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miércoles, 30 de marzo de 2011

HACEN FALTA EN ROMA SACERDOTES ASÍ...

... Que se levanten sin miedo contra lo que el mundo llama "políticamente correcto".

LA HOMOSEXUALIDAD ES SUBCULTURA DEL MAL

El padre Vsevolod Chaplin, de la Iglesia Ortodoxa Rusa

En un artículo de opinión titulado "Tratamientos de las subculturas de la juventud", redactado por el director del Departamento de Comunicación de la Iglesia Ortodoxa rusa, el religioso ha censurado los "derechos" de la comunidad LGTB y ha expuesto sus opiniones en torno a la erradicación de la homosexualidad. El sacerdote, Vsevolod Chaplin, ha relacionado las drogas y otros elementos similares con los maricas "Existe una subcultura que promueve el consumo de drogas, o al menos justifica dicho consumo como algo fácil que no interfiere en la vida, sino que aumenta, que hace a un hombre conocer supuestamente el verdadero placer, y al parecer servir de inspiración para la creatividad. Como ello, también existe una subcultura del alcoholismo, una subcultura de la homosexualidad: es la subcultura de la depravación, debemos recordarlo siempre".

El sacerdote también ha instado a los colectivos religiosos a seguir oponiéndose a la homosexualidad a pesar de que la sociedad camine hacia el "progreso".

Lo manifestó alegando que "hay que recordar también que, en muchas subculturas, está la propaganda del pecado, la justificación del pecado, la visión romántica del pecado. Debemos ser valientes con esto para decir, sin miedo a estar fuera de la moda, que una subcultura promueve el pecado".

lunes, 28 de marzo de 2011

SONETO A JESÚS CRUCIFICADO, POR SAN JUAN DE ÁVILA

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

UN BUEN OBISPO CONCILIAR

El arzobispo que emitía porno hace ‘crack’

Creador de un imperio mediático, un prelado esloveno provoca uno de los mayores desfalcos de la historia de la Iglesia Católica

Franc Kramberger, "el obispo negociante"

Franc Kramberger, exarzobispo de la ciudad eslovena de Maribor (820.000 habitantes, el 80% católicos, y 143 parroquias), es a la vez un hombre “de fe” y un emprendedor. En dos décadas levantó un imperio mediático y tecnológico, y no dudó en emitir películas pornográficas en la televisión local T-2, donde era accionista de referencia, para competir en el duro mundo del capitalismo salvaje. Eso era en 2007. El 3 de febrero pasado, Kramberger fue invitado a dimitir por la Conferencia Episcopal de Eslovenia a causa de los desmanes financieros cometidos durante sus 30 años de gestión.

El agujero financiero asciende a unos 800 millones, tres veces los ingresos oficiales del Vaticano al año

Una visita apostólica (inspección) ordenada por el papa Benedicto XVI en 2010 ha confirmado las peores sospechas. El pujante grupo empresarial creado por el exobispo de Maribor y su execónomo, Mirko Krasovec, está cerca de la quiebra. Los cálculos del inspector vaticano afirman que el agujero asciende a cientos de millones de euros, seguramente más de 800, una cifra equivalente al 2% del PIB esloveno y tres veces superior a los ingresos anuales del Vaticano (250 millones en 2009). Además de la ruina de imagen, 30.000 inversores que confiaron en los divinos contactos de Kramberger y Krasovec podrían perder todos sus ahorros.

Probablemente se trata de uno de los mayores desfalcos vividos por la Santa Sede, aunque el arzobispo Joseph Marcinkus y la bancarrota del Banco Ambrosiano pusieron el listón muy alto en los años ochenta. Maribor se ha convertido en una pesadilla para Joseph Ratzinger: seis años tratando de limpiar la suciedad de la Iglesia y todavía sigue enredado en la herencia de su antecesor, que será elevado a los altares el próximo 1 de mayo.

Tras la visita apostólica, el arzobispo de Liubliana, Anton Stres, ha abierto una investigación y ha prometido “que todos los responsables serán castigados”. Pero la pregunta que muchos se hacen en Roma es cómo pudo una diócesis marginal endeudarse como una multinacional sin que el Vaticano se enterase.

La historia se ha conocido en detalle gracias a la revista italiana L’Espresso, que ha revelado el contenido de la investigación vaticana sobre las “aventureras inversiones” del obispo. Nombrado en 1980 por Karol Wojtyla, el prelado comenzó a invertir a principios de los años noventa. El Vaticano asegura que solo sospechó que pasaba algo raro a finales de 2007, cuando llegó a Roma la noticia de que T-2, la televisión eslovena controlada por la Iglesia, emitía programas pornográficos.

Los periódicos locales organizaron un pequeño escándalo, y la extrañeza de Roma aumentó unos meses después, cuando el obispo de Maribor envió a la curia una petición poco frecuente: solicitaba permiso para suscribir dos hipotecas por cinco millones cada una. La jerarquía pidió aclaraciones al nuncio. El embajador papal intuyó que detrás de los espacios eróticos había algo más. Mauro Piacenza, entonces secretario de la Congregación para el Clero, reclamó a la diócesis información detallada.

Primero sobre la empresa de comunicación T-2, luego sobre las cuentas y holdings creados por la diócesis. Las respuestas tardaron meses, lo que amplió las sospechas del Vaticano. Piacenza advirtió a Tarcisio Bertone, secretario de Estado, y el Papa decidió mandar a Maribor a un inspector que le informara directamente. Gianluca Piredda, experto en finanzas, llegó a Eslovenia a comienzos de 2010.

Piredda no tardó en entender que el agujero de la archidiócesis de Kramberger era un cráter. Analizó cuentas, revisó papeles, encargó una auditoría y mandó sus conclusiones a Roma el pasado octubre. L’Espresso resume así el contenido: “La pequeña Iglesia ha dado zancadas más largas que sus piernas, creando un imperio económico que se está tambaleando”.

En el principio fue el banco Krek. La diócesis lo funda en 1990, y en 10 años se convierte en el décimo del país (el obispo lo acabaría vendiendo en 2002). Lo segundo es una sociedad comercial, la Gospodarstvo Rast. En unos años, el obispo y su ecónomo crean dos nuevos grupos, el Zvon 1 y el Zvon 2, ambos controlados por Rast: compran inmuebles y otras empresas y suscriben créditos por decenas de millones hipotecando el patrimonio inmobiliario de la diócesis.

El ecónomo, Mirko Krasovec, en el cargo desde 1985, era un hacha diversificando: bancos, construcción, gas, petróleo e incluso una misteriosa empresa llamada Cinkarna que se dedica a producir y distribuir “pigmentos de dióxido de titanio”.

