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martes, 19 de abril de 2022

EL TÉRMINO “IGLESIA CONCILIAR” DIEZ AÑOS ANTES DEL “VERANO CALIENTE” DEL 76

Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH.
   
Un pensamiento espeluznante.
FALSO PAPA PABLO VI A LÍDERES LAICOS EN 1966: «¡TRANSFORMAOS “A LA IMAGEN DE LA IGLESIA CONCILIAR”!».
  publicado en NOVUS ORDO WATCH.
   

Se piensa frecuentemente que la aparición del término “Iglesia Conciliar” fue en 1976, cuando el “arzobispo” (posteriormente “cardenal”) Giovanni Benelli Simoni, entonces Sustituto de la Secretaría de Estado, escribió una carta al Arz. Marcel Lefebvre, fundador de la tradicionalista Fraternidad San Pío X (FSSPX):
«No use como pretexto el confuso estado de los seminaristas que estaban para ser ordenados: esta es solo la oportunidad para explicarles a ellos y sus familias que no puede ordenarlos para el servicio de la Iglesia contra la voluntad del supremo Pastor de la Iglesia. No hay nada desesperado en su caso: si tienen buena voluntad y están preparados seriamente para un ministerio presbiteral en la verdadera fidelidad a la Iglesia Conciliar, nos encargaremos de encontrar inmediatamente la mejor solución para ellos. Pero ellos deben comenzar con un acto de obediencia a la Iglesia» (Obispo GIOVANNI BENELLI, Carta al Arzobispo Marcel Lefebvre, 25 de Junio de 1976; reimpresa aquí. Subrayado añadido).
Benelli estaba esperando disuadir al Arz. Lefebvre de ordenar sacerdotes para su comunidad (tarea que probaría ser infructuosa).

Pocas semanas antes, Lefebvre había dado un discurso en Estados Unidos en el cual reafirmó su completa oposición al modernista Concilio Vaticano II (1962-1965):
En su intento para reconciliar la doctrina Católica tradicional sobre la indefectibilidad y la infalibilidad de la Iglesia Católica con la innegable defección del Vaticano II, esta idea de una “Iglesia Conciliar” fue muy útil para el retirado arzobispo francés, porque le permitía adscribir todos los errores del concilio y el magisterio post-conciliar a la “Iglesia Conciliar”, mientras que lo que todavía fuera católico podía ser adscrito a la verdadera Iglesia Católica.
  
El problema era que según esta teoría, los hombres que Lefebvre reconocía como jerarcas de la Iglesia Católica eran de alguna manera jerarcas sobre ambas iglesias, ejerciendo su autoridad a veces sobre una, a veces sobre la otra institución —casi como un ventrílocuo que a veces habla como sí mismo y a veces como la marioneta que sostiene— pero con ninguna manera a prióri de decir cuándo estaban involucrándose en tal actividad. Eso era algo que debía determinarse a posterióri, esto es, examinando críticamente los actos de su magisterio y su gobierno, sin exceptuar al mismp (supuesto) Papa. Y por eso, los laicos se volverían a la Fraternidad San Pío X.
    
Tal idea es completamente incompatible con que la doctrina católica tradicional sobre la Iglesia debe ser tan obvia que no requiera ninguna prueba. De hecho, nadie más que el Papa San Pío X (reinó entre 1903-1914), el santo patrono que Lefebvre había escogido para su fraternidad sacerdotal, quien reafirmó la genuina doctrina católica cuando declaró que «el primer y mayor criterio de la fe, la máxima e inexpugnable prueba de la ortodoxia es la obediencia a la autoridad docente de la Iglesia, la cual es perenne e infalible…» (Discurso Con Vera Soddisfazione, 10 de Mayo 1909).
     
Se puede conceder rápidamente, por así decirlo, que la religión del Vaticano II religion viene con una iglesia totalmente nueva (después de todo, el concilio redefinió la misma naturaleza de la Iglesia en su constitución dogmática Lumen Géntium (n. 8), y esto fue felizmente admitido por el “cardena” Karol Wojtyła, el futuro “Papa” Juan Pablo II, en su libro de 1977 Señal de contradicción.
    
Si queremos llamar a esta nueva y extraña entidad que enseña la religión del Vaticano II como la “Iglesia Conciliar”, o tal vez la “Iglesia del Novus Ordo”, la “Secta del Vatican II”, o cualquier otro similar, es de importancia secundaria. De hecho, el primer sacerdote públicamente sedevacantista, el mexicano P. Joaquín Saenz y Arriaga (1899-1976), la llamó la “Iglesia Montiniana”, porque el verdadero nombre del “Papa” Pablo VI era Giovanni Battista Montini, y escribió todo un libro al respecto llamado La Nueva Iglesia Post-Conciliar o Montiniana (622 páginas; publicado por primera vez en 1972; la compra por este enlace beneficia a Novus Ordo Watch).
   
