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domingo, 21 de julio de 2024

SOBRE LA PASIÓN MÍSTICA DE LA IGLESIA

Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH. Textos bíblicos tomados de la versión de Mons. Félix Torres Amat.
  
LA PASIÓN MÍSTICA DE LA IGLESIA: UNA TERRIBLE REALIDAD FRENTE A UNA FALSIFICACIÓN ENGAÑOSA
«No juzguéis conforme a apariencias» (San Juan VII, 24)…
   

Antes de que nuestro Bendito Señor ascendiera al Cielo para sentarse a la Diestra del Padre hasta Su regreso en gloria, advirtió a Sus discípulos:
«Mirad que nadie os engañe: Porque muchos han de venir, en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo, o Mesías, y seducirán a mucha gente.
   
Y aparecerá un gran número de falsos profetas que pervertirán a mucha gente. Y por la inundacion de los vicios, se resfriará la caridad de muchos. Mas el que perseveráre hasta el fin, ese se salvará. Entre tanto se predicará este Evangelio del reino de Dios en todo el mundo, en testimonio para lodas las naciones: y entónces vendrá el fin. Segun esto, cuando veréis que está establecida en el lugar santo la abominación desoladora que predijo el Profeta Daniel (quien lea esto, nótelo bien): en aquel trance los que moran en Judea, huyan a los montes; y el que está en el terrado, no baje o entre a sacar cosa de su casa; y el que se halle en el campo, no vuelva a coger su túnica o ropa. ¡Pero ay de las que estén en cinta o criando, y no puedan huir aprisa en aquellos días! Rogad pues a Dios que Vuestra huida no sea en invierno o en sábado, en que se puede caminar poco: porque será tan terrible la tribulación entonces, que no la hubo semejante desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás, y a no acortarse aquellos dias, ninguno se salvaría; mas abreviarse han por amor de los escogidos.
   
En tal tiempo, si alguno os dice: “El Cristo o Mesías está aquí o allí”; no le creáis. Porque aparecerán falsos cristos y falsos profetas, y harán alarde de grandes maravillas y prodigios; por manera que aun los escogidos (si posible fuera) caerían en error. Ya veis que yo os lo he predicho.
   
Así aunque os digan: “He aquí al Mesías que está en el desierto”; no vayáis allá; o bien: “Mirad que está en la parte más interior de la casa”; no lo creáis. Porque como el relámpago sale del Oriente, y se deja ver en un instante hasta el Occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre. Y donde quiera que se halláre el cuerpo, allí se juntarán las águilas.
   
Pero luego despues de la tribulacion de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes o los ángeles de los cielos temblarán: Entónces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, a cuya vista todos los pueblos de la tierra prorumpirán en llantos: y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes resplandecientes del cielo con gran poder y majestad» (San Mateo XXIV, 4-5, 11-30; cursivas propias, subrayado añadido).
Estos días se habla mucho de una “Pasión de la Iglesia”, no sólo por parte de los sedevacantistas sino también por los tradicionalistas que la reconocen y resisten e incluso por los conservadores Novusorditas, y con buena razón.
    
El concepto de Pasión del Cuerpo Místico de Cristo fue enseñado explícitamente por el Papa Pío XII en su carta encíclica sobre la Iglesia:
«Ante todo, debe advertirse que, así como el Redentor del género humano fue vejado, calumniado y atormentado por aquellos mismos cuya salvación había tomado a su cargo, así la sociedad por Él fundada se parece también en esto a su divino Fundador. Porque, aun cuando no negamos, antes bien lo confesamos con ánimo agradecido a Dios, que, incluso en esta nuestra turbulenta época, no pocos, aunque separados de la grey de Cristo, miran a la Iglesia como a único puerto de salvación; sin embargo, no ignoramos que la Iglesia de Dios no sólo es despreciada, y soberbia y hostilmente rechazada, por aquellos que, menospreciando la luz de la sabiduría cristiana, vuelven misérrimamente a las doctrinas, costumbres e instituciones de la antigüedad pagana, sino que muchas veces es ignorada, despreciada y aun mirada con cierto tedio y enojo, hasta por muchísimos cristianos, atraídos por la falsa apariencia de los errores, o halagados por los alicientes y corruptelas del siglo» (Papa Pío XII, Encíclica “Mýstici Córporis Christi”, n.º 2)
El Papa aquí hace una analogía clara y acertada entre la Iglesia Católica y el Señor Jesucristo. Así como el Hijo de Dios fue perseguido y tuvo que soportar los mayores sufrimientos, así debe ser para la Iglesia, su Cuerpo Místico, como lo indica San Pablo: «Yo que al presente me gozo de lo que padezco por vosotros, y estoy cumpliendo en mi carne lo que resta que padecer a Cristo en sus miembros, sufriendo trabajos en pro de su cuerpo místico, el cual es la Iglesia» (Colosenses I, 24). En otras palabras, como su Divino Señor, la Iglesia es víctima de la Pasión, no autora. Ella sufre la Pasión, no la inflige.
    