Con el tiempo y la crisis, el imperio empieza a generar más deudas que beneficios. “La Zvon 1 tiene inversiones a largo plazo por 416 millones y deudas por 524″, afirma el inspector. La inversión más crítica es la televisión T-2 (120 millones), que en su página web se autodefine como “El Futuro”: telefonía, Internet y televisión digital distribuida a través de una red de fibra óptica propia.

“El Futuro”, en todo caso, nunca llegará. La auditoría de KPMG, encargada por el Vaticano, da por perdido el 70% del capital invertido en T-2, cuyo valor de mercado bajó hasta 26 millones. Lo malo, escribe Piredda a Ratzinger, “es que nadie quiere comprarla por más dinero”.

La quiebra podría partir de ahí: un tribunal de Maribor ya ha declarado insolvente a T-2. Si no se salva, será difícil que Zvon 1 sobreviva. Su gemela, la Zvon 2 (el 35% en Bolsa en manos de 30.000 inversores), pende de un hilo: debe 189 millones.

El pelotazo fue creciendo con los años, pero fuentes oficiales vaticanas han dicho ya que Ratzinger y Bertone solo conocieron el pastel hace unos meses. La Santa Sede alegará que los culpables son el obispo y el ecónomo, quien antes de ser despedido escribió una carta diciendo: “Creo firmemente que nuestra buena fe también nos ayudará a superar, con espíritu fraterno y ayuda recíproca, esta prueba”.

La carta, en la que el ecónomo reconoce que actuó hasta 2007 sin informar al Vaticano, parece la principal baza para que la Santa Sede pueda librarse de tener que hacerse cargo de la deuda. Algunos quizá se conformen. El banco italiano Unicredit prestó a la diócesis de Maribor 11,2 millones hipotecando un monasterio del siglo XIII y un taller de órganos musicales.


Jorge Rondón Santos dice: No cabe duda que el Vaticano cisma está cada día peor. ¡SÁLVANOS, JESÚS, QUE PERECEMOS!

viernes, 25 de marzo de 2011

DE LA DEVOCIÓN AL MISTERIO DE LA ANUNCIACIÓN


[El esclavo de Jesús y María1]tendrá una especial devoción al misterio de la Encarnación del Verbo, 25 de marzo, que es el misterio propio de esta devoción, para que la devoción fue inspirado por el Espíritu Santo: en primer lugar, para honrar e imitar la dependencia de Dios quería ser el Hijo de María, a la gloria de Dios Padre y por nuestra salvación, que la dependencia se refleja particularmente en este misterio que Cristo Jesús se convierte en cautivo y esclavo en el vientre de María, a continuación, en función de ello en absoluto, y segundo, gracias a Dios por las gracias concedidas María la incomparable, sobre todo la eligió para su Madre, más digno, elección de este misterio. Estos son los dos principales propósitos de la esclavitud a Jesucristo en María.

(San Luis María de Montfort, Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen)


NOTA: 


1 "El esclavo de Jesús y María" es el nombre que San Luis María de Montfort le da a los verdaderos devotos de Nuestra Señora, ya que la Devoción Verdadera (o "La Sagrada Esclavitud", como la designa en el Tratado) es la renuncia a la propia voluntad para someterse a  Jesús por medio de María ("Ad Jesum per Mariae").

lunes, 21 de marzo de 2011

A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

 "El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo, es penetrar en los sufrimientos de la Madre" (Beato John Henry Neumann)

Es importante tener en cuenta que a Jesús NO LO ENCONTRAREMOS POR OTRO CAMINO, sino por María ("Ad Jesum per Mariae", decía San Luis María de Montfort). Por esto, quiero compartir con vosotros este himno de la Liturgia de las Horas que se refiere a los dolores de Nuestra Señora:

¡Ay dolor, dolor, dolor,
por mi hijo y mi Señor!

Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd
la gran desventura mía!

A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.

Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.

Decid, hombres que corréis
por la vía mundanal,
decidme si visto habéis
igual dolor que mi mal.

Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos,
si es que mejor no podéis.

Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar los pecados
mataron a un Inocente.

¡Mataron a mi Señor,
mi redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿cómo no muero
con tan extremo dolor?

Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo,
y muerta esta mi alegría.

(Himno de Vísperas de Nuestra Señora de los Dolores)

sábado, 19 de marzo de 2011

DE LA INTERCESIÓN DE SAN JOSÉ, POR SANTA TERESA DE ÁVILA

Santa Teresa de Ávila era devota incondicional de San José, y aconsejaba a sus discípulos que le tuvieran especial afecto a San José por ser el esposo de la Virgen María y el padre adoptivo de Jesús.

Dice Santa Teresa sobre los favores que recibió por la intercesión de San José:
"No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado (a San José) cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide."

ALGUNAS ORACIONES A SAN JOSÉ

"Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella, una especial gratitud y reverencia." (San Bernardino de Siena)

Glorioso San José, Esposo de María Santísima y Padre adoptivo del Divino Redentor, ruega por nosotros
 
SALUTACIÓN


¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia! Jesús y su Madre están contigo: bendito tú eres entre todos los hombres y bendito es Jesús, el Hijo de María. San José, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
 
SÚPLICA

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.
  
MEMORARE
Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis mis súplicas, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén.

A SAN JOSÉ, MODELO DE TRABAJADORES
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.

Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.

Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.
 
ORACIÓN A SAN JOSÉ, POR EL PAPA LEÓN XIII
A Vos, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre, adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio para que a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

lunes, 14 de marzo de 2011

POEMA "VARÓN DE DOLORES", POR NICOLÁS COBO MARTÍNEZ

Desde Cruzados del Ejército del Santo Rosario


Prendido, como ladrón, en el huerto,
Jesús, en un madero estás clavado;
Tu alma, cual paloma se ha elevado,
Quedando sin vida tu cuerpo yerto.

Señor, sangre y agua, de tu pecho abierto,
Por la herida del costado ha manado;
Quiero besar tu rostro inmaculado,
Quiero vivir en Ti, como un injerto.

Ninguno de tus huesos han quebrado,
Los látigos, crueles y enemigos,
Ni los clavos que tus manos han pasado.

Mas tu cuerpo, Jesús, amoratado,
Causa miedo y pavor a los testigos,
Que lo ven, ¡Dios mío!, tan destrozado.

viernes, 11 de marzo de 2011

¿ACASO LOS CATÓLICOS ADORAMOS UN "CRISTO FALSO"?

Da horror ver hasta dónde llega la Apostasía de la iglesia del Vaticano II (comandada por "Benedicto XVI"), llegando a decir éste que "El Cristo que ha enseñado la Iglesia Católica ES UN CRISTO IRREAL". 
 
