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sábado, 12 de diciembre de 2020

LA POBLACIÓN COMO COBAYAS PARA LA VACUNA DEL CORONA

Traducción del artículo publicado Paolo Gulisano para LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA. Visto en ACTA APOSTÁTICÆ SEDIS.
   
VACUNA: LA POBLACIÓN HARÁ DE COBAYA
Los tiempos de realización de la vacuna anti-Covid fueron extremadamente acelerados. ¿Esta vacuna será segura? No se conocen los efectos colaterales a largo término. La población vacunada será la que haga de cobaya (conejillo de Indias). Por esto no puede ser obligatoria.
     
      
Si la primera fase de la pandemia de Covid fue dominada por la virología, aquella seria que buscaba entender el nuevo Coronavirus arribado de la China, sus características, sus modalidades de acción, la nueva fase que estamos atravesando, en la cual aquella que fue denominada “segunda oleada” ya había iniciado, a partir de los últimos días de noviembre, la fase descendente por número de positivos, de recuperados y de fallecidos, será la fase de la vacunología. O debates, discusiones, desencuentros y ásperas polémicas en mérito a las vacunas anti Covid.
   
Después de haber presentado el Plan organizativo nacional (ver aquí), entramos en el mérito de estas vacunas que son designadas, entre cerca de un mes, para ser utilizados en nuestro País. Convendrá esperar la autorización por parte de AIFA, la Agencia Italiana del Fármaco, que hará luego de aquella del EMA (Agencia Europea de Medicinas), el ente análogo de nivel europeo. Los medios, así como los políticos y buena parte de la opinión pública, dan ya por descartado el éxito. Pero estos entes aún deben completar el examen de los expedientes presentados por las dichas productoras, que deben comprender pruebas preclínicas de laboratorio y pruebas clínicas sobre seres humanos, de fase 1 (pruebas de seguridad, y tolerabilidad de varias dosis sobre voluntarios sanos), fase 2 y 3, esto es, pruebas sobre grupos de voluntarios en los cuales se confronta eficacia y efectos adversos en grupos tratados o con el fármaco o con el placebo.
    
Se trata de estudios que normal y justamente requieren mucho tiempo. Para poner a punto una vacuna se requieren en promedio cinco o seis años. Y no siempre el resultado de estas tentativas es favorable. En el caso de la familia de los Coronavíruses, en sesenta años nunca se ha llegado a tener lista una vacuna. Mucho menos para el coronavirus del SRAS del 2002-2003. Se llegó muy cerca -por cuatro veces- a completar la experimentación de una vacuna, pero a la final nunca llegó a producirse a causa de los efectos colaterales.
   
Frente a la espera entusiasta de muchos para la vacuna, se están difundiendo contemporáneamente difundiendo muchas preocupaciones relativas a los posibles efectos colaterales, objeciones legítimas y razonables ante los cuales está montando en los medios y redes sociales un odio rabioso, una intolerancia que no admite réplicas. Pero la cuestión de la seguridad de una vacuna, como cualquier fármaco, debería abordarse con mayor atención, equilibrio y racionalidad. No se entiende por qué el uso de determinados fármacos, por otra parte usados por décadas como la cloroquina, sea contrastado por un muro de difidencia, mientras estas vacunas deberían ser acogidas como indudablemente seguras. Conviene recordar que para los fármacos normales se requiere también pruebas de farmacocinética, vale decir, demostraciones de dónde se acumulan en el cuerpo y por cuánto tiempo permanecen antes de ser eliminados; en cambio las vacunas son exentas de la presentación de estas pruebas, para los cuales no se conoce el destino de la vacuna en el cuerpo en el que se inyecta.
    
Según el profesor Paolo Bellavite, docente de Patología General en la Universidad Verona, hematólogo y experto de Estadística Sanitaria, los tiempos de realización para las vacunas anti-Covid fueron extraordinariamente acortados respecto a las fases normales de estudio de una vacuna. Hasta ahora se reconocen algunos resultados de fase 1, pocos de fase 2 y ninguno de fase 3 si no algunos resultados parciales de uno hecho en Brasil. Y por cuanto concierne las reacciones adversas a las vacunas, conocemos solo las resaltadas en pequeños grupos y surgidas en el período breve, generalmente entre una semana de la inoculación. De allí a poco para afirmar que las vacunas que serán inoculadas podrán garantizar eficacia y seguridad.
   
Ahora: según ha hecho resaltar el profesor Bellavite, los estudios de fase 1 han evidenciado diferentes efectos adversos, en todos los distintos tipos de vacunas experimentados. No hay duda que el suministro a la población de una nueva vacuna será un experimento puro y duro. Técnicamente hablando, será la fase IV de la experimentación.
   
De hecho, la medicina es una ciencia experimental, no una ciencia exacta, y siempre avanza mediante las experimentaciones, pero justamente el profesor Bellavite ha recordado que deben haber vínculos precisos: tanto de tipo técnico, entre ellos el hecho que las productoras y las instituciones sanitarias estén dispuestas a aceptar resultados negativos, como de tipo ético. La eticidad, que debería ser certificada por un comité independiente, tiene como presupuesto principal que la participación sea voluntaria. También para esto, la vacunación anti-Covid debe ser hecha solo y exclusivamente a voluntarios, y no debe ser introducida alguna forma de coerción o penalización para quien no desee participar en el experimento.
    
Finalmente, la oferta de la vacuna debe ser correcta y veraz, en el sentido de no hacer creer a quien intente vacunarse que el beneficio sea seguro. Sólo después de la fase IV se podrá decir, con una probabilidad cierta, cuán segura sea.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)