Sabido
 es que las Imágenes de la Santísima Virgen que se han hallado o 
aparecido en los campos traen su origen de haberlas ocultado allí los 
antiguos  cristianos  al tiempo  de  la  invasión  de los sarracenos 
para evitar que fuesen profanadas o destruidas  por los  sectarios  del 
 Corán,                       enemigos de la Religión de Jesucristo.    
         El                       considerarlas, pues, con el doble 
carácter de Imágenes de la Madre de Dios y reliquias de la antigüedad  
cristiana ha hecho que los fieles les profesen una singular devoción, 
no porque crean que hay en ellas alguna virtud particular distinta de 
las demás, sino por que el Señor suele excitar ciertos piadosos afectos
 en los corazones de los que oran ante ellas, animados de una viva  fe, 
condescendiendo misericordioso  a sus súplicas.
Esto
 ha sucedido precisamente con la  de Nuestra Señora del Rocío, cuyo 
origen se refiere tradicionalmente y se  halla escrito en el  lugar 
arriba citado, con estas palabras:
«Entrando
  el  siglo   XV   de   la  Encarnación                        del Verbo
 Eterno, un hombre que, o apacentaba ganados o había salido a cazar, 
hallándose en el término de la villa de Almonte, en el sitio que 
llamaban de la Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticable  a
 humanas plantas, y   sólo  accesible a las aves y fieras silvestres), 
advirtió en la vehemencia del ladrido de los perros que se ocultaba  en
  aquella selva alguna  cosa  que  les  movía a aquellas expresiones   
de   su   natural instinto. Penetró, aunque costa   de   no  poco 
trabajo, y en medio de espinas              halló      la    imagen de 
aquel sagrado lirio, intacto de las espinas del pecado; vio entre las 
zarzas el simulacro de esta zarza mística, ilesa en medio de los ardores
 del original delito; miró una Imagen de la Reina de los Ángeles, de 
estatura natural, colocada sobre el seco tronco de un árbol. Era de 
talla, y su belleza peregrina; vestíase de una túnica  de lino entre 
blanca y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aun para la 
imaginacón más libertina.
   
Hallazgo
   tan precioso como no esperado,                       llenó al hombre 
de un gozo sobre toda ponderación, y queriendo hacer a todos patente 
tanta dicha  a costa de sus aficiones, desmontando parte de aquel 
cerrado bosque, sacó en sus hombros la Soberana Imagen a campo 
descubierto. Pero como fuese su intención colocar en la villa de 
Almonte, distante tres leguas de aquel sitio, el bello Simulacro, 
siguiendo en sus intentos piadosos, se quedó dormido a esfuerzo de su 
cansancio y su fatiga. Despertó y se halló sin la  Sagrada  Imagen:  
penetrado de dolor, volvió al sitio donde la vio primero, y   allí la 
encontró   como   antes.   Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido, 
con la cual noticia, salieron el Clero y Cabildo de esta villa y 
hallaron la Santa Imagen en el lugar y modo que el hombre les había 
referido, notando ilesa  su belleza, no obstante el largo tiempo que 
había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos 
del sol y            tempestades. Poseido de la devoción y del respeto, 
la  sacaron de entre las malezas, y la pusieron en la iglesia           
                 mayor de dicha villa,                           
entretanto que en aquella selva   se le labraba templo. 
    
