“Ninguno puede servir a dos señores, porque tendrá aversión al uno, y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirará con desdén al segundo. No podéis servir a Dios ya las riquezas”. (Mateo 6, 24).
Presentación de María (Tiziano)
María fue presentada en el Templo por sus padres a la edad de tres años, para ser educada allí santamente en el servicio del Señor. Los padres y las madres de las principales familias de Jerusalén concurrieron al Templo para rendir homenaje a la familia de David, y los ángeles cubrieron a la niña con sus alas y cantaron en armonioso concierto. Aunque niñita, conocía ella la grandeza del Señor a quien iba a servir. Así, para llegar hasta el pontífice Zacarías, subió las gradas del Templo con una firmeza y una agilidad que excedían la de su edad. El Espíritu de Dios que animaba su alma suplía la flaqueza de su cuerpo.
MEDITACIÓN SOBRE LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
I. Desde los tres años de edad, es decir, lo más pronto que puede, María se consagra al servicio del Señor. Sus padres la ofrecen con gusto a Aquél que se las había concedido accediendo a sus plegarias. ¡Dichosos los que desde tierna edad comienzan a servir a Dios! ¿Qué esperas tú para darte a Dios? Dale todo lo que tengas; nada perderás en el cambio, porque Él se dará a ti enteramente. “Es un cambio ventajoso abandonar todo por un bien que es superior a todo”. (San Bernardo).
II. María, en este día, ofrece al Señor todo lo que tiene, todo lo que puede hacer, y todo lo que es; en una palabra, se da a Él sin reserva. ¿Imitas a María, tú que das a Dios una partícula de tu corazón y que lo reservas por entero para el mundo y para ti mismo? Quieres dividir tu corazón entre las creaturas y Dios; es imposible. ¡Señor, es tardar demasiado no darme a un Señor tan bueno! Os ofrezco mi cuerpo y mi alma, todo lo que tengo, todo lo que puedo y todo lo que soy.
III. María se consagra para siempre al servicio de Dios, y si sale del Templo es solamente porque Ella es el templo vivo en que debe habitar Jesús. ¿No es verdad acaso que te has presentado alguna vez a Dios para servirlo? Pero, cobarde de tí, pronto te has cansado de servir a un Señor tan bueno: te has retractado, con tus acciones, de la promesa que le habías hecho! Virgen Santa, preséntame a tu Hijo muy amado; quiero ser todo de Él hasta el fin de mi vida. “En un cristiano, no es el comienzo, sino el fin lo que merece elogios”. (San Jerónimo).
La devoción a la Santísima Virgen. Orad por los que quieren abrazar la vida religiosa.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis querido que la Bienaventurada María, siempre virgen, en quien residía el Espíritu Santo, fuese hoy presentada en el Templo, haced, por su intercesión, que merezcamos ser presentados en el templo de vuestra gloria. Por J. C. N. S. Amén.
En muchos misales de los siglos XV y XVI -entre ellos el Misal de Sarum-, se encontraba esta secuencia en honor de la Presentación de la Virgen:
ResponderEliminarAltíssima providénte
Cuncta rite disponénte
Dei Sapiéntia:
Uno nexu conjugátis
Joáchim et Anna, gratis
Juga sunt sterília.
Ex cordis afféctu toto
Dómino fidéli voto
Se strinxérunt páriter:
Mox si prolem illis dare
Dignétur, hanc dedicáre
In templo perénniter.
Ángelus appáruit
Lúcidus qui dócuit
Exáudita vota:
Regis summi grátia
Ut his detur fília
Gratiósa tota.
In útero consecráta,
Miro modo generáta,
Gignet mirabílius
Altíssimi Patris natum
Virgo manens, qui reátum
Mundi tollet grátius.
Benedícta Virgo nata,
Templo trima præsentáta
It ter quinis grádibus:
Erécta velox ascéndit
Et utérque parens tendit
Se ornándo véstibus.
Nova fulsit glória
Templum, dum exímia
Virgo præsentátur:
Edócta divínitus,
Visitáta cœ́litus,
Ángelis lætátur.
Dum ut nubant jubet multis
Princeps puéllis adúltis,
Primo Virgo rénuit:
Ipsam námque devóvere
Paréntes, ipsa mánere
Virgo voto státuit.
Consúltus Deus respónsum
Dat, ut Virgo sumat sponsum
Quem pandet flos éditus:
Osténsus Joseph puéllam
Ad paréntum duxit cellam,
Núptiis sollícitus.
Tunc Gábriel ad Vírginem
Ferens concéptus órdinem
Delegátur;
Erúdita stat tácita,
Verba quæ sint insólita
Meditátur.
At cum ille trádidit
Modum, Virgo crédidit,
Sicque sacro Flámine
Mox Verbum concípitur,
Et quod núsquam cláuditur
Cónditur in Vírgine.
Ecce Virgo singuláris,
Quánta láude sublimáris,
Quánta fulges glória:
Nos ergo sic tueáris,
Ut fructu, quo gloriáris,
Fruámur in pátria.
Amen. Allelúja.
TRADUCCIÓN
Con altísima providencia
Dispuso todo rectamente
La Sabiduría de Dios:
Joaquín y Ana
Unidos están en matrimonio,
Mas su unión es estéril.
Con todo el afecto de su corazón
Los dos se obligan igualmente
Por fiel voto al Señor:
Si Él les concede descendencia,
Sin demora le consagrarán
En el templo perennemente.
Aparecióles un Ángel resplandeciente
Que les dijo que sus oraciones
Han sido escuchadas,
Y por la gracia del Rey altísimo,
Una hija les será dada
Entre todas graciosa.
Santa incluso en su concepción,
Ella nacerá en forma milagrosa,
Pero más admirable será que,
Permaneciendo Virgen, dará a luz
Al Hijo del Padre altísimo,
Que por gracia, cancelará del mundo el reato.
Nacida entonces la Virgen bendita,
A los tres años es presentada en el templo;
Bajo la mirada de ambos padres,
Y adornada con hermoso ropaje,
Marcha veloz y erguida
Ascendiendo las quince gradas.
Con nueva gloria,
Resplandece el templo
Cuando esta augusta Virgen es presentada;
Allí es educada por Dios,
Visitada por célicos Ángeles
Y regocíjase con ellos.
Cuando el sumo sacerdote urge
A las doncellas adultas para el matrimonio,
La Virgen primero lo rechaza;
Porque sus padres a Dios la consagraron,
Y Ella misma hizo voto
De permanecer siempre virgen.
Siendo Dios consultado, responde:
“Será dado como esposo a Virgen
Aquel que una milagrosa flor designe”;
José fue el escogido,
Se desposa con la Virgen
Y la lleva consigo a su casa.
Entonces San Gabriel
A la Virgen es enviado, dicéndole
De qué modo concebirá;
Mas Ella, prudente, calla,
Meditando en lo insólito
Que dicho mensaje es.
Mas cuando le explica el modo,
Ella le cree; y así
Por el Espíritu Santo
El Verbo es concebido,
Y aquél a quien nada puede contener
Se oculta en el seno de la Virgen.
Oh Virgen singular,
¡Cuánto sobrepasas toda alabanza
En tu resplandeciente gloria!
Protégenos, pues, ahora,
Para que en la eterna patria
Gocemos del fruto por el cual eres tan honrada.
Amén. Aleluya.