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jueves, 16 de abril de 2020

MES DE ABRIL CONSAGRADO A SAN JUAN EVANGELISTA - DÍA DECIMOSEXTO

Ejercicio devoto dispuesto por la R. M. Julia Abaunza del Pino ODN, priora del Convento de Nuestra Señora de la Enseñanza en Santiago de Compostela, y publicada por la Tipografía Galaica en 1900. Imprimátur por el Gobierno Eclesiástico del Arzobispado de Santiago, concedido el 8 de Mayo de ese año. La Letanía proviene del Manual de la Abadía de Loreto, publicado en Dublín por el Instituto de la Bienaventurada Virgen María en 1852.
 

DÍA 16: SAN JUAN AL PIE DE LA CRUZ
De la herida hecha por el soldado en el santísimo costado de Jesucristo, ya muerto en la Cruz, vió salir San Juan sangre y agua; distinguió la una de la otra ¿por qué? Su pureza, su amor, su constancia en permanecer al pie de la Cruz, y su cariño a la Virgen Madre, le harían que tuviese tan delicada vista en su alma. De aquella fuente divina dé donde brotó el agua que purifica y la sangre que da fuerza y vigor bebió este bienaventurado Apóstol, ya desde entonces, con muchísima abundancia.
   
SÚPLICA
¡Qué pureza la de vuestra alma! Amado Discípulo de mi divino Salvador. Después de decir en vuestro santo Evangelio, que visteis salir sangre y agua del costado de Nuestro Señor y que dais testimonio de que así fué y que vuestro testimonio es verdadero, ¿cómo dudar de que esta maravilla sucedió? Sí, glorioso Santo, sí; nos decís la verdad y creemos, pero nos falta amor: no hay en raí aquella gratitud que para con mi Señor Jesucristo debía tener. Me dejó por Madre a su Santísima Madre, y después de este don quiere mostrarnos de una manera clara y manifiesta que nos da su mismo Sagrado Corazón, y quiere que le abran el pecho para  que sepamos está la puerta franca... y nos espera.
  
Práctica: Pediré en la Santa Misa que se aumente en mí y en mis prójimos la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
  
LETANÍAS DE SAN JUAN EVANGELISTA.
  
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
  
Jesús, óyenos.
Jesús, acoge nuestras súplicas.
  
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
  
Santa María, Madre de Jesús y de San Juan, ruega por nosotros.
San Juan, que te reclinaste sobre el pecho de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste del puro y ardiente corazón de Jesús aquel inmenso fuego que ardió en el tuyo, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste luz de aquella Luz que las tinieblas no la comprendieron, ruega por nosotros.
San Juan, que incluso en tu exilio, hiciste tu morada con el “Verbo Eterno” y viste la amabilidad de su rostro, ruega por nosotros.
San Juan, que comiste pan con el Pan de vida, ruega por nosotros.
San Juan, que bajo la cruz recibiste la sangre y las lágrimas de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste a María como tu Madre, ruega por nosotros.
San Juan, que mezclaste tus lágrimas con las lágrimas de María, y tus suspiros con los lamentos de su corazón traspasado, ruega por nosotros.
San Juan, cuyo amor fue más fuerte que la muerte, ruega por nosotros.
San Juan, exiliado por el nombre de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, patrono de nuestra castidad y caridad, ruega por nosotros.
San Juan, discípulo amado de Jesús, e hijo querido de María, ruega por nosotros.
San Juan, que viste el brillo del cielo empíreo, ruega por nosotros.
San Juan, que en el mismo seno de la Divinidad aprendiste los más ocultos secretos, ruega por nosotros.
San Juan, águila cuyos ojos no fueron deslumbrados por la belleza de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros.
 
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.

℣. Ruega por nosotros, glorioso San Juan Evangelista.
℞. A fin de que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
  
ORACIÓN
¡Oh gran Santo!, alcánzame la gracia de amar a Jesús con todo mi corazón, alma, fuerza y mente, para que dejando esta tierra de destierro y dolor pueda, por tu intercesión, y los méritos de mi Salvador crucificado, contemplar la amabilidad de su rostro, y descansar en su seno para siempre. Amén.
    
DÉCIMA A SAN JUAN EVANGELISTA
Discípulo tan amado
Del Divino Salvador,
Alcanzadme mucho amor
Puro, ferviente, acendrado.
En el Corazón Sagrado
De Jesús, hacedme entrar,
En Él siempre he de encontrar
Una muy dulce acogida:
Y allá, en el fin de la vida,
Lleno de amor... expirar. Así sea.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)