Vexílla Regis

Vexílla Regis
MIENTRAS EL MUNDO GIRA, LA CRUZ PERMANECE

LOS QUE APOYAN EL ABORTO PUDIERON NACER

LOS QUE APOYAN EL ABORTO PUDIERON NACER
NO AL ABORTO. ELLOS NO TIENEN LA CULPA DE QUE NO LUCHASTEIS CONTRA VUESTRA CONCUPISCENCIA

NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN
No hay forma de vivir sin Dios.

ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

martes, 29 de julio de 2025

MODO DE HACER LA ORACIÓN MENTAL

Es cierto que sin la ayuda divina nada podemos hacer por nuestras almas. Dios también ha declarado que las gracias se conceden solo a quienes las piden: «Pedid, y se os dará» (Matth. 7, 7). Buscad, y se os dará; por lo tanto, como dice Santa Teresa, quien no busca, no recibe. De ahí que sea opinión común de los Santos Padres, con Santo Tomás, que sin la oración es imposible perseverar en la gracia de Dios y salvarse. Pero quien ora está seguro de la ayuda de Dios; tenemos su palabra, infalible, repetida tantas veces en los sagrados Evangelios:
  • Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Marc. 11, 2).
  • Todo aquel que pide, recibe» (Luc. 11, 10).
  • De cierto, de cierto os digo: Si pidiereis algo al Padre en mi nombre, os lo dará» (Joann. 16, 23).
Dios concede todo lo que le pedimos en el nombre de Jesucristo. Si, pues, deseamos ser salvos, debemos orar con humildad y confianza, y sobre todo con perseverancia.

FORMA DE HACER LA ORACIÓN MENTAL
Por San Alfonso María de Ligorio

I. En la PREPARACIÓN se pueden realizar los siguientes actos: Dios mío, creo que estáis aquí presente y os adoro con todo mi corazón. En este momento merezco arder en el infierno por mis pecados; oh Dios mío, me arrepiento de haberos ofendido; perdonadme. Padre Eterno, concededme luz en esta meditación para que pueda aprovecharla.



Luego rezad un Ave María a la divina Madre, y un Gloria al Padre, etc., en honor de San José, de vuestro ángel de la guarda y de vuestro santo patrono.

II. Luego, lee la MEDITACIÓN [ya sea de la Escritura u otra lectura espiritual]; sin embargo, durante la lectura, detente en aquellos pasajes donde el alma se nutre; y procura realizar actos de humildad, de agradecimiento, especialmente de contrición y amor, de resignación y entrega. Di: «¡Oh, Señor! Disponed de mí como queráis; ayudadme a saber todo lo que requerís de mí: deseo complaceros en todo». Debemos dedicarnos especialmente a hacer peticiones, pidiendo a Dios que nos conceda la santa perseverancia, su amor, luz y fuerza, que tanto necesitamos para hacer su santa voluntad y para orar siempre. 


III. La CONCLUSIÓN se hace así: Nos proponemos evitar algún pecado en particular en el que caigamos con más frecuencia. Concluiremos rezando un Padrenuestro y un Avemaría, y nunca olvidemos, en la meditación, encomendar a Dios las almas del Purgatorio y a todos los pobres pecadores.

MÉTODO PARA HACER ORACIÓN MENTAL
por San Alfonso María de Ligorio

Debemos observar que San Alfonso hace que la práctica de la oración mental sea sencilla, clara, fácil y no menos fructífera. Gracias al método que enseña, este ejercicio, indispensable para quien desea santificarse, está realmente al alcance de todos. Desea que todos aprendan a meditar. Recomienda encarecidamente que para este propósito se den instrucciones especiales a la gente.

