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lunes, 21 de mayo de 2018

FRAY LUIS DE GRANADA CONTRA EL TALMUD

DE LAS MENTIRAS, FALSEDADES Y DESVARÍOS DEL TALMUD
 
MAESTRO: Por lo que hasta aquí habemos tratado, habréis entendido cuán convencida queda la ceguedad de los incrédulos mediante el testimonio de las santas Escrituras. ¿Pues qué será, si además de las Escrituras halláremos otra probanza tan clara como la de ellas?
   
CATECÚMENO: ¿Cómo puede eso ser? ¿Hay cosa más cierta que la palabra de Dios, y la lumbre de la fe, que estriba en ella?
 
M.: Así es como decís. Mas con todo eso acordaos que como la lumbre de la fe es de Dios, así también lo es la de la razón, que Él imprimió en nuestras ánimas: por la cual se dice haber sido criado el hombre a imagen de Dios. Y aunque esta lumbre natural no iguale con la sobrenatural en certidumbre de lo que testifica; mas todavia tiene claridad en lo que entiende: la cual no cabe en la fe (porque fe es como cimiento del edificio, que no se ve) y esta claridad alegra y aquieta mucho los entendimientos. Pues por esta lumbre natural verá cualquier hombre de razón la ceguedad de los que creen las fábulas y mentiras de su Talmud como si fuesen sagrada Escritura.

Para lo cual habéis de saber, que en tiempo del Papa Benedicto XIII (Pedro de Luna, antipapa) un famoso Médico del mismo Pontífice, doctísimo en toda la doctrina de los Hebreos, se convirtió a nuestra santa fe, y le fue puesto por nombre Jerónimo de Santa Fe. Descando pues su Santidad alumbrar las ánimas, y sacarlas de las tinieblas de sus errores, mandó a este su Médico que escribiese un libro en el cual por testimonio de las santas Escrituras mostrase ser ya el Mesías venido, y ser este Cristo nuestro Salvador. Hizo esto él con toda diligencia. Y no contento con esto, escribió otro tratado también por mandado de su Santidad, en el qual refiere muchas de las falsedades y vanidades y fábulas de los libros del Talmud. Los cuales libros el Reverendísimo Arzobispo de Goa, D. Gaspar Jorge de Leão Pereira, de santa memoria, trasladó poco ha (año 1565) de lengua Latina en Portuguesa para luz y doctrina de las ánimas ciegas que en aquellas partes hay. Y en esta lengua andan estos dos libros impresos. Y de este segundo tratado (que refiere las falsedades del Talmud) determiné yo sacar aquí algunas cosas, para que por ellas se vea claro la ceguedad en que vive la gente que tales cosas cree. Este Talmud, (que quiere decir doctrina), compusieron los maestros de los hebreos cuatrocientos años después de la Pasión de nuestro Redentor. Y dicen ellos que esta es otra Ley que fue dada a Moisés por palabras. Y como fingen otras cosas sin probarlas, así también fingen ésta, que ni por razón ni por autoridad se prueba. Esta escritura es mayor [en tomos] que diez veces nuestra Biblia: además de las glosas, así antiguas como nuevas, que se han hecho sobre ella, que son muchas. Y los instruidores de este Talmud, por mejor afirmar y fundar sus ordenaciones y yerros, mandan en diversos lugares que todas las cosas por ellos ordenadas tengan tanta fuerza como las mandadas por Dios en la ley de Moisés. Y, demás desto ponen pena de muerte a quien negare alguna cosa de las escritas por ellos, no poniendo esta pena a los que contradijeren las palabras de la Ley de Dios.
   
Mas antes que comience a referir las falsedades de este libro, quiero que se acuerde el Cristiano lector que no hay maldad en el mundo que no se pueda creer de un ánima desamparada de Dios; mayormente si es enemiga y blasfema contra Cristo nuestro Salvador, que es la luz, y la puerta, y el camino para la verdad, sin la cual queda el hombre sin camino, y sin luz, y sin verdad, y así caerá en mil maneras de barrancos y despeñaderos. Y añado más: Que como entre las pasiones y apetitos de nuestra carne, el más furioso sea el que sirve a la generación humana, de aquí es que los hombres vacíos desta gracia vienen a caer en torpezas feísimas y abominables. He dicho esto porque este libro del Talmud (como libro compuesto por gente ajena del espíritu de Dios y de su gracia) contiene cosas tan torpes y tan sucias, que yo no me atrevo a referirlas por no ofender las orejas castas con cosas tan feas. Y porque no parezca increíble lo que aquí se dice, alega este autor en cada cosa el libro y el capítulo, y el principio de él; para que se vea que no finge cosa que allí no esté. Y dado caso que aquí lea cosas vanísimas y ridículas, pídole por caridad que detenga la risa y apareje las lágrimas para llorar la ceguedad de gente que tales cosas cree como dichas por Dios.
     
