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miércoles, 18 de marzo de 2020

BERGOGLIO AFIRMA HERÉTICAMENTE QUE EL AMOR DE DIOS “NO PIDE NADA A CAMBIO”

Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH.
  
   
Incluso el infame Coronavirus no puede detener a Jorge Bergoglio de esparcir herejía.
   
Sintiéndose “enjaulado” en el Ángelus del domingo 8 de Marzo, el seudopapa argentino leyó su catequesis desde dentro del Palacio Apostólico, la cual fue transmtida en vivo a los pocos que estaban dispersamente reunidos afuera en la Plaza de San Pedro. El video puede ser visto aquí.
  
Predicando sobre la Transfiguración, que fue la lección evangélica del día, el “Papa” Francisco dijo:
«Hay que destacar que, en medio del grupo de los Doce, Jesús elige llevarse a Pedro, Santiago y Juan con Él al monte. Les reservó el privilegio de ser testigos de la Transfiguración. ¿Pero por qué elige a los tres? ¿Porque son los más santos? No. Sin embargo, Pedro, a la hora de la prueba, lo negará; y los dos hermanos Santiago y Juan pedirán ser los primeros en entrar a su reino (cf. Mateo 20, 20-23). Jesús, no obstante, no elige según nuestro criterio, sino según su plan de amor. El amor de Jesús no tiene medida: es amor, y Él elige con ese plan de amor. Es una elección gratuita e incondicional, una iniciativa libre, una amistad divina que no pide nada a cambio. Y así como llamó a esos tres discípulos, también hoy llama a algunos a estar cerca de Él, para poder dar testimonio. Ser testigos de Jesús es un don que no hemos merecido: nos sentimos inadecuados, pero no podemos echarnos atrás con la excusa de nuestra incapacidad» (Antipapa Francisco, Discurso del Ángelus, Zenit, 8 de Marzo de 2020; subrayado agregado).
Sí, tal como lo has leído: Según el Sr. Bergoglio, Dios “no pide nada a cambio” por Su amor, Sus gracias, Su amistad.
  
¿Pero eso es cierto? Veamos…
  • «No todo el que me diga “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre, que está en el cielo, ése entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán en el día del Juicio: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y arrojado demonios en tu nombre, y hecho muchos milagros en tu nombre?”. Y luego les responderé: “Nunca os conocí: apartaos de mí, obradores de iniquidad”». (Mateo 7:21-23)
  • «¿Y por qué me llamáis “Señor, Señor?”, y no hacéis lo que os mando?». (Lucas 6:46)
  • «Porque yo os digo, que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos». (Mateo 5:20)
  • «“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?”. Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y gran mandamiento”». (Mateo 22:36-38)
  • «Si alguno viene a mí, y no odia a su padre, y a su madre, y esposa, e hijos, y hermanos, y hermanas, ni a su propia vida también, no puede ser mi discípulo. Y el que no cargue su cruz y me siga, no puede ser mi discípulo». (Lucas 14:26-27)
  • «“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, y orad por los que os persigan y calumnien, para que podáis ser hijos de vuestro Padre que está en el Cielo, que hace brillar su sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen esto los publicanos? Y si saludáis solo a los que os saludan, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también los paganos esto? Por tanto sed perfectos, como también vuestro Padre celestial es perfecto, imitándolo en cuanto podáis”». (Mateo 5:44-48)
Puesto que la enseñanza de Francisco está en directa contradicción con la Divina Revelación, por tanto es herética.
   
Consultando a los verdaderos Papas del pasado, nauralmente los encontramos enseñando la verdadera postura Católica:
  • «A estos deberes, especialmente a la consagración, tan fructífera y confirmada en la fiesta de Cristo Rey, necesario es añadir otro deber, del que un poco más por extenso queremos, venerables hermanos, hablaros en las presentes letras; nos referimos al deber de tributar al Sacratísimo Corazón de Jesús aquella satisfacción honesta que llaman reparación. Si lo primero y principal de la Consagración es que tal amor del Creador responda el amor de la criatura, síguese espontáneamente otro deber: el de compensar las injurias de algún modo inferidas al Amor increado, si fue desdeñado con el olvido o ultrajado con la ofensa. A este deber llamamos vulgarmente reparación». (Papa Pío XI, Encíclica Miserentíssimus Redémptor, sobre la Reparación al Sagrado Corazón de Jesús, n. 6; subrayado agregado)
  • «El don de la fe, al cual siguen en las almas por gracia de Dios tan incomparables riquezas, exige que sin cesar mostremos nuestra gratitud al Señor, su divino Autor.
     
