Traducción de la noticia tomada de CHRISTIAN POST.
Yuval Noah Harari (en hebreo יוּבַל נֹחַ הֲרָרִי), profesor de Historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor reconocido de libros como “Sapiens: De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad” y “Homo Deus: Una breve historia del mañana”, ha publicado un nuevo libro titulado “Nexus: Una breve historia de las redes de información”, donde sugiere que la Santa Biblia debería ser reescrita.
En él, cuestiona el proceso de canonización de este texto sagrado, examinando cómo ha sido ensamblado a lo largo de la historia y los efectos de la transferencia de ideas culturales en su formación. Harari utiliza un capítulo entero para reflexionar sobre estos temas y la relevancia de la Biblia en la actualidad.
En una reciente entrevista con The Globe and Mail, Harari, judío ateo (en hebreo חִלּוֹנִי/jiloní, “secular” o “profano”) de 48 años vegano, transhumanista y practicante de meditación Vipassana, explicó su perspectiva sobre la Biblia como un documento que ha evolucionado con el tiempo y cuyo proceso de canonización debe revisitarse. Su enfoque se inscribe dentro de un análisis más amplio sobre cómo las ideas han cambiado en relación con el contexto cultural e histórico.
Al cuestionar la sacralidad de la Biblia, Harari invita a una reflexión crítica sobre su contenido y su impacto en la sociedad contemporánea.
«Hay un capítulo en el libro sobre el proceso de canonización de la Biblia… Tenemos textos de los siglos II, III y IV [de la Era Cristiana]», dijo Harari al medio.
Según el libro en cuestión, el canon bíblico no fue definido hasta finales del siglo IV a través de los Concilios de Hipona y Cartago. Sin embargo, teólogos como Bruce M. Metzger, ex profesor de Teología en el Seminario de Princeton, argumentan que estos sínodos ratificaron lo que ya se reconocía como escritura sagrada entre los cristianos, sugiriendo que ni los individuos ni los concilios crearon el canon, sino que lo percibieron y reconocieron. Esta postura sostiene que el valor de los libros en el Nuevo Testamento ya era evidente para la comunidad de fe.
«Cuando, hacia fines del siglo IV, los sínodos y concilios de la iglesia comenzaron a emitir pronunciamientos sobre el canon del Nuevo Testamento, simplemente estaban ratificando el juicio de cristianos individuales en toda la iglesia que habían llegado a percibir por intuición el valor inherente de los diversos libros», escribió Metzer en 2014. «En el sentido más básico, ni los individuos ni los concilios crearon el canon; en cambio, llegaron a percibir y reconocer la calidad autoauténtica de estos escritos, que se impusieron como canónicos a la Iglesia».
En su libro “Usted puede confiar en la Biblia”, Erwin Lutzer, pastor principal de la Iglesia Moody en Chicago (Illinois), explicó que los 27 libros de nuestro canon actual fueron escritos y recibidos por las iglesias a fines del primer siglo, incluso si algunas de las listas canónicas estaban incompletas. Además, cada libro del Nuevo Testamento había sido citado como autorizado por algún padre de la iglesia, dijo Lutzer.
«Estos concilios no añadieron ni quitaron libros, sino que simplemente aprobaron la lista de veintisiete que ya había sido reconocida por la iglesia primitiva», dijo Lutzer. «Dadas las distancias geográficas, las limitaciones de la comunicación y los diversos trasfondos de las iglesias, tal acuerdo es notable».
Por otro lado, Yuval critica las decisiones de exclusión de ciertos textos, como los Hechos de Pablo y Tecla (un texto de finales del siglo II que describe la vida de Santa Tecla de Roma, una discípula de San Pablo), y sugiere que moldearon actitudes hacia las mujeres que perduran hoy.
Harari, quien valora la evidencia objetiva en su investigación, sostiene que cualquier historia contada desde la imaginación carece de validez histórica. «Si escribes la historia del mundo a partir de tu propia imaginación, no es historia, es literatura», afirmó. «Cuando escribo sobre los neandertales o sobre la Biblia, tengo pruebas: un hueso de 40.000 años de antigüedad en España, un registro de las reuniones del sínodo».
Harari —quien está “casado” con su manejador artístico Itzik Yahav, y una vez comparó el movimiento LGBT con la emancipación de los judíos en el siglo XIX y organiza sesiones de preguntas y respuestas para ofrecer una «perspectiva científica sobre la homosexualidad»— también afirma que las Escrituras contienen «errores morales», incluyendo lo que él afirma es la aprobación de la esclavitud.
«La otra característica de la ciencia es la disposición a admitir errores. Las religiones no lo hacen. Una vez que la Biblia es canonizada, se la considera perfecta. Y no me refiero sólo a errores fácticos, sino también a errores morales», afirmó.
Citó el Décimo Mandamiento contra la codicia de la casa, la esposa o los esclavos del vecino, un mandamiento que, según argumentó Harari, «implica que Dios no tenía ningún problema con la esclavitud, sólo con codiciar los esclavos de otro».
Aunque los teólogos han debatido sobre el papel de la esclavitud en las Escrituras, eruditos del Antiguo Testamento como Walter Kaiser han argumentado que pasajes como los que se encuentran en Éxodo 20 no tienen la intención de facilitar, sino más bien de mitigar, el abuso hacia los esclavos.
Otros eruditos, como Joe Sprinkle, dicen que las estipulaciones legislativas específicas de Éxodo 21-23 deben leerse a la luz de las preocupaciones narrativas más amplias de Éxodo 19-24 y, más allá de eso, a la luz de la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto.
«La Biblia necesita una reescritura», argumentó Harari.
Harari hizo una afirmación similar en junio de 2023, cuando predijo que el rápido crecimiento de la inteligencia artificial daría lugar a una “nueva Biblia”.
«Dentro de unos años podría haber religiones que realmente sean correctas», afirmó.
Harari también ha abogado por referirse al libro sagrado del cristianismo como «solo historias». En una columna de octubre de 2022 para The Guardian, Harari señaló cómo los niños pequeños en Israel escuchan sobre los relatos bíblicos del Jardín del Edén y el Arca de Noé mucho antes de que se les enseñe sobre los neandertales o las pinturas rupestres.
«Para liberarnos de estas narrativas y comportarnos de manera diferente, necesitamos entender cómo se crearon y difundieron en primer lugar», escribió Harari. «De lo contrario, nunca las veremos como lo que son: meras historias».
También ha descrito a los cristianos como personas «encerradas dentro de una burbuja mitológica que se refuerza a sí misma y sin atreverse nunca a cuestionar la veracidad fáctica de la Biblia».
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)