Reflexión de João Christian Franco. Traducción propia.
¡DIOS! ¡PERDÓNANOS EL MAL QUE HICIMOS A LOS JUDÍOS!«Estamos hoy conscientes de que, en el curso de muchos y muchos siglos, nuestros ojos se hallaban tan ciegos que ya no éramos capaces de aún ver la belleza de Tu Pueblo Elegido (el Pueblo de Israel), ni de reconocer en su rostro los rasgos de nuestros hermanos privilegiados. Comprendemos que la señal de Caín esté escrita en nuestra frente. En el curso de los siglos estaba nuestro hermano tirado ensangrentado y en llantos por causa de nuestra falta, porque habíamos olvidado tu amor. Perdónanos la maldición que injustamente habíamos atribuido a su nombre de judío. Perdónanos el haberte crucificado por segunda vez en ellos en su carne, porque no sabíamos lo que hacíamos» (De la “Revista Eclesiástica Brasileña”, Diciembre de 1966, fasc. 4.º, págs. 995 y 996. Negrillas fuera del texto).
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VERDADES QUE DESTACAR
1) Nunca vi, ni oí o leí una fórmula más herética, impía, blasfema, judaizante, subserviente y –digo más– absurda, ilógica, aviesa e INVERSA a la realidad de los hechos.
2) No es que Roncalli fue tan solamente herético; ¡es mucho peor!: ¡ÉL MISMO INVIRTIÓ LA REALIDAD EN 180 GRADOS!
3) Primero que, ya en el título, hay una flagrante y clamorosa mentira: no fuimos nosotros los que hicimos mal a los judíos. Al contrario, ¡son 2 mil años de deicidio, martirio, genocidio, crímenes, persecuciones, hostigaciones, conspiraciones, privaciones, expoliaciones, cristofobia, eclesiofobia, y todo tipo de odio y maquinaciones de los judíos contra nosotros los católicos!
4) Segundo, que los judíos son los ciegos obstinados. Así está en la Biblia, en la literatura sagrada, en el entendimiento común e incluso en la fórmula de la oración del Viernes Santo, en la cual pedimos que les sea removido el velo que los ciega y les impide reconocer a Nuestro Señor Jesucristo como el Mesías prometido y esperado. ¡No para Roncalli! Para él, nosotros los cristianos somos los ciegos por no reconocer a los judíos como el pueblo elegido, los benditos, los privilegiados, los alter Christus crucificados nuevamente por nosotros.
5) Lo tercero que le atribuye él a los judíos es el atributo de la “belleza”. ¿Qué belleza? ¿Es posible disociar la belleza de la bondad y la verdad? ¿Cómo puede ser el pueblo de la belleza el pueblo de la mentira, del error, de la apostasía, del deicidio y la maldad?
6) Roncalli se refiere a los judíos como el “pueblo elegido”. ¡Inverdad ululante! Los israelitas fueron el pueblo elegido (¡no los judíos!). La Iglesia es el nuevo, verdadero y eterno Israel. ¡Los cristianos son el pueblo elegido de Dios! Los judíos son la sinagoga de satanás, el pueblo del diablo.
7) ¡“Hermanos privilegiados”!… ¡¿Cómo puede caber tanto fraude, estelionato, capciosidad y ardid mentiroso en apenas dos palabras?! ¡Los judíos no son nuestros hermanos, sino nuestros verdugos! Somos los hijos de la Mujer, y ellos el retoño de la Serpiente. Hay una enemistad intransponible entre una y otra raza, puesta por Dios mismo. Si mucho, son nuestros hermanos FRATRICIDAS, así como Caín fue hermano fratricida de Abel. Solo los católicos (léase Papistas) son nuestros verdaderos hermanos.
Como si no fuese suficiente, Roncalli se ha referido a ellos como “hermanos mayores”, ahora fue más allá de su exageración y arrojo herético, llamándolos “hermanos privilegiados”. ¡Venga! Si son nuestros hermanos mayores, ¿a quién cabe la primacía en el orden religioso y político? Desde siempre, ¿no eran los hermanos mayores los herederos de las bendiciones y de las promesas?
