Traducción del artículo publicado en OSSERVATORIO SUL CAMMINO NEOCATECUMENALE SECONDO VERITÀ.
LA CRISIS DE LA IGLESIA, ESTO ES, EL CONCILIO VATICANO II
1. La Iglesia está atravesando una crisis de fe, esto es, el Cоncilio Vaticano II y sus consecuencias.
Guste o no, es indiscutible que en la época “preconciliar” las vocaciones abundaban, que las liturgias eran en gran parte celebradas con la debida dignidad y sobriedad (debidas a Nuestro Señor, visto que la liturgia se entiende sea “el culto agradable a Dios”), que los católicos eran mucho más “practicantes” que hoy, que la voz de la Iglesia resultaba con autoridad aun para los “tibios” y hasta para los enemigos (Stalin preguntó sarcástico cuántas divisiones tenía el Papa, visto que los jefes de Estado no osaban ignorar la autoridad de Pío XII), etc.
Es indiscutible que el Concilio Pastoral “Vaticano II” fue la respuesta equivocada al momento equivocado. Respuesta “equivocada”, porque lejos de definir dogmas y condenar errores, habló de tantas (demasiadas) cosas y en manera “pastoral” (esto es, no vinculantes para la fe), precisamente en modo ambiguo (es el Concilio de los “aun así”, la palabra mágica que permite afirmar una cosa y después dejar abierta la puerta a quien quisiese afirmar su contrario), prestándose a ser el álibi y la ganzúa para todos los aspirantes “revolucionarios” (incluidos los dos herejes españoles Kiko y Carmen). Del Vaticano II, «lo que era bueno no era nuevo, y lo que era nuevo no era bueno».
Hacednos caso: aquellos que más apelan al Vaticano II son los más alérgicos a la Tradición católica. Como si lo que creían y celebraban gigantes como el padre Kolbe y el padre Pío hubiese dejado de ser sagrado y grande y debiese ser improvisamente prohibido. Como si el Vaticano II fuese un “parteaguas” entre todo lo que había antes y todo lo que habrá mañana, como si todo lo que había antes fuese prácticamente para ignorar, botarlo fuera y rechazar, sin más explicación que «Eh, ¡pero está el Concilio!»: el concilio “pastoral” usado para prohibir todo lo que había antes.
2. Esta crisis se supera solo a partir de lo que “funcionaba”, esto es, de las cosas llamadas “preconciliares”.
Regalitos, ricas mesas preparadas, alcohol y cigarros: el método kikiano para corromper prelados [en la foto, de izquierda a derecha: Giuseppe Gennarini (sucesor designado de Kiko), el obispón Thomas Gerard Wenski/Wiśniewski Zawacki, y Kiko en la Domus Galilǽæ].
Cuando en una encrucijada se equivoca el camino, volver a empezar desde las certezas precedentes no es una vergüenza, ni un deshonor ni un retroceso: es simplemente buen sentido. Los fautores del vaticanosegundismo, con su neo-dogma enunciable como «Aquí nadie vuelve atrás», son aquellos que quieren conscientemente perseverar en el error: el error de presumir que “ayer” todo estuviese mal y “hoy” sea por esto mismo automáticamente justo, el error de presumir que la “Tradición” esté equivocada (en cuanto su “ayer”), y el “progreso” sea automáticamente justo (en cuanto “progresa”, en cuanto su “hoy”).
«Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial» (Benedicto XVI, Carta adjunta al motu próprio “Summórum Pontíficum”, 7 de Julio de 2007)
La Iglesia tiene urgente necesidad de retomar lo que para las generaciones anteriores era sagrado y grande y que la sostenía, que absolutamente no era “anticuado”: la liturgia tradicional, la enseñanza de la santa doctrina, el hábito eclesiástico, etc.