Hízose
 en efecto una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó  el
  altar  para co locar la Imagen de tal modo, que el tronco en que fue 
hallada le sirviese de peana, venerándose en aquel sitio con el nombre 
de la Virgen  de las Rocinas  (título  que  con  el tiempo, y no  sin 
mística alusión, se ha mudado en el admirable del  Rocío) no obstante 
que en la espalda  del Simulacro  estaba escrito: “Nuestra Señora de 
los Remedios”. Extendióse por toda la comarca la devoción con la Señora 
de las Rocinas, y entre sus devotos se señaló notablemente Baltasar 
Tercero, natural de la ciudad de Sevilla, el que hallándose en Lima por
 los años de 1587 otorgó testamento ante Estéban Pérez, escribano 
público, y entre otros  legados  dejó  uno de dos mil pesos para que 
traidos a esta villa de Almonte, se impusiesen y fundasen una capellanía
 en la expresada ermita, a  fin  de que los moradores de aquellas selvas
 no quedasen los días festivos sin asistir al Santo Sacrificio. Dejó 
asimismo otra limosna de quinientos pesos   para  reparar  la  ermita y
 hacer vivienda al  Capellán, que había   de celebrar en ella 
cuotidianamente.
   
Aumentóse
   el  fervor   notablemente,      y   el                              
año de 1635 fue nombrado por primer ermitaño el Padre Fray Juan de San 
Gregorio, de la congregación de San Pablo, cuya vida ejemplar hizo 
crecer el culto y la devoción a la Santísima Virgen. Experimentóse más 
patente la protección de María Santísima a los que la invocaban ante 
esta su Imagen, en la peste que  afligió a la Andalucía  en  los años  
de 1649 y 1650, pues llevándola a la parroquial  de  Almonte, se vieron 
los vecinos de esta villa libres del azote que asolaba los pueblos 
comarcanos, con cuvo motivo se le costeó un vestido de tela blanca, se 
hizo voto de defender la origin al pureza de la       Reina del Cielo y 
se eligió por atrona a esta Senora con el título de las Rocinas. 
Instituyóse la anual fiesta el día segundo de la Pascua del Espíritu    
  Santo, con asistencia del Cabildo de Almonte como             patrono 
   y del Clero de la villa  Con este  motivo  crecieron los concursos, y
 se trató de hacer iglesia más capaz, como se efectuó a costa de la  
devoción, edificando la que al presente tiene, cuya longitud es de 
treinta y tres varas, su latitud por  el crucero diez y nueve, y nueve 
por     el cuerpo de la iglesia.  Hiciérons habitaciones competentes 
para el capellán,        ermitano, hermano          mayor   y   otras   
person as  singularmente convidadas a la  función.
    
El
 ejemplo de la     hermandad fundada por la villa de Almonte movió a los
 vecinos de           Villamanrique, Pilas, La Palma, Moguer, Sanlúcar 
de Barrameda, Triana, Umbrete y Coria del Río a instituir sucesivamente
 otras hermandades que todos los años concurriesen a la función que en 
obsequio de Nuestra Señora del Rocío se celebra en la mencionada 
iglesia, como efectivamente la hacen, viniendo cada una con  la mayor   
pompa el domingo  de             Espíritu Santo y el lunes antes        
    de  amanecer empiezan       las misas   cantadas  respectivamente   
  de cada            hermandad. Continúanse las rezadas sin 
intermisión, en los cinco altares, hasta las once del día, que es la    
       hora de la función. Asisten a ésta, por su antigüedad, nueve 
hermandades con sus insignias         siendo de notar que en tan 
numeroso concurso de gentes, de tan diferentes clase, como diversos 
pueblos, no se notan tumultos, robos y discordias, que son comunes en 
semejantes  romerías.  Celébrase después la Misa con sonora música, y se
 redica el sermón por uno de los más eruditos oradores de este país, 
terminándose con la procesión. Es la alegría universal, y sin aquellos 
resabios de impureza que se advierten en otras funciones de esta 
especie. Todo lo perdido es común hallarse, y que entre todos se 
observe una armonía llena de cristiandad. Hállase un pozo frente de la 
puerta de este Santuario, y siendo de tan cortos manantiales, que puede 
ser apurado con el trabajo de sólo un hombre en dos horas, abastece de 
agua a más de seis mil personas que suelen concurrir, y a más de dos mil
 caballerías.
    