A nuestros lectores, especialmente los que se escandalizan por nuestras "barbaridades tradicionalistas", DESPUÉS NO NOS VENGAN A DECIR QUE NO LES ADVERTIMOS LO QUE SUCEDE EN ROMA. (Frater Jorge)
 
Desde Radio Cristiandad
  

Dice "Benedicto XVI": Hemos estado desconociendo al Cristo Real... ¡Hasta ahora!
  
Nos encontramos ante una exégesis (la interpretación de la Sagrada Escritura) que comunica la esperanza de “encontrar a Jesús y creer en Él”. Aplica las indicaciones del Concilio Vaticano II en la Dei Verbum -no suficientemente exploradas-, y cita recientes publicaciones alemanas.
  
El Papa explica su método en el prólogo. Cita autores (de los que hace rigurosamente referencia en una bibliografía abundante aunque no asfixiante): Martin Hengel, Peter Stuhlmacher y Franz Mußner, quienes le han “confirmado explícitamente en el proyecto de seguir” este trabajo y “de acabar la obra iniciada”: “un precioso aliento”.
   
Evoca también el “Jesús” publicado en 2008 por el que él llama un “hermano ecuménico”, el teólogo protestante Joachim Ringleben. Subraya que entre los dos libros hay una “profunda unidad en la comprensión esencial de la persona de Jesús y de su mensaje”.
  
Y añade: “Si bien con enfoques dispares, es la misma fe la que actúa, produciendo un encuentro con el mismo Señor Jesús”. El Papa espera que ambas publicaciones puedan constituir “un testimonio ecuménico que a su modo pueda servir a la misión fundamental común de los cristianos”.
  
Cita también el libro de crítica bíblica de Marius Reiser, de 2007 del que recoge “indicaciones relevantes para las nuevas vías de la exégesis, sin abandonar la importancia que siempre tiene el método histórico-crítico”.
  
Armonizar dos métodos de interpretación
El Papa, de hecho, subraya los frutos del método histótico-crítico, el estudio de las Escrituras a la luz de las circunstancias históricas. “Una cosa me parece obvia: en doscientos años de trabajo exegético la interpretación histórico-crítica ha dado ya lo que tenía que dar de esencial”.
  
Pero para que la exégesis pueda renovarse, el Papa considera que es necesario que dé “un paso metodológicamente nuevo volviendo a reconocerse como disciplina teológica, sin renunciar a su carácter histórico”
   
Propone pasar de una “hermenéutica positivista” a una “hermenéutica de la fe”, desarrollada de manera correcta”, de manera “conforme al texto”, uniéndose a una “hermenéutica histórica, consciente de sus propios límites para formar una totalidad metodológica”.
  
“Esta articulación entre dos géneros de hermenéutica muy diferentes entre sí es una tarea que ha de realizarse siempre de nuevo”, afirma el autor.
  
Un paso en la dirección adecuada
Añade que la armonía entre “hermenéutica de la fe” y “hermenéutica histórica” no sólo es posible sino sobre todo fecunda: por medio de ella las grandes intuiciones de la exégesis patrística podrán volver a dar fruto en un contexto nuevo”, como logra hacerlo precisamente Marius Reiser.
  
Modestamente reconoce:
“No pretendo afirmar que en mi libro esté ya totalmente acabada esta integración de las dos hermenéuticas. Pero espero haber dado un paso en dicha dirección. En el fondo, se trata de retomar finalmente los principios metodológicos para la exégesis formulados por el Concilio Vaticano II (cf. Dei Verbum 12), una tarea en la que, desgraciadamente, poco o nada se ha hecho hasta ahora”.
   
En el mismo prólogo, el Papa recuerda que no ha querido escribir una “Vida de Jesús”. Lo que busca, recuerda citando el primer volumen de esta obra, es presentar “la figura y el mensaje de Jesús”.
“Podría decirse, exagerando un poco, que quería encontrar al Jesús real”. El “Jesús histórico” que presentan algunos teólogos y exegetas “es demasiado insignificante”, “está excesivamente ambientado en el pasado para dar buenas posibilidades de una relación con Él”
  
Con la hermenéutica de la fe y la hermenéutica histórica, el Papa ha tratado “de desarrollar una mirada al Jesús de los Evangelios, un escucharle a él que pudiera convertirse en un encuentro; pero también en la escucha en comunión con los discípulos de Jesús de todos los tiempos, llegar a la certeza de la figura realmente histórica de Jesús”.
   
El obispo de Roma reconoce que este objetivo era más difícil en el segundo volumen, porque toca los momentos culminantes de la muerte y resurrección. “He tratado de mantenerme al margen de las posibles controversias sobre muchos elementos particulares y reflexionar únicamente sobre las palabras y las acciones esenciales de Jesús. Y esto guiado por la hermenéutica de la fe, pero teniendo en cuenta al mismo tiempo con responsabilidad la razón histórica, necesariamente incluida en esta misma fe”.
  
“Aunque siempre quedarán naturalmente detalles que discutir, espero sin embargo que haya podido acercarme a la figura de Nuestro Señor de una manera que pueda ser útil a todos los lectores que desean encontrarse con Jesús y creerle”, concluye.
  
   
Su "santidad", ¿éste es el "Cristo real" que usted encontró? ¿uno que dice que todas las religiones salvan?
   
Por nuestro lado, yo, Frater Jorge Rondón Santos, mis hermanos y todos los Católicos, SOSTENEMOS QUE ESTE ES JESUCRISTO, DIOS Y HOMBRE VERDADERO; Y FUERA DE LA IGLESIA (QUE ES UNA, SANTA, CATÓLICA, APOSTÓLICA, ROMANA Y TRADICIONALISTA) NO HAY SALVACIÓN

EL SANTO VÍA CRUCIS, SEGÚN EL Dr. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA

Transcrito de "O Legionário" Nº 558, de 18 de Abril de 1943 y reeditado en "Catolicismo" Nº 231 - Marzo de 1970 - Vía Plinio Corrêa de Oliveira
 
     
I Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
   
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
   
CONSPIRARON CONTRA VOS, Señor, vuestros enemigos. Sin gran esfuerzo, amotinaron al populacho ingrato, que ahora hierve de odio contra Vos. Odio. Es lo que por todas partes os circunda, os envuelve como una nube densa, se lanza contra Vos como un oscuro y frío vendaval. Odio gratuito, odio furioso, odio implacable: que no se sacia en humillaros, en saturaros de oprobios, en llenaros de amargura; vuestros enemigos os odian tanto, que ya no soportan vuestra presencia entre los vivos, y quieren vuestra muerte. Quieren que desaparezcáis para siempre, que enmudezca el lenguaje de vuestros ejemplos y la sabiduría de vuestras enseñanzas. Os quieren muerto, aniquilado, destruido. Sólo así habrán aplacado el torbellino de odio que en sus corazones se levanta.
  
