Recientemente he visto el comentario de un personaje que, escudándose en el anonimato, escribió que yo soy un sectario y que mi corazón está lleno de odio.
A ese individuo le digo:
- Si yo fuera sectario fundaría una Iglesia aparte y me proclamaría Papa (o apoyaría a uno de los tantos grupos conclavistas). Pero siendo que sólo contribuiría ello a aumentar la confusión existente, como sedevacantista considero que las llaves que le fueron confiadas a San Pedro volvieron a su propietario, Jesucristo nuestro Señor. qui vere est caput et Dóminus Ecclésiæ.
- En el artículo LOS VERDADEROS MÁRTIRES EN ESTOS TIEMPOS, lo que hice fue mostrar a los grandes defensores de la Catolicidad y denunciar que el conciliarismo los ha condenado a lo peor. Por esa razón los presenté, como aquellos que a mi juicio, son mártires, y por consiguiente, dignos de la santidad y veneración; cosa que no puedo decir de muchos que están en proceso de beatificación por parte de la iglesia conciliar.
- Los artículos en los que he mostrado la cara oculta de los judíos y el odio que ellos tienen contra la Iglesia, NO SON PROCLAMA ANTISEMITA, sino denuncias que son tan verdaderas como que hay Dios en el Cielo. Además, ¿no fueron ellos quienes crucificaron a Jesucristo, y no conforme con ello Le denigran a Él y su Madre con blasfemias que da horror referir? Si dijera que fueron los romanos, sería yo un maldito embustero y políticamente correcto, porque Pilatos quería darle la libertad. Y si los judíos asesinaron a Nuestro Señor, no se extrañen de que esos sanguinarios quieran asesinar a la Iglesia.
- De lo que he escrito hasta el presente (y lo que escribiré en el futuro), salvo que haya error contra la Fe Católica, no me retracto ni me retractaré jamás, aunque por ello mis enemigos me arrojen a la cárcel, aunque me maten, aunque me exilien (por enésima vez) o mi nombre sea acreedor a la dámnatio memóriæ, porque es por Cristo y su Iglesia que me arriesgo.
Le digo a aquel fariseo, que pida a Dios perdón, por ofender a un guerrero de Dios que podría perdonarle la vida cuando llegue la gran batalla del Dios omnipotente.
Ataca, Yahveh, a los que me atacan, combate a quienes me combaten. (Salmo 35, 1)
A los otros lectores, no teman, que aunque soy guerrero de Dios, nunca dejo la compasión a un lado.
Bendiciones,
†Jorge de la Compasión
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)