Con todo, en justicia y para dejar constancia, debemos señalar que no todos los sedevacantistas están de acuerdo con que debamos hablar propiamente de una iglesia separada. El obispo Donald Sanborn explica su postura aquí:
En todo caso, lo que es claro de la doctrina católica es que «el Cuerpo de Cristo y la Iglesia Católica Romana son una misma cosa» (Papa PÍO XII, Encíclica Humáni Géneris, n. 27), así que cualquier idea según la cual los verdaderos jerarcas católicos romanos pueden dirigir una falsa iglesia a la cual todo el que esté sujeto a ellos (como debe estarlo) inconscientemente se adhiere a ella en forma automática, es totalmente absurda. Destruye completamente el mismo propósito de tener una jerarquía visible en comunión con el papa para empezar y de hecho lo hace poner un grave peligro espiritual.

Como señaló el Papa Pío XII: «Cristo no fundó su Iglesia como un movimiento espiritual informe, sino como una sociedad firmemente establecida» (Alocución Wir Heißen Sie, 3 de Junio de 1956). ¿Pero cuál sería el propósito de esa sociedad firmemente organizada si por adherir sinceramente a ella uno no puede ser conducido a salvo a la verdad y la santidad? ¿Quién necesita una sociedad organizada que es capaz de hablar tanto la verdad salvífica y el error infernal, que pueda enviarlo al Cielo un día y al infierno al siguiente? ¿Cómo sería tal organización «columna y apoyo de la verdad» (1 Tim. III, 15)? ¿Cómo estaría esta iglesia «sujeta a Cristo» (Efe. V, 24), e incluso «llena de gloria, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante, sino siendo santa e inmaculada» (Efe. V, 27)? De hecho, ¿cómo tal institución diferiría esencialmente de, digamos, la Iglesia Anglicana o la Iglesia Metodista?

Al final de su largo pontificado, el Papa Pío IX alabó al presidente del Consejo de la Juventud Católica Italiana porque él sabía que siguiendo «no solamente las órdenes, sino incluso todas las directrices de la Sede Apostólica… no podéis ser engañado o traicionado» (Carta Didícimus Non Sine; citada en Papal Teachings: The Church, n. 439).
   
No, una “Iglesia Conciliar” ciertamente no se ajusta a la doctrina católica tradicional, de la cual irónicamente el Arz. Lefebvre, sin embargo, se veía a sí mismo como defensor.
  
No, no es vandalismo: este “crucifijo” blasfemo se encuentra en una capilla de seminario de la Iglesia Conciliar en Austria (Fuente de la imagen: austria-forum.org, Werner Gobiet/uso legítimo)
   
Con todo, resulta que el término “Iglesia Conciliar” no fue usado por primera vez en 1976 por el Ob. Benelli. Hasta donde podemos determinar, la expresión fue usada primero diez años antes por nadie menos que el “Papa” Pablo VI (dijo reinar entre 1963-1978) en persona. Ya en su discurso de clausura para la última sesión del concilio, el 7 de Diciembre de 1965, Pablo VI había hablado de “la Iglesia del concilio”, pero no usó entonces el término “Iglesia conciliar”.
    
En un discurso dado a líderes laicos el 8 de Marzo de 1966, exactamente tres meses después del cierre del concilio infernal, Pablo VI dijo:
«Porque no se trata sólo de recoger y difundir las enseñanzas del Concilio, sino de transformarse para ponerse a imagen de la Iglesia conciliar [l’Eglise conciliaire] renovada en su oración, en la expresión de su fe y de su esperanza, y en la caridad de su diálogo con todos los cristianos, con todos los hombres. Así cada católico podrá ayudar a su hermano a creer en Cristo y a reconocerlo en su Iglesia» (ANTIPAPA PABLO VI, Discurso a los Miembros del Comité Permanente de los Congresos Internacionales para Apostolado de los Laicos, 8 de Marzo de 1966; subrayado añadido. Traducción tomada de The Messenger, 18 de Marzo de 1966, pág. 3).
Entonces vemos aquí al fundador de la religión del Novus Ordo, el falso papa Pablo VI, afirma la importancia de «transformarse para ponerse a imagen de la Iglesia conciliar», ¡un pensamiento espeluznante!
    
Ahora, 56 años después, ¿qué “imagen” se ve en la Iglesia Conciliar? ¿Es reconocible la de Jesucristo, la de Su Cuerpo Místico? ¿O no más bien la de un hombre apóstata, quien “con temeridad extrema ha invadido el campo de Dios, exaltándose por encima de todo aquello que recibe el nombre de Dios» (PAPA SAN PÍO X, Encíclica E Suprémi Apostolátus, n. 5) y así constituye, por así decirlo, una suerte de cuerpo místico del Anticristo? La pregunta se responde por sí misma.
   
En 1971, cinco años después de usar por primera vez el término “Iglesia Conciliar”, Pablo VI resaltó que la pintura titulada “Papado” que el artista Ernst Günter Hansing había hecho para él era «un espejo de la situación en la Iglesia de hoy». Y tenía razón.


Es prácticamente una fotografía.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)