones se respetan así nosotros los cristianos también exijimos respeto, es bonito llevar amor y fe en el corazón, además de intentar ser una persona solidaria todos los días con los más necesitados, orar nos hace bien y sobretodo creer en Dios.
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