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lunes, 23 de septiembre de 2024

“TUCHO”: «SANTA TERESITA ERA LUTERANA» (Todo vale para defender a Međugorje y seguirle sacando dinero).


Durante la rueda de prensa presentando la vaticana “aprobación sin aprobar” del ‘Fenómeno de Međugorje’, cuyos únicos frutos visibles son EL DINERO Y LA DESOBEDIENCIA A LA IGLESIA Y SU JERARQUÍA (¿è vero, Chiara Amirante que le arrancaste a Bergoglio su «Yo salvé a Međugorje» para su oenegé de ella “Comunidad Nuevos Horizontes” y sus instalaciones costosas; provincia franciscana de Herzegovina en guerra con la Diócesis de Mostar y que llegaste a tener acciones y parte en la junta directiva de tres bancos croatas y bosniocroatas; y Paolo Brosio Marcacci que haces dinero con Međugorje después que no pudiste hacerlo más con las discotecas? Después de todo, el difunto Henryk Franciszek Hoser Zabłoński SAC y su sucesor Aldo Cavalli habían sido enviados allá solo para “cuestiones pastorales de la parroquia de San Santiago”…), el prefecto bergogliano de la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel “Tucho” Fernández Martinelli, arremetió contra la espiritualidad carmelita, especialmente San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús, en un intento de justificar los “mensajes” de la “Gospa”.

El vídeo, publicado en Twitter por Silére non possum, capta las siguientes palabras, que traducen lo siguiente:
«Algunos podrá todavía cuestionar esta elección de darle un nulla obsta general a los textos [mesoropolitanos], diciendo que si hay tantos textos doctrinalmente clarísimos que se pueden leer, ¿por qué leer estos mensajes poco precisos?, ¿no era mejor prohibirlos? Pero si hacemos así, ¿no estaríamos con muy poco para leer, incluso de autores espirituales más conocidos? ¿O nos quedarían solo textos muy precisos, pero con un gran empobrecimiento de la amplia riqueza espiritual de la Iglesia? Considerad que si tuviéramos que prohibir, por ejemplo, los textos de Santa Catalina de Siena, de Santa Teresita de Lisieux, o incluso de San Juan de la Cruz. Permitidme dar dos ejemplos:
   
El poema Llama de amor viva, de San Juan de la Cruz —que yo admiro, ¿eh?—, seguid este razonamiento. Dice textualmente: “mi alma en el más profundo centro, es su más pura e íntima sustancia”. El centro es la sustancia íntima del alma. Pero luego dice: “El infinito centro de la sustancia del alma”. Ya tenemos un problema, ¿no? Decir que el centro del alma es infinito. Pero luego dice una cosa aún más problemática, textualmente: “Este centro del alma es Dios”. Este centro, esta sustancia del alma es Dios. Si no se interpretan adecuadamente estos textos del santo doctor, lo haría a uno pensar que la sustancia del alma es Dios mismo, ¿no? ¿Parece un lenguaje preciso que no produce confusión?
   
Otro ejemplo, Santa Teresita. Santa Teresita, textualmente, dice: “No me apoyo en mis méritos, visto que no tengo ninguno —No tengo ninguno, ningún mérito—. Espero en Aquel que es la Virtud y la Santidad. Sólo Él, me elevará hasta Él y me cubrirá con sus méritos”. Este lenguaje, así, es luterano, ¿eh? Así, aislado del contexto, es luterano, ¿no?».
El poema “Llama de amor viva”, escrito por San Juan de la Cruz en quince días a petición de su dirigida Ana de Peñalosa, critica a los pseudodirectores espirituales, reafirmando contra ellos la primacía de la gracia y la contemplación divina sobre la acción y la meditación humana. Y Santa Teresita, en el manuscrito “A” de su “Historia de un alma”, reconoce que ella no pone su confianza en sus propios méritos adquiridos por sus propias obras sino en la gracia de Dios, que la ha elevado hacia la santidad e inspirado esas obras, lo cual, lejos de ser protestante, es plenamente ortodoxo y la misma liturgia lo dice toda vez que en varias oraciones se pide a Dios, bien que «et adjícias quod orátio non præsúmit» [de añadir por tu cuenta lo que la oración no osa pedir] (Misal Romano tradicional, Oración colecta del Domingo XI después de Pentecostés), bien «ut, quod nostris méritis non valémus, ejus patrocínio assequámur» [que por el patrocinio de tu santo consigamos lo que no podemos por nuestros méritos] (Misal Romano tradicional, Oración colecta del Común de los Santos Abades) o que «ut, qui nostræ justitiæ fidúciam non habémus, eórum, qui tibi placúerunt, méritis adjuvémur» [ellos, cuyos méritos Te fueron agradables, nos ayuden a cuantos no confiamos en nuestra justicia] (Misal Romano tradicional, Oración secreta de la Misa I del Común de los Santos Mártires fuera del tiempo pascual, Misa I), o el propio sacerdote diciendo: «et me fámulum tuum, quem, nullis suffragántibus méritis, sed imménsa cleméntiæ tuæ largitáte cœléstibus mystériis servíre tribuísti» [y a mí, siervo tuyo, que, no valido por mis méritos sino por tu inmensa clemencia, generosamente me concediste servir tus celestiales misterios] (Misal Romano tradicional, Oraciones diversas, Oración colecta por el propio sacerdote). E incluso, la Oración sobre el Pueblo de la Misa del V Domingo después de Pentecostés en los antiguos sacramentarios (y de la cual los modernistas han tomado para Oración sobre el Pueblo n. 22 en la 3. edición típica del Misal montini-bugniniano) dice: «ut quod méritis non præsúmit, indulgéntiæ tuæ largitáte percípiat [que sin presumir de nuestros méritos, nuestros ruegos obtengan tu misericordia]. Cosas que “Tucho” o no prestó atención, o no le enseñaron ni en el Seminario Mayor de Córdoba donde estudió para ser presbítero, ni en la jesuítica Pontificia Universidad Gregoriana donde se licenció en Teología bíblica, mucho menos en la Universidad Católica de Argentina donde hizo doctorado en Teología con una tesis sobre la relación entre conocimiento y vida en San Buenaventura y cuyo rector fue gracias a su amigazo Bergoglio y a pesar de las objeciones de la otrora Congregación para la Doctrina de la Fe en tiempos ratzingerianos.
   
Cuestionado por Infovaticana, “Tucho” (quien años atrás dijo: «con los criterios actuales habrían expulsado incluso a San Luis Gonzaga y a los más grandes santos de nuestras estructuras») quiso aclarar que él le explicó cuidadosamente a los periodistas que los “mensajes” de la “Gospa” se deben comprender en su contexto. «Y que si no las ponemos en su contexto, también las frases de los doctores de la Iglesia se pueden entender mal, como por ejemplo en los casos de san Juan de la Cruz y Santa Teresita. Y finalmente aclaré que el Papa en su exhortación había explicado bien el sentido correcto de esa expresión de Santa Teresita», aludiendo a “C’est la confiance” (en latín “Est útique fidúciæ”), la exhortación publicada en ocasión del sesquicentenario (150.º aniversario) del nacimiento de la santa de Lisieux.

Acto seguido, aprovechó para señalar que ella «es la santa que más amo y fui párroco precisamente de la parroquia Santa Teresita». “Tucho” había sido párroco de Santa Teresita del Niño Jesús en Río Cuarto (Argentina) entre 1993 y 2000.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)