El
 Patrocinio de la Señora se ha experimentado en muchas ocasiones, siendo
 las más inmediatas a nuestro tiernpo, la falta de agua  del  año de 
1734, las enfermedades del año de 1738,  igual  tribulación en el año 
de 1744, en estas y en otras aflicciones ha sido María  Santísima  el  
celestial  Rocío que ha consolado  a  sus  devotos;  y  éstos, llenos 
de gratitud, han expresado ésta en muchos y preciosos dones para el 
adorno de la Santa Imagen y sagrado ternplo. Los señores D. José Tello 
de Eslava, canónigo de la Patriarcal de Sevilla, y D.ª Isabel Tello de 
Eslava, dieron el año de 1733 las puntas de plata de martillo que tiene 
el Soberano simulacro. Los mismos señores, y el Sr. D. Antonio Carrillo,
 canónigo, y actualmente deán de dicha Patriarcal Iglesia, costearon con
 tres mil pesos, el vestido bordado de oro y plata que ponen a la 
Sagrada In1agen para la solemnidad. Ni el tiempo ni la veleidad humana 
han apagado el espíritu de devoción a María Santísima  con el título del
 Rocío, y es de esperar se perpetúe sin disminución para que, mediante 
el patrocinio de tan augusta Reina, nos colme Dios del Rocío del Cielo y
 de la abundancia de la tierra, logrando últimamente que esta Señora nos
 muestre a Jesús, fruto bendito de sus entrañas purisimas, para gozarle
 por eternidades. Amén».
Amenazada
 la villa     de Almonte, el año de 1810, de su total ruina y 
exterminio, imploró, como siempre, la protección de  su patrona,  Maria 
           Santísima del Rocío, y experimentó los efect.os de su 
poderosa intercesión    para con Dios. Sabido es que               en 
aquel tiempo gemía nuestra     amada patria bajo      el ominoso yugo de
 los franceses invasores, que exigieron a sus pueblos  los más duros y  
costosos              sacrificios.       Era el día 17 de Agosto, y dos 
partidas de caballería del ejército enemigo se hallaban en esta villa   
           con    objeto de formar una milicia cívica, mandada crear 
por el gobierno intruso, que fué resistida enérgicamente por los leales 
habitantes de este pueblo,    a  quienes  se obligaba   a              
alistarse en     ella desde     la                 edad de quince hasta 
los setenta               años.
Apurado
 el sufrimiento de algunos vecinos con la insolencia de sus opresores, y
 reunidos en número de treinta y seis, conciben la ardua y temeraria 
empresa de sorprender y aprisionar a aquellos soldados aguerridos que 
se hallaban en la población. Para ello se ocultan en la espesura de una 
arboleda inmediata       al    pueblo, y entre la una y las dos de la 
tarde, a una señal convenida, se arrojan armados con la mayor bravura 
sobre sus descuidados enemigos, y antes que estos pudieran defenderse, 
fueron prisioneros y muertos en su mayor parte. Al mismo tiempo ocurrió 
también que, dirigiéndose a la casa donde se hallaba hospedado el 
comandante francés Doussón, al abrir      él mismo la puerta, se vio a 
unos pocos paisanos apuntándole con escopetas para asesinarlo y al 
guarecerse instantáneamente tras el portón, atravesado éste por las 
balas de la descarga quedó aquél muerto en el acto. Semejante atentado 
no pudo menos de mirarse con horror por los pacíficos  habitantes de la
 villa,  que no  habían  tomado  parte en él, y todos  empiezan a temer 
 sus tristes  y funestas consecuencias.
Los
 pocos soldados que quedaron, se apoderaron de algunos caballos y 
huyeron a escape a Sevilla, donde se hallaba acampado el grueso del 
ejército, para darle cuenta de lo acontecido. La cólera y la 
desesperación se apoderan de los ánimos de sus compañeros, y sabido por 
su general, creyendo a toda la población cómplice de aquel enorme 