Siglos incluso antes que nacierais, ya el Profeta preveía ese odio que suscitaría la luz de las verdades que anunciaríais, el brillo divino de las virtudes que tendríais: "¿Pueblo mío, qué te hice Yo, en qué por ventura te he contristado?" (Miq. 6, 3). E interpretando vuestros sentimientos, la Sagrada Liturgia exclama a los infieles de entonces y de hoy: "¿Qué más debía Yo haber hecho por ti, y no lo hice? Yo te planté como viña escogida y preciosa: y tú te convertiste en excesiva amargura para Mí; vinagre me diste a beber en mi sed, y traspasasteis con una lanza el costado de tu Salvador" (Improperios).
  
Tan fuerte fue el odio que contra Vos se levantó, que la propia autoridad de Roma, que juzgaba al mundo entero, se abatió acobardada, retrocedió y cedió ante el odio de los que sin causa alguna os querían matar. La altivez romana, victoriosa en el Rin, en el Danubio, en el Nilo y en el Mediterráneo, se ahogó en el lavabo de Pilatos.
  
"Christiánus alter Christus", el cristiano es otro Cristo. Si fuésemos realmente cristianos, esto es realmente católicos, seremos otros Cristos. E, inevitablemente, el torbellino del odio que contra Vos se levantó, también contra nosotros ha de soplar furiosamente.
  
¡Y sopla, Señor! Compadeceos, Dios mío, y dadle fuerzas al pobre niño de colegio, que sufre el odio de sus compañeros porque profesa vuestro Nombre y se rehúsa a profanar la inocencia de sus labios con palabras de impureza. Odio, sí. Tal vez no el odio bajo la forma de una invectiva desabrida y feroz, sino bajo la forma terrible del escarnio, del aislamiento, del desprecio. Dadle fuerzas, Dios mío, al estudiante que vacila en proclamar vuestro Nombre en plena aula, a la vista de un profesor impío y de un enjambre de colegas que se mofa. Dadle fuerzas, Dios mío, a la joven que debe proclamar vuestro Nombre, rehusándose a vestir los trajes que la moda impone, desde que por su extravagancia o inmoralidad desentonen de la dignidad de una verdadera católica. Dadle fuerzas, Dios mío, al intelectual que ve cerrarse delante de sí las puertas de la notoriedad y de la gloria, porque predica vuestra doctrina y profesa vuestro Nombre. Dadle fuerzas, Dios mío, al apóstol que sufre la embestida inclemente de los adversarios de vuestra Iglesia, y la hostilidad mil veces más penosa de muchos que son hijos de la luz, sólo porque no consiente en las diluciones, en las mutilaciones, en las unilateralidades con que los "prudentes" compran la tolerancia del mundo para su apostolado.
  
Ah, Dios mío, ¡cómo son sabios vuestros enemigos! Ellos sienten que en el lenguaje de esos "prudentes", lo que se dice en las entrelíneas es que Vos no odiáis el mal, ni el error, ni las tinieblas. Y entonces aplauden a los prudentes según la carne, como os aplaudirían en Jerusalén, en lugar de mataros, si hubieseis dirigido a los del Sanedrín el mismo lenguaje.
  
Señor, dadnos fuerzas: no queremos ni pactar, ni retroceder, ni transigir, ni diluir, ni permitir que empalidezca en nuestros labios la divina integridad de vuestra doctrina. Y si un diluvio de impopularidad se abate sobre nosotros, sea siempre nuestra oración la de la Sagrada Escritura: "Preferí ser abyecto en la casa de mi Dios, a vivir en la intimidad de los pecadores" (Salmo 83, 11).
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
  
II Estación: JESÚS ACEPTA LA CRUZ DE MANOS DE SUS VERDUGOS
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
PERO PARA ESTO, Señor, es necesario paciencia. Paciencia por la cual se deja, de brazos cruzados y de corazón conformado, caer el diluvio sobre la propia cabeza. Paciencia es la virtud por la cual se sufre para un bien mayor. Paciencia es, pues, la capacidad de sufrir para el bien. Necesita de paciencia el enfermo que, golpeado por un mal incurable, acepta resignado el dolor que él le impone. Necesita de paciencia aquel que se inclina sobre los dolores ajenos, para consolarlos como Vos consolasteis, Señor, a los que os buscaban. Necesita de paciencia quien se dedica al apostolado con invencible caridad, atrayendo amorosamente a Vos a las almas que vacilan en las sendas de la herejía o en el lodazal de la concupiscencia. Necesita también de paciencia el cruzado que toma la cruz y va a luchar contra los enemigos de la Santa Iglesia. Es un sufrimiento tomar la iniciativa de la lucha, formar y mantener en pie dentro de sí sentimientos de pugnacidad, de energía, de combatividad, vencer el indiferentismo, la mediocridad, la pereza, y lanzarse como un digno discípulo de Aquel que es el León de Judá, sobre el impío insolente que amenaza al redil de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh sublime paciencia de los que luchan, combaten, toman la iniciativa, entran, hablan, proclaman, aconsejan, amonestan, y desafían por sí solos toda la soberbia, toda la pertinacia, toda la arrogancia del vicio insolente, del defecto elegante, del error simpático y popular!
  
Vos fuisteis, Señor, un modelo de paciencia. Vuestra paciencia no consistió, sin embargo, en morir abatido debajo de la Cruz cuando os la dieron. Cuenta una piadosa revelación que, cuando recibisteis de la mano de los verdugos vuestra Cruz, Vos la besasteis amorosamente y, tomándola sobre los hombros, con invencible energía la llevasteis hasta lo alto del Gólgota.
  