Y comenzando por lo que toca al conocimiento de Dios, están tan errados en esto los Talmudistas que, unas veces le quitan el poder, y otras el saber, y otras la verdad, y otras la santidad y justicia. Y así en un libro suyo que se llama Berachot, en el capítulo primero reparten la noche en tres partes, y en cada una de ellas dicen que Dios brama como un león diciendo: “¡Ay de mí, que destruí mi casa, y quemé mi templo, y cautivé a mis hijos entre las gentes del mundo!”. Y en el mismo capítulo dijo Rabí José: “Entré una vez en una casa desierta en Jerusalén a hacer oración; y cuando salí, encontré a Elías, el cual me saludó diciendo: Paz a ti, maestro. Yo le respondí: Paz a ti, Maestro, Señor. Y él me dijo: Hijo, no solamente dice eso Dios una hora, mas todos los días lo dice. Y también en la hora que Israel entra en las sinagogas, y responden a la oración, repela Dios su cabeza, y dice: Bienaventurado es el Rey que así lo glorifican sus hijos en su casa: mas ¡ay del padre que cautivó sus hijos! y ¡ay de los hijos que fueron cautivos y alejados de la mesa de su padre!”. Hasta aquí son palabras del sobredicho capítulo. Vean pues ahora todos cuán gran blasfemia sea esta: la cual ata las manos a Dios y le quita el poder, y le sujeta al hado. Asimismo, como le quitan el poder le quitan el saber, y le atribuyen cosas vanísimas. Y así en el libro llamado Havodá Sará, preguntando en qué se ocupaba Dios, responden que en las tres primeras horas del día se pone Dios a estudiar la ley; y en las tres siguientes, se asienta a enseñar a niños que murieron de poca edad; y en las otras tres se asienta a juzgar todo el mundo; y en las tres postreras, está jugando, holgando y riendo con el dragón llamado Leviatán. Esto hace de día. Y preguntando qué hace de noche, responden que cabalga sobre un querubín muy ligero, y visita diez y ocho mil mundos. Esto hace después de la creación del mundo; mas antes que lo criase se ocupaba en edificar mundos y deshacerlos. Véase pues cuántas locuras y disparates se contienen en todas estas palabras. Dicen también en el Berachot, en el capítulo primero, que después que se destruyó el Templo, no quedó a Dios en todo el mundo mas que cuatro codos de espacio para estudiar Halajá, que es lección del Talmud: y así dicen que en las tres primeras horas del día se asienta a estudiar en el Talmud. Véase pues cuán grande dislate sea este.
  
Asimismo le quitan la verdad. Porque en Bavá Metziá, en el capítulo que comienza Mecá Haboet, dice Rabí Ismael: “Grande cosa es la paz; pues Dios dijo mentira por poner paz entre Abrahán y Sara”.
 
No faltaba aquí sino poner en Dios pecado: y no dejan de ponerlo, según que dicen en Hullín en el capitulo que comienza Elloé Terrephot, sobre el texto del Génesis donde se dice que crió Dios dos grandes lumbreras. Porque sobre este paso dicen una patraña la más ridiculosa y necia que se pudiera imaginar. Porque dice Rabí Simeón, que en la hora de la creación la luna y el sol eran iguales, y pareció la luna delante de Dios, y díjole: “Señor, ¿es bien que dos Reyes se sirvan de una corona?”. Por esto mandó Dios que fuese disminuida la claridad de la luna. Dijo entonces ella muy sentida de este agravio: “Señor, ¿por haberte yo dicho lo que estaba en razón, me has apocado?”. Entonces Dios por alagarla y contentar le dijo: “No tomes pena por eso: porque el sol no parecerá sino de día; y tú parecerás de noche y de día”. Mas ella no se contentó con esto, mas antes dijo: “Señor, la candela delante del sol, ¿qué aprovecha?”. Díjole entonces Dios: “Yo haré que mi pueblo de Israel haga sus cuentas en tus meses”. Con todo esto no se contentó la luna, hasta que Dios se dio por culpado, y mandó a Moisés que en fin de cada luna hiciesse sacrificio de un bode (cabrón), porque Dios fuese perdonado de este pecado. Y esto prueban por el capitulo 28 del libro de los Números, donde manda Dios que este animal se ofrezca por los pecados. Consideren ahora los que tienen juicio, si es cosa para llorar, ver gente de razón obligada a creer so pena de muerte mentiras tan prodigiosas.
 
