La presidenta del Bundestag (Cámara baja del Parlamento alemán) Julia Klöckner Mühl declaró el Viernes Santo en el suplemento dominical del diario Bild que las iglesias se centren en el cuidado pastoral de las personas en lugar de involucrarse excesivamente en las cotidianidades políticas:
«Cuando la Iglesia a veces se vuelve demasiado arbitraria, o emite declaraciones sobre temas de actualidad como una ONG y ya no se centra en las cuestiones fundamentales de la vida y la muerte, entonces, lamentablemente, se vuelve intercambiable. Es decir, claro que la Iglesia también puede opinar sobre un límite de velocidad de 130 km/h, pero no necesariamente pago el impuesto eclesiástico para eso [referencia a la propuesta de la Iglesia Evangélica Luterana de Alemania para establecer límites de velocidad en las autopistas (en tal sentido, en 2022 impusieron a sus obispos un límite de 100 km/h en autopista y 80 km/h en carretera rural «para reducir su huella de carbono»), N. del T.]. Bueno, es un país libre, y uno puede hacer lo que quiera. Pero creo que la gente espera este apoyo significativo de la Iglesia, esta respuesta a las preguntas que tengo en mi vida diaria, quizás incluso consuelo y estabilidad».
Hablando de por qué cada vez más personas abandonan la Iglesia, Klöckner, que fue profesora de religión y miembro de la Asamblea General del Comité Central de Católicos Alemanes durante varios años, respondió:
«Creo que tiene que ver con varias cosas. A medida que aumenta la prosperidad, los vínculos con la Iglesia suelen debilitarse. Y el segundo punto: también existen religiones sustitutivas. Estoy firmemente convencida de que todos necesitamos algo en lo que creer. Otra explicación es, sin duda, que la Jglesia no siempre ofrece las respuestas que la gente necesita en este momento. La Iglesia tampoco está exenta de errores y escándalos. Y si nos fijamos en la época del coronavirus, la Iglesia quizás podría haber aportado un poco más de estabilidad, más significado y más guía espiritual. Y creo que, en un punto u otro, realmente perdió una oportunidad».
La semana anterior, Klöckner dijo en Domradio, la emisora de la archidiócesis de Colonia, que quería que las iglesias se pronunciasen públicamente con fuerte voz en los temas fundamentales para sus fieles lo mismo frente a la bioética que en la ecología:
«Yo también me pregunto eso a veces [sobre la influencia de la. Me crié en la Iglesia, fui lectora durante mucho tiempo, canté en la escuela, pagué mi impuesto eclesiástico y fui miembro del Comité Central de Católicos Alemanes durante mucho tiempo. Por un lado, no creo que siempre tenga sentido que las iglesias crean que son simplemente otra ONG y comenten sobre la política actual. Se puede estar a favor de un límite de velocidad de 130 km/h, pero no sé si las iglesias tienen que escribir algo al respecto.Mi punto de crítica a menudo surge de una conexión interna. Por ejemplo, durante el período del coronavirus, cuando muchas personas no solo buscaban un significado, sino que estaban solas y desesperadas. La pastoral podría haber estado más presente allí. En segundo lugar, tenemos cuestiones de carácter bioético que conciernen al comienzo y al final de la vida. Me gustaría que mi Iglesia se mantuviera firme y no mirara automáticamente si hay aplausos o no.Cuando se trata de la vida no nacida o de la vida que da su último aliento, es decir, de las cuestiones de lo que a las personas se les permite hacer y lo que no se les permite hacer, estos son puntos en los que nuestra Iglesia puede y debe alzar su voz, también con vistas a la preservación de la creación. Mientras exista un punto crítico –como lo hace la Iglesia con la política–, también existe un interés mutuo».
Las palabras de Klöckner fueron respaldadas por Thomas Rachel, portavoz de política eclesiástica del partido y miembro del consejo de la Iglesia Evangélica Luterana: «Si las iglesias son percibidas simplemente como otra voz con recomendaciones específicas en la política cotidiana, pierden su autenticidad y, por ende, su eficacia única». Pero también hubo críticas del Partido Socialdemócrata y de la Alianza 90/Los Verdes, así como de algunos diputados de la UDC y los asalariados de la clerecía sinodal y luterana, señalando que tales declaraciones eran una amenaza para las iglesias.
En respuesta, el arzobispón de Paderborn Udo Markus Bentz declaró al Herder Korrespondenz: «No dejaré que nadie me ponga una mordaza, sea cual sea el tema».
Bentz (“instalado” presbítero para la diócesis de Maguncia el 1 Julio de 1995 por el cardenal Karl Lehmann Waldner y obispón auxiliar paderbornense el 20 de Septiembre de 2015 por el cardenal Karl Josef Rauber Wedermann, asumiendo como arzobispón el 10 de Marzo del 2024) señaló que si bien han habido tensiones con la UDC y otros partidos, también hubo discusiones: «Siempre se trata de relaciones directas y de la capacidad de volver a dialogar y acercarnos unos a otros» (excepción hecha de Alternativa para Alemania, al que modernisras y luteranos tratan como si fuesen desechos radiactivos).
«Tienes que saber cuándo debe enviarse cada mensaje. Pero la Iglesia debe establecer indicadores políticos», dijo. Con todo, admitió que la Iglesia debería Iglesia debe ser prudente para no caer en la dinámica electoral, pero no puede dejar de emitir mensajes claros ante los grandes retos que afectan a la sociedad. «La tensión reside en que debemos actuar lo menos posible en clave partidista, pero sí de forma fundamental, y, aun así, concreta».
En la reacción de los luteranos y sus adláteres camanduleros (¿?) se da lo que dijo Spinoza: «Los teólogos son como los cerdos: le retuerces la cola a uno y gruñen todos».
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