Dadnos Señor, esa capacidad de sufrir. De sufrir mucho. De sufrir todo. De sufrir heroicamente, no apenas soportando el sufrimiento, sino yendo al encuentro de él, buscándolo, y cargándolo hasta el día en que tengamos la corona de la victoria eterna.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
   
III Estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ BAJO LA CRUZ
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
QUÉ FÁCIL es hablar del sufrimiento. Lo difícil es sufrir. Vos lo probasteis, Señor. Cómo vuestro divino heroísmo es diferente del heroísmo fatuo y artificial de tanto soldado de las tinieblas. Vos no sonreísteis frente al dolor. No erais, Señor, de los que enseñan que se pasa la vida sonriendo. Cuando vuestra hora llegó, temblasteis, os perturbasteis, sudasteis sangre delante de la perspectiva del sufrimiento. Y en este diluvio de aprehensiones, infelizmente por demás fundadas, está la consagración de vuestro heroísmo. Vencisteis los gritos más imperiosos, las solicitaciones más fuertes, los pánicos más atroces. Todo se doblegó ante vuestra voluntad humana y divina. Por encima de todo, se sobrepuso vuestra determinación inflexible de hacer aquello para lo que habíais sido enviado por vuestro Padre. Y, cuando llevasteis vuestra Cruz por la calle de la amargura, una vez más las fuerzas naturales flaquearon. Caísteis, porque no teníais fuerzas. Caísteis, pero no os dejasteis caer sino cuando del todo no era posible proseguir el camino. Caísteis, pero no retrocedisteis. Caísteis, pero no abandonasteis la Cruz. La conservasteis con Vos, como la expresión visible y tangible de vuestro propósito de llevarla hacia lo alto del Gólgota.
  
Oh Dios mío, dadnos las gracias para que, en la lucha contra el pecado, contra los infieles, podamos quizá caer debajo de la cruz, pero sin jamás abandonar ni el camino del deber ni la arena del apostolado. Sin vuestra gracia, Señor, nada, absolutamente nada podemos. Pero si correspondemos, todo lo podremos. Señor, nosotros queremos corresponder a vuestra gracia.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
   
IV Estación: MARÍA SANTÍSIMA VIENE AL ENCUENTRO DE JESÚS
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
 
CARGAR LA CRUZ significa, muchas y muchas veces, renunciar. Renunciar antes que nada a lo ilícito, a lo pecaminoso. Pero renunciar también, y muchas veces, a lo que siendo lícito y hasta admirable en sí, se torna malo o menos perfecto en consecuencia de determinadas circunstancias.
  
En el camino de vuestra Pasión, Señor, disteis un ejemplo terrible, un luminoso y admirable ejemplo de renuncia a lo que es lícito. ¿Qué hay de más lícito, Señor, que las caricias, que el desvelo de vuestra Madre Santísima? Todo cuanto de Ella sabemos es que, por más que sepamos algo, jamás sabremos todo, tal es el océano inconmensurable de perfecciones y de gracias que contiene. Vuestra Madre, Señor, está en vuestro camino. Ella quiere consolaros. Ella quiere consolarse con Vos. Vedla. Cómo es legítimo que os detengáis a lo largo de la vía dolorosa, consolándoos y consolándola. Sin embargo, el momento de la separación después de este rápido coloquio llegó. ¡Oh dilaceración!, es preciso que os separéis el uno del otro. Ni Ella ni Vos, Señor, contemporizáis. El sacrificio sigue su curso. Y Ella queda a la vera del camino… Es mejor no decir cómo, viendo que os distanciáis lentamente vertiendo sangre, con paso incierto y vacilante, en demanda del último y supremo sacrificio, María tiene pena de Vos. Ella os sigue con la mirada, viéndoos solo, en manos de verdugos y de enemigos. ¿Quién os ha de consolar? ¡Oh! voluntad irresistible, arrebatadora, inmensa, de seguir vuestros pasos, de deciros palabras de dulzura que sólo Ella sabe deciros, de amparar vuestro Cuerpo divino, de interponerse entre los verdugos y Vos, y, postrada como quien implora una limosna inestimable, suplicar para Sí un poco de los golpes que os dan, con tal que con esto os hieran un poco menos, no os golpeen tanto la carne inocente. ¡Oh Corazón de Madre, cuánto sufristeis en este lance!
  
Madres de sacerdotes, madres de misioneros, madres de religiosas, cuando sintáis el pesar de tanta separación cruel, pensad en María Santísima que dejó a su Divino Hijo seguir solo, el camino que le trazara la voluntad de Dios. Y pedid que Ella consuele vuestro dichoso dolor.
  
Pero hay, mil y mil veces infelices, otras madres abandonadas. Madres de impíos, madres de libertinos, madres de pecadores, también vosotras a veces quedáis solas en el camino del dolor, mientras vuestros hijos corren por las vías de la perdición. Pedid a Nuestra Señora que os consuele, que os dé aliento y perseverancia, y que ofrezca parte del dolor que en este paso sufrió, para que vuestros hijos puedan volver algún día a vosotras. Pensad en Santa María, y jamás desesperaréis. Para vuestros hijos desviados Nuestra Señora será la Estrella del Mar, que tarde o temprano los reconduzca al puerto.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
     
V Estación: EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
SIMÓN CIRINEO venía de lejos. No sabía cuál era la algazara, el alarido, el vocerío que a veces el viento le traía. Una gran fiesta, probablemente, tantas eran las risas, los gritos, las voces, que en animada sucesión se hacían oír. Se aproximó. Fuerte, joven, lleno de vida, parecía en cierto sentido la antítesis del pobre ser de túnica blanca –la túnica de los locos–, coronado de espinas, todo ensangrentado, un leproso lleno de llagas, que paciente y lentamente arrastraba la Cruz. El contraste sirvió a los verdugos de inspiración. Lo tomaron para ayudar a Cristo, Señor nuestro, a cargar la Cruz. El Cirineo aceptó. Al principio, tal vez porque era obligado. Después, por piedad. Quedó en la Historia, y, más que esto, conquistó para sí el Reino de los Cielos.
  
¡Cómo es frecuente esta escena! En el camino de nuestra vida, vemos a la Iglesia que pasa, perseguida, azotada, calumniada, odiada, y, Dios mío, a veces hasta traicionada por muchos que se dicen hijos de la luz sólo para poder propagar mejor las tinieblas. Vemos esto. En la apariencia la Iglesia está débil, vacilante, agonizante tal vez. En realidad, Ella es divinamente fuerte, como Jesús. Pero nosotros sólo vemos la debilidad con los ojos de la carne. Y somos tan miopes con los ojos de la fe, que con mucho esfuerzo discernimos la invencible fuerza divina que la conservará siempre y siempre. "La Iglesia va a ser derrotada. Va a morir. ¿Poner al servicio de esa perseguida, de esa calumniada, de esa derrotada, la exuberancia de mis fuerzas, de mi juventud, de mi entusiasmo? ¡Nunca!" Nos distanciamos. No somos Cirineos. Cuidamos sólo y sólo de nuestros intereses. Seremos abogados prósperos, comerciantes ricos, ingenieros bien ubicados, médicos con buena clientela, periodistas ilustres o prestigiosos maestros. ¡Y es que sólo en el día del Juicio comprenderemos lo que perdimos cuando la Santa Iglesia pasó por nuestro camino, y no la ayudamos!
  