Sin embargo, ¿quién o qué es responsable de esta gran apostasía que actualmente aflige a las almas bajo la bandera del catolicismo? ¡Son los “Papas” posteriores a Pío XII (es decir, desde 1958) y la extraña nueva “Iglesia conciliar” que han establecido!
   
Si queremos buscar una etiqueta que la Revelación Divina le asigna al poder que perennemente persigue a la Iglesia, hay una que sobresale: es el poder y el espíritu del Anticristo. San Juan el Apóstol advirtió directamente a los fieles: «…viene el Anticristo, así ahora muchos se han hecho Anticristos: por donde echamos de ver, que ya es la última hora. De entre nosotros o de la Iglesia han salido, mas no eran de los nuestros, o del número de los verdaderos fieles…» (1.ª Juan II, 18-19).

Es interesante que San Juan afirme que «ellos salieron de entre nosotros», es decir, que alguna vez fueron parte de la Iglesia Verdadera, pero luego se desviaron hacia la herejía o la apostasía. Y San Pablo, escribiendo a los Tesalonicenses, señaló que este poder perseguidor es el «artificio del error» que Dios enviaría «con que crean a la mentira, para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad o injusticia» (2.ª Tesalonicenses II, 10-11).

¿Es demasiado difícil ver que el «artificio del error» es la falsa Iglesia del Vaticano II, que busca engañar, si fuera posible, incluso a los elegidos (cf. San Mateo XXIV, 24)? Ciertamente, el «artificio del error» nunca puede ser la verdadera Iglesia Católica misma, porque ella es asistida sobrenaturalmente por Dios y milagrosamente preservada por Él, para Su gloria y la salvación de las almas:
«Y de hecho, solo por un milagro del poder divino puede suceder que entre el torrente de corrupción y la frecuente deficiencia de sus miembros, la Iglesia, en cuanto es el cuerpo místico de Cristo, permanezca indefectible en la santidad de la doctrina, de las leyes, de su fin; de sus mismas causas se derivan efectos igualmente fructíferos; de la fe y la justicia de muchos de sus hijos cosecha abundantes frutos de salud. No menos claro aparece el sello de su vida divina en que entre tantas y tan malas complicidades de opiniones perversas, entre un número tan grande de rebeldes, entre tantas variaciones multiformes de errores, ella persevera inmutable y constante, como columna y soporte de la verdad, en la profesión de la misma doctrina, en la comunión de los mismos sacramentos, en su divina constitución, en el gobierno, en la moral» (Papa San Pío X, Encíclica “Edítæ sæpe Dei”, n.º 8; subrayado añadido).
Nuestro Señor ha dado a su Iglesia esta protección especialmente a través de un hombre —un cargo— al que dotó de una fe infalible: el Papa  (cf. San Lucas XXII, 30-32; San Mateo XVI, 18). Él es el Vicario de Cristo, el sucesor de San Pedro, y su fe «no ha fallado hasta ahora ni fallará hasta el fin» (Papa San León IX, Carta Apostólica “In Terra Pax”; Denz. 351).
   
Así pues, es precisamente a través de sus verdaderos Papas que la Iglesia está protegida con seguridad del error y de la herejía hasta el fin de los tiempos:
«¿Se necesita más para conocer que son vanos los esfuerzos de los hombres, cuando estos se dirigen a destruir la Casa de Dios, es decir, la Iglesia edificada sobre Pedro, piedra no solamente de nombre, sino en realidad; Iglesia contra la cual no prevalecerán jamás las puertas del Infierno, por lo mismo que ella está fundada sobre la piedra?
   
La Religión Cristiana no ha tenido jamás un solo enemigo que al mismo tiempo no haya hecho una guerra impía a la Cátedra de Pedro, porque mientras esta permanezca firme, aquella no puede caer, ni bambolear. En efecto, como lo declara solemnemente San Ireneo, “por la legítima ordenación, y sucesión de los Pontífices Romanos, es como en la Iglesia se transmite de los Apóstoles hasta nosotros la tradición y la predicación de la verdad, y esta misma sucesión es la que demuestra plenamente que la fe que vivifica hoy día la Iglesia, es real y verdaderamente la misma fe de los Apóstoles” [Advérsus hæréses, libro 3.º, cap. III]» (Papa Pío VII, Encíclica “Diu satis vidémur”, n.º 6; subrayado añadido).
El Papa León XII dejó claro que la debilidad humana no puede viciar las promesas de Cristo en un verdadero Papa, que «cuya dignidad jamás caduca en un heredero indigno» (Encíclica “Ubi Primum”; cf. San León Magno, Sermón 2.º de su natividad).

