«Ya [Jesús] ha expuesto la destrucción; en esa parte afirma que llegará la consumación, y establece un preámbulo. Primero, presenta la profecía; segundo, la advertencia: “Que los que estén en Judea huyan a los montes”; tercero, el motivo de la advertencia: “Porque entonces habrá gran tribulación”. Así, dijo que llegará la consumación, cuando viereis la abominación de la desolación”, etc. ¿Qué es aquello a lo que se llama abominación? Se puede decir que es llamada abominación el ejército de los romanos, y son llamados abominaciones de la desolación, porque fueron los desoladores de la tierra. O por abominación se entienden los ídolos, y se puede hablar de un doble ídolo. Se lee que Pilato introdujo en el templo el águila, que era la insignia de los romanos, y que los judíos veían como una abominación. Por eso, cuando veáis el ídolo puesto en el lugar santo, podréis conocer el cumplimiento de la profecía de Daniel sobre la destrucción de Jerusalén. O se puede decir que Jerusalén fue destruida dos veces. Primero por Tito y Vespasiano, y luego el templo fue quemado, y aun así se dejó a algunos judíos. Luego otros se rebelaron enseguida, y entonces Adriano, que sucedió a Trajano, la destruyó completamente, y dio la ley que ningún judío habitase allí nunca más, y dio su nombre a la ciudad, y además puso un ídolo en el lugar sagrado. Por eso aquel ídolo, que puso Adriano, puede ser llamado abominación: por esto, cuando veáis estas cosas, etc. De este derribo basta Lamentaciones 2, 1. “El que lee, comprenda”. ¿Y por qué dice esto? Por que en aquella profecía de Daniel se dicen muchas cosas sobre la Pasión de Cristo. Estas palabras deben ser observadas, porque allí se lee: “Será muerto el Cristo y habrá en el templo la abominación de la desolación, y la desolación permanecerá hasta la consumación y hasta el fin”. Por esto quien vea, comprenda que tales cosas sucedieron.
“Entonces aquellos que están en Judea, huyan a los montes”. Da una advertencia útil. Y primero la da; segundo, señala los obstáculos para la huida. Porque algunos obstáculos son evitables, otros inevitables. Por eso dice: “Entonces aquellos que están en Judea, huyan a los montes”. Entonces, es decir, en el tiempo de Vespasiano. En aquel tiempo, un tal Agripa [Herodes Marco Julio Agripa II, N. del T.] gobernaba sobre los montes, y este obedecía a los romanos, no se rebeló contra ellos: por eso, mientras las otras naciones iban a la guerra, este y su gente estaban en paz. Por eso, por providencia de Dios fueron advertidos los fieles que estaban en Judea a retirarse e ir al reino de este Agripa, y así hicieron: por eso entonces, aquellos que están en Judea, esto es, los fieles, huyan a los montes; Zac. 2, 6: “Huid de la tierra del norte”, etc. Luego señala los obstáculos para la huida. Y como algunos obstáculos son evitables, otros no, por lo tanto, primero establece los peligros evitables; y en segundo lugar, los inevitables: “¡Ay de las que están encintas!”, etc. Lo evitable son los asuntos terrenales: algunos ocurren en la ciudad, otros fuera; por lo tanto, establece ambos. Según allí, “el que esté en el campo, que no regrese a tomar su abrigo”. Por lo tanto, dice: “y el que esté en la azotea, que no baje a tomar nada de su casa”; es decir, quien viva en la ciudad, aunque esté en la casa, que no regrese a tomarlo, etc. Asimismo, y el que esté en el campo , que no regrese a su casa a tomar su abrigo , es decir, lo necesario, porque todo lo que uno tiene lo dará por su vida. ¿Y por qué dice esto? Porque al acercarse la fiesta de la Pascua, muchos se reunieron en Jerusalén; sabiendo esto, Tito sitió la ciudad cuando estaban así reunidos. De ahí que quiera decir: tan pronto sucederá este mal que nadie podrá protegerse. Asimismo, pone obstáculos inevitables. Y porque había algunos inevitables por el poder de los hombres y simplemente, algunos, aunque inevitables, sin embargo evitables por el poder de Dios; por lo tanto, primero de los primeros; segundo de los segundos, orar, etc. Lo que, cuando ocurre, no se puede evitar de ninguna manera, es la carga de los niños. Porque aunque se le podría decir a alguien: “salva tu vida”, podría decir: “¿cómo puedo dejar a mi hijo?”. Por lo tanto, explica esto: “¡Ay de las que están embarazadas y amamantando!”, porque las tales no podrían huir, porque ni se les dijo que procuraran el aborto, ni a las que están amamantando que mataran a sus hijos; y así se cumple lo que se dice en Lc. 23, 29: “bienaventurados los pechos que no amamantaron”. Asimismo, hay otros impedimentos donde el hombre no puede encontrar un remedio excepto a través de Dios. Porque algunos tiempos son inadecuados ya sea por naturaleza o por ley: por naturaleza, como el invierno, porque entonces el hombre se ve impedido de huir debido a la dureza del tiempo. De igual manera debido a la ley, como si sucediera en sábado, porque Dios ordenó que no debían ir más de una milla. Y porque esto no está en nuestro poder, sino en el de Dios, por tanto “orad para que vuestra huida no sea en invierno, o en sábado”, porque en tales casos debemos recurrir solo a Dios. De ahí Oseas 6, 1: “Venid y volvamos al Señor, porque Él nos ha tomado y nos salvará”. “Orad para que no suceda en invierno”, porque naturalmente obstaculiza la huida por la dificultad del camino; “ni en sábado”, porque obstaculiza según la ley de Dios. También advertid que dice “en sábado”, en lo cual indica que fueron debidamente asesinados en un día festivo. ¿De dónde la necesidad de huir? De la grandeza de la tribulación. Por lo tanto, primero declara la tribulación y la grandeza de la tribulación; en segundo lugar, establece la causa, y “a menos que aquellos días fuesen acortados”, etc. Dice, por tanto, “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo”. Y esto puede ser suficientemente considerado por quien lea la historia de Josefo: muchos murieron de hambre. También hubo sediciones en la ciudad, de modo que se mataron unos a otros; por lo que cuando Tito, que era muy manso, quiso perdonarlos, no lo hicieron. También había ladrones entre ellos que mataron a muchos. Y cierta mujer se comió a su hijo. Por lo tanto, hubo una tribulación como nunca se había visto.