¡Apostolado, apostolado, apostolado! Apostolado saturado de oración, impregnado de sacrificio. Este es el medio por el cual debemos ser Cirineos de la Santa Iglesia.
  
Señor mío, haced que seamos tan fieles a esta gracia como el propio Cirineo. Oh bienaventurado Cirineo, rogad por nosotros.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
   
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
  
VI Estación: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
TODOS SE REÍAN de Vos, Señor mío, todos os herían, os ultrajaban. Vuestro divino Rostro, otrora radiante de hermosura, está ahora enteramente desfigurado. Sólo expresa el dolor, en su forma más aguda, más lacerante.
  
A los ojos de esa turbamulta, ¿qué papel haría quien os consolase, quien tomase vuestro partido, quien se declarase vuestro? Atraería sobre sí mucho del odio, del desprecio, de la humillación que sobre Vos se lanzaba como impetuoso torrente, desde lo íntimo de aquellos corazones empedernidos, y, más aún, desde todas las calles, plazas y callejuelas de la ciudad deicida.
  
La Verónica vio esto. Pero ella no tuvo miedo. Se aproximó de Vos. Os consoló. Y, ¡oh divina recompensa!, vuestro Rostro divino quedó para siempre estampado en el lienzo con que ella quiso enjugarlo.
  
Dios mío, quiera mi corazón consolaros siempre. Y especialmente cuando todos se avergüenzan de Vos, dadme fuerzas para consolaros, proclamando en alto y con fuerza a mi Divino Rey.
  
Como recompensa, no quiero otra sino tener vuestro Rostro estampado en mi corazón.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
   
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
    
VII Estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
 
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
CAÍSTEIS UNA VEZ MÁS, Divino Señor. ¡Cómo es duro el camino de la Cruz! Fue durísimo para Vos. Será también durísimo para vuestros seguidores.
  
Hay momentos en que todos los caminos parecen cerrados para nosotros, el Cielo se oscurece, las esperanzas desaparecen, las aprensiones pueblan de negros fantasmas nuestra imaginación. Las fuerzas comienzan a flaquear. No aguantamos más. Aunque caigamos debajo de la cruz, Dios mío, una vez más os suplicamos, por vuestras entrañas misericordiosas, por vuestro Corazón Sagrado, por el amor que tenéis a vuestra Madre, por los dolores crudelísimos que en este paso sufristeis, no permitáis que salgamos del camino del sufrimiento y de la virtud, y que tiremos lejos de nosotros la cruz. Socorrednos entonces, Señor mío de misericordia. Porque lo que queremos es el entero cumplimiento de nuestro deber.
  
Pero oíd, Dios benigno, la súplica de nuestra debilidad. Por lo mucho que sufristeis, por la superabundancia de vuestros méritos infinitos, mitigad, si es posible, nuestro sufrimiento, tornad más leve nuestra cruz, sed Vos mismo nuestro misericordioso Cirineo, en toda la extensión en que lo permitan nuestra santificación y los supremos intereses de vuestra gloria. Os lo pedimos, Señor, por la omnipotente intercesión de vuestra Madre.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
   
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
  
VIII Estación: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
VOS TUVISTEIS a la Verónica, Señor, y al inapreciable, si bien que pesarosísimo, consuelo de vuestra Madre. Y, en este paso, otras mujeres se acercan a Vos. ¡Lloran, gimen, se apiadan de Vos!
  
¿Cómo se llamarían estas buenas mujeres? El Evangelio no lo dice. ¿Cómo las trataban los soldados y el populacho que os martirizaban? Tampoco lo dice el Evangelio. Si ellos hablasen el lenguaje de nuestros días, ciertamente habrían exclamado: "¡Oh beatas!..."
  
¡Beatas! Cuántas veces esta palabra se pronuncia con desprecio y dureza, para designar a las personas que sobresalen y se distinguen por su asiduidad a los pies de vuestros altares tantas veces abandonados, en la frecuencia a las ceremonias religiosas durante las cuales, a veces, sin ellas las iglesias habrían quedado casi vacías. Con lluvia o buen tiempo, se deslizan por las sombras de la madrugada o del crepúsculo, con paso apresurado. Van hacia la iglesia. Muchas van de prisa, porque tienen que trabajar, o en casa, o fuera. Rezan. Y su oración es a veces tan agradable que, sin aquello que peyorativa e injustamente se volvió convencional llamar beaterío, sería mucho más infeliz cualquier gran ciudad de pecadores de nuestros días.
  
Podrá a veces haber exceso, abuso, mala comprensión de muchas cosas. Pero ¿por qué generalizar la regla? ¿Por qué mirar apenas para las manchas, sin ver la luz de esa piedad perseverante e inextinguible? ¡Cuánto oro en esa escoria! Y cuando, después de haber contemplado así a esas almas entre las cuales muchas tienen tan gran mérito, se oyen ciertas declamaciones doctas contra el beaterío, se tiene el deseo de decir de los declamadores: "¡Señor, cuánta escoria en ese oro!"
  
Ese verdadero beaterío, ese beaterío genuino y sincero ya estuvo a los pies de la Cruz, llorando y gimiendo. ¡Y cuánta gente que gusta decir que Judas no está en el infierno, pero que allí van ciertamente las beatas, quedará pasmado el día del Juicio Final!
  
Señor, aceptad y bendecid esas oraciones que en el curso de vuestra Pasión os fueron dirigidas. Vos disteis a estas pías mujeres su vocación: "Llorad". La vocación de llorar por los castigos que justos e inocentes sufren a consecuencia de los pecados colectivos, esa es su gran vocación. Que ese llanto, Señor, que Vos mismo incitasteis, sirva para que vuestras iglesias queden atestadas de beatos verdaderos, esto es, de bienaventurados de todas las edades y condiciones sociales, nobles, ricos, poderosos, pobres, andrajosos, infelices. Señor, conquistad y atraed a Vos a todas las almas, por las oraciones, el ejemplo y las palabras de las almas fieles, indefectiblemente fieles.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
   
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
  
IX Estación: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
HAY MISTERIOS que vuestro Santo Evangelio no narra. Y entre ellos me gustaría saber si me equivoco al suponer que ésta vuestra tercera caída fue hecha, Señor mío, para expiar y salvar a las almas de los prudentes.
  
La prudencia es la virtud por la cual escogemos los medios adecuados para obtener el fin que tenemos en vista. Así, los grandes actos de heroísmo pueden ser tan prudentes como los retrocesos estratégicos. Si el fin es vencer, en un noventa por ciento de los casos es más prudente avanzar que retroceder. No es otra la virtud evangélica de la prudencia.
  
