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miércoles, 14 de agosto de 2024

MES DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN – DÍA DECIMOCUARTO

Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
   
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
   


Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
14 DE AGOSTO – DÍA DÉCIMOCUARTO DEL MES DE SAN DOMINGO: EL MAESTRO DEL SACRO PALACIO
   
PRELUDIO
En el palacio del Papa, bajo la mirada y el aliento del infalible vicario de Jesucristo, Domingo enseña, y sus oyentes, encantados, dan testimonio con su actitud de la impresión que este gran Predicador produce en las almas.
               
PENSAMIENTOS
Santo Domingo había querido volver muy rápidamente a sus hermanos y comenzar con ellos, esta vez con autoridad, la vida apostólica asignada a su Instituto por el órgano del jefe de la Iglesia. Pero Dios quiso mostrar en este hombre extraordinario el modelo de predicadores del Evangelio, cuyo principal deber es enseñar en unión y conformidad de pareceres con la Santa Sede, de donde emana toda verdad en el mundo. En vísperas de la Reforma, ante la proximidad de la predicación insurgente contra el papado, esta lección de la Providencia es de capital importancia, y hasta ahora nos hemos olvidado de resaltarla demasiado, cuando hablamos de Santo Domingo o de los orígenes de su Orden.

Durante la Cuaresma, Santo Domingo tenía a menudo la oportunidad de predicar en Roma. El éxito de sus palabras inspiró al Papa a confiarle la tarea de explicar las Epístolas de San Pablo en el Sacro Palacio, en presencia de los cardenales y de la corte papal. La gente venía de todas partes para escucharlo, y los médicos y los escolares le dieron el título de Maestro. El Soberano Pontífice, impresionado por la utilidad de estas predicaciones, las estableció como institución permanente y creó el cargo de Maestro del Sagrado Palacio, que desde entonces retiene uno de los hijos de Santo Domingo.

Esta memorable creación recordará en los siglos futuros el apostolado de Santo Domingo y la misión providencial que le fue encomendado ejercer en la Iglesia de Dios, por sí mismo y por su posteridad religiosa. De predicador y médico que dirigía una escuela espiritual en el Vaticano, el Maestro del Sagrado Palacio pasó a ser el teólogo del Papa, el censor universal de los libros que se imprimen o se introducen en Roma, el único que tiene potestad de elevar a doctor en la Universidad Romana, el elector de los que predican ante el Santo Padre en las solemnidades, funciones señaladas además por un gran número de privilegios honorables, y cuya herencia se transmitía justa e inviolablemente de un hijo de Santo Domingo a otro de sus hijos.

Un contemporáneo nos guardó el recuerdo del apostolado del santo durante su prolongada estancia en Roma. «Hablamos juntos», dijo Guillermo de Montferrat, «de la salvación eterna de nuestras almas y de la de todos los hombres. Nunca había encontrado a alguien tan perfecto, ni a alguien tan apasionado por la salvación del mundo, aunque en verdad he tenido contacto frecuente con personas de eminente santidad. Por lo tanto, decidí unirme al número de sus discípulos, después de haber estudiado teología durante dos años en la Universidad de París. Así quedó decidido entre nosotros y también acordamos que, cuando él hubiera establecido la disciplina entre sus hermanos, iríamos juntos a convertir a los paganos de Persia o Grecia, y luego a los que habitan los países del sur».
           
PRÁCTICA: Examínate a ti mismo en la cuestión de saber si, según los deberes del propio estado particular, trabajas lo mejor posible para la salvación de las almas.

INVOCACIÓN: Santo Domingo, tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ¡ruega por nosotros!
   
CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: San Pedro y San Pablo.
«Día y noche, Domingo, durante su prolongada estancia en Roma, encomendaba a Dios a sus hijos y su obra, especialmente durante sus largas vigilias en las iglesias, que eran su única casa. Amaba con particular afecto el de los santos Apóstoles, y mientras oraba ante su tumba fue honrado con una segunda visión, de la que sacó nuevo valor y gran consuelo. Se le aparecieron los apóstoles Pedro y Pablo. El primero le dio un bastón y el segundo un libro, y oyó una voz que le decía. “Id y predicad, porque a este ministerio estáis llamados”. Le parecía que al mismo tiempo veía a sus hijos ir de dos en dos por el mundo anunciando la palabra de Dios. Algunos historiadores añaden que el Espíritu Santo apareció en ese momento sobre su cabeza en forma de lengua de fuego y que luego fue confirmado en la gracia y exento de muchas tentaciones. Otros aseguran que, a partir de ese día, llevó siempre consigo el libro de los Santos Evangelios y las Epístolas de San Pablo. También en todos sus viajes usaba siempre un bastón, probablemente en recuerdo de esta visión» (Vida de Santo Domingo, por el Beato Humberto de Romans).
          
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
   
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
   
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
   
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
   
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
    
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
   
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén. 

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)