Y esto es lo que dice Lucas 21, 23 y siguientes: “Habrá tribulación y caerán a filo de espada”. Pero ¿será mayor en tiempos del Anticristo? Sí; pero no lo será entre los judíos. Crisóstomo pregunta por qué ocurrió el pecado, porque el castigo de Sodoma tampoco fue tan grande, por lo que el castigo no sería mayor a menos que el pecado fuera mayor. Y como podían decir que estas cosas les habían sucedido por los pecados de los cristianos, por lo tanto, dice que no; por lo que “a menos que esos días se hubieran acortado, nadie se habría salvado”. Agustín dice que algunos lo han explicado así, que los días entonces se acortaron, como se alargaron en tiempos de Josué. Pero, por el contrario, dice en el Salmo 118, 91: “Por tu ordenanza los días continúan”; por lo tanto, puede decirse de dos maneras. Primero, que los días de tribulación se acortan primero en número. Por lo tanto, si ese tiempo hubiera durado, todos habrían muerto, porque no habría quedado nadie. ¿Y por qué? Porque los romanos gobernaban el mundo entero, y los judíos ya estaban dispersos por todo el mundo; por lo tanto, si ese tiempo hubiera durado, habrían muerto en todas partes del mundo. O se dice que los días se acortan cuando los males se acortan. ¿Y por qué se acortan? “Por los elegidos”: no porque la palabra de Dios haya fallado. Porque muchos se convirtieron de aquel pueblo, y oraron por el pueblo para que quedara una descendencia; Is. 1, 9: “Si el Señor no hubiera dejado una descendencia, habríamos sido como Sodoma”, etc. Crisóstomo ofrece dos consideraciones: por qué se dice esto: porque había algunos discípulos allí, y además Juan aún vivía. Por lo tanto, dice que Juan no mencionó esto en su Evangelio, pues escribió después de este evento; por lo tanto, habría hablado del pasado; pero Mateo y Lucas, que escribieron antes, lo mencionaron, porque estaba por venir. Por lo tanto, dice que fue un milagro manifiesto cuando los romanos atacaron a los judíos, y como si toda la nación judía hubiera sufrido destrucción, que tan pocos judíos pudieran recorrer el mundo entero para convertirse, como si fuera el mundo entero, y este fue el maravilloso poder de Cristo. Hilario interpreta que estas palabras se refieren al fin del mundo. “Cuando viereis esta abominación”, él nombra al Anticristo. 2.ª Tes. 2, 2: “Y no os turbéis, ni por espíritu ni por palabra, como si el día del Señor estuviera cerca, para que nadie os engañe en ninguna manera”. “Y entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes”; pues los judíos desfallecerán, y de allí huirán de la tierra de los judíos y se dirigirán a las montañas del cristianismo. “Y el que esté en la azotea, que no baje a sacar nada de su casa”. Quiere decir que los perfectos no se muevan de su perfección. Por lo tanto, toca la vida contemplativa, que se significa por el techo; por lo tanto, tales no deben apartarse de su contemplación. Del mismo modo, “aquellos en el campo” toca la vida activa. Tales no deben regresar a su vida anterior, sino permanecer en su propósito. ¿Y qué hay de las mujeres embarazadas? Hombres cargados de pecados. Los hombres que alimentan son hombres imperfectos. Por lo tanto, quiere decir que ¡ay de los hombres cargados de pecados y no confirmados en la gracia!. Según Agustín, las mujeres embarazadas son aquellas que conciben para actuar mal; los que nutren, que ya completan por el trabajo. ¿Y qué dice acerca del invierno y el sábado? Por invierno se significa tristeza, por sábado alegría. Por lo tanto, que no haya tristeza que absorba en invierno, ni alegría que eleve la mente en sábado. O por sábado el ocio del buen trabajo, por invierno el enfriamiento de la caridad. “Y a menos que esos días se hubieran acortado”; porque durará un poco, y si durara, toda carne, es decir, todo lo carnal, “no se salvaría”. Asimismo, pueden referirse a la venida de Cristo a través de la Iglesia; y así dice Orígenes que como la palabra del Evangelio se difundió en su venida, así la falsa doctrina se difundirá en la venida del Anticristo; y como Cristo tuvo a sus profetas, así también los tendrá el Anticristo. Entonces, “que los que estén en la ciudad huyan a los montes”, justicia perfecta. Preñados están los que todavía están corriendo la palabra de salvación; amamantando a los que ya han hecho algo. Orad, pues, para que no seáis obstaculizados por la pereza y el letargo. Habrá entonces gran tribulación”, porque habrá una perversión de la doctrina cristiana a través de la falsa doctrina. “Y a menos que los días se acortaran”, es decir, por el documento de la doctrina, por adiciones a la verdadera doctrina, “nadie se salvaría”, es decir, todos se convertirían a la falsa doctrina».
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Comentario sobre el Evangelio de San Mateo, cap. XXIV, lección 2.ª

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