"A quien me sirviere, mi Padre lo honrará". (San Juan, 12,26).
Invención del cuerpo de San Esteban
Bajo
el imperio de Honorio, se encontró cerca de Jerusalén el cuerpo de San
Esteban, de Gamaliel y de Nicodemo. Un sacerdote llamado Luciano, había
sido instruido por una visión acerca del lugar en que yacían, y había
recibido la orden de pedir al arzobispo de Jerusalén, llamado Juan, de
colocar los en más honroso lugar. Se trasladó el patriarca, con su
clero, al lugar indicado, y encontró los cuerpos de los santos.
Exhalaban un delicioso perfume y varios enfermos fueron sanados a su
contacto.
MEDITACIÓN SOBRE LA HONRA CON QUE DIOS COLMA A LOS SANTOS
I.
Dios honra a los santos en la tierra, les da poder casi absoluto sobre
la naturaleza, les da a conocer lo secreto de los corazones, les alza el
velo de lo porvenir y les granjea el respeto de los pueblos. Mientras
la gente se aleja horrorizada de los cadáveres comunes, tiene gran
veneración por las cenizas y las reliquias de los santos. Si realmente
amas tú la gloria verdadera, si quieres dejar aquí abajo memoria
verdaderamente inmortal, trabaja por hacerte santo. "¡Tus amigos son muy honrados, oh Dios mío!" (El Salmista).
II.
En el Cielo, los santos son aun incomparablemente más honrados. Son
todos más gloriosos que los reyes en su trono: son los favoritos de
Dios, los príncipes de su corte, y no temen ya perder la dicha de que
gozan. Si tan grandes peligros se corren para ganar el favor de los
príncipes de la tierra, ¡qué no deberemos hacer para hacernos amigos de
Dios! ¿Qué haces para esto? ¿Buscas, acaso, la ocasión de agradar a Dios
en todo?
III.
¿Quieres participar de los honores que se tributan a los santos en el
Cielo y en la tierra? Imita los; ama, como ellos, la humildad: oculta
tus virtudes, y Dios las manifestará; desprecia las riquezas y los
honores del mundo, y Dios te coronará de luz y te colmará de riquezas en
el Cielo. ¡Quieres llegar adonde llegaron los santos, y tomas un camino
diametralmente opuesto al que ellos siguieron! Aspiras sólo a los
bienes de la tierra, ¿cómo puedes esperar que alguna vez Dios te conceda
los bienes del Cielo?
El deseo de la santidad. Orad por la conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Señor,
concedednos la gracia de imitar a los que honramos, y enseñadnos a amar
a nuestros enemigos, ya que celebramos el Hallazgo de aquél que
imploró, para sus perseguidores, la misericordia de Jesucristo Nuestro
Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)