El Papa León XIII lo resumió sucintamente cuando enseñó que «el instrumento fuerte y eficaz de salvación no es otro que el Pontificado Romano» (Alocución con ocasión del 25.º aniversario de su elección, 20 de Febrero de 1903; extraído de Papal Teachings: The Church, n.º 653).
   
La  enseñanza católica tradicional, entonces, es que el Papa es el garante de la ortodoxia y, por lo tanto, ¡nunca puede ser la ruina de la verdadera fe!
    
Si, por tanto, la Iglesia católica está sufriendo hoy su Pasión (y no cabe duda de que es así), entonces el autor de la persecución no es ciertamente un verdadero Papa, sino un impostor. El verdadero Papa será la víctima principal de la persecución, no su principal protagonista. El Papa es el Vicario de Jesucristo, no de Caifás o de Judas Iscariote.
    
Así como nuestro Señor murió como resultado de su Sagrada Pasión, para resucitar gloriosamente unos días después, así parecería razonable que en la Pasión del Cuerpo Místico, el Papa sea llevado por un corto tiempo con consecuencias espantosas: «Entonces díceles Jesús: “Todos vosotros padeceréis escándalo por ocasión de mí esta noche y me abandonaréis. Por cuanto está escrito: ‘Heriré al pastor, y se descarriarán las ovejas del rebaño’”» (San Mateo XXVI, 31; cf. Zacarías XIII, 7).

Que el mismo Papa sería «quitado de en medio» por un tiempo fue profetizado en 2.ª Tesalonicenses II, 3-7:
«No os dejéis seducir de nadie en ninguna manera, porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido la apostasía casi general de los fieles, y aparecido el hombre del pecado, el hijo de la perdición, el cual se opondrá a Dios, y se alzará contra todo lo que se dice Dios, o se adora, hasta llegar a poner su asiento en el Templo de Dios, dando a entender que es Dios. ¿No os acordáis que cuando estaba todavía entre vosotros, os decía estas cosas? Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene, hasta que sea manifestado o venga en su tiempo señalado. El hecho es que ya va obrando o formándose el misterio de iniquidad: entre tanto el que está firme ahora, manténgase, hasta que sea quitado el impedimento».
En 1861, el cardenal Henry Edward Manning explicó en detalle lo que dice la Tradición católica sobre el fin de los tiempos, sobre la persecución de la Iglesia, sobre la Gran Apostasía y sobre el papel del Papa por un lado y el del Anticristo por el otro. Se recomienda encarecidamente a los lectores que aún no lo hayan hecho que lean el artículo que hemos publicado con extractos destacados de las conferencias del cardenal Manning sobre este tema:
La Pasión de la Iglesia es un tema muy intrigante, pero es importante qué es y qué no es, para que no seamos engañados, siguiendo la advertencia de San Pablo: «No os dejéis seducir de nadie en ninguna manera…». (2.ª Tesalonicenses II, 3).

Para ayudar a ilustrar la diferencia esencial entre una visión ortodoxa y una no ortodoxa de la «Pasión Mística» de la Iglesia, presentamos las siguientes descripciones generales:
   
