Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO.
¿Qué pasaría si la Iglesia Conciliar tuviera como pretendido Papa a un ateo marxista? El 10 de enero de 2024 quedó aún más claro que la Iglesia Modernista había logrado esa “distinción”. En su autobiografía de 2015, Francisco Bergoglio prácticamente había admitido su marxismo (adquirido de su antigua jefa de laboratorio Esther Ballestrino de Careaga), pero ahora está pidiendo un “diálogo” (usando el término pervertido favorito del Anticoncilio Vaticano II) con los ateos marxistas. Bergoglio quiere «implementar una Ética Social transversal y una ecología integral entre la Doctrina Social de la Iglesia Católica [sic] y la Crítica Social Marxista» y bendijo el Proyecto Diálogo Transversal (DIALOP), una asociación de políticos de extrema izquierda europeos fundada tras el encuentro en 2014 de Francisco Bergoglio, el político comunista austriaco Walter Baier (presidente del Partido de la Izquierda Europea), el expresidente del partido izquierdista Sýriza [sigla griega de Συνασπισμός Ριζοσπαστικής Αριστεράς, Coalición de la Izquierda Radical, N.del T.] y exprimer ministro griego Alexis Tsipras y el teólogo y arquitecto Franz Kronreif (encargado de la “Secretaría internacional para el diálogo entre personas de convicciones distintas” –lo que sea que eso signifique– del Movimiento de los Focolares), para lograr este objetivo. Después de haber “bendedido” a las “parejas” sodomitas, el “matrimonio” homosexual (uniones civiles) y la bigamia, ha pasado a bendecir el ateísmo marxista, bajo el pretexto de la “paz”.
Por si acaso, Bergoglio añadió otro término marxista, “solidaridad”, la cual llama una “virtud moral”. Quizás el pseudopapa apóstata esté planeando agregar este término mal definido a las tradicionales Cuatro Virtudes Morales Cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Incluso Aristóteles y Santo Tomás de Aquino las conocían. Bergoglio también atacó al capitalismo, el enemigo del comunismo (al que no condenó como sí hizo con el nazismo), y que ha llevado a Occidente a una altura sin igual por otras civilizaciones. Sin embargo, el propio Bergoglio no duda en lo más mínimo en utilizar dinero capitalista para sostener su tambaleante régimen del Vaticano [Parte de la información para este Comentario proviene de National Catholic Register].
Católicos tradicionales, finalmente estamos presenciando la implosión de la Iglesia apóstata Novusordita. Francisco Bergoglio se adentra cada vez más rápido en una demencia religiosa. De ninguna manera se le puede considerar un “vicario de Cristo”. De hecho, Cristo ni siquiera figura en sus cálculos, que se basan en el marxismo ateo secular y la deconstrucción de la civilización cristiana.
El diálogo del Vaticano con el marxismo ya venía de antes:
ResponderEliminarEn “Octogésima Advéniens” (1971), Pablo VI también se planteó la posibilidad de abrir una vía con las ideologías, destacando la necesidad de discernir «las opciones y los compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones sociales, políticas y económicas que se consideren de urgente necesidad en cada caso» (Octogésima Advéniens, n.º 4).
Y en el texto de 1999 “Verdad y libertad”, el entonces cardenal Joseph Ratzinger decía:
«A mi modo de ver, el contenido en general asociado por las personas con la exigencia de libertad está explicado muy acertadamente en los términos de un pasaje de Karl Marx en el cual este expresa su propio sueño de libertad: En el estado de la sociedad comunista del futuro –dice– será posible “hacer una cosa hoy día y otra mañana, cazar en la mañana, pescar en la tarde, criar ganado en la noche y criticar después de la cena, simplemente a gusto de cada uno…” [Obras de Marx y Engels, 39 vols. (Berlín Este, 1961-1971), vol. 3; pág. 33]».
Y ya en 2007, como Benedicto XVI, en su encíclica “Spes salvi”, dice que si bien Marx «indicó con exactitud cómo lograr el cambio total de la situación […] no nos dijo cómo se debería proceder después», y que por ello
«El error de Marx no consiste sólo en no haber ideado los ordenamientos necesarios para el nuevo mundo; en éste, en efecto, ya no habría necesidad de ellos. Que no diga nada de eso es una consecuencia lógica de su planteamiento. Su error está más al fondo. Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables» (Spes salvi, n.º 21).