Páginas

domingo, 25 de mayo de 2025

EL FRACASO POSCONCILIAR PATENTE (Y ADMITIDO)

Traducción del artículo publicado en ACTUALITÉS FSSPX (Distrito de Francia).
    

Dos testimonios de fuentes muy diferentes señalan el desconcierto cada vez más patente que se ha iniciado desde el Concilio Vaticano II, seguido por las reformas posconciliares, agravado notablemente por el pontificado que ya acabó, y que no podrá encontrar una solución sino por un retorno resuelto a la Tradición de la Iglesia.

Las cifras hablan por sí mismas
Para empezar, un presbítero que ya no se impresiona por el Vaticano II no duda en enumerar las cifras de la bancarrota posconciliar. El 15 de marzo, en el sitio web hispanohablante Infocatolica, el presbítero madrileño Jorge González Guadalix escribió:
«La expectación ante el Vaticano II fue grande. Las esperanzas, todas. Pero, vamos a reconocerlo, algo no salió bien. Trabajamos en la viña del Señor con toda la ilusión del mundo, bebimos de la teología mas rabiosamente postconciliar y nos dejamos el pellejo en la causa del evangelio. La primavera primaveral. Convencidos no. Convencidísimos. 
   
Este año se cumplirán sesenta años de su clausura».
Sesenta años después, ¿cuál es el resultado? González Guadalix responde con contundencia:
«Hasta ahora nos hemos ido bandeando. Los números cantan. Las masivas secularizaciones [= reducción al estado laical] de religiosos y sacerdotes sobre todo en los años 70 nos espantaron. La debacle de la disminución de vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa se ha ido disimulando camuflada en una edad media que aumentaba, que aumenta, año tras año y cada vez a mayor velocidad. Las defunciones de los últimos años nos han llevado a cerrar monasterios de forma continua y a esconder la falta de sacerdotes dividiendo el número de parroquias, casi las mismas, entre un divisor escasísimo de clero. Zonas de España en las que un sacerdote es párroco, encargado o responsable de ocho, diez, veinte, treinta parroquias… O más. Tal vez mañana sean cuarenta si fallece el compañero más cercano. Por supuesto imposible la vida sacramental, que se ha convertido en un pobre sucedáneo en manos de unos laicos que hacen cada domingo lo que pueden con los pocos que quedan».
En cuanto a las generaciones más jóvenes, que son el futuro, la observación es igual de contundente:
«Más de un 50 % de los jóvenes de España se declaran agnósticos o ateos. Muchos de esos, por cierto, estudiantes en colegios religiosos, bautizados y con su primera comunión. Se bautizan bastante menos de la mitad de los niños nacidos y los matrimonios por la Iglesia apenas llegan al 20 %. Otro dato constatable en casi cualquier parroquia: las confesiones son prácticamente inexistentes. 
   
Me dirán que el número no importa, que importa la calidad. Pues el número tiene su importancia y lo de la calidad no se lo creen ni los más firmemente conciliares. Eso sí, contentos porque la Iglesia está muy comprometida con la causa de los pobres. El problema es que si solo se trata de solidaridad, para eso no necesito ni la fe ni la Iglesia. Ni hacerme cura o monja».
Y para concluir, sobre el llamado espíritu conciliar, «que nadie ha sabido explicar mínimamente, a lo que se unió un evidente abandono de la disciplina eclesiástica que ha permitido, en aras de modernidad y buen rollo, que cada cual diga lo que quiera, celebre como le dé las gana y viva de acuerdo con su propia y personal infalibilidad. […] Algo nos ha fallado».
  
Una cultura de la cancelación en la Iglesia
El segundo testimonio es el del famoso vaticanista —ahora emérito— Sandro Magister, publicado en su blog Settimo Cielo el 27 de marzo. En él, denuncia la alineación de las autoridades romanas con la ideología dominante, en particular con la «cultura de la cancelación».
   
Y cree que, como en Estados Unidos con la elección de Donald Trump, este compromiso puede provocar una “rebelión de las masas”, según el título del ensayo del filósofo español José Ortega y Gasset, publicado en 1930.

Así presenta el periodista italiano la situación de la Iglesia al final del pontificado anterior:
«Aquí tampoco faltan alineamientos subordinados a la ideología de las élites progresistas, aunque sean contradictorios en sus palabras o enfrentados a amplias rebeliones.
    
El visto bueno dado por la Santa Sede a finales de 2023 a la bendición de parejas homosexuales desató la protesta de todas las conferencias episcopales del África subsahariana, además de sectores significativos de la Iglesia en otros continentes».
Esto, sin ser una “rebelión de las masas”, pasará a la historia de la Iglesia como una revuelta de una magnitud sin precedentes.

Otras señales de compromiso ideológico señaladas por Sandro Magister:
«Aunque el papa Francisco se haya pronunciado en varias ocasiones contra la ideología de género, lo cierto es que la opinión pública lo percibe mucho más como incluyente que excluyente. Su imagen es la de un Papa que abre las puertas a “todos, todos, todos” y que se abstiene de cualquier advertencia o condena, en nombre del “¿quién soy yo para juzgar?”.
    
Además, la visión profundamente antioccidental de Francisco —bien documentada en el reciente libro del historiador Loris Zanatta, “Bergoglio. Una biografía política”— lo hace sensible a los postulados de la “cultura de la cancelación”, que busca borrar siglos enteros de historia, culpabilizándolos en bloque. También sus feroces críticas contra los tradicionalistas refuerzan su imagen de iniciador de una nueva trayectoria inmaculada para la Iglesia, hostil a un pasado oscuro del que solo cabe pedir perdón.
    
Un clamoroso sometimiento del Papa a la “cultura de la cancelación” ocurrió durante su viaje a Canadá en julio de 2022 [en relación con las supuestas fosas comunes de niños indígenas abusados ​​por clérigos católicos, de las que Francisco se arrepintió y de las que una investigación de tres años no pudo encontrar rastro]».
Agrega Sandro Magister:
«Otro grave sometimiento a la “cultura de la cancelación” se vio en el sínodo de la Amazonia, en octubre de 2019, una vez más contra el colonialismo del que la Iglesia sería cómplice.
   
Para Francisco, uno de los objetivos de ese sínodo era valorar a las tribus amazónicas en su inocencia originaria, en su arcaico “buen vivir”, en feliz simbiosis entre el hombre y la naturaleza, antes de que fuera corrompido y pervertido por los colonizadores civiles y eclesiásticos.
   
Solo que este idílico “buen vivir” resultó incluir, en algunas tribus, infanticidios y muertes infligidas a los ancianos, justificados con el declarado propósito de garantizar un equilibrio “en la dimensión de la familia y en la amplitud de los grupos” y de “no obligar al espíritu de los ancianos a permanecer encadenado al cuerpo, sin poder seguir derramando sus beneficios sobre el resto de la familia”».
Todos estos compromisos con el espíritu del mundo posmoderno, todas estas alineaciones con el pensamiento progresista dominante, algún día tendrán que ser retractados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios deberán relacionarse con el artículo. Los administradores se reservan el derecho de publicación, y renuncian a TODA responsabilidad civil, administrativa, penal y canónica por el contenido de los comentarios que no sean de su autoría. La blasfemia está estrictamente prohibida, y los insultos a la administración constituyen causal de no publicación.

Comentar aquí significa aceptar las condiciones anteriores. De lo contrario, ABSTENERSE.

+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)