Desde MILES CHRISTI
Mucho se habla de las “canonizaciones” de la secta del Novus Ordo. Incluso
hay quienes comentan ¿Por qué la Resistencia no reconoce a los santos
del Vaticano II? A fin de responder este interrogante y aclarar algunas
otras que puedan surgir de noticias como la “canonización” de Juan Pablo
II, hemos hecho una traducción del artículo 11 de la serie ¿CÓMO
EXPLICAR LAS CREENCIAS TRADICIONALES DE LA IGLESIA CATÓLICA?, publicado
originalmente en TRADITIO, sobre el tema de las Canonizaciones.
Hay quienes pregonan que las canonizaciones son sin duda “infalibles”.
Esta posición no es plenamente coherente con las enseñanzas de los
Doctores de la Iglesia, incluido el Doctor Universal, Santo Tomás de
Aquino.
En particular, el nuevo proceso de investigaciones para las canonizaciones
promulgado por Wojtyla/Juan Pablo II ha puesto en duda la credibilidad de las canonizaciones de la secta del Novus ordo.
De hecho, él proclamó muchos beatos y santos en cifras insólitas en la
historia de la Iglesia y de ese modo desvalorizó la veneración a los
santos. Todo ello en una época en que los
fieles de la neo-iglesia se han convertido en ignorantes supinos de los
grandes santos de la Historia de la Iglesia, como San Agustín y Santo
Domingo.
Existen actualmente serias dudas si
estos modernos
candidatos apresurados han sido escrutados suficientemente o si estos
grotescos errores ocurrieron por causa de estas investigaciones
apresuradas (que en otra época acostumbraban durar hasta siglos) y por
la preocupación de los “Políticamente Correctos”.
El 25 de Enero de 1983, en “Divínus Perfectiónis Magíster”,
Wojtyla/Juan Pablo II cortó con la inmemorial tradición de la Iglesia respecto al
riguroso proceso de escrutinio para las canonizaciones usado desde su predecesor el Papa Urbano VIII en 1640. Así, él instituyó un nuevo sistema de
canonización que se ha destacado por el trato a los candidatos no tanto por sus merecimientos espirituales (en el pasado esto conllevaba un proceso de largo tiempo de investigación, milagros y veneración) sino por su “rectitud política” para los tiempos modernos.
Anteriormente, las canonizaciones tenían en cuenta si el candidato tuvo
una probada virtud heroica y dio testimonio de la Fe aún con la muerte.
Hoy, lo que impera es la conveniencia para el modernismo.
El rol del Advocátus Diáboli (Abogado
del diablo o Promotor de la Fe) fue eliminado, y el número de milagros debidamente
sustentados se redujo a prácticamente ninguno. Las nuevas
normas eliminaron cualquier método para que las objeciones pudieran ser
libre y justamente sopesadas y conocidas por el postulador (que era
escogido por los solicitantes para la causa) para presentar en el caso
los elementos a favor y en contra del candidato en cuestión. En otras
palabras, un hombre que actúa como abogado para ambas partes (el
solicitante y el objetor), pero que ahora es nombrado por el demandante.
El abogado del diablo (promotor de la Fe), velaba porque se preservara
la imparcialidad del proceso y para que no se canonizara un fraude.
¿Qué es peor, incluso, perjudicial para
la causa de la Verdad? El
postulador, que usando una cláusula para eliminar los testimonios “inconvenientes”, es capaz efectiva y selectivamente de bloquear el
potencial daño que los testigos oculares puedan causar con el testimonio
negativo del candidato. Esta vaga cláusula de “inconveniencia” nunca fue parte de las normas tradicionales. Antes de que Wojtyla pervirtiera la doctrina Católica, la Iglesia
declaraba santos ÚNICAMENTE a cuantos mostraban un grado HEROICO de
santidad (no uno común, que consiste en el Estado de Gracia). Este grado
especial y eminente es llamado Estado de Perfección, cuando esta alma
es movida por el Espíritu Santo. Wojtyla abandonó esta exigencia
tradicional de la perfección heroica (cf. Vaticano II, “Lumen
Géntium”, cap. V).