La oración mental consta de tres partes: la preparación, la meditación y la conclusión. La preparación consta de tres actos: uno de fe en la presencia de Dios; uno de humildad, con un breve acto de contrición; y uno de oración para recibir iluminación. Diciendo lo siguiente, para el primero: «Dios mío, creo que estáis presente conmigo y os adoro con todo el afecto de mi alma». Para el segundo: «Oh Señor, por mis pecados merezco estar ahora en el infierno. Me arrepiento, ¡oh Bondad Infinita!, con todo mi corazón, de haberos ofendido». Para el tercero: «Dios mío, por amor a Jesús y a María, dasme luz en esta oración, para que pueda aprovecharla». Luego reza un Ave María a la Santísima Virgen, para que nos obtenga luz; y un Gloria al Padre, a San José, a tu ángel de la guarda y a tu santo patrón, para el mismo fin. Estos actos deben hacerse con atención, pero brevemente; y luego se pasa directamente a la meditación.

En la meditación siempre puedes usar algún libro, al menos al principio, y detenerte donde te sientas más conmovido. San Francisco de Sales dice que en esto debemos hacer como las abejas, que se posan en una flor mientras encuentran miel en ella, y luego pasan a otra. También debe observarse que los frutos que se obtienen con la meditación son tres: cultivar afectos, orar y tomar resoluciones; y en estos consiste el beneficio que se deriva de la oración mental. Después de haber meditado en alguna verdad eterna, y de que Dios haya hablado a tu corazón, debes también hablarle a Dios; y primero, cultivando afectos, ya sean actos de fe, de acción de gracias, de humildad o de esperanza; pero sobre todo, repitiendo los actos de amor y contrición. Santo Tomás dice que todo acto de amor nos merece la gracia de Dios y el paraíso: «Todo acto de amor merece la vida eterna». Cada acto de contrición obtiene lo mismo. Actos de amor son como estos: «Dios mío, ¡os amo sobre todas las cosas! ¡Os amo con todo mi corazón! Deseo hacer vuestra volunta. ¡Me regocijo de que seais infinitamente feliz!», y similares. Para un acto de contrición basta decir: «¡Oh Bondad Infinita, me arrepiento de haberos ofendido!» 

En segundo lugar, debes orar; pedirle a Dios que te ilumine, que te dé humildad u otras virtudes, que te conceda una buena muerte y la salvación eterna; pero sobre todo, su amor y su santa perseverancia. Y cuando el alma se encuentre en gran aridez, basta con repetir: «¡Dios mío, ayudadme! ¡Señor, tened piedad de mí! ¡Jesús mío, tened piedad!». Y si no haces nada más que esto, tu oración tendrá mucho éxito.

En tercer lugar, antes de terminar tu oración, debes formar una resolución particular; como, por ejemplo, evitar alguna ocasión de pecado, soportar una molestia de alguna persona, corregir alguna falta, y cosas parecidas.

Finalmente, en la conclusión, se realizan tres actos: primero, debemos agradecer a Dios por las inspiraciones recibidas; segundo, debemos tomar la determinación de cumplir con los propósitos que hemos hecho; tercero, debemos pedir a Dios, por amor a Jesús y a María, que nos ayude a mantener nuestro propósito. La oración concluye con la recomendación de las almas del purgatorio, los prelados de la Iglesia, los pecadores y todos nuestros familiares y amigos, por lo que podemos rezar un Padrenuestro y un Avemaría. San Francisco de Sales nos exhorta a elegir algún pensamiento que nos haya llamado especialmente la atención en nuestra oración, para que lo recordemos durante el resto del día.

De San Alfonso María de Ligorio, Preparación para la muerte, Trad. inglesa del Rev. Eugenio Grimm, Padres Redentoristas, Brooklyn Publishers (1926), pág. 445. Imprimatur + Cardenal Patrick Hayes, 1926.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios deberán relacionarse con el artículo. Los administradores se reservan el derecho de publicación, y renuncian a TODA responsabilidad civil, administrativa, penal y canónica por el contenido de los comentarios que no sean de su autoría. La blasfemia está estrictamente prohibida, y los insultos a la administración constituyen causal de no publicación.

Comentar aquí significa aceptar las condiciones anteriores. De lo contrario, ABSTENERSE.

+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)