delito, ordena que Almonte sea saqueado y degollados todos sus 
habitantes, con arreglo al decreto publicado en Madrid por Joaquín 
Murat, que imponía estas penas tan severas a los pueblos  en  que  se  
derramase  sangre francesa. Llega la noticia a esta villa, y a la vez  
un destacamento de dragones se apodera de sus autoridades civiles y 
eclesiásticas, con otras personas principales, que fueron aprisionadas 
para  su ejecución, entretanto llegaba el resto de la demás infantería.
 En tan grave y apurada situación se hallaban en la noche del 18 al 19 
del referido mes y acuerdan unánimes los individuos del Ayuntamiento y 
Clero, que se hallaban presos, encomendarse a María Santísima del 
Rocío, y ofrecen a esta Soberana Señora, si logran salvarse con el 
pueblo de aquel conflicto, celebrar una función anual de acción de 
gracias, que perpetuase a las futuras generaciones la memoria de tan 
insigne y señalado beneficio. Con esta promesa se reanima la esperanza 
en sus abatidos corazones, y se consuelan enmedio de su aflicción.
Las  avanzadas  del ejército   francés  habian llegado  ya basta Pilas, a  cuatro  leguas   de  Almonte, para llevar a cabo 
la resolución de su general. Un puñado de soldados españoles leales se 
hallaban rendidos del cansancio y del hambre en Aznalcóllar, y sabedores
 del peligro en que se hallaba esta villa, se inflaman en deseos de 
medir sus  armas  con las de los enemigos de su patria. Levántanse 
presurosos y se dirigen a Sevilla, y en sus cercanías, desafían 
con su presencia a los franceses. Estos presumen que tras ellos vengan 
otros en mayor número, porque otra cosa no era posible, atendidas las 
circunstancias, y al efecto se dan las ordenes de reunir todo el ejército, mandándosele sin pérdida de tiempo
 a las  tropas comisionadas  para incendiar a Almonte y degollar a sus 
moradores, que   fuesen inmdiatamente  a         Sevilla. Este hecho, 
sin   duda providencial,    salva a este   pueblo de  su ruina y 
desolación, y       a las horas de angustia         y de dolor suceden 
el júbilo y la alegría de todos    los habitantes, que no pudieron menos
 de reconocer cuánto vale para     con Dios la poderosa  intercesión  de
 su Santísima   Madre, a quien habían invocado  como patrona,         
con el título misterioso del Rocío. Calmados posteriormente los ánimos 
del enemigo,y averiguados los pormenores de aquel             horrible 
       acontecimiento, como habían sucedido en la realidad, se trocó   
la     sentencia de muerte    por otra pecuniaria   en forma de        
contribución,según  acostumbraban     en   ocasiones análogas, mediando
 para  ello algunas personas de distinción. Desde esta fecha,  pues,  
viene celebrándose anualmente esta fiesta a Nuestra Señora del Rocío el 
día 19 de Agosto, a que acuden los hijos de Almonte y otros pueblos 
vecinos, para aumentar su solemnidad. El escribano del Ayuntamiento de 
aquella época, Sr. D. Juan José Lagares, dejó consignado en una         
                      memoria todo  lo que  se acaba de  referir.
Habiendo
  purificado  nuestra   alma  con el Sacramento de la  Penitencia,  y  
fortiticándola con la Sagrada  Eucaristía, que es  el pan de los 
fuertes, debemos esperar que nuestros obsequios serán agradables   a 
Dios y  aceptos  a su   Madre   Santísima;      por  tanto          será
      conveniente      practicar         estas  piadosas diligencias al
 empezar     la     Novena,  y        después  con      un   corazón   
     contrito      y      humillado  decir       el     siguiente Acto 
de contrición.
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos 
Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del 
Espíritu Santo. Amén.
     