Afortunadamente, los teólogos Católicos tradicionales, durante siglos, han proferido conceptos que rescatan en cada situación. LAS CANONIZACIONES NO SON INVARIABLEMENTE
UN ACTO DE INFALIBILIDAD PAPAL Y CIERTAMENTE NO SON UN MODO PRIMARIO DE EXPRESARLO. Santo Tomás de Aquino (Quódlibet IX, Cuestión 8, art. 16) sostiene que la
canonización es un caso intermedio (médium), y presenta la opinión de que el juicio de que la Iglesia no puede errar en esta materia es meramente UNA CREENCIA PIADOSA
(pie credéndum est), no un dogma. Otros teólogos aseguran que la canonización no es materia de Fe. San
Roberto Belarmino concluye que es altamente posible que el papa “pueda
errar en controversias particulares de hechos que dependen
principalmente de información y testimonios humanos”. Esta es exactamente la situación con la cual podemos encontrarnos en la iglesia post-Vaticano II.
El Angélico Santo Tomás de Aquino describe las canonizaciones como una
creencia piadosa, NO COMO DOGMA DE FE (por lo que puede ser suceptible
de errores). Idéntico parecer tiene San Roberto Belarmino.
Aparentemente, Juan XXIII y Pablo VI no
consideraban la canonización como algo infalible. Con todo, no habrían
abierto la caja de Pandora sino fuera por “descanonizar” a Santa
Filomena, que había sido venerada públicamente por varios santos y
Papas, y “descanonizar” a los 14 Santos
Auxiliadores (San Acacio, Santa Bárbara, San Blas, Santa
Catalina de Alejandría, San Cristóbal, San Ciriaco, San Dionisio de
París, San Erasmo, San Eustaquio, San Gil Abad, San Jorge, Santa
Margarita de Antioquía, San Pantaleón y San Vito), que han sido
venerados por millones de Católicos desde el comienzo de la Iglesia. Si la secta conciliar desea descanonizar los santos tradicionales, la estrategia contraria es el juego limpio:
LOS CATÓLICOS TRADICIONALES PUEDEN RESERVARSE EL JUICIO SOBRE LOS CANDIDATOS DE LA IGLESIA DEUTEROVATICANA.
Los 14 Santos Auxiliadores son invocados frente a muchas enfermedades y
peligros. Pero Pablo VI, aduciendo su “falta de historicidad”, los
eliminó del Martirologio en 1969.
Otra consecuencia del relajado proceso
de 1983 es que los nuevos antipapas básicamente han renunciado a su
función papal de dar una mera confirmación de la sentencia del obispo
local en nombre de la “colegialidad” del conciliábulo. Ese
obispo local, por supuesto, tiene pocos recursos para determinar los
hechos de una causa más allá de cualquier duda moral. Además, tiene un
conflicto de intereses en cuanto a cómo se beneficiará financieramente
de tener santos canonizados de su diócesis. En
el proceso anterior, la autoridad papal estaba plenamente comprometida
en la materia, por medio de la Sagrada Congregación de Ritos, de manera
que los actos previos del proceso de canonización podían juzgarse como
cercanos a la definición de infabilidad. Pero bajo el proceso de 1983,
el papa no ejerce de forma directa y completa su autoridad de Vicario de
Cristo. Así, la autoridad de las canonizaciones luego de esa
fecha no se acogen al marco de la autoridad papal, por lo que
ciertamente no implican la infalibilidad de éste. (P. Álvaro Calderón FSSPX, “Las canonizaciones en el Magisterio de ayer y de hoy”. Ed. Angelus, Junio de 2005
[XXVIII:6]).
¿La secta deuterovaticana ha
cruzado el límite en esta cuestión y, en efecto, ha anulado el mandato
de Dios expresado en su norma teológica positiva? Como puede verse, no
ha habido otra razón por la cual grupos significativos dentro de la
Iglesia han cuestionado, como nunca antes, la santidad de aquellos que
se supone son los santos del Novus ordo. La indefectibilidad de la
Iglesia no significa que grandes partes de la Iglesia jamás serán
destruidas. Esto significa que la Iglesia no será ANIQUILADA
COMPLETAMENTE. Por analogía, el dogma de la Infalibilidad no significa
que los maestros de la Iglesia jamás enseñarán contra la Verdad, por
ejemplo, mediante “canonizaciones” dudosas, sólo significa, entre otras verdades, que la
verdadera santidad Cristiana jamás será falsificada o silenciada por
entero.
