Noticia tomada de GLORIA NEWS.
Las meditaciones para el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo fueron escritas por el propio Francisco (quien, por segunda vez, no asistió al sitio, siendo remplazado por la nulidad del cardenal vicario Angelo de Donatis). Suprimió la 9.ª estación en la que Cristo cae por tercera vez bajo la Cruz e inventó una 11.ª estación del “grito de abandono de Jesús”. Los textos trataban más sobre la psicología y los sentimientos [¿del propio Francisco?] que sobre la Pasión de Cristo. Ejemplos:
- «Jesús, me doy cuenta de lo poco que te conozco, pues me cuesta entender tu silencio».
- «Jesús, nosotros también tenemos nuestras cruces que llevar. A veces, son realmente pesadas: una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una decepción amorosa, un hijo descarriado, un trabajo perdido, una herida que no cicatriza, un proyecto fracasado, la frustración de otra esperanza» (El enfoque en el “yo”, “mi”, “me” es omnipresente: «Uno mi cruz a la tuya, te traigo mi cansancio y mis preocupaciones, echo sobre ti toda carga de mi corazón»).
- «Imagino que, mientras besas la tierra fría y seca, piensas en el hombre, formado del polvo de la tierra». Francisco reza por «la única cosa que necesito, y es la capacidad de amar» [una capacidad que los narcisistas no poseen].
- Sobre la madre, Francisco dice: «Ves reflejados el tierno amor, las cálidas caricias y el cariñoso abrazo que te rodearon y sostuvieron desde tus primeros años».
- «¡Cuánto nos cuesta pedir ayuda, no sea que demos la impresión de que no estamos a la altura de las circunstancias! Qué esfuerzos nos tomamos para ponernos en la mejor luz, para dar un buen espectáculo!».
- Francisco condena los falsos juicios, las calumnias, las burlas y las condenas «sin necesidad de un desfile truculento: basta un teclado para vomitar insultos y condenas» [una referencia al Internet libre que Francisco odia de verdad].
- La Cruz soporta «todo el peso de la decepción, el fracaso y la humillación», «Me doy cuenta de ello cada vez que me siento abrumado, asediado e incomprendido; cuando me agobian las cargas de la responsabilidad y el trabajo, cuando me encuentro preso de la ansiedad y la desesperación».
- Sobre las mujeres de Jerusalén que lloran por Cristo: «¿Es mi propia oración capaz de lágrimas? ¿Me conmuevo cuando te contemplo, crucificado por mi causa, y contemplo tu amor suave y herido? ¿Me aflijo por mi hipocresía y mi infidelidad?».
- «Te miro, Jesús, despojado de tus vestiduras, y me doy cuenta de que me pides que me despoje de tantas cosas innecesarias".
- «Señor, no te bastó con perdonarnos, también nos disculpaste ante el Padre: “porque no saben lo que hacen”. Te pones de nuestro lado, te conviertes en nuestro abogado, intercedes por nosotros».
- «Hiciste esto [clamar a Dios] por mí, para que cuando sólo vea oscuridad, cuando experimente el derrumbe de mis certezas y el naufragio de mi vida, ya no me sienta solo, sino que me dé cuenta de que tú estás ahí a mi lado».
- Las primeras palabras de la meditación sobre la muerte de Cristo son: «¡Un criminal en el Paraíso!».
- A la Madre de Dios: «Mientras sostienes en tus brazos el cuerpo sin vida de Jesús, oyes una vez más las últimas palabras que te dirigió: He aquí a tu hijo. Madre, ¡yo soy ese hijo! Tómame en tus brazos y cura mis heridas».
- «Será verdaderamente Pascua si doy algo de mí a Aquel que dio su vida por mí».
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)