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
 mío Jesucristo,·Dios y  hombre verdadero,    Padre  amorosísimo   de  
 mi  alma,  me pesa, Señor,   de haberos ofendido, por ser Vos quien  
sois,  digno  de  ser  amado  con el amor de todas las criaturas: yo os 
amo, Dios mío, más que a todas las cosas, y con los auxilios de vuestra 
divina gracia, prometo nunca rnás ofenderos, y confesar debidamente  
todas mis culpas. Espero, Señor, de vuestra infinita bondad, me  las  
perdonaréis  por  vuestra   Pasión y muerte, y por los méritos de María 
Santísitna vuestra Madre  y  Señora nuestra: así  como lo suplico, así 
confío me lo concederéis, para perseverar en vuestro santo servicio 
hasta el fin de mi vida. Amén.
   
ORACIÓN QUE SE HA  DE DECIR  TODOS  LOS  DÍAS
Dulcísima
 Virgen María, Madre de Dios y Señora nuestra, en quien  mejor  que  en 
 el antiguo José,  vinieron las bendiciones  de  los collados eternos, 
dándoos el   Señor aquel celestial  Rocío deseado   de los Justos,  
esperado de los      Patriarcas   y vaticinado por    los Profetas, 
haciéndoos con    esta   dicha    1a    más   feliz entre las puras 
criaturas:   nosotros     en   reconmpensa de  estas  prerrogativas,  os
  ofrecemos el obsequio de esta novena, suplicándoos, Madre amorosísima,
 nos alcancéis de vuestro Hijo Santísimo, el apreciable Rocío de  la 
gracia, que hermoseando nuestras almas, nos haga  agradables en   su  
presencia, y dignos de alcanzar, si nos   conviene, el   favor   que 
ahora humildemente le pedimos. Amén.
   
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Purísima
 Señora, en quien  la gracia vino como  sagrado  Rocío  para  que  en   
el  primer instante de  vuestra  animación  fuéseis  toda Santa, toda  
Inmaculada, y tal  cual   convenía, para que resplandeciéseis con una 
pureza que sólo fuera excedida de Dios; os suplicamos, Soberana 
Princesa, intercedáis con Jesucristo, vuestro Hijo y  Señor  nuestro,  
para  que  con el refrigerio de su gracia, apague el ardor de las  
pasiones, que nos quita la paz del espíritu, para que así imitemos en lo
 posible vuestra pureza. Amén.
   
Ahora
 se   rezarán cinco Ave Marías, y                   cada uno en   
particular pedirá a esta Soberana Reina, el favor que desee recibir de 
su amantísimo Hijo, por  su intercesión.
   
ORACIÓN PARA    CONCLUIR    TODOS    LOS   DÍAS
Gloriosísima
 Señora, que tan atenta estáis a las aflicciones de vuestros devotos,   
             pues  conocéis los        peligos de que estamos           
                rodeados, desatad              ¡oh Señora  dulcísima!, 
las               prisiones a los  miserables esclavos  de  los  vicios,
  dad  la luz a los que caminan ciegos por sus pasiones, apartad de 
nosotros todos los males, y alcan zadnos todos los bienes. Mostrad, 
Señora, que sois Madre,  y por Vos  reciba  nuestras  súplicas el que, 
naciendo por  nosotros,  se  dignó ser vuestro Hijo. Dadnos una  vida  
llena  de pureza, preparadnos un camino el más seguro,  para   que  
viendo  a Jesús  nos  alegremos con Vos para siempre. Amén.
   
Se harán los actos de Fe, Esperanza y Caridad: Creo en Dios, espero en Dios, amo a Dios, y esta distribución se observará en los demás días, excepto la Oración propia de cada uno, concluyendo con los Gozos.
   