Sin embargo… se entiende que la prudencia es apenas el arte de retroceder. Y, así, el retroceso sistemático y metódico pasó a ser la única actitud reconocida como prudente por muchos de vuestros amigos, Señor mío. 
  
Y por esto se retrocede mucho… ¿La realización de una gran obra para vuestra gloria se ha vuelto muy penosa? Se retrocede por prudencia. ¿La santificación está muy dura? ¿La escalada en la virtud multiplica las luchas en vez de aquietarlas? Se retrocede hacia los pantanos de la mediocridad, para evitar, por prudencia, grandes catástrofes. ¿La salud periclita? Se abandona, por prudencia, todo o casi todo apostolado, se "mediocriza" la vida interior, y se transforma el reposo en el supremo ideal de la vida, porque la vida fue hecha, ante todo, para ser larga. Vivir mucho pasa a ser el ideal, en vez de vivir bien. El elogio ya no sería como el de la Escritura: "En una corta vida recorrió una larga carrera" (Sabiduría 4, 13). Sería, por lo contrario, "tuvo larga vida, para la cual tuvo la sabiduría de renunciar a hacer una gran carrera en las vías del apostolado y de la virtud".
  
Vidas largas, obras pequeñas.
  
¿Y vuestra prudencia cómo fue, oh Modelo divino de todas las virtudes? ¿Cuántos amigos tenéis, que os aconsejarían a renunciar cuando caísteis por primera vez? En la segunda vez, serían legión. Y viéndoos caer por la tercera, ¡cuántos no os abandonarían escandalizados, pensando que erais temerario, falto de sentido común, que queríais violar los manifiestos designios de Dios! 
  
Que este paso de vuestra Pasión nos dé las gracias, Señor, para ser de una invencible constancia en el bien, conociendo perfectamente el camino del verdadero heroísmo, que puede llegar a sus límites más extremos y más sublimes sin jamás confundirse con una vil y presuntuosa temeridad.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
   
X Estación: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
   
NO OS SERÍA EVITADA esta suprema afrenta, Dios mío. ¡Aquel Cuerpo divinamente casto que la Virgen Santísima protegió siempre con las vendas y túnicas que le hacía, aquel Cuerpo indeciblemente puro, habría de quedar expuesto a todas las miradas!
  
Dios mío, ¿cómo no suponer que Vos hayáis expiado particularmente en este paso los pecados contra la castidad? El martirio de la desnudez es inmenso para un alma pura. Tiempo hubo en que, en Cartago, las cristianas conducidas a la arena, habiendo vencido milagrosamente a las fieras, fueron sometidas a martirio aún mayor por los magistrados, que las expusieron desnudas delante del auditorio, alegando saber que ellas preferirían mil veces morir despedazadas por las fieras. Y tenían razón. Si así sufrían las mártires, ¿cómo sufristeis Vos, Dios mío? 
  
Y si tan grande es vuestro divino horror a la impureza y a la impudicia, ¿con qué odio no odiáis, Señor, a aquellos que abusan de su riqueza propagando modas indecentes, por medio de representaciones cinematográficas y teatrales, por medio de revistas y fotografías, por medio del ejemplo funesto que las clases altas dan a las más modestas? ¿Cómo no odiáis a aquellos que abusan de su autoridad, forzando a empleadas, a hijas y hasta a esposas, a vestirse de modo indecoroso para seguir las fantasías de la época? De ellos es de quien dijisteis en el Evangelio: "Más le valiera que le colgasen al cuello una de esas piedras de molino que mueve un asno, y así fuese sumergido en lo profundo del mar" (Mt. 18, 6).
  
Dad, a todos los que tienen por obligación combatir a la moda inmoral, coraje para tanto, Dios mío. A los padres, a las madres, a los profesores, a los patrones, y a los miembros de las asociaciones religiosas.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
   
XI Estación: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
CUANDO ABRAHAM, con una docilidad sublime a vuestra voluntad, Dios mío, iba a hacer caer sobre Isaac el cuchillo sacrificador, Vos detuvisteis, misericordiosamente, el curso del sacrificio. Con vuestro Hijo, sin embargo, no actuasteis así. Al contrario, Jesús mío, vuestro sacrificio llegó hasta el fin. Se hizo absolutamente entero. Cargasteis la Cruz hasta lo alto del monte. Y ahora, sois clavado en ella.
   
La Cruz está por tierra, Jesús mío, y Vos acostado en ella. Aumentan cruelmente vuestros dolores. Son tantos que, sin un auxilio sobrenatural, moriríais. Pero vuestra fuerza crece en la medida de vuestra divina misión. Tendréis todo cuanto sea necesario para llegar hasta la última inmolación. 
  
Los laxistas, Señor mío, retroceden. Inficionados de determinismo, no saben que Dios multiplica por la gracia las fuerzas naturales insignificantes de la voluntad humana. Por eso retroceden delante del deber evidente, admiten inhibiciones invencibles donde muchas veces la única realidad es que les falta espíritu de mortificación, y consideran perdidas con honores de guerra muchas batallas de la vida espiritual. En la vida espiritual no se pierde con honores de guerra. Las honras de guerra consisten únicamente en vencer. Y vencer consiste en no dejar la cruz, incluso cuando se cae debajo de ella; consiste en perseverar en medio de los aparentes fracasos de las obras externas, de la adversidad, del agotamiento de todas las fuerzas. Consiste en llevar la cruz hasta lo alto del Gólgota, y, allá, dejarse crucificar.
  
Vos yacéis sobre vuestra Cruz acostado, ¡oh Dios mío! ¡Qué fracaso aparente para el Salvador del mundo, echado en tierra como un gusano, desfigurado como un leproso, y crucificado como un criminal! ¡Dios mío, cuánta y qué espléndida victoria en la realización de vuestros designios, a despecho de todos estos obstáculos!
   
Una vez más, meditando vuestra Pasión, se yergue en nosotros el clamor tumultuoso de nuestra pequeñez. Si es posible, Dios mío, apartad de nosotros el cáliz, pero, si es indispensable, dadnos fuerzas para llegar hasta la crucifixión.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
   
XII Estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
YA NO ESTÁIS por tierra, Dios mío. La Cruz lentamente se levantó. No para elevaros, sino para proclamar bien en alto vuestra ignominia, vuestra derrota, vuestro exterminio. 
  
