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jueves, 18 de enero de 2024

LA BONDAD DE DIOS EXIGE QUE EXISTA EL INFIERNO

Infierno (Hans Thoma, ilustración del “Festkalender”, Leipzig, c. 1910).

«2.ª Objeción: ¿Puede un Dios infinitamente bueno condenar al hombre a suplicios eternos?
Respuesta: Sí; porque si Dios es infinitamente bueno, es también infinitamente justo, y su justicia reclama un castigo infinito para un pecado de malicia infinita.
   
Pregunto a mi vez ¿Sería bueno un padre que no impidiera a uno de sus hijos el hacer hacer daño a los otros hermanos? – No, sería cruel e injusto. – ¿Sería bueno si perdonara a sus hijos malos que se atrevieran a ultrajar y a herir a sus hermanos? – No, sería acto de debilidad imperdonable. – ¿Qué remedio le queda a un buen padre de familia para impedir que los hijos malos se entreguen al crimen? – No le queda otro que el de encerrar a esos malos hijos en una cárcel y tenerlos allí hasta que se conviertan. – ¿Cuánto tiempo debe durar la separación de los malos de la compañía de los buenos? – Hasta que los malos se hayan corregido. – ¿Y si siguen siempre malos? – La separación debe ser para siempre… Ahora bien, los malos seguirán siempre malos, porque el tiempo del arrepentimiento ha pasado para ellos; maldicen a Dios y desean aniquilarle. ¿Cuándo, pues, habrán de salir de la cárcel? – ¡Jamás! – Sí, nunca, la bondad de Dios exige la eternidad del infierno. (Extraído del P. Nicolás Gridel).

Por otra parte, cuando el hombre ha cometido un pecado mortal, ¿no ha consentido libremente en el castigo eterno? ¿No ha consentido en él, en la hora de la muerte, al no querer arrepentirse de sus culpas?… Nada ha querido saber de Dios en la tierra; ¿no es justo que Dios nada quiera saber de él en la eternidad?…

Finalmente, el infierno eterno es el mayor beneficio de la bondad divina. A veces nos imaginamos que Dios ha creado el infierno para obligarnos a merecer el cielo. Dios, infinitamente bueno, quiere proporcionar al hombre la mayor felicidad posible por los medios más eficaces. La mayor, felicidad del hombre es el cielo libremente adquirido por sus méritos. Pues bien, el medio más eficaz de que Dios puede valerse para obligar al hombre a hacer un buen uso de su libertad es el temor de una infelicidad eterna. El temor del infierno puebla el cielo. “El infierno –decía Dante–, es la obra del eterno amor”».
   

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)