GOZOS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO
   
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Salve, ¡oh Virgen   del Rocío!,
Que de Almonte en   la memoria
Guardan                  los hijos  tu historia,
Cual su más preciado honor:
Y  a ti  acuden, Madre mía,
En todas las aflicciones,
A ofrecer sus corazones
Como prendas de  su amor.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Si entre espesos matorrales
Nuestros padres te ocultaron,
Y tu efigie preservaron
Del sarraceno furor;
Hoy con ojos maternales
Torna a mirar a tus hijos,
Y  de    sus males prolijos,
Presérvelos tu favor.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Virgen  Santa  del  Rocío,
Que en  árido  tronco añoso
Del arbol  más venturoso,
Te halló un feliz cazador:
Recibe  el  piadoso afecto
De tus amantes devotos,
Y escucha los fieles votos
Que brotan  del corazón.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Pues que solitaria ermita
A  ricos templos    prefieres,
Y en nuestro desierto quieres
Ser de sus campos la flor.
A          tus plantas     solicita,
Este pueblo reverente,
Te dignes, tierna  y                                 clemente
Socorrer lo  en  su aflicción.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.   Eres del Cielo el Rocío,
Gloriosa Virgen María,
Para el que la    noche umbría
Pasa en  medio del dolor;
Y estrella de la mañana,
Y aurora fulgente y pura,
Sol de radiante hermosura,
Luna de eterno esplendor.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.   Bella nube que en  los  aires
Ciernes  la  lluvia del  Cielo,
Cual Rocío de consuelo
Para el triste labrador, 
Que ve los campos sedientos
Y perdidos sus sudores,
Mustias y secas las flores
Por el sol abrasador. 
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.   Blanco lirio de los valles,
Pura  azucena entre  espinas,
Rosa  de hojas                           purpurinas,
Que hechizan                           con su                    color;
No  nos niegues el                       Rocío
De tu cáliz perfumado,
Que en el vergel de este prado
Mitiga el febril ardor.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.   Con  fe y  devoción sincera
Acude a ti el desvalido,
Y el pueblo   cuando afligido,
Implora     tu protección:
Defiéndelos cariñosa
De  la cólera  celeste,
De  la  asoladora  peste
Y del infernal dragón.
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.   De las tormentas del mundo, 
Y  de su fiero oleaje,
Líbranos en el pasaje, 
Hasta el puerto salvador;
Y  de            la muerte a la hora, 
¡Oh dulcísim   María!,
Serás la  que  en la agonía
Nos conduzcas al Señor. 
Sois María  la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.     
SALVE  EN  VERSO A NUESTRA     SEÑORA     DEL                     ROCÍO
    
Dios te salve, Virgen    pura,
Reina del Cielo y la tierra,
Luna clara y sin                            rnenguante,
Luciente y hermosa Estrella.
Dios te salve,   blanca Aurora,
Que disipa las tinieblas
Del pecado    malicioso
Que influye en nuestras                                         miserias.
Vida que nos vivificas, 
Dulzura que nos consuelas 
Y Esperanza cuyo amparo
Nuestras desdichas ahuyenta.
A Ti llaman                      los cofrades,
Tus devotos a Ti apelan,
A Ti corno a su Patrona
Porque los socorras ruegan.
A Tí llamamos nosotros,
Desterrados hijos de Eva,
Y  los que de su desgracia
Arrastramos las cadenas.
A Ti porque nos ampares,
A Ti porque nos defiendas,
Suspiramos los                                 mortales
En este valle de penas.
¡Ea, preciosa    Paloma!
¡Ea, dulcísima Reina!
¡Ea, Madre del    Rocío!
Constante  Abogada  nuestra;
Vuelve a nosotros tu             vista
De   misericordia    llena,
Y  después de este destierro
Al bello Jesús nos muestras:
A ese  Sol, bendito                                     fruto
De tus entrañas excelsas,
A ese Salvador del mundo
Que nos cría y nos sustenta.
¡Oh clemente, oh piadosa,
Misericordiosa y buena!
¡Oh dulce Virgen María!,
Madre de Jesús  y                              nuestra.
Intercede por tu                          pueblo,
Pídele a Dios por la Iglesia,
Por su Pontífice sumo,
Por sus Pastores y                                 ovejas,
A nuestro   amado Monarca,
Y  a todos los que gobiernan
Asístelos,  porque    así
Llenar sus deberes puedan.
Las necesidades                                 todas
Mira piadosa y remedia,
Y a este pueblo que te invoca
Salud y gracia dispensa
Por  medio de tu Rocío;
Ten   con nosotros tal cuenta,
Que alcancemos por    tu influjo
Del buen Jesús las promesas.
Amén,          Jesús,  repitamos,
Y así   para  siempre sea,
Y alabemos a María
En  los Cielos y   en  la  tierra. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del 
Espíritu Santo. Amén.
 