Yendo más allá, llamándolos “privilegiados”, Roncalli reconoce a los judíos algo ya presentado en el Talmud, a saber: el derecho a la supremacía racista de los judíos en el nuevo mundo mesiánico novusordista creado por –Dios mío, ¡qué coincidencia!– ellos mismos. A nosotros los cristianos, en ese proyecto concebido según los cánones noájidas, cabría la opción de judaizarse, aceptando la condición de ciudadanos de segunda categoría y adeptos de una sub-religión vergonzosa y sometida al judaísmo, o, en caso de resistencia honrosa y fiel al Cristianismo, la criminalización y pena capital consecuentemente a lo establecido en las Siete Leyes de Noé.
8) Como si fuese poco, Roncalli sigue diciendo que nosotros los cristianos cargamos la señal de Caín. Es decir, los cainitas somos nosotros, los cristianos. Ya los judíos cargan, ppr consiguiente, dice Roncalli (de forma implícita), la señal de Abel, de preferidos por Dios, siendo ellos nada más y nada menos que los abelitas, tan perseguidos e indulgentes para con los envidiosos y ofensivos y cristianos/cainita𝐬.
9) Roncalli enfatiza que los judíos son nuestros hermanos tirados y ensangrentados y en llantos por causa de nuestras faltas. Aquí, él no solo invierte diabólicamente el sentido de la Parábola del Buen Samaritano, contradiciendo diametralmente lo que fue dicho y enseñado por Nuestro Señor Jesucristo al referirse a los judíos como los hipócritas indiferentes de la víctima moribunda socorrida por el samaritano, sino, para más inri, imputa a nosotros los cristianos el crimen de (repito: no solo de omisión de socorro) ser los causantes del asalto y los ataques sufridos por el “nuevo moribundo” que, en su visión, son los judíos. Para Cristo, los judíos niegan socorro al desvalido atacado por malhechores. Para Roncalli, nosotros somos los malhechores que atacan a los pobres e inocentes judíos. Esto es mucho peor que la mera lectura invertida de la Parábola del Buen Samaritano.
10) Roncalli osa afirmar que nosotros, los cristianos, INJUSTAMENTE atribuímos a los judíos el mote de MALDITOS. Ahora, esta atribución es bíblica, tradicional y una constante en la literatura teológica. ¿Cómo no pueden ser malditos aquellos que rechazaron y mataron la propia bendicion en Persona, que es Nuestro Señor Jesucristo?
11) Finalmente, Roncalli se vale de la oración del propio Cristo en el Calvario, invirtiéndola 180° en su sentido proferido por el Divino Redentor. Son los judíos los que no saben lo que hacen matando a Cristo y matando a su Esposa, la Iglesia y los cristianos. Para el impostor Juan XXIII, la víctima son los judíos y no Cristo; y los verdugos somos nosotros los cristianos, no ellos los judíos. ¡Nada más diabólico!
12) Conclusión: Roncalli es el “papa” de la judaización de la Iglesia. Es el “papa” que desnaturalizó la Iglesia, inoculando en su estructura un espíritu judaizante, noájida, anticristiano y anticrístico. Roncalli es el responsable por retirar las estructuras de la Iglesia del camino católico y colocarlas en los caminos que van en el sentido contrario, inverso y avieso al Catolicismo genuino. Nunca un súperheresiarca fue tan lejos en su obsecuencia judaica y judaizante, y en su deshonestidad para pervertir y subvertir el orden católico inmutable.
La fuente del texto de Roncalli se encuentra en The Catholic Herald (Inglaterra), pág. 1, viernes 14 de Mayo de 1965:
ResponderEliminarhttps://web.archive.org/web/20140302203528/http://archive.catholicherald.co.uk/article/14th-may-1965/1/our-eyes-have-been-cloaked
Muchas gracias, dilecto hermano. Queríamos saber de la fuente original de ese texto de Roncalli, que los modernistas trataban de bulo. Para que sufran ahora…
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