La Navicella (Antoniazzo Romano, siguiendo a Giotto di Bondone. Madera transferida a lienzo. Museo del Pequeño Palacio Papal de Aviñón).
«El trabajo de los discípulos en el gobierno de la nave, y el viento que les era contrario, designan los diferentes trabajos de la Santa Iglesia, la cual se esfuerza por llegar al reposo de la patria celestial como a puerto seguro en medio de las olas contrarias del siglo y de las embestidas de los espíritus inmundos. Y muy bien se hace notar que la nave estaba en medio del mar, y que Jesús estaba solo en la tierra, ya que no pocas veces la Iglesia no sólo se halla afligida por las persecuciones de los Gentiles, sino que parecería, si fuere posible, abandonada temporalmente por su Redentor. He ahí aquella exclamación de la Iglesia cuando, acosada por las olas y las tempestades de sus pruebas, pide auxilio y protección, gimiendo y clamando: “¿Por qué, Señor, os mantenéis lejos de mí, desdeñándome en la necesidad y la tribulación?” (Ps. IXb, 1). Aprópiase también las palabras del enemigo que la persigue, añadiendo los siguientes versículos del mismo Salmo: “Porque él dice para sí: ‘Dios todo lo olvida, y vuelve su rostro para no ver nunca nada’” (Ps. Ibid., 11). Con todo, “Él no olvida la oración de los pobres” (Ibid., 12), ni aparta su rostro de los que esperan en Él, antes por el contrario, ayuda a los que pelean a fin de que puedan vencer, y corona a los vencedores. Por lo cual aquí se dice manifiestamente que vio a sus discípulos mientras se fatigaban remando: “Les vio el Señor trabajando en el mar”, aunque Él estaba en tierra. Porque si bien parece que de momento difiere el auxiliar a los atribulados, con todo no deja de fortalecerlos con su mirada para que no desfallezcan en las tribulaciones. Y aun algunas veces les socorre manifiestamente, como si Él anduviese sobre las aguas y calmase las olas tempestuosas».
SAN BEDA EL VENERABLE, Libro 2.º, cap. XXVIII, Comentario sobre el cap. VI del Evangelio de San Marcos, tomo IV. Divino Oficio, lecciones 7.ª, 8.ª y 9.ª de las Maitines del Sábado después de Ceniza. Traducción de Dom Alfonso María de Gubianas y Santandréu OSB, Breviario Romano, vol. I, págs. 487-488. Barcelona, Editorial Litúrgica Española S. A., 1936. Nihil Obstat de la orden por Dom Remigio Aixelá OSB S. Th. D., censor de la Orden, e Imprimátur por Dom Mauro Etcheverry OSB, Abad general de la Congregación Subiacense, el 27 de Noviembre de 1935. Nihil Obstat diocesano por Agustín Mas Folch CO, censor, e Imprimátur por el Ilmo. Sr. Dr. Don Manuel Irurita Almándoz, Obispo de Barcelona y Mártir de la Fe, el 3 de Diciembre de 1935.
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