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NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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miércoles, 5 de agosto de 2009

CARTA PROFÉTICA DE MONS. RICHARD WILLIAMSON (5- V- 2003 A.D.)

Queridos amigos y benefactores:

Como era previsible y previsto, Roma no deja en paz a la Sociedad San Pío X. Como dijera un Cardenal de la Iglesia Nueva, “No podremos tener paz mientras la SSPX haga lo suyo”. Sea por la zanahoria o por el palo, la Iglesia Nueva tiene que hacer descarrilar a la SSPX de algún modo, no importa lo numéricamente insignificante que pueda ser la Sociedad San Pío X; de lo contrario, tarde o temprano, lo que la SSPX representa hará descarrilar la Nueva Iglesia, como ya está ocurriendo.

En las últimas semanas, salieron volando desde Roma dos rumores: uno, en el sentido de que 3 de los 4 obispos de la SSPX serán “re-incomulgados” en una Misa Tridentina pública a ser celebrada por Monseñor Castrillón en una de las basílicas mayores de Roma, el sábado 24 de mayo; el otro, en el sentido de que el Indulto de la Misa Tridentina será extendido a todos los Sacerdotes católicos antes de concluir este año calendario 2003. Si la intención de Roma es que estos rumores se hagan realidad o si Roma puede hacerlos realidad, quizás solo Dios lo sabe. Sea lo que sea, ambos rumores son de tal naturaleza que presionan a la SSPX y ya que muchos más rumores del mismo tenor podrían ser disparados para sacar de su quicio a la sociedad, hemos de mantener bien firme nuestro juicio católico. A riesgo de decir una vez más cosas que ya he dicho, incluso muchas veces, permítaseme tratar de explicar por qué aun si Roma está pareciendo extremadamente generosa, la Sociedad San Pío X debe ser extremadamente precavida.

La raíz del problema radica en la “modernización” de la Iglesia Católica lanzada o al menos, manifestada en la década de 1960 por medio del Segundo Concilio Vaticano (1962-1965), cuyos 16 documentos revolucionaron la enseñanza católica y por la Misa del Nuevo Orden (1969), que revolucionó la práctica eclesiástica en su esencia, o sea, la liturgia de la Misa. Puesto que aquello en lo que la Iglesia no puede cambiar son los principios católicos, los modernizadores pretendieron y todavía pretenden que la actualización no modificó nada esencial. Sin embargo, los “católicos” modernizados guardan tan poca semejanza con los católicos pasados de moda, que el cambio fue obviamente esencial y si se recapitula, el Vaticano II y la Nueva Misa evidentemente estaban sentando las bases de lo que pretendía ser una nueva religión.

Ahora, la vieja religión centrada en Dios y la nueva, centrada en el hombre, se contradicen mutuamente y así como en último término toda guerra es religiosa, la antítesis entre religiones solo puede significar guerra. Los conciliaristas tienen para con la nueva fe el deber de arrancar de cuajo la vieja Fe y destruirla, en tanto que los católicos tienen el deber de rechazar y condenar la nueva religión falsa junto con toda su pompa y sus obras. Por esto es que poco después del Vaticano II, los conciliaristas pretendieron que era el Concilio más importante de la historia de la Iglesia, mientras un pequeño número de católicos denunciaba que era el que introducía los principios anticatólicos del mundo moderno en la Iglesia Católica. Del mismo modo, en 1969, el Papa conciliarista Pablo VI pretendió que la vieja Misa había acabado, mientras un puñado de Obispos y sacerdotes católicos la mantenían viva, notablemente- pero no exclusivamente- Monseñor Lefebvre y la SSPX que él fundara.

Aquí radica el meollo del problema que nunca hay que perder de vista. Estamos ante una guerra entre dos religiones que solo puede concluir con la muerte de una o de la otra. Los católicos deben pelear esta Guerra con las armas de la Verdad. Los conciliaristas pueden luchar con todos los medios que tengan a su alcance. Por justo castigo de Dios a la tibieza de muchos católicos, a los conciliaristas les fue permitido ocupar prácticamente todas las posiciones de poder e influencia dentro de la estructura de la Iglesia y las han aprovechado al máximo para establecer su nueva religión.

No obstante, los católicos tuvieron y tienen la Verdad de su lado, que “es poderosa y prevalecerá.” Los conciliaristas no lograron impedir que Monseñor Lefebvre denunciara el Vaticano II y salvara la vieja Misa. Hasta ahora, han demostrado ser incapaces de impedir que la SSPX de Monseñor siga haciendo lo mismo. Pero la supervivencia de su nueva religión depende de destruir a esa vieja religión que demuestra claramente la falsedad del Vaticano II y de la Nueva Misa. En consecuencia, tienen que destruir a la Sociedad San Pío X, quebrarla, dejarla minusválida o corromperla, pues por ahora constituye la resistencia más ampliamente organizada contra el conciliarismo.

Una estrategia obvia de los de Roma es tan vieja como los montes: “divide y reinarás”. De aquí el primer rumor, pretendiendo que tres de los cuatro Obispos de la Sociedad piensan de una manera, en tanto que el cuarto piensa de otra. Pero, primero uno y después otro de los tres obispos afirmó que todo era un disparate y el tercero sin duda también lo hubiera declarado así públicamente, pero probable-mente no podía ser molestado. (En cuanto al cuarto, ¡ése fue el que acaparó la publicidad!) Y, si tal como lo presentó el rumor, Roma cree que el 70% de los sacerdotes de la Sociedad San Pío X estarían felices de ser “re-incomulgados” junto con los supuestos tres obispos, entonces Roma conoce a nuestros sacerdotes tan poco como a nuestros obispos.