Algunos como el Padre
Pío pudieron ser verdaderos Santos tradicionales, justamente
canonizados. Sin embargo, es aconsejable no tributarles veneración
pública por la falsa autoridad de una “canonización” por la secta del
Novus Ordo. El antiguo proceso estricto de examinar los
candidatos fue tan holgado por Wojtyla/Juan Pablo II, y por consiguiente
ha generado una corriente de dudosas “canonizaciones”, que el proceso de canonización en su totalidad ha
perdido, junto con su solemnidad, toda confianza en su autenticidad. Así,
que este o aquel santo “canonizado” por Juan Pablo II pueda estar, de hecho, en el Cielo -sólo
Dios lo sabe-, pero ciertamente no lo estaría por su “canonización”,
realizada por un papa conciliar que pueda asegurarnos al respecto.
Tampoco los Católicos se pueden sentir obligados a venerar a los “Santos” canonizados por el V-2. Quizá los errores factuales de las
canonizaciones conciliares sean enmendados por un futuro Papa
tradicional (cosa que es imposible humanamente hablando, dado que la
Apostasía hace mucho pasó el punto del no retorno -sólo queda esperar la
Parusía-). Pero, hay miles de santos
tradicionales, cuya veneración ha sido bien establecida y cuya
intercesión ante Nuestro Señor Jesucristo puede ser invocada por los
fieles Católicos romanos tradicionales con plena fe y confianza.
Comenta un sacerdote mexicano, de origen catalán, cristiano, católico y jesuita que llegó a éste blog por casualidad, mi nombre es Lluís Carbonell. Usted en nombre de la fe despotrica e insulta a aquellos que usted, en su ceguera, no soporta: su intolerancia, su odio y su aversión seguirán atormentando su alma; no sea fariseo y lea, de nuevo, el Evangelio. Usted cita a San Agustín y dice «Creer para saber», para creer es preciso tener fe y usted tiene miedo y no cree, por lo tanto, no tiene fe. Yo no soy nadie para juzgar sus actos ni sus pensamientos. Una iglesia tradicionalista nos condenará a la intolerancia y al odio que tanto se ha cosechado, conservo algunos puntos, pero usted debe entender, que el perdón, pero sobre todo, el amor al prójimo es la máxima virtud del buen cristiano. Olvide esas fanfarronerías hispánicas, siembre el mundo de Dios con amor, no con intolerancia. Lea con amor la palabra agustina, lea con amor el evangelio, lea con amor la palabra tomista; entienda que el mártir es mártir por amor, y eso no es ningún «mensaje del nuevo orden», todo ésto se predica en el evangelio y en los textos de los padres de la iglesia; perdone a los «rojos», perdone a los que piensen distinto a usted, perdóneme a mi. El buen cristiano no es el que se dice bueno, sino el que predica con el ejemplo. Sea cristiano de corazón, pero sobre todo, de acto; encuentre su fe, si no es que la ha olvidado, y vea que lo que usted comenta, tiene muy poco fundamento teológico-cristiano, y por lo tanto, es herético. Acepte su pecado y recuerde que Dios es misericordioso, nunca es tarde: ame a su prójimo y perdónelo. Sólo así conseguiremos el Reino de Dios. Prudencia y Respeto, es lo que necesitamos.
ResponderEliminarAMDG.
lluismcarbonell@gmail.com
Señor Lluís Carbonell.
ResponderEliminarUsted es el menos indicado a venir acá a decir que estamos insultando.
En primero: Decir la Verdad no es un insulto. Usted y su camarilla son los que insultan porque otro les dice la Verdad. ¿Acaso no la soporta, y por eso quiere acabar conmigo? ¡Eso es lo que hacen los rojos.
En segundo: ¿Quien dijo miedo? Al contrario, me sobra coraje para decir lo que digo acá. Y San Agustín dice "Si no creéis, no entenderéis". Porque para entender muchas cosas, se requiere la Fe (en especial en estos últimos tiempos).
Tercero: Dice usted "Una iglesia tradicionalista nos condenará a la intolerancia". Pregunto ¿Es intolerante combatir con la Verdad el error y la herejía? Y ¿Acaso esa "tolerancia" es dejar que la Fe se la lleven por delante en nombre de un "Amor al prójimo"?