    La fe, en efecto, nos introduce en los sacros misterios de la vida divina; nos mantiene en la esperanza de la felicidad eterna y es el sólido fundamento, a través de la vida terrenal, de la unidad en la sociedad cristiana, conforme a lo dicho por el Apóstol: “Unus Dóminus, una fides, unum baptísma” (Efesios 4, 5). Ella es, por excelencia, el don que hace brotar de nuestros labios el himno del reconocimiento: “Quid retríbuam Dómino pro ómnibus quæ retríbuit mihi?”.
       
    ¿Qué ofreceremos, pues, al Señor a cambio de este don divino, además del homenaje de la mente, si no es nuestro celo en difundir cada vez más entre los hombres el esplendor de la verdad divina? El espíritu misionero, animado por el fuego de la caridad, es en cierto modo la primera respuesta de nuestra gratitud para con Dios, al comunicar a nuestros hermanos la fe que nosotros hemos recibido» (Papa Pío XII, Encíclica Fídei Donum, sobre las Misiones, nn. 1-3; subrayado agregado)
Estas bellas citas hablan por sí.
  
La más reciente expresión herética de Bergoglio es reminiscencia del Luteranismo, una de sus religiones favoritas, la cual enseña la herejía de la “Sola Fe” (Sola Fides). El Concilio de Trento, condenando los errores de Martín Lutero y la Reforma Protestante, tiene algunos cánones relevantes sobre esto:
«Canon 20: Si alguno dijere que el hombre justificado y cuan perfecto se quiera, no está obligado a la guarda de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, sino solamente a creer, como si verdaderamente el Evangelio fuera simple y absoluta promesa de la vida eterna, sin la condición de observar los mandamientos, sea anatema [cf. n. 804].
Canon 21; Si alguno dijere que Cristo Jesús fue por Dios dado a los hombres como Redentor en quien confíen, no también como Legislador a quien obedezcan, sea anatema». (Concilio de Trento, Sesión VI, Cánones sobre la Justificación; Denz. 830-831)
La admiración por Martín Lutero y su falsa religión por parte de Francisco no es secreta. Con todo, necesitamos recordar su profesión de la Consubstanciación, su negación del dogma Católico sobre el mérito, y el hecho de que él haya liderado un servicio de oración luterano en el pasado. Está de más decirlo, adhiere a la idea novusordiana que los luteranos son miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo.
   
No es nuevo que Bergoglio afirme que Dios no pida nada de nosotros en retorno de Su amor. En el pasado, dijo más o menos la misma cosa en algunas ocasiones, como las siguientes (todo el subrayado es añadido):
«Un amor así [como Dios nos lo ha mostrado] no puede quedar sin respuesta. Aunque se dio de manera unilateral, es decir, sin pedir nada a cambio, sin embargo inflama de tal manera el corazón que cualquier persona se siente impulsada a corresponder, a pesar de sus limitaciones y pecados» (Mensaje para la I Jornada mundial de los Pobres, Nov. 19, 2017)
«En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo invocamos» (Bula Misericórdiæ Vultus, n. 14)
«“Dios no pide nada a cambio sino ‘amor y fidelidad’. La salvación es comprada; tú simplemente entras al banquete”, dijo el Papa» (Informe de Crux sobre la homilía de Francisco el 7 de Noviembre de 2017).
Como siempre, a Francisco no le importa contradecirse con herejías (ver la última citada arriba), modificándolas un poco sobre la marcha, a veces afirmando una cosa que después niega, o hablando con deliberada ambigüedad para que aquellos que están dispuestos convenientemente tomarán la herejía de lo que dice, mientras que otros parecerán encontrar suficiente razón para explicar su negación de la ortodoxia.
   
Esta es una vieja táctica, condenada por el Papa Pío VI en 1794, quien la identificó como
«aquella engañosa excusa que suele darse, de que lo que tal vez por descuido se dijo en una parte con mayor dureza, se halla en otros lugares más claramente explicado y aun corregido; como si esta descarada licencia de afirmar, y negar y contradecirse según su voluntad, que fue siempre la fraudulenta astucia de los novadores para sorprender con el error, no fuese más propia para descubrirle que para ocultarle». (Papa Pío VI, Constitución Apostólica Auctórem Fídei condenando el Sínodo de Pistoya, preámbulo)
Así, mientras la Secta novusordiana y el gobierno en Italia están tomando medidas draconianas para detener la propagación del CoViD-19, Francisco está ocupado haciendo lo que mejor sabe hacer: infectar a las almas con la herejía (y nadie se inmuta).
   
Adivina dónde mora el mayor peligro.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)