"Jesucristo se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de Cruz!" (Filipenses, 2, 8).
Santa Francisca Romana
   
Santa Francisca Romana veía siempre a su lado al ángel custodio. Éste
 se avergonzaba y se apartaba cuando ella cometía una falta, o cuando 
escuchaba conversaciones profanas. Jesús y María conversaban 
familiarmente con ella. ¿Admiras estas mercedes? Sin embargo, hay algo 
más admirable en la vida de Santa Francisca: su humildad y su 
obediencia. Por obedecer a su marido, en el acto abandonaba sus 
ejercicios de devoción. Es -decía- "dejar a Dios por Dios". Murió en 
1440.
    
MEDITACIÓN SOBRE LA OBEDIENCIA
I. Cuarenta años vivió Santa Francisca con su marido sin que hubiera 
entre ellos la menor disensión, porque no tenía ella otra voluntad que 
la de él. ¿Quieres conservar la paz en tu familia y en tu conciencia? 
Obedece a los superiores que Dios te ha dado. Ve en ellos la persona de 
Jesucristo; deja tus placeres, tus pasatiempos, para hacer su voluntad 
en todo lo que no sea contrario a la ley de Dios. Tu obediencia será 
siempre recompensada.
    
II. Estás con frecuencia melancólico, nunca está tu espíritu tranquilo; ¿sabes la causa? Es porque no obedeces, o porque lo haces de mala gana; no sometes tu voluntad a la de aquellos que tienen derecho a mandarte. Para adquirir esta virtud, debes renunciar a tu voluntad propia; cosa difícil es, pero puedes lograrlo. ¡Qué feliz será tu vida, si no tienes otra voluntad que la de tus superiores!
    
III. Es preciso, además, que sometas tu juicio al del que te manda: no es cosa de los inferiores el discutir las órdenes de los superiores, a menos que tengas razones para creer que son contrarias a la ley de Dios. Jesús obedecía a María y a José, ¿y tú no puedes someter tu juicio al juicio de tus superiores? Nunca estarás contento, tu obediencia carecerá de vigor y de mérito, si no te habitúas a obedecer sin discutir lo que se te ordena. "Aquél que aprendió a obedecer bien, no discute las órdenes que recibe". (San Gregorio)
    II. Estás con frecuencia melancólico, nunca está tu espíritu tranquilo; ¿sabes la causa? Es porque no obedeces, o porque lo haces de mala gana; no sometes tu voluntad a la de aquellos que tienen derecho a mandarte. Para adquirir esta virtud, debes renunciar a tu voluntad propia; cosa difícil es, pero puedes lograrlo. ¡Qué feliz será tu vida, si no tienes otra voluntad que la de tus superiores!
III. Es preciso, además, que sometas tu juicio al del que te manda: no es cosa de los inferiores el discutir las órdenes de los superiores, a menos que tengas razones para creer que son contrarias a la ley de Dios. Jesús obedecía a María y a José, ¿y tú no puedes someter tu juicio al juicio de tus superiores? Nunca estarás contento, tu obediencia carecerá de vigor y de mérito, si no te habitúas a obedecer sin discutir lo que se te ordena. "Aquél que aprendió a obedecer bien, no discute las órdenes que recibe". (San Gregorio)
La obediencia. Orad por la paz.
   ORACIÓN
Oh Dios, que entre otros dones de vuestra gracia, habéis concedido a 
la bienaventurada Francisca, Vuestra sierva, la merced de conversar 
familiarmente con su ángel custodio, haced, benignamente, que, por el 
auxilio de su intercesión, merezcamos entrar un día en la sociedad de 
estos espíritus bienaventurados. Por J. C. N. S. Amén.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)