Una secta herética e idolátrica como el Camino Neocatecumenal podía nacer solo en aquellos años formidables en que todos los aspirantes a “jefes” y “revolucionarios” se esperaban los genéricos Grandes Cambios del Concilio. Ojo, aquellos grandes cambios (como el “dar vuelta a los altares”, como la “comunión en la mano”, como los eventos “interreligiosos”, etc.) no fueron requeridos ni auspiciados por el Vaticano II. Tanta gente, incluso en el clero, incluso de buena fe, han “aplicado” no el Concilio Pastoral, sino sus interpretaciones más “revolucionarias”.
El resultado es un cristianismo aplanado, insípido, quizá puro cascarón como el neocatecumenalismo, pero basado en eméritos sinsentidos doctrinales, en liturgias-ceremoniales espectacularizados, en un adecuarse al mundo, en el deber cimentarse en “cambios” de los que ni siquiera se entiende el por qué. «Eh, el padre Pío es buenísimo, pero no podemos volver a celebrar como celebraba él (la Misa Tridentina con la Comunión de rodillas y en la boca), no podemos hablar como él hablaba (la severidad del juicio sobre temas morales hoy “legalizados” y con derecho de aduana, etc.)».
3. Para un observador externo, el Caminо Neocatecumenal es la mejor demostración de la crisis de la Iglesia.
Inversión de papeles: sacerdote de rodillas ante el laico que lo “bendice” (los responsables de Panamá en el kikocentro “Siervo de Yahveh” en Porto San Giorgio).
«¿Cómo es posible que la Iglesia tolere una secta como la neocatecumenal?», es la pregunta que tantos católicos se hacen observando incluso solamente las deformaciones litúrgicas del Camino, que ni siquiera el papa Benedicto XVI estuvo en capacidad de frenar (la carta del 1 de diciembre de 2005 con las «decisiones del Santo Padre» quedó en letra muerta).
Esto significa que hoy, en la Iglesia, aparte de la crisis de fe hay también una crisis de autoridad. Los obispos y los papas conciliares no han corregido los errores de la revolución conciliar (pero era su sacro deber hacerlo), dejan que tantas almas se alimenten de venenos espirituales (como el Camino), no infligen castigos a quien lo merezca (como el Camino) solo porque tienen el terror que se entiende que la propia autoridad es reconocida solo cuando se hacen los simpaticones y distribuyen trilladas banalidades.
Uno de los aspectos más graves de la crisis “conciliar” es precisamente la mentalidad, el hecho que que cualquier crítica a un paso errado viene tachada de ser “preconciliar”, “rebelde”, “nostálgica”, contraria al “progreso” de la Iglesia, tal vez precisamente “cismática-herética-sedevacantista” (no le faltan a los enemigos de la fe los insultos, especialmente cuando hay que abusar los términos del léxico católico).
4. Algunos puntos fundamentales de los autoelegidos “iniciadores” del Camino.
- Los dos autoproclamados “iniciadores” [Kiko y Carmen “Sor Adidas”, N. del T.] nunca quisieron santificarse sino solo ser “jefes”
- nunca quisieron hacerse examinar de la Iglesia (especialmente respecto a las mil y tantas “apariciones” y locuciones), sino solo hacerse “aprobar” de cualquier manera
- nunca quisieron santificarse a sí mismos, sino solo hacerse temer, obedecer, reverenciar, elogiar y sobre todo hacerse pagar generosamente
- están convencidos de ser la “verdadera Iglesia”, esto es, que la Iglesia Católica siempre había estado equivocada (desde Constantino hasta el Vaticano II, y del Vaticano II sería buena solo su desvencijada interpretación)
- han enseñado eméritos sinsentidos (que nunca quisieron rectificar, ni frente a la evidencia que han desviado), y promovido una liturgia plagada de carnavaladas y extravagancias
- con la excusa de ser “inspirados por el Espíritu”, han prohibido cualquier crítica («¡tú criticas al Espíritu!, ¡tú criticas la Biblia!»).
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)