Acabamos de concluir nuestro Capítulo General, donde consideramos nuestra Congregación y su vocación en la Iglesia y en la Diócesis de Christchurch (Nueva Zelanda), donde el obispo había decretado su expulsión.
La carta adjunta expresa las convicciones de nuestra Congregación.
Esto no es una tarea que abrazamos a la ligera. Hemos considerado la seguidilla de posibles castigos que la jerarquía pueda usar contra nosotros: todos en verdad mentalmente aterradores, pero apuntalados en el conocimiento que la jerarquía ha roto la línea de mando, lo que los hace humanos, y espiritualmente nulos. Pero cuando el honor de Nuestro Señor está en juego, el silencio se hace una forma de traición. Por tanto, emprendemos esta labor con temor en el corazón, pero con firme convicción, deseando solamente defender el Santo Nombre de Jesucristo y la pureza de Su Esposa, la Iglesia.
«En suma, a todo aquel que me reconociere y confesare por Mesías delante de los hombres, yo también le reconoceré y declararé por él delante de mi Padre que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos» (Matth. 10, 32-33).
CONGREGACIÓN DE LOS HIJOS DEL SANTÍSIMO REDENTOR
REDENTORISTAS TRANSALPINOS
Carta abierta a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles católicos del Capítulo General de la Congregación de los Hijos del Santísimo Redentor, realizada en Papa Stronsay, Escocia
Santa Teresa del Niño Jesús, 3 de Octubre – San Gerardo Mayela, 16 de Octubre de 2025
Queridos fieles,
¡Viva Jesús, amor nuestro, y María, esperanza nuestra!
Es con pesar de corazón y gran tristeza que os escribimos. Lo que nos une es nuestro gran amor por nuestra Santa Madre, la Iglesia Católica y Esposa de Jesucristo, por la cual los mártires derramaron su sangre y los santos dieron sus vidas. Es este amor el que nos fuerza a expresar una dura verdad, pero esencial (Luc. 12, 4-9).
Tal como vosotros, también apreciábamos una gran esperanza por muchos años. Creímos que era posible vivir como hijos fieles de la Tradición dentro de la Iglesia moderna. Creímos que las antiguas y hermosas tradiciones de nuestra Fe, en particular la Misa Latina de siempre, serían justamente regresadas a nosotros. Esto nos dio esperanza, especialmente durante los tiempos de Benedicto XVI. Esperábamos confiados que podríamos practicar la Fe de nuestros padres en la Iglesia. ¡No sabíamos cuán equivocados estábamos!
Durante años de pruebas y experiencia hemos llegado a la desafortunada conclusión que la Fe Católica Tradicional, la Fe de siempre y de los santos, es incompatible con la nueva Iglesia moderna, fruto del Concilio Vaticano II. Ellas simplemente no pueden coexistir en un mismo cuerpo.
Puesto que apreciábamos y honrábamos la Misa Latina Tradicional, y no podemos abandonar la Santa Misa de siempre y de los santos, esta nueva Iglesia no nos quiere. Por nuestra fidelidad, hemos sido considerados obstinados, difíciles y rebeldes; anticuados y engañados en una acrimonia sin fin.
Esta carta apela a todos los que sienten que algo está tremendamente mal en la Iglesia, o que piensan que la nueva Iglesia y la Fe inmutable pueden coexistir pacíficamente. ¡Ay! Permitidnos declarar la triste verdad que nuestra experiencia muestra claramente que esto es imposible. Seguramente, esta nueva Iglesia asombraría a todos los santos Papas que declararon una y otra vez que el Indiferentismo religioso es un gran muy grande, absolutamente incompatible con la Fe Católica.
Os decimos que no queremos con el silencio ser cómplices de esta destrucción en marcha de la Iglesia. Debemos hablar en algún momento, ¿y qué mejor momento que ahora? Después de 17 años como una comunidad dentro de las estructuras de la Iglesia, hemos sido continuamente aislados y acosados. Más especialmente en estos últimos años, el obispo de Christchurch nos ha hecho ser como la escoria o el desecho de la tierra. Por sus numerosos Decretos y recurso a Roma, él ha buscado expeler a nuestros monjes de la diócesis. Él quiere tener quince vocaciones locales perpetuamente exiliadas de sus familias y de su patria. Os lo decimos ahora, deberes más altos los prohíben. Mientras haya al menos una sola alma que nos pida el Santo Sacrificio de la Misa, los Sacramento o ayuda espiritual, con la gracia de Dios no los abandonaremos. El Buen Pastor nos urge a dar nuestra vida por Sus ovejas, y mantener afuera al lobo hambriento. Es nuestro deber en caridad, en teología y por Derecho Canónico.
