Amados hermanos, salud y bendición en este año 2025 de Nuestro Señor que iniciamos por pura misericordia de Dios.
El año próximo pasado, como quizá recordéis, había sido consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, con el fin de
«profundizar en corresponder al llamado de reparación por tantos pecados y apostasía, particularmente a causa y consecuencia del Vaticano II, que produjo entre otras cosas la malhadada declaración “Nostra Ætáte”, que fue la base del ecumenismo falso actualmente representado por los encuentros ecuménicos de Asís, la Declaración conjunta de Astaná y el Documento ecologista de Abu Dabi».
Bueno, este año estamos conmemorando los 1700 años del Concilio de Nicea, que tuvo lugar del 19 de Junio al 25 de Agosto del 325, en el cual, inter ália se definió el Símbolo de la Fe, se condenó la herejía arriana que negaba la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, se fijó la celebración de la Pascua para el domingo siguiente al plenilunio del equinoccio de primavera (separándose así del calendario judío) y se establecieron varios cánones.
En verdad, una fecha importante (que en su momento se abordará, Dios mediante, en esta bitácora), pero hay otro evento que conmemorar también en este año: los cien años de la promulgación el 11 de Diciembre de 1925 por el Papa Pío XI de la encíclica “Quas primas”, instituyendo la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo Rey como testimonio público de Su Realeza adquirida por nacimiento (siendo como es el Verbo de Dios consustancial al Padre) y por conquista (con su Sangre derramada en la Cruz del Calvario nos adquirió de entre las naciones para constituir Su Iglesia), y como reparación y protesta a la triple apostasía que Lo quiso destronar con la herejía (el protestantismo), la insubordinación (la Ilustración y las Revoluciones liberales) y el odio de clases (el comunismo).
Por tal motivo, y con esto a vista, hemos tenido a bien proclamar este año como Año Santo de Cristo Rey, como una continuación del Año Santo del Sagrado Corazón de Jesús, sino para reiterar el grito de guerra del Papa Pío XI al asumir el pontificado: «La paz de Cristo en el reino de Cristo», un reino que no solo se espera para el Fin de los Tiempos, sino por el que como católicos debemos luchar Hic et nunc (aquí y ahora) contra el mundo y contra la Apostasía, a fin de ser hallados dignos de participar también en el Reino de Cristo per infiníta sǽcula (por todos los siglos).
Finalizamos estas líneas encomendando este año, como es costumbre y devoción, a la Santísima Virgen María (como quiera que al ser su Hijo Rey, Ella también es Reina), para que por su intercesión nos obtenga la gracia de rogar sin cesar que «que todas las familias de las Gentes, disgregadas por la herida del pecado se sometan al suavísimo imperio» de su Hijo (cf. Misal Romano tradicional, Oración de la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo Rey).
En unión de oraciones, amados hermanos, y ¡VIVA CRISTO REY!
JORGE RONDÓN SANTOS
1 de Enero de 2025 (Año Santo de Cristo Rey).
Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo, Octava de la Natividad y Dedicación de Santa María Annunziata en Florencia.
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