Así mismo dicen en Bavá Batraá, en el capítulo que comienza Hamor, que Rabá, hijo de Rabhaná, iba por un camino; y díjole un acemilero: “Muéstrame el monte de Sinaí. Yo fui con él, y oí allí una voz que decia: ¡Oh mezquino, ay de mí, que hice juramento! ¿Y quién me absolverá?”. Y después que tornó a su estudio, contó lo dicho a sus maestros: los cuales le reprehendieron diciendo: “En la hora que oíste esa voz, hubieras de decir: Señor, yo te absuelvo de este juramento”. Y glosa Rabí Salomón diciendo que este juramento de que Dios pedia absolución, era el cautiverio de Israel. ¿Puede ser mayor locura que ésta?
 
Son también los Talmudistas tan desvergonzados, que se atreven a inventar glosas contrarias a la ley de Dios. Por donde en Sanedrín, en el capítulo que comienza Arbamitot, y sobre las palabras del Levítico (cap. 20) que dicen: “No darás de tu simiente cosa que se consagre al ídolo Moloc”, declaran ellos que, por cuanto el texto dice: No darás de tu simiente, se entiende que no peca el hombre sino cuando da un solo hijo a este ídolo; mas si se los da a todos, no peca. Y por cuanto dice el texto: No darás, se entiende que no hay pecado sino cuando el padre da su hijo al sacerdote de Moloc para que haga el sacrificio; mas si el mismo padre lo hace, no peca. Y que si el hombre hace sacrificio de su padre o de su hermano al sobredicho ídolo, no peca.

Ítem, en el mismo libro y en el mismo capitulo dicen: “El que adora ídolos por amor o temor, no peca”. Y declara Rabí Salomón que por amor se entiende cuando algún Señor les ruega que los adore; y por temor, cuando le amenazaran si no los adora. ¿Pues quién no ve contradecir a esto toda la santa Escritura? Porque por amor de las mujeres Madianitas adoraron los hijos de Israel al ídolo de Fogor; y por este pecado mandó Moisés matar veinte y cuatro mil hombres; y Dios le mandó ahorcar todos los Príncipes del pueblo, porque no acudieron a remediar este mal. Y sobre todo esto si no fuera porque el sumo Sacerdote Finees aplacó a Dios, dijo el mismo Dios que hubiera de destruir todo el pueblo por este pecado. Y con estar todo esto escrito en el libro de los Números en el capitulo 25, vienen estos hombres blasfemos con su frente lavada a decir todo lo contrario de lo que Dios sentenció.
 
Asimismo no tienen vergüenza de contradecir a la santa Escritura: la cual alaba la casta fidelidad del santo José (Génesis 39) en no querer consentir con la maldad de su señora; mas ellos dicen en Hullín, en el capitulo que comienza Col-habacar, que José entró en la cámara de su señora con intención de pecar con ella; y que viro el Ángel Gabriel y castróle: y así se halló inhábil para el pecado. Esta glosa, además de ser fabulosa y loca, es manifiestamente contraria a la santa Escritura.
 