La auténtica Pasión de la Iglesia (compatible con la doctrina católica)
  • El pastor principal es herido, las ovejas se dispersan.
  • El Cuerpo Místico es perseguido por sus enemigos, por «falsos apóstoles… operarios engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo» (2.ª Corintios XI, 13), y «de los que se llaman judíos, y no lo son, antes bien son una sinagoga de Satanás» (Apocalipsis II, 9).
  • Jesucristo es perseguido en su Vicario.
  • Los fieles están sumidos en una gran confusión.
  • Muchos abandonan la fe porque se escandalizan por lo que ha sucedido.
  • Los católicos son objeto de burlas y mofas por aferrarse a la verdadera fe.
  • Ha cesado la celebración canónicamente pública del Santo Sacrificio, y en el lugar santo se encuentra la Abominación de la Desolación (cf. Daniel VII, 11-12; IX, 27; San Mateo XXIV, 15).
  • El resto fiel «huye a los montes» (San Mateo XXIV, 16) para conservar la fe y los sacramentos
  • El Vicario de Cristo es de alguna manera «quitado del medio» (2.ª Tesalonicenses II, 7).
  • Un «artificio del error» (2.ª Tesalonicenses II, 10) tiene el potencial de «seducir, si se pudiese, a los mismos elegidos» (San Marcos XIII, 22).
  • Los falsos profetas de la operación del error intentan atraer a los católicos restantes con falsos milagros (cf. San Mateo XXIV, 23-24).
  • El número total de verdaderos creyentes en el mundo es relativamente pequeño.
  • El remanente fiel está perplejo: hay innumerables preguntas y nadie tiene todas las respuestas.
  • Todo parece perdido y sin esperanza, pero no lo es.
La falsa Pasión de la Iglesia (contradice la doctrina católica)
  • El Vicario de Cristo persigue a los fieles.
  • El Papa ya no es la regla próxima de la Fe.
  • La Iglesia ha abandonado su misión y ya no busca activamente hacer conversos.
  • La Iglesia introduce ritos litúrgicos/sacramentales sacrílegos, leyes dañinas y enseñanzas falsas.
  • La Iglesia se ha apartado de la fe y ya no es una guía fiable para la salvación.
  • El Arca de Salvación se ha convertido en el Arca de Condenación.
  • Jesucristo es perseguido por su Vicario.
  • Hay una autoridad superior en la Iglesia que el Papa a la que los fieles pueden y deben recurrir cuando el Papa enseña errores venenosos.
  • Los obispos individuales (generalmente retirados [Gerhard Ludwig Müller Straub o Joseph Edward Strickland Hart, N. del T.] o meros auxiliares [Atanasio Antonio Schneider Trautmann, N. del T.]) corrigen habitualmente al Papa y enseñan contrariamente a él, desempeñando así el papel de “Papa sustituto” al que los fieles deberían adherirse en lugar del Papa.
  • Cada católico debe decidir a qué blogueros, youtubers, periodistas o abogados escuchará cuando corrija al Papa y pretenda guiar a los “verdaderos católicos” para que sepan qué pueden y qué no pueden aceptar de la Santa Sede.
  • El Papa canoniza como santos a los pecadores públicos y a otros candidatos manifiestamente indignos, decretando que deben ser venerados por toda la Iglesia.
  • El Vicario de Cristo es también el Vicario del Anticristo.
  • Las enseñanzas y decretos papales no tienen fuerza si un vendedor canadiense de aceite para barba en YouTube no está de acuerdo.
  • Las leyes litúrgicas están sujetas a la aprobación de un profesor de filosofía jubilado de Estados Unidos [Peter A. Kwasniewski, N. del T.].
  • La enseñanza católica sobre el magisterio papal es una “dolorosa vergüenza histórica” que ya no se aplica.
  • Muchas enseñanzas católicas atemporales de repente quedan sin efecto porque algunos han decidido en privado, en contra del acuerdo de la jerarquía, que ahora existe una “situación de emergencia”.
  • La Iglesia es tratada como si fuera una mera institución humana y pudiera fracasar y corromperse como cualquier otra cosa que sea obra de manos humanas.
  • Se propone como solución la resistencia/desobediencia católica individual a largo plazo a la jerarquía, a las enseñanzas y leyes de la Iglesia.
En otras palabras: la verdadera Pasión de la Iglesia consiste en los católicos incluyendo el Papa, siendo traicionados, perseguidos, humilados, escandalizados, azotados, calumniados, torturados, y/o asesinados por los enemigos de Cristo, de Su Iglesia, y de Su Vicario. La falsa Pasión de la Iglesia tendría a la Iglesia defeccionando y envenenando y persiguiendo a sus propios hijos, ¡y el “Papa” dirigiendo el ataque! La Iglesia así se habría descarriado de su divina misión, y las promesas de Cristo habrían sido anuladas. ¡Eso es blasfemia y muy ciertamente incompatible con la doctrina católica tradicional!
  
Para obtener más información sobre la posición católica tradicional sobre las señales que preceden al fin del mundo y la segunda venida de nuestro Señor, y para contenido relacionado con eso, los siguientes enlaces proporcionan recursos útiles:
No cabe duda de que lo que la Iglesia Católica está viviendo en este momento no es otra cosa que su Pasión Mística. Sin embargo, esto no significa que podamos usar este concepto para violar el dogma o la doctrina católica tal como se creía y enseñaba antes del falso Concilio Vaticano II (1962-1965).

En otras palabras, no podemos apelar a una pasión eclesiástica para justificar contradicciones, para permitirnos sostener ideas no ortodoxas o para descartar el magisterio anterior al Vaticano II. Cualquiera que sea la verdadera naturaleza de la Pasión de la Iglesia, ciertamente no puede ser algo que contradiga la doctrina católica perenne.
   
Los católicos podemos aceptar el misterio, pero no podemos aceptar la contradicción.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)