Cuarto: Usted es descendiente de rojos, así que no puede venirme a hablar de perdón ni amor al prójimo, toda vez que su padre o su abuelo ¿o quién quite que usted mismo?, haya vociferado "Muerte a los curas", "Muerte a Cristo" en 1936. Y ahora venga a darse de víctima. A LOS ROJOS, ¡NI PERDÓN NI OLVIDO! Así clama la sangre hispánica y católica que sus camaradas hicieron correr en las calles de Barcelona, Madrid y Bilbao (por nombrar algunas de sus chekas).
Quinto: Busque en Google "Herejía" y "Dogma". Compare con una y otra lo que dice el Vaticano en los últimos 50 años. Yo no hablo herejía. Usted es el que lo hace.
Sexto: El que es mártir, lo es por amor, lo concedo, pero es por AMOR DE LA VERDAD, POR AMOR DE CRISTO. No por el mundo o por una malinterpretada "caridad".
Sí, yo no soy teólogo ni sé de teología, pero sí sé por quién es que me expongo a la muerte cada día. Me expongo por Aquél que dijo: "El que de Mí se avergüence ante los hombres, Yo me avergonzaré de él ante mi Padre".
DEO GRATIAS
Luis Carboncillo dice que no es nadie para juzgar y le dijo de todo al pobre dueño del blog. Muy bien siga asi de tolerante carboncillo encendido, eso si tolerante para con el error e intolerante para con la verdad.
ResponderEliminarLa caridad sin verdad no es verdadera caridad.
Comprendo que ser tradicionalista en el sentido que los son en este blog es consistente con una contradicción inherente, la Iglesia, de suyo es inerrante, en cuanto que auxiliada por el Espíritu Santo. Afirmar como ustedes suelen hacerlo que esta ha errado su camino equivale a decir que el Espíritu Santo, Dios Omnipotente, es o falible o impotente, pues se le ha señalado un límite a su acción.
ResponderEliminarQue además declararse sedevacantistas equivale a decir que hay una ruptura en la traditio de las llaves de Pedro y que por tanto las puertas el infierno pudieron contra la Iglesia.
Anónimo de 12 de Noviembre: Una cosa es hablar de "la Iglesia" y otra MUY DIFERENTE es de "los hombres de Iglesia". La Iglesia en sí misma es infalible, inerrable y santa por voluntad de Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo (como se desprende del Credo), a pesar de algunos de sus miembros.
ResponderEliminarAhora bien, respecto a los "hombres de Iglesia" (el Papa en particular), si se llega a predicar infalibilidad es POR SU OFICIO y SÓLO CUANDO HABLA EX CATEDRA SOBRE FE Y COSTUMBRES y MIENTRAS ADHIERA A LA ORTODOXIA Y ORTOPRÁXIS DE LA FE. Nótese bien que hablé de "infalibilidad", no de "inerrabilidad" y MENOS de "impecabilidad" porque como doctor privado, el papa puede incurrir en error y como ser humano, está expuesto a caer en pecado. Pero ello no le priva de su oficio a menos que su pecado sea contra la Fe (por Herejía, Cisma o Apostasía), caso en el cual queda depuesto de su dignidad y ministerio IPSO FACTO y sin fórmula de juicio. Y con estos años de Sede Vacante, hemos de decir no que hubo ruptura en la traditio, sino que las Llaves volvieron a su propietario, que es Cristo, aplicando lo escrito en Génesis 49, 10: "No será apartado de él su cetro, hasta que venga el Enviado".
Decir: "El Espíritu Santo es falible" o "el Infierno prevaleció sobre la Iglesia", hay herejía y blasfemia, porque equivale a decir "Cristo habló mentira" (cosa que JAMÁS sucederá, antes bien, "SEA DIOS VERAZ, Y TODO HOMBRE MENTIROSO" y "el diablo es mentiroso y padre de la mentira").
Ahora, no es un secreto la situación actual, pero hay que saber discernir. El que "ha errado su camino" es el Vaticano y sus líderes PORQUE ELLOS SE HAN APARTADO DE LA FE TRADICIONAL y casi todos se fueron en pos de ellos por una falsa obediencia, surgiendo así la Iglesia Conciliar. Pero el hecho de la indefectibilidad de la Iglesia está en que unos pocos aún conservan la Doctrina auténtica, está en que existe la Resistencia Católica, aguardando la Parusía Apocalíptica.