No contentos los Talmudistas con estas locuras, también se glorían en si mismos. Y así en el libro de Corá en el capitulo tercero está escrito que un Doctor llamado Rabí Simeón, hijo de Joaz, decia: “Yo soy tan digno y tan justo, que si yo quisiese, por mi bondad serían libres en el día del juicio todos los hombres que nacieron en el mundo desde el día que yo nací, hasta hoy; y si Alasár, mi hijo, fuese conmigo, podríamos librar del juicio todos los que nacieron desde el día que el mundo fue criado, hasta hoy; y si Jonatham, hijo de Husiel, fuese con nosotros, podríamos librar todo el género humano, desde el día de la creación del mundo hasta el fin”. Véase si es posible que el que esto decía, lo creía así; y ¿si dijera más uno de los que están atados en la casa de los orates, que esto? Y estas locuras obligan los Talmudistas a creer a la gente miserable, diciendo que cualquier hombre que escarneciere de alguno de los sabios del Talmud, o dijere mal de ellos es condenado a los infiernos. Y con estas amenazas espantan a la gente ruda y supersticiosa, para que crea mentiras tan monstruosas, y tales, que ni aun tras del fuego las osarían decir los niños cuando cuentan hablillas de viejas.
  
Y no contentos con ser blasfemos contra Dios, también hacen leyes perversas contra toda humanidad de justicia: y así dice Rabí Moisés de Egipto en el libro de Sopú en el capítulo quinto, que el que maldijere a su padre, o a su madre, no es culpado en cosa alguna; salvo si en la maldición nombrare alguno de los nombres propios de Dios. Y no solamente da licencia de maldecir a los padres carnales, contra el mandamiento de la ley de Dios, que dice: “El que maldijere a su padre, o a su madre, muera por ello” (Éxodo 21); mas también la da para maldecir al mismo Dios, conforme a lo que se dice en Sanedrín, en el capítulo que comienza Arba mihot: donde dice que el que maldijere a Dios, no tiene culpa, sino es cuando declara un nombre propio de Dios, que es Semhámephoras. Y si nombrare cuando maldice a Dios, con alguno de los otros sus nombres, que son, Adonai, Elohim, Sabaoth; que quieren decir, Señor, Justo, Dios de los ejércitos, no tiene culpa. Pues, ¿qué cosa más contraria a la justicia, y a la santa Escritura, y a toda razón, que esta? Ítem, dan licencia para matar sin pena alguna. Y así se dice en Sanedrín, en el capítulo que comienza Ellú que si alguno atare los pies y las manos de su compañero, y por esta causa muriere de hambre, el que lo ató, será libre de muerte. Mas si lo ató al sol, o al frío, y muriere, será culpado en la muerte. Y si lo ata y lo echa delante de un león, libre es de la muerte; y si lo echa delante de las moscas, es culpado en la muerte: y si lo echa en un pozo que tuviere escalera, y otro la quita, el que lo echó en el pozo, será libre.
 
Ítem, si diez hombres fueren contra otro hombre con diez palos y lo mataren, todos son libres.
 
Ítem, dice Rabí Moisés de Egipto en el libro de Suprin, en las lecciones de Sanedrín, en el capítulo nono, que si un malhechor fuere acusado delante los jueces, y todos a una voz lo sentenciaren a muerte, el tal sentenciado será libre de ella: porque es necesario que los jueces discuerden entre si, y que parte de ellos lo condenen, y parte lo absuelvan; y estarse ha por las más voces.
  
Ítem, dicen en el libro de Hullín que si Pedro dice un falso testimonio contra Martín, por el cual Martín es sentenciado a muerte; si antes de muerto se prueba la falsedad, morirá el acusador; mas si se prueba después de muerto, el acusador quedará libre. ¿Quién no ve ser estas determinaciones contra todas las leyes divinas y humanas?
  
Pues, ¿qué corazón habrá tan ajeno de toda humanidad, que por una parte no se espante leyendo esto, y por otra no llore viendo tantas ánimas obligadas so pena de muerte a dar crédito a cosas tan injustas, tan fabulosas y tan abominables? ¡Oh justicia de Dios, oh azote de Dios, que tal ceguedad permite por los pecados!
 
Pues volviendo al proposito, ¿qué os parece, hermano? ¿Cómo dábades crédito a cosas tan horribles, y tan contrarias, no solo a la santa Escritura, sino también a toda la lumbre de la razón con que Dios nos crió? Mas no faltará por ventura alguno que corrido de haber creído tales locuras, diga que nada de esto está en el Talmud. Esto no ha lugar poderse decir; porque el Autor que esto escribió, fue muy diligente en alegar el libro y el capitulo, y el principio de él en su misma lengua. Y demás de esto él escribió en Roma, y por mandado de su Santidad, donde hay Sinagogas y Maestros de esta secta, y no era posible ser un hombre tan loco y tan desvergonzado, que escribiese cosas que en presencia del Papa y de los Cardenales pudiesen claramente ser redargüidas. Así que en la verdad de lo dicho ningún lugar queda para dudar.
 