¿Por qué? Porque la línea de mando ha sido rota. La autoridad en la Iglesia es ministerial (servir a Nuestro Señor), no absoluta (hacer lo que le plazca): nos obliga porque está obligada a Cristo, al depósito de la Fe, al constante Magisterio. Cuando un superior se aparta de su propia obediencia a Cristo Rey, su mandato ya no es el mandato de Cristo sino el gesto de un hombre (Suma Teológica, parte II-IIæ, cuestión 104, art. 5). Estos eclesiásticos desobedecen a Dios. Y entonces, habiendo roto la cadena del mandato de Dios, intentan invocar la obediencia religiosa para materias que merman a la Iglesia, y le quitan la Santa Misa. Tolle Missam, Tolle Ecclésiam – Quitad la Misa, y destruiréis la Iglesia (Lutero). ¡No! Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.
Y por ende, luchando con todas nuestras fuerzas por nuestra profunda comunión con la Santa Madre Iglesia, nuestro deber ante Nuestro Señor Jesucristo y hacia las almas demanda que:
Repudiemos Amóris Lætítia, que permite la Sagrada Comunión a las parejas que viven en pecado.
Repudiemos la persecución de Traditiónis Custódes a la Misa y a los católicos.
Repudiemos Fidúcia Súpplicans, que permite la bendición de las parejas homosexuales.
Repudiemos el “Documento sobre la Fraternidad Humana”, que declara que Dios quiere todas las religiones.
Repudiemos la falsa teología de “iglesias hermanas” y la “comunión parcial”.
Repudiemos a los falsos pastores que procesionaron triunfantes al ídolo de la Pachamama en [la basílica de] San Pedro.
Repudiemos la disculpa de Francisco por el católico heroico que arrojó ese ídolo al Tíber.
Repudiemos el látigo de la indiferencia religiosa en Nueva Zelanda y a través de la Iglesia.
Repudiemos el acto de los obispos de Nueva Zelanda de cerrar las iglesias y negar los sacramentos, en cobarde sumisión a la opresión de la Covid-19.
Repudiemos que el obispo de Christchurch recibiera sus cenizas el Miércoles de Ceniza del obispo anglicano de Christchurch.
Repudiemos la corrupción de los niños, y el escándalo dado a los inocentes por medio de malos programas catequéticos.
Repudiemos la doctrina de Francisco de que todas las religiones son como diferentes idiomas, y que pregunte: «¿Mi Dios es más importante que el tuyo?».
Repudiemos el silencio de aquellos obispos que no hablaron contra esa traición de la Fe.
Repudiemos la Iglesia Sinodal como distinta de la Iglesia Católica divinamente constituida.
Repudiemos la actual destrucción y humillación de nuestra Santa Madre la Iglesia.
Repudiemos a los que atacan o socavan la Iglesia en su dogma, moral, sacramentos, o disciplina con un nuevo culto del hombre.
A los que lean esto: ¿Cuánto durará todo este sinsentido?
Cueste lo que nos costare, debemos decir con el Apóstol: ¡Anatema!
«Pero aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, si posible fuese, os predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema. Os lo he dicho ya, y os lo repito: Cualquiera que os anuncie un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema» (Gál. 1, 8-9).
¡No quedéis silentes! ¡Defended la Fe de nuestros padres!
- «Aunque todas las gentes obedezcan al rey Antíoco, y todos abandonen la observancia de la ley de sus padres, y se sometan a los mandatos del rey, yo, y mis hijos, y mis hermanos obedeceremos siempre la ley santa de nuestros padres» (1 Macabeos 2, 19-20).
- «Contra esto está lo que se dice en Act. 5, 29: Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres. Ahora bien: a veces los preceptos de los superiores van contra Dios. Luego no se les debe obedecer en todo» — Santo Tomás de Aquino (Suma Teológica, parte II-IIæ, cuestión 104, art. 5).
Expécta Dóminum, Viríliter Age et Confortétur cor tuum.
Aguarda al Señor, y pórtate varonilmente; cobre aliento tu corazón (Sal. 26, 14).
Gáude, María Virgo… Regocíjate, ¡oh Virgen María!, porque tú sola has vencido a todoas las herejías en el mundo entero.
Firmado
P. Miguel María F.Ss.R.
P. Antonio María F.Ss.R.
Hno. Nicodemo María F.Ss.R.
Hno. Pablo María F.Ss.R.
Hno. Domingo María F.Ss.R.
P Magdala María F.Ss.R.
P. Martín María F.Ss.R.
Hno. Javier María F.SS.R.
Hno. Alfonso María F.Ss.R.
P. Seelos María F.Ss.R.
P. Celestino María F.Ss.R.
Hno. Rafael María F.Ss.R.
Hno. Maximiliano María F.Ss.R.
Hno. Carlos María F.Ss.R.
Hno. Dámaso María F.Ss.R.
Hno. Bogomil María F.Ss.R.
Hno. Francisco María F.Ss.R.
Hno. Ernesto María F.Ss.R.
Hno. Jacinto María F.Ss.R.
Hno. Gabriel María F.Ss.R.
Hno. Dimas
Hno. Jorge María
Hno. Ignacio María
Hno. Luis María
Hno. Zaqueo María
Hno. Gerardo
Hno. Guillermo
Isla Monasterio Gólgota, Papa Stronsay, fuera de Stronsay, KW17 2AR, Islas Órcadas, Escocia, Reino Unido