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Poderosísima
  Princesa,     en   cuyas          manos parece que   ha  depositado el
  Señor    las riquezas de la           gracia   y   los      tesoros  
 de   la  gloria; pues vuestro nacimiento  alegró y  anunció  sus gozos 
 al  mundo,               apareciendo como     hermoso Rocío,   del  
cual    se   había  de  formar                aquella perla que quitase 
   la maldicion, diese   la    bendición,      y  confundiendo  a  la 
muerte                nos   felicitase con   la             eterna 
vida;   por      vuestra                    intercesión,  ¡oh     
Virgen               Santísima!,  alcancemos   que en nosotros   no     
 se pierda       el   fruto de               aquella Redención   tan  
copiosa. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
   
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN 
Sacratísima
 Reina del Cielo, que para haceros  rnás  digna del      Rocío      del
  Espíritu    Santo,  fuísteis desde vuestros primeros años presentada 
en  el Templo  del        Señor, víctima purísima de la caridad y       
     holocausto    suavísimo de la           pureza; por      tan   
adrnirable   ejemplo      de santidad,     os rogamos que os   
interpongáis   con el Señor de ese Templo santo, parq que nosotros, 
mediante su auxilio, nos presentemos víctimas del   amor, expiando   con
    su    gracia las    manchas de    las   culpas    que   tanto   nos 
afean,     y   que   logrernos   ser    presentados  ante su   Trono    
como                agradable     holocausto    a su divina Majestad.   
 Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
   
DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Amabilísima
 Abogada de los hombres, que obediente a las inspiraciones divinas, os 
desposásteis con el justo José, no obstante tener ofrecida a Dios 
vuestra virginal pureza, siendo esta voz del Altísimo como un suave 
Rocío, que en vuestro espíritu fructificó una obediencia fiel y u na 
esperanza firme de que quedarían ilesos los candores de vuestra pureza; 
alcanzadnos, Señora, que oigamos con docilidad las inspiraciones del 
Cielo, para que aprendamos  a   obedecer  con  rendimiento   la 
agradable     voluntad   de   nuestro Dios y  Señor. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
   
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Santísima
   Emperatriz     de los                   Cielos y la tierra, que 
cuando             humilde orabas por        la venida   del Mesías    
prometido en   la Ley,    se    te anunció ser el  arca  misteriosa    
que recibiría el celestial Rocío que  había     de         formar  la   
preciosa Margarita    de nuestro     rescate;               haced, 
Madre   adtnirable, que    el que      se       dignó escogeros para 
morada  suya,  y tomar  de Vos la carne en que   nos   redimió, nos  
conceda  el espíritu de una humildad  profunda, con que humillándonos 
bajo              su       mano poderosa, alcancemos  ser exaltados   en
  la celestial             Jerusalén de  la gloria. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
  DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Clementísimna
 Senora, que llena del espíritu de  Dios,  caminásteis  para  hacer  
felices y dichosos con vuestra visita, así a vuestra parienta Santa 
Isabel, como a su hijo el Bautista  y a Zacarías su esposo, esparciendo 
  sobre ellos el gracioso Rocío de vuestros favores, con que se regocijó
 en el  seno  materno  el niño precursor, y profetizaron sus padres. 
Visitadme,  Señora, con  vuestra  beneficencia, para que así consiga que
 la divina gracia santifique mis pensamientos, palabras y obras para  
honra y  gloria  de Dios y bien  de mi alma. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
   DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Madre
 Inmaculada del Salvador del mundo, que mejor  que Gedeón cuando se 
alegró al ver sobre la yerba el Rocío del Cielo, se regocijó  vuestro  
espíritu al  ver  entre las pajas de un pesebre al divino Rocío que  
descendió de las alturas para nuestra felicidad: conseguid, Señora, 
que demos lugar en nuestros corazones a Rocío tan admirable, para  que 
con su asistencia logremos la victoria de nuestros   enemigos   
visibles   e  invisibles,   y  una feliz muerte que sea la corona  de  
nuestra vida. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
   
