Los jesuitas españoles reactivaron el 25 de Abril de 2025 la causa de “beatificación” del sacerdote Manuel García Nieto.
En su momento, el presbítero Pedro Miguel Lamet Moreno escribió que
«Del padre Nieto cuentan que era tan horrorosamente feo –rostro deforme, andar renqueante, voz ronca– que a la hora de ser candidato para el sacerdocio sus superiores se plantearon si admitirlo o no, pues del Derecho Canónico aconseja que no se ordenen a los muy feos por el rechazo que esto puede suponer en los fieles. Nieto se limitó a presentar a su hermano que era más feo que él y fue admitido».
El “Padre Nieto”, como era conocido, nació el 5 de Abril de 1894 en la localidad de Macotera (Salamanca), hijo de Juan García Blázquez y María Antonia Nieto Sánchez.
Fue ordenado sacerdote en 1920 para la diócesis de Salamanca y trabajó los dos primeros como coadjutor en Cantalapiedra, y los otros cuatro como teniente de cura en la parroquia de Santa María de Sando y su anejo El Valejo. El 30 de Julio de 1926 ingresó en la Compañía de Jesús, haciendo el noviciado de Carrión de la Condes, para estudiar sucesivamente en Salamanca y Oña (Burgos) donde se dedicó a repasar teología.
Su primer y único destino fue el seminario jesuita de Comillas (Santander), donde ejerció de formador y director espiritual hasta el estallido de la Guerra Civil.
Fue detenido por los republicanos/comunistas el 12 de Agosto de 1936 y trasladado a Santander, donde vivió cinco meses escondido, llevando a cabo su labor pastoral a pesar del peligro.
Veinticinco de los detenidos en el seminario de Comillas fueron asesinados (ocho jesuitas, once sacerdotes y seis seminaristas).
En Enero de 1937, el padre Nieto obtuvo un salvoconducto para viajar a Vizcaya, donde permaneció escondido hasta Junio de ese año.
Tras la toma de Comillas por las tropas del generalísimo católico Francisco Franco en Agosto de 1937, el padre Nieto regresó al seminario de la localidad cántabra, donde trabajó como profesor hasta 1951, año en que se encargará exclusivamente de la dirección espiritual de los teólogos y de la Congregación Mariana.
«Me parece que la gente ve en mí lo que no hay. Ante Dios, me veo muy vacío», escribió el padre Nieto a uno de sus ocho hermanos.
Su fuerza estaba sobre todo en su profunda y continua vida de oración, su amor a la Sagrada Eucaristía y en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio que impartía sobre todo a sacerdotes durante los veranos. «Por nada del mundo cambiaría media hora de Sagrario», decía. «Un acto de amor de Dios vale más que la creación entera», o «hay que reventarse por Cristo».
Sufrió cuando la Universidad Comillas fue trasladada a Madrid en 1968 y sus métodos, en la vorágine del posconcilio, fueron cuestionados. Murió en Comillas el Viernes Santo 13 de Abril de 1974, cuando contaba con 80 años.
Fama de santidad la tuvo, Dios sabe que fue santo, pero no porque el Vaticano lo declare como tal.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)