El Segundo rumor representa otra estrategia, también vieja como la cigarra: “cólmalos de ternura”, esto es, la promesa de conceder en 2003 la precondición exigida por la Sociedad en el 2001 para entablar negociaciones con Roma, o sea, permitir a todos los sacerdotes emplear libremente el viejo rito de la Misa. Ahora, que Roma pueda avanzar con semejante promesa ante las narices de la oposición de una importante proporción de los obispos conciliares del mundo, resulta más que incierto. Pero si lo lograra, la Sociedad simplemente se regocijaría, porque el uso irrestricto del verdadero rito de la Misa implicaría un flujo de gracia cada vez mayor para toda la Iglesia a medida que los sacerdotes se percataran del tesoro que han vuelto a poner sus manos. Sin embargo, incluso si Roma también “re-incomulgará” a los cuatro obispos de la Sociedad, la otra precondición del año 2001 -pues la Sociedad se involucró en el 2001 solamente para iniciar negociaciones para reconciliarse con esta Roma- es casi seguro que los conciliaristas entonces van a insistir en que la Sociedad, de una u otra forma, reconozca el Vaticano II, cosa que no puede hacer la Sociedad San Pío X. Los mismísimos documentos de ese Concilio y no solamente sus consecuencias desastrosas saturan la nueva religión.

Pero la estrategia de “colmar de ternura” tiene ventajas reales para Roma. ¿Y si suponemos que Roma pasara por encima de sus propios obispos y declarara unilateralmente, “la Sociedad San Pío X ¡sencillamente se reconcilió con Roma y ha sido readmitida en la Iglesia con sus cuatro obispos sin condiciones ni exigencias”!? ¿Qué haría entonces la Sociedad? Si rehusara resultaría verdaderamente grosera. Pero si aceptara, acabaría nuestra protectora marginación actual y se produciría un cúmulo de contactos contaminantes con “católicos” que, no comprendiendo en absoluto el problema del conciliarismo no comprenden en absoluto el catolicismo verdadero. Esto podría implicar el fin de la Sociedad San Pío X en la defensa de la Fe.

Tal propuesta de Roma podría ser improbable o imposible pero, para dejar minusválida a la Sociedad, podría ser la cosa más hábil a hacer. De todos modos, destaca el problema central y crucial. Incluso si los de Roma hablaran exactamente el mismo lenguaje que la Sociedad San Pío X, aún, por su religión modernista, las cosas no querrían significar lo mismo. Por lo tanto, la “reconciliación” sería verbal, pero no real y la Sociedad habría perdido la protección de su presente marginación.

Entonces, ¿Por qué siquiera pensar en sentarnos a negociar nada con los de Roma? En primer lugar, “ocupan la silla de Moisés” (Mat XXIII, 2), así que ejercen una inmensa influencia sobre la salvación eterna o la condenación eterna de millones de almas. Segundo, junto con esta misma inmensa responsabilidad, tienen que salvar sus propias almas y alguno que otro puede ser precisamente capaz todavía de aprovechar el contacto con católicos anti-conciliares. Es por esto que Monseñor Lefebvre todo el tiempo mantuvo contactos con los de Roma, hasta mayo de 1988.
Sin embargo, estos contactos finalizaron con las consagraciones episcopales aquel junio cuando, como dijera Monseñor, Roma demostrara con sus actos tal descuido por las almas que el problema habia salido decisivamente del terreno diplomático para desplazarse hacia el dogmático. Así que toda vez que un Cardenal Castrillón Hoyos insista ahora en la diplomacia está, desde nuestro punto de vista, estropeando cualquier contacto incluso antes de que comience. Puesto que si la Sociedad fuera a negociar alguna cosa que no fuera el dogma, los resultados demostrarían ser fatales para la Fe, como justamente se ha visto una vez más con los sacerdotes de Campos, en Brasil.

Pero ¿es posible que un dogma no elástico pueda ser siquiera concebido por mentes elásticas, para quienes las palabras carecen de todo significado que no sea elástico? Personalmente creo que hoy, el conjunto de las mentes está tan perdido en la fantasía que solo un Castigo las volverá a la realidad y, para hacerlo, habrá que quitar un gran número de almas de este mundo. Mientras tanto, oren, queridos lectores, para que la Sociedad San Pío X haga lo que Dios quiere de ella.

La especial insidia del conciliarismo por su aparente semejanza con el catolicismo será el tema principal de estudio en el Capítulo Doctrinal para hombres a llevarse a cabo en Winona este verano, desde el sábado 22 de julio hasta el 26 (pido disculpas por el error sobre estas fechas en el último folleto de retiros). El tema será arduo: tres de las principales encíclicas de Juan Pablo II: sobre Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; pero los libros del Profesor Dörmann serán nuestra clara guía. Estos libros se consiguen en la editorial Angelus Press.

Que en este mes de mayo imploremos especialmente la ayuda y la protección de la Madre de Dios y recemos el Rosario para ayudarla a obtener la salvación de millones de almas empantanadas en un mundo de confusión.

Con los mejores deseos, en Nuestro Señor Jesucristo,
† Richard Williamson

Traducción: Verónica Abad

Fuente: Stat Veritas

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