Las liturgias siríaca y maronita tienen una oración que el sacerdote dice al final de la Divina Liturgia (como el Pláceat tibi en los ritos occidentales), que en siríaco comienza con las palabras ܦܽܘܫ ܒܫܠܳܡܳܐ (Push bshlama, Queda en paz); la despedida en siríaco, y cuyo texto latino es el siguiente:
LITURGIA SIRÍACA
Mane in pace, Altáre sanctum et divinum Dómini: néscio utrem revértar ad te, necne. Præstet Dóminus mihi, ut te vídeam in Ecclésia primogenitórum cœlésti, et super hoc testaméntum fidúciam hábeo. Mane in pace, Altáre sanctum et propitiatórium, Corpúsque sanctum et Sánguis propitiatórius, quæ ex te suscépi, sint mihi ad expiatiónem delictórum et remissiónem peccatórum, et ad fidúciam coram throno terríbili, Dómini Dei nostri, in sǽcula. Mane in pace, Altáre sanctum et mensa vitæ, et deprecáre pro me misericórdiam a Dómino nostro Jesu Christo, ut núnquam cessem memóriam tui serváre, ex hoc nunc et úsque in sǽcula sæculórum [Queda en paz, ¡oh Altar santo y divino del Señor! No sé si pueda volver a ti o no. Confiando en este Testamento, que el Señor me haga digno de volver a verte en la Iglesia celestial de los primogénitos. Queda en paz, ¡oh Altar santo y propiciatorio! Que el Cuerpo y la Sangre de redención que de ti recibí sean para mí expiación de mis delitos y remisión de mis pecados, y confianza ante tu terrible trono, ¡oh Señor Dios nuestro!, en los siglos. Queda en paz, ¡oh Altar santo y mesa de la vida!, e impetra para mí la misericordia de Jesucristo nuestro Señor, para que nunca cese de acordarme de ti, desde ahora y por los siglos de los siglos]. Amen (Eusebio Renaudot, Liturgiárum orientálium colléctio, tomo II, pát. 29).
LITURGIA MARONITA
Mane in pace, Altáre sanctum, et ad te revértar in pace. Oblátio, quam ex te sumpsi, prosit mihi ad remissiónem debitórum, et indulgéntiam peccatórum, útque coram throni Christi ábsque reátum et sine confussióne assístam. Néscio utrum revértar, áliamque oblatiónem offérram super te, vel ne, ignóro [Queda en paz, ¡oh Altar santo!, y a ti regrese en paz. Que la oblación que de ti recibí me aproveche paravla remisión de mis deudas e indulgencia de mis pecados, para que me presente ante el trono de Cristo sin condena y confusión. No sé si pueda regresar, e ignoro si podré para ofrecer sobre ti otro sacrificio, o no]. Amen (Canónigo José Asemani, Codex litúrgicos Ecclésiæ Univérsæ, libro 4.º, parte II, Suplemento, págs. 224. Una versión similar se encuentra en Cardenal Juan Bona, Rerum Liturgicárum, libro 2.º, cap. XX, § 3).
Tales oraciones tendrían sentido solo ante la hipótesis de que la Iglesia, no como Cuerpo Místico de Cristo, sino como institución y estructura (clérigos, fieles, predios, cargos, órganos y oficios, incluyendo la Sede de Pedro) puede ser tomada por el enemigo interno (INFILTRADO), esto es, los clérigos impostores liderados por los falsos papas; y de que el Santo Sacrificio de la Misa sea abolido para ser remplazado por una nueva y herética liturgia.
Al contrario, si creyésemos la promesa de Mateo XVI, 18 en un sentido continuista y/o neogalicano/pseudotradicionalista, como si significara que la Antiiglesia jamás podría tomarse las estructuras de la Iglesia verdadera partiendo de falsos papas usurpadores y/o que los nuevos ritos eran igual de santificantes que los antiguos, ESTAS ORACIONES SERÍAN TAN REDUNDANTES COMO PEDIRLE A DIOS QUE CONSERVE LA HUMEDAD DEL AGUA O LOS CUATRO LADOS DE UN CUADRILÁTERO.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)