Catec.: Ahora que Dios me abrió los ojos para ver la luz de la verdad, veo más clara la falsedad y el engaño en que he vivido. Porque así como los que han estado mucho tiempo en una cárcel oscura y sucia, no sienten el mal olor de ella, por estar habituados a él; mas los que de nuevo vienen de aires puros y limpios, luego sienten este mal olor; así yo, habituado a creer estas fábulas y mentiras, no veía la falsedad de ellas: mas ahora con la luz de la verdad veo más claramente la falsedad de la mentira; y estoy corrido y avergonzado de mí mismo por haber creído tales cosas. Juntóse con esto haber nacido y criádome en ellas, y mamádolas en la leche, y heredádolas de todo mi avolorio hasta hoy: y esto me tenía cautivo y ciego en este engaño. Con esto se juntó la autoridad y excelencias de las santas Escrituras, que nosotros también recibimos; y a vueltas de estas verdades tan ciertas nos dieron a beber nuestros Doctores la ponzoña de estas mentiras: como lo hizo el perverso Mahoma, que engrandeciendo la dignidad y gloria de Cristo, trajo a su secta grán número de Cristianos: y no nos desayudó poco el menosprecio y manera de desgracia que nos muestran algunos de los Cristianos en muchas cosas; habiéndonos de atraer al conocimiento de la verdad con beneficios y buenos ejemplos. Porque esto nos hace recompensar una desgracia con otra: y juntamente con el aborrecimiento de las personas venimos también a aborrecer la religión que profesan. Por donde si ahora resucitara aquel que deseaba ser anatema de Cristo por salvar a sus hermanos (Romanos 9), con cuánta razón dijera aquello que él escribió: “¿Quién está enfermo, que yo no lo esté? ¿y quién se escandaliza, que yo no me abrase?” (II Corintios 11). No convertía el santo Apóstol los hombres de esta manera, sino haciendo mil manjares de sí, y haciéndose todo a todos los hombres, por hacer salvos a todos: ni despreciando los pecadores, sino llorando sus pecados.
 
FRAY LUIS DE GRANADA OP.  Introducción del Símbolo de la Fe, Parte cuarta, Tratado II, Diálogo 1º, Sección II, Capítulo XXII. En Obras del Venerable Padre Maestro Fray Luis de Granada, tomo XII. Madrid, Imprenta de Antonio de Sancha, 1789, págs. 276-288.

4 comentarios:

  1. La grandeza de Fray Luis de Granada queda patente en estos pasajes de inaudita fuerza. Conviene tenerlos bien presentes.

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  2. Estimados hermanos, ¿es enteramente válido el Bautismo conferido por la neoiglesia Conciliar o habría que repetirlo condicionalmente? Gracias

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    Respuestas
    1. Mientras se haga la ablución siguiendo la forma (en el Rito Latino, las palabras “Ego te baptízo in nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti” o su equivalente en vernáculo) y la intención de la Iglesia Católica, el bautismo es válido, así lo confiera un seglar (hombre o mujer), hereje, judío o pagano. Lo único es que el Sacerdote Católico debe completarlo con los exorcismos, unciones y las demás ceremonias faltantes.

      Si hay dudas graves sobre la aplicación de la forma, materia o intención, se debe repetir el bautismo, añadiendo a la forma la expresión “Si non es baptizátus, ego te baptízo &c.” (Si no estás bautizado, yo te bautizo...). Pero si es claro que éste es inválido (verbigracia, que el ministro diga: “Yo te bautizo en el nombre del Señor Jesucristo”, o que lo haga con algo distinto al agua), se deberá repetir el bautismo en forma ABSOLUTA por el Sacerdote Católico.

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  3. Muchas gracias por su respuesta.

    Podría decirse entonces que tengo hecho un bautismo INCOMPLETO.

    Procederé lo antes posible con un Sacerdote Católico, a completar el bautismo con los exorcismos y demás ceremoniales previos al sacramento.

    Dios le bendiga.

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