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martes, 30 de junio de 2020

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA TRIGÉSIMO

Dispuesto por el Padre Félix Sardá y Salvany y publicado en Barcelona por la Tipografía Católica en 1879, con aprobación eclesiástica.
   
MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
   
 
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, oh buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
   
DÍA 30º – DEMOS HOY GRACIAS AL SAGRADO CORAZÓN POR LOS BENEFICIOS QUE ESPERAMOS RECIBIR EN LA GLORIA
    
I
 
Las misericordias que dispensa el Señor acá en la tierra a sus criaturas no son más que pálida sombra de las inefables que reserva para ellas en la eternidad feliz. El Cielo ha de ser nuestro estado perfecto, y allí será realizado el ideal más perfecto de dichas que pueda forjarse ahora el hombre en sus más lisonjeros ensueños. O mejor, será tal nuestra dicha, que ni en la más pequeña proporción le es dado imaginarla a la humana fantasía. Si una gota sola de sus consuelos que derrame hoy el Señor en nuestro corazón basta para que olvide éste sus mayores tristezas y quebrantos, ¿qué será anegarlo en aquel mar sin fondo de bienandanza y de paz? Si unos vislumbres que de su perfección y belleza ha querido dejar el Autor de lo criado en algunas de sus criaturas, y que el arte inspirado por Él reproduce en sus obras maestras, así nos enajena el alma, ¿qué será ver cara a cara a la suprema Belleza y perfección, que abiertamente y sin velos se comunica a sus elegidos? Allí la salud sin el menor riesgo de enfermedad o molestia; allí la vida sin la dolorosa perspectiva de una muerte próxima o lejana; allí el amor sin tibieza ni desfallecimiento; allí la fiesta perpetua del alma sin tregua en el regocijo. El Aleluya glorioso que allí se canta no es como acá, mezclado con los gemidos de la persecución o con los gritos de combate. Ni se vence allí con fatigas y trasudores, sino que pacíficamente se reina. Vivir con lo que significa de más absoluto la palabra vida; gozar con lo que tiene de más puro y embriagador la palabra goce; amar con la mayor plenitud y alcance que es dado concebir en la palabra amor. He aquí lo que me promete Dios; he aquí lo que me reserva.
 
¡Gracias, Corazón de mi amado Jesús, gloria de los bienaventurados, sol esplendente de la felicísima ciudad de Dios! Gracias por esos dones que por Vos esperamos, y que mediante vuestra gracia y nuestras buenas obras estamos seguros de poseer.
    
Medítese unos minutos.
   
II
   
Alza, alma mía, alza los ojos a ese cielo azul tachonado de estrellas por la noche y de día radiante la claridad; álzalos y contempla allí tu patria, el dulce hogar de tu padre, la mansión feliz que en breve, muy en breve, si, va a ser tu patrimonio. Esa región maravillosa de paz, de felicidad y eterna bienaventuranza, con sus Ángeles y Santos, con la Reina gloriosa de ellos, María, con la Humanidad resplandeciente de Cristo, con la augusta majestad de la Trinidad Beatísima, todo, todo es para ti. Ensancha tu corazón, dilata hasta los más remotos confines de tu imaginación, sé codiciosa hasta donde quepa creerlo a tu más exigente anhelo; todo excederá tus esperanzas, todo sobrepujará tu ilusión. No bienes perecederos que la muerte arrebata; no amores inconstantes que la edad marchita y la ausencia entibia; no fortuna incierta y veleidosa que a la menor vicisitud se cambia; nada de eso con que prometiéndote el mundo hacerte feliz te hace profundamente desgraciada, nada de eso será tu recompensa. Contempla la grandeza de tu porvenir, lo magnífico de tus esperanzas. Enciéndete en ardor de poseerlas, y rinde gracias mil al Corazón Divino cuya es la gracia que te las ha de proporcionar.
 
¡Oh Sagrado Corazón de mi buen Jesús! No quiero aguardar a que reciba vuestro soberano don para mostrarme agradecido. El hijo que lee consignado en el testamento de su padre su heredamiento, no espera a darle las gracias a que esté ya en posesión del patrimonio. No, aquélla página en que se le promete, equivale ya para él a un título de posesión. Y esta página la habéis escrito Vos repetidas veces en vuestro testamento, y en ella cien veces me habéis nombrado a mí, gusanillo infeliz, heredero de vuestra gloria. ¡Gracias, soberano Señor, gracias! Os las tributamos, aquí rendidas y amorosas en este día de vuestro devoto mes, y anhelamos todos los aquí presentes reunirnos con Vos en el Cielo para cantárosla allí en unión del Padre y del Espíritu Santo, a quien sea toda alabanza, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
 
Medítese, y pídase la gracia particular.
   
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
   
¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: «Venid a Mí…, Aprended de Mí…, Pedid, llamad…». A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
    
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
   
LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
       
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
      
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
      
Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
    
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
   
℣. Jesús, manso y humilde de Corazón.
℟. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
  
ORACIÓN
¡Oh Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón!: haz que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.
   
Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)