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Prudentísima
    Virgen, que dando ejemplo de veneración y    observancia de la 
divina      Ley, aunque en Vos nada    había que purificar,   pues 
fuisteis    santa,      y  libre    de toda imperfección, así  antes    
de              vuestro purísimo parto, como en él,  y    después de él,
     os presentásteis      ante el   Señor en su  sagrado     Templo    
    con vuestro soberano     Hijo    Jesús,   Rocío     que             
      descendió sobre su pueblo,                 para     servirle   de 
mejor                   maná que  lo  alimentase:  interceded,   
Consoladora de los afligidos, con vuestro Hijo divino para que nos 
purifique  de  todos  nuestros  defectos. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días.
   DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Admirable
 Madre del Verbo   Encarnado, que   después    de una   vida santísima, 
   fuisteis exaltada sobre los coros de los Ángeles al reino de los  
Cielos,  para  triunfar  graciosa con  aquellos soberanos espíritus, 
gozando no sólo del suave Rocío de la  gracia,  sino  del ímpetu 
caudaloso del río de la divinidad, que alegra a tu alma purísima como a 
mística ciudad del Señor; pues sois coronada Reina y  Emperatriz  de  
aquella  morada  felicísima y la criaturra más amada del Criador, alcan 
zadnos de este Señor, a los que en este miserable destierro os 
imploramos humildes, que después os acompañemos eternamente gloriosos 
en la Jerusalén celestial. Amén.
   
Rezar
 cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración 
final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos 
los días. 
     
*** 
    
ORACIÓN
    A   LA SANTÍSIMA   VIRGEN QUE SE DIRÁ TODOS LOS DÍAS CUANDO SE HAGA 
LA NOVENA DE ROGATIVA POR FALTA DE AGUA, EPIDEMIA O ALGUNA OTRA 
CALAMIDAD PÚBLICA
Soberana
  Virgen  María,  Madre    de   Dios y Señora nuestra, que no  
satisfecho  vuestro amor, con haber obrado los más inefables prodigios 
en favor  de  este  pueblo,  adoptándolo  por  vuestro,  y   dejándole  
 esa   sagrada Imagen,  que  veneramos con  el  misterioso   título   
del   Rocío,   queréis  además   manifestarle a sus hijos vuetra 
ternura, amparando a los infelices que os invocan de todo corazón, 
socorriendo   sus   necesidades   y    consolándolos  en  sus  mayores 
 aflicciones.   Confiados, Señora y Madre  nuestra,  en  que  jamás  nos
 habéis  desamparado,    acudimos   ahora  a   Vos en   la    presente  
  tribulación,    a    pediros   nos alcancéis del Señor los auxilios de
 la gracia para salir del pecado y el perdón  de  las muchas culpas, con
 que hemos ofendido a vuestro Santísimo Hijo,  para  que  cesando estas 
causas de la calamidad que padecemos, cesen   también  los  rigores  con
  que la  Justicia  Divina  nos  castiga:  interceded,   ¡oh  Madre!, 
 por  vuestro  hijos,  que  aunque  indignos de tal nombre lo somos por
 vuestra elección, para que,  libres de los males espirituales y 
temporales, sirvamos  al Señor en santidad y justicia todos los  días de
 nuestra vida, y  después tengamos la dicha de  veros  y  alabaros en 
la gloria. Amén.