Sin embargo, era el momento de cumplirse lo que Vos mismo habíais enseñado: "Cuando fuese elevado, atraeré hacia Mí a todas las criaturas" (Jn. 12, 32). En vuestra Cruz, humillado, llagado, agonizante, comenzasteis a reinar sobre la Tierra. En una visión profética, visteis a todas las almas piadosas de todos los tiempos, que venían a Vos. Visteis el recato y el pudor de las Santas Mujeres, que ahí compartían vuestro dolor y con ese alimento espiritual se santificaban. Visteis las meditaciones de San Pedro y de los Apóstoles sobre vuestra Crucifixión, visteis las meditaciones de Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Inés, Cecilia, Anastasia, todos aquellos santos que vuestra Providencia quiso que fuesen, diariamente y en el mundo entero, mencionados durante el Sacrificio de la Misa, porque la oblación de su santidad se hizo en unión con la oblación de vuestra Crucifixión. Visteis a los misioneros benedictinos que, conduciendo vuestra Cruz por los bosques de Europa, conquistaban más tierras que las legiones romanas. Visteis a San Francisco, que del Monte Alvernio os adoraba, y oísteis la prédica de Santo Domingo. Visteis a San Ignacio ardiendo de celo por el Crucifijo, reuniendo en torno de Vos a falanges de participantes de los Ejercicios Espirituales. Visteis a los misioneros que recorrían el Nuevo Mundo para predicar vuestro Crucifijo. Visteis a Santa Teresa llorando a vuestros pies. Visteis vuestra Cruz luciendo en la corona de los Reyes. Dios mío, en la Cruz comenzó vuestra gloria, y no en la Resurrección. Vuestra desnudez es un manto real. Vuestra corona de espinas es una diadema sin precio. Vuestras llagas son vuestra púrpura. ¡Oh! Cristo Rey, cómo es verdadero consideraros en la Cruz como un Rey. ¡Pero cómo es cierto que ningún símbolo expresa mejor la autenticidad de esa realeza como la realidad histórica de vuestra desnudez, de vuestra miseria, de vuestra aparente derrota!
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
  
XIII Estación: JESÚS YACE EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
LA REDENCIÓN se consumó. Vuestro sacrificio se hizo por entero. La Cabeza sufrió cuanto tenía que sufrir. Restaba a los miembros del cuerpo sufrir también. Junto a la Cruz estaba María. ¿Para qué decir, aunque sea una palabra, sobre lo que Ella sufrió? Parece que el propio Espíritu Santo evitó describir lo lacerante del dolor que inundaba a la Madre como reflejo del dolor que superabundó en el Hijo. Él solo dijo: "Oh vosotros, que pasáis por el camino, parad y ved si hay dolor semejante a mi dolor" (Jer. 1, 12). Sólo una palabra lo puede describir: no tuvo igual en todas las puras criaturas de Dios.
   
¡Nuestra Señora de la Piedad! Así es que el pueblo fiel invoca a Nuestra Señora cuando la contempla sentada, con el cadáver divino del Hijo en sus brazos. Piedad, porque toda Ella no es sino compasión. Compasión del Hijo. Compasión de sus hijos, porque Ella no tiene sólo un hijo. Madre de Dios, se hizo Madre de todos los hombres. Y Ella no tiene apenas compasión del Hijo, también la tiene de sus hijos. Mira hacia nuestros dolores, nuestros sufrimientos, nuestras luchas. Nos sonríe en el peligro, llora con nosotros en el dolor, alivia nuestras tristezas y santifica nuestras alegrías. Lo propio del corazón de madre es una íntima participación en todo lo que hace vibrar el corazón de sus hijos. Nuestra Señora es nuestra Madre. Ama mucho más a cada uno de nosotros individualmente, aún al más miserable y pecador, de lo que podría hacerlo el amor sumado de todas las madres del mundo por un hijo único. Persuadámonos bien de esto. Es a cada uno de nosotros. Es a mí. Sí, a mí, con todas mis miserias, mis infidelidades tan ásperamente censurables, mis indisculpables defectos. Es a mí a quien así Ella ama. Y ama con intimidad. No como una reina que, no teniendo tiempo para tomar conocimiento de la vida de cada uno de sus súbditos, acompaña apenas en líneas generales lo que ellos hacen. Ella me acompaña a mí, en todos los detalles de mi vida. Conoce mis pequeños dolores, mis pequeñas alegrías, mis pequeños deseos. No es indiferente a nada. Si supiésemos pedir, si comprendiésemos la importunidad evangélica como una virtud admirable, ¡cómo sabríamos ser minuciosamente importunos con Nuestra Señora! Y Ella nos daría en el orden de la naturaleza, y principalmente en el orden de la gracia, muchísimo más de lo que jamás osaríamos suponer.
   
¡Nuestra Señora de la Piedad! Tanto valdría, o casi, decir Nuestra Señora de la Santa Osadía. Porque, ¿qué más puede estimular la santa osadía, osadía humilde, sumisa y conformada de un miserable, que la piedad maternal inimaginable de quien todo lo tiene?
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
  
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.
  
XIV Estación: JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
  
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo.
  
AL MISMO TIEMPO que las pesadas lajas del sepulcro velan el Cuerpo del Salvador a las miradas de todos, la Fe vacila en los pocos que habían permanecido fieles a Nuestro Señor.
   
Pero hay una lámpara que no se apaga, ni parpadea, y que sola arde plenamente, en esta oscuridad universal. Es Nuestra Señora, en cuya alma la Fe brilla tan intensamente como siempre. Ella cree. Cree por entero, sin reservas ni restricciones. Todo parece haber fracasado. Pero Ella sabe que nada fracasó. En paz, aguarda la Resurrección. Nuestra Señora resumió y compendió en Sí a la Santa Iglesia, en esos días de tan extensa deserción.
  
Nuestra Señora, protectora de la Fe. Este es el tema de la presente meditación. De la Fe y del espíritu de fe, o sea del sentido católico. Hoy, a muchos ojos, las posibilidades de restauración plena de todas las cosas según la ley y la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo parecen tan irremediablemente sepultadas cuanto a los Apóstoles parecía irremediablemente sepultado Nuestro Señor en su sepulcro. Los que tienen devoción a Nuestra Señora reciben de Ella, sin embargo, el inestimable don del sentido católico. Y, por eso, ellos saben que todo es posible, y que la aparente inviabilidad de los más osados y extremados sueños apostólicos no impedirá una verdadera resurrección, si Dios tuviere pena del mundo y el mundo corresponde a la gracia de Dios.
   
Nuestra Señora nos enseña la perseverancia en la fe, en el sentido católico y en la virtud del apostolado intrépido –"Fides intrépida"– incluso cuando todo parece perdido. La Resurrección vendrá pronto. Felices los que supieren perseverar como Ella, y con Ella. De ellos serán las alegrías, en cierta medida las glorias del día de la Resurrección.
  
Padre Nuestro. Ave María. Gloria.
